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Obras de Diego Catalán

5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.

 

5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.

La historiografía cronística en lengua latina del siglo XIII muestra, también, de forma innegable, el conocimiento de la épica oral, tanto en tiempos de Alfonso X y del infante don Sancho (fray Juan Gil de Zamora), como en los de Fernando III y de su madre, la reina doña Berenguela (Rodrigo Ximénez de Rada y Lucas de Túy). Dado que en esos autores la pretensión de exhaustividad, que caracteriza a las compilaciones alfonsíes, no se da, su testimonio sobre los relatos épicos que pudieron conocer es mucho menos informativo que el de la Estoria de España alfonsí; pero no deja, por ello, de ser complementario de lo que la historiografía en lenguas romances nos ha permitido saber.

I . LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS

a. Técnica compositiva de la historia de Lucas.

------5.1. Don Lucas, diácono del monasterio agustino de San Isidoro de León y futuro obispo de Túy, dedica en 1236 su compilación histórica, el Chronicon mundi, a la reina madre doña Berenguela39. Aunque la compilación es una historia universal, su libro IV y último trata exclusivamente de la historia de la monarquía astur-leonesa iniciada con Pelayo.
------En él se concede un extenso papel histórico a Bernaldo, curioso personaje del que nada decían los historiadores precedentes. Dado el carácter de la leyenda (o leyendas) de Bernaldo, nadie ha dudado del origen épico de los relatos del Tudense a él referentes (Pattison, 1983, pág. 11; Reilly, 1976, pág. 129), ni tampoco del conocimiento por el historiador leonés del tema épico de Roncesvalles. También ha recibido general, aunque no universal, apoyo la procedencia épica de su relato referente a La peregrinación del rey Luis de Francia, pues la alternativa de creerlo una creación personal de Lucas (Horrent, 1947, pág. 302) va contra el carácter compilatorio que la obra del cronista leonés tiene salvo en la parte más cercana a su tiempo (Reilly, 1976, n. 18) y contra los principios que rigen la historiografía cronística de tradición leonesa. La presencia de otras posibles huellas de cantares de gesta en la historia de los reyes de León y de los condes de Castilla propia del Chronicon mundi ha sido más controvertida.
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Creo que, tanto para comprender la estructura de las narraciones en que la presencia de un componente épico es considerado más seguro (Bernaldo y Roncesvalles), como para llegar a determinar qué otras concesiones a la historia cantada juglaresca pudo hacer el diácono leonés, se requiere, ante todo, precisar (con mayor rigor que Reilly, 1976) qué pasajes o líneas de su texto proceden de fuentes historiográficas conocidas40. Para ello, interesa estudiar su prosa y el modo de utilizar los escritos anteriores, ya que, si bien a menudo calca la expresión de la fuente, en otras ocasiones procede más libremente que los cronistas que le antecedieron, no sólo redactando de nuevo, sino introduciendo un orden nuevo de los hechos y estableciendo vinculaciones entre ellos distintas a las que le proporcionaba la fuente utilizada o las varias fuentes que combinaba. La realización de ese estudio, como base de lo que aquí sigue, me permite desechar la existencia de fuentes desconocidas, épicas o eruditas, para varios pasajes y detalles, que llamaron la atención de la crítica, referentes a los condes castellanos y a la abdicación de Alfonso III 41. Al mismo tiempo, me ha hecho posible aislar la información realmente ajena a las fuentes historiográficas conocidas.
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Los datos o grupos de datos extraños a las fuentes conservadas son tan heterogéneos e inconexos que obviamente no pueden considerarse procedentes (contra lo que sugiere Reilly, 1976) de una o dos obras de estructura cronística desconocidas, marginales a la serie de crónicas medievales, perfectamente enlazadas unas con otras, que la erudición ha descubierto, ni hay por qué suponer que tengan un origen común. Algunos de ellos se destacan por estar estructurados en forma de narración y, dentro de ese grupo, tres ofrecen la particularidad de reaparecer en otras obras con las que el Chronicon mundi no tiene relaciones genéticas. Estas tres narraciones y una cuarta tratan temas sobre los que nos consta que los juglares hablaron en sus cantares de gesta: la historia de los jueces o alcaldes de Castilla, la muerte del infante García, la partición de los reinos por Fernando I y los hechos de Bernaldo.

b. Roncesvalles y Bernardo del Carpio en el Chronicon mundi.

------5.2. Don Lucas, que utiliza la Chronica seminensis como fuente básica “estructural”, se aparta de ella al referir en el reinado de Alfonso II el Casto, por vez primera (y contra la historia), la derrota de Carlomagno en Roncesvalles y al hacer intervenir en ella, no sólo a los navarros y a los moros, sino a un caballero Bernaldo, desconocido de los historiadores que le precedieron. En su versión de las guerras de Carlos con los sarracenos combina, evidentemente, datos historiográficos que remontan a Eginhard con motivos de ascendencia épica rolandiana (mezclados ya con las fabulaciones de Aimeri Picaud y su socia Gerberga, leidas en el prestigiado Codex Calixtinus) y otros apoyados en la leyenda de ese personaje Bernaldo 42:

