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Obras de Diego Catalán

4.- 1. FUERZA EXPANSIVA DE LOS PUEBLOS DE CULTURA IBÉRICA

4.- 1. FUERZA EXPANSIVA DE LOS PUEBLOS DE CULTURA IBÉRICA

1. FUERZA EXPANSIVA DE LOS PUEBLOS DE CULTURA IBÉRICA. II. PUEBLOS PRERROMANOS, PREINDOEUROPEOS E INDOEUROPEOS

    La expansión, a partir del Eneolítico, de las culturas de la Península sucesoras de la almeriense no se limitó al marco geográfico peninsular, pues, como hemos dicho, se apoyó desde antiguo en la navegación siguiendo dos de­rroteros opuestos: el Atlántico, hacia las Islas Británicas y el Mediterráneo hacia Italia. Parece haber sido España entonces iniciadora de la metalurgia en Europa y principal propulsora del comercio del estaño, el cobre, el oro y la plata1. Y estas dos rutas marítimas de expansión emigratoria y de relación comercial y cultural han dejado también rastros toponímicos en curiosas homonimias.

      La arqueología descubre una colonización, ya desde el período eneolítico, de gentes del Noroeste de España en Irlanda2, y Tácito (Agrícola, XI) notaba en Britania la tribu de los silures (al Suroeste de Gales), que parecían íberos por su color atezado y su pelo rizoso, siendo de notar que un homónimo Mons Silurus es señalado por Avieno en la Bética3. Acaso una emigración ibérico/tartésica pudo lle­var a Cornualles el nombre del río Tamăra, hoy Tamer, y de la ciudad Tamăra, hoy Tamerton,  igual al del río Tamărus, hoy Tambre, y del castillo de Trastámara en La Coruña, así como el pueblo de Támara de Palencia; nom­bre de las lenguas mediterráneas, que hemos comentado más arriba (cap. I, § 2 y sobre el que volveremos a hablar). Más particular ibericidad parece revelar el nombre de Lon­dres, Londonium, sin duda precéltico4, que tiene su ho­mónimo en Londoño, aldea de Orduña, en Vizcaya, nom­bre también de una noble familia española emigrada en el siglo XVI a Milán, los Londonio.  La primera parte de Londonium es también comparable a Londobris, isla de la costa occidental portuguesa, hoy Berlengas.

      El segundo derrotero, el de los íberos de Levante, está también señalado por la arqueología, que para el mismo período eneolítico halla objetos de tipo almeriense, como el vaso campaniforme, propagados a Cerdeña, Sicilia e Ita­lia5. Los textos históricos apuntan esa relación: Pausanias y Solino refieren que Nórace, Norax, príncipe tartesio, al frente de una colonia de íberos, fundó la primera ciudad de Cerdeña llamada Nora6; y este Nora es topónimo, orónímico o hidrónimo en Lérida, León, Asturias y Portugal; hay Nora también en los Abruzos, y existió otro Νώρα en Capadocia y Nura en Libia; parece ser voz mediterránea que debió de significar ’cavidad en la roca, caverna’, como el sardo nurra7, y que ha dado muchos derivados como Nōricum, región montuosa entre los Alpes y el Danubio8, Noranco en Italia, Noronha en Portugal, Noreña, Noriega en Asturias. Este último, que denuncia un primitivo *noraeca, lo encuentro como sorprendente relicto ibéri­co a comienzos del siglo XII en el latín de la Historia Silense, en la oscura frase nuraica mors, que interpreto ’la muer­te cavernosa o tenebrosa’. Otras homonimias sardo-ibéricas son Iluro Íllora en España, Illorai en Cerdeña; Baleares en el mar de España, Balari una tribu sarda, etc.9

      Hubo también colonización ibérica en Córcega. Séneca, que estuvo desterrado en esa isla ocho años y conocía las lenguas de España, habla de una emigración de los hispa­nos allá, después de la de los lígures, y observa semejanzas de los corsos con los cántabros en el vocabulario lo mismo que en el tocado y el calzado10. Quizá escoge los cántabros como término de comparación por conservarse entonces entre ellos intacta la ibericidad, recién sometidos como es­taban al Imperio romano.

