272.- 10. OTRO ENSAYO DE ARTIFICIOSIDAD. FRAY JUAN DE PINEDA

31 de julio de 2012 - 03:12 - I.- HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

10. OTRO ENSAYO DE ARTIFICIOSIDAD. FRAY JUAN DE PINEDA. IX. PERÍODO DE LOS GRANDES ESCRITORES MÍSTICOS (1554-1585)

Es preciso recordar con la mayor insistencia que los dos estilos de naturalidad y de artificiosidad conviven en todas las épocas, pues cada una de ellas se caracteriza tan sólo por el predominio de uno de los dos modos. En este periodo que ocupa el centro del gran siglo de la naturalidad y llaneza, vivían también diversos géneros de artificiosidad, pero aunque bien lejos del magnífico brillo de Herrera, llevaban vida retraída, relegados fuera de la gran literatura. El Licenciado Villalón en su Gramática (Amberes, 1558) censura el estilo de los predicadores que usan «una ensalada de vocablos incógnitos», para que «los tengan por sabios y parezca que las cosas que tratan son de gran misterio y valor»_⁸²; Fernández de Oviedo (en 1555) habla del género epistolar, de «cartas mesivas, que algunas usan de metáphoras e vocablos obscuros, e se dexan mal entender, porque no desean ser entendidos... para que los tengáis por doctos»_⁸³; el Brócense, en 1582, denuncia igual gusto de oscuridad en ciertos «ingenios que ponen todo su estudio en hazer un soneto o canción de amores que, para entenderlos, es menester primero preguntarles a ellos si lo entendieron» _⁸⁴.

Insisto en esos casos, porque el predominio tan manifiesto de la naturalidad en los estilos de este tiempo ha producido entre los críticos modernos la superstición del absoluto casticismo quinientista. Es como un lugar común el alabar «la tersura» del franciscano Juan de Pineda, cuyo vocabulario en los Diálogos familiares de la Agricultura Christiana 1589 _⁸⁵ es encomiado hoy como el mayor tesoro del habla tradicional. Pineda mismo se encomia: «Oh, si os oviessedes passeado por los jardines de las antigüedades castellanas, y qué de flores de antiquíssimos vocablos, que os hieden por ignorancia, os fueran fragantíssimos olores por erudición!». Es cierto que recoge mucho bueno del vocabulario popular, pero es más lo que deforma, tanto del léxico popular como del erudito, y muchas de estas deformaciones nos hieden como flores de trapo y engrudo aunque otras sean felices: conjeturación, contiguación, efigiación, descomensuración, retoricación, confusivo 'confuso', lo tristativo y lo exhilarativo 'lo triste y lo alegre', raciocinativo, humefactivo; los derivados más largos le encantan: beatificativo, 'beatífico', emborrachativo, achristianadamente, amagamiento 'amago'; las nuevas formaciones verbales no tienen límite: caperucear 'saludar descubriéndose', amezquindarse, acuidarse 'cuidarse', acurarse 'curarse o cuidarse'; los compuestos nominales son innumerables: barbiasomante 'barbiponiente', arrollabollos, brumacaballos, arrojaporradas, «a Juno llamó el mesmo Homero braciblanca» (λευκώλενος). Doctos críticos modernos, entre ellos los dos grandes conocedores del lenguaje de la época áurea, el padre Juan Mir y Rodríguez Marín, sufriendo el espejismo de creer que cuanto se escribía en el siglo XVI es puro y castizo, encomian a Pineda como maestro del mejor lenguaje y le alaban de ser más copioso que Cervantes _⁸⁶; sí, es más copioso, pero iconoclasta de la casticidad; su prosa es un monstruo de neologismo. Mas, a pesar de esto, Pineda nada tiene que ver con los culteranos; su neologismo es exclusivamente léxico; la frase, las metáforas, el orden de las palabras quedan dentro de la sencillez de su siglo, y alguna de sus invenciones vienen a estar de acuerdo con la tendencia de la época actual a nuevas derivaciones nominales y verbales.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

NOTAS

82 En Viñaza, Bibl. Filol. Cast., 1893, col. 498. Arriba (cap. VII, § 4) vimos cómo llama Ambrosio de Morales a los que hablan de modo ininteligible «afectados, singulares, amigos de novedad».

83 Quinquagenas, I, p. 436.

84 Esos ingenios son los que tachan de oscuro a Juan de Mena: Las obras del afamado poeta Juan de Mena, nuevamente corregidas y declaradas por el Maestro Francisco Sánchez, Salamanca, 1582, prólogo Al Lector.

85 Impresos en Salamanca; la Aprobación es de 1581.

86 Utilizan mucho los Diálogos familiares de la Agricultura, tanto el P. Juan Mir en su Rebusco de voces castizas (1907) y en su Prontuario de Hispanismo y Barbarismo (1908), como Rodríguez Marín en sus Dos mil quinientas voces castizas y bien autorizadas que piden lugar en nuestro léxico, 1922. Todas las que yo cito se hallan acogidas entre estas Dos mil. Ninguna de ellas son «bienes vinculares», como dice Rodríguez Marín; la mayoría son riquezas efímeras, como los dineros del sacristán. Recuerdo la sorpresa de Rodríguez Marín una vez que, riéndose del furor neológico de un extravagante amigo modernista, comparé a éste con el P. Pineda.

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