      De la colonización ibérica en el occidente de Sicilia hay también varios restos toponímicos. Tucídides, Helánico y Filisto aseguran que los sicanos del Occidente de Sicilia no eran autóctonos, como ellos se decían, sino que eran íbe­ros ribereños del río Sicano (hoy Júcar), emigrados allá11. Otros autores antiguos contradicen a los tres citados, a nombre de una teoría nacionalista siciliana, pero lo cierto es que algún topónimo sicano se puede considerar de tipo líbico-ibérico, como el de la ciudad Indăra12. Además, fuera de la homonimia Sīcānus, hay otras como Entella, ciudad sicana, y Antella Valencia sobre el mismo río Júcar, antes Sicano (verdad es que en Liguria hubo tam­bién un río Entella)13.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

NOTAS

1 Bosch, Etnología, pp. 207 y 245.  

2  Bosch, Etnología, pp.  178, 214-218.

3  Véase H. Hubert, Les Celtes,  1932, p. 245.

4  Pokorny, en el Reallexikon de Ebert, II, 1925, p. 142b. Para la supuesta derivación de un hipotético antroponímico *Londinos, ideada por D’Arbois, v. la Real Encyclopädie (Pauly-Wisowa), 1927, col. 1396.

5  Bosch, Etnología, pp. 208, 209, etc.

6  Repetido bajo la forma Nura, hoy Nurra, en otra ciudad al Oeste de la isla.

7  Voz de la que deriva el nombre de los nuraghi, construcciones megalíticas circulares destinadas a habitación y a fortaleza, cuyos restos abundan extraordinariamente por toda Cerdeña. F. Ribezzo, en la Rio. Indo-Gr.-Ital, IV, 3er fascíc, 1920, p. 68, y 1921, p. 226. B. Terracini, «Osservazioni sugli strati più antichi della toponomástica sarda», en Atti del Convegno Archeol. Sardo, 1926. A. García Bellido, «Los íberos en Cerdeña», Emerita, III, 1935, p. 233, supone la emigración ibérica en Cerdeña durante la Edad del Bronce, en el segundo milenio a.C. Otros, menos acertadamente, ponen la expedición de Norax en el tiempo de la decadencia de Tiro hacia el 700 a.C. (Bosch, Etnología, pp. 277, 285).

8  Donde hubo una ciudad Nōrēia.

9  García Bellido, en Emerita, III,  1935, p. 231.

10  Consolat. ad Helviam, VII, 9.

11  Añádase que Servio, Aeneida, VIII, 328, indica también el ori­gen hispano de los sicanos del río Sicore, los cuales mandados por Sículo pasan a Italia y de allí a Sicania  o Sicilia.

12  V. Bertoldi en Bull. Soc. Ling. Paris, 1931, p. 124. G. Devo­to en Encicl. Ital., XXXI, p. 651b. No obstante, no creo posible interpretar Indăra a partir del vasco indar ’fuerza’, comparán­dolo con nombres latinos de ciudad como Potentia, Valentia, ya que la voz vasca es realmente indarr y por tanto no lleva el sufijo -ar.

13  G. Devoto, Storia della lingua di Roma,  1940, pp. 44-45.

CAPÍTULOS ANTERIORES:

PARTE PRIMERA: DE IBERIA A HISPANIA
A. EL SOLAR Y SUS PRIMITIVOS POBLADORES

CAPÍTULO I. LA VOZ LEJANA DE LOS PUEBLOS SIN NOMBRE.

1.- 1.  LOS PRIMITIVOS POBLADORES Y SUS LENGUAS

2.- 2. INDICIOS DE UNA CIERTA UNIDAD LINGÜÍSTICA MEDITERRÁNEA

3.- 3. PUEBLOS HISPÁNICOS SIN NOMBRE; PIRENAICOS Y CAMÍTICOS

CAPÍTULO II. PUEBLOS PRERROMANOS, PREINDOEUROPEOS E INDOEUROPEOS

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