------Carlos el Magno, tras expulsar a los sarracenos de Burgundia, Pictavia y Gallia, hasta los Pirineos, cruza los montes de Roncesvalles (“Roscidae vallis”) y somete a los godos e hispanos de Cataluña y los montes de Vasconia y Navarra. Envía cartas al rey Alfonso exigiéndole vasallaje, lo cual provoca la ira de Bernaldo, quien se coaliga con los sarracenos. Carlos cerca Tudela y la hubiera tomado a no ser por la traición del conde palatino Galalón; conquista, sin embargo, Nájera y Monjardín. Pero, al retirarse hacia Francia, el rey de Zaragoza Marsil, a quien apoyan Bernaldo (“pospuesto el temor de Dios”) y algunos navarros, ataca la retaguardia del ejército franco en Roncesvalles, dando muerte (“por causa de los pecados de los nuestros”) a Roldán, prefecto de Bretaña, al conde Anselmo y a Egiardo, adelantado de la mesa de Carlos, y a muchos otros francos, aprovechando que el grueso del ejército había ya cruzado los montes. El cristianísimo Carlos y su ejército, vueltos sobre sus pasos, vengan triunfalmente el desastre de la retaguardia, dando muerte a innumerables sarracenos. Tras esta victoria, Carlos va peregrino a la tumba del apóstol Santiago, siguiendo el camino de Álava, y por su consejo el rey Alfonso destruye Iria y, con anuencia papal, convierte en metropolitana la iglesia de Santiago apóstol que él mismo construyó y ordena a los clérigos de Santiago y de toda España que sigan el rito de San Isidoro, para remedio de España, ya que su olvido había sido la causa de su caída. A su regreso a Francia, Carlos lleva consigo a Bernaldo, quien, muerto el emperador y enterrado en Aquisgrán, realizará gloriosas hazañas entre romanos, germanos y galos y contra los enemigos del imperio durante los reinados de Ludovico y Lotario.

------Curiosamente, el Tudense cuenta, más adelante, un segundo “Roncesvalles”, en tiempos del rey Alfonso III el Magno de León y de Carlos el Calvo de Francia, en que Bernaldo repite el papel que había tenido en el primero:

------Carlos tercero, emperador de los romanos, invade España como enemigo, tanto de los cristianos como de los moros; pero Bernaldo y un ejército cristiano, en alianza con Muza, rey de Zaragoza, sorprenden a los galos y romanos en los pasos del Pirineo y hacen en ellos una gran matanza. Después, Carlos establece amistad con el rey Alfonso, a quien induce a instituir en su reino el rito de San Isidoro y los Santos Padres, y visita como peregrino San Salvador y Santiago y logra privilegio del papa Juan de que una y otra iglesia sean metropolitanas. Alfonso le devuelve los prisioneros hechos en la anterior batalla; pero Bernaldo retiene el abundante botín.

------Para que las cosas queden claras, don Lucas insiste (de forma un tanto confusa) en que hubo tres Carlos en Francia, el primero, Carlomagno, en tiempo de Alfonso el Casto y del papa San León, el segundo en tiempo del papa Juan y un tercero Carlos Martell (Carolus Martellus), por lo que las historias a menudo se confunden y atribuyen los hechos de uno a otro.
------Esta sorprendente duplicación temática, apoyada en la disyuntiva que representaban el rey de Zaragoza de la Chanson de Roland y del Codex Calixtinus, Marsil, y el rey de Zaragoza historiográfico, Muza, ha hecho pensar en la convergencia de dos relatos, procedentes de dos fuentes distintas en las que el rey de Zaragoza combatiente en Roncesvalles fuera, en un caso, Marsil y, en otro, Muza (Menéndez Pidal, 1957b, págs. 149-150); pero, siendo esas fuentes desconocidas, creo que el recurso a una solución baciyelmo (esto es, en que unos mismos sucesos se sitúen en dos momentos históricos diferentes) debió ser ocurrencia del propio diácono leonés y no venirle impuesta por sus fuentes. Desde luego, parece depender de esa duplicación la idea de repartir la biografía de Bernaldo en dos etapas distanciadas, aprovechando la coexistencia de dos parejas de reyes Alfonso-Carlos 43. En efecto, según el Tudense:

El rey Alfonso el Casto tenía una hermana, Ximena, en la que el conde Sancho engendra un hijo. El rey, habiéndose enterado, encierra al conde en el castillo de Luna y a su hermana en un monasterio; pero se encarga de la crianza de su sobrino Bernaldo. Así es que el niño crece amado por el rey, quien no tiene hijos, y llega a ser el mejor caballero de su tiempo (alto, hermoso de rostro, de buena palabra, de claro ingenio, buen guerrero y, a la vez, de buen consejo).

Pero es en tiempo de Alfonso el Magno cuando, intempestivamente (ya que no se nos ha hablado del regreso de Bernardo del imperio donde llevaba sirviendo a sucesivos reyes francos), 

el “famosísimo caballero Bernaldo” guerrea “como un león” sirviendo al rey de León en diversas batallas, que el diácono leonés identifica con las batallas históricas de Alfonso III (y cuenta ateniéndose exclusivamente a sus fuentes historiográficas) y también, cuando, tras poblar en tierras de Salamanca el castillo del Carpio, se rebela contra el rey con objeto de lograr la libertad de su padre.

------Esta noticia y la del fin de la rebelión, cuando el rey le promete sacar al conde de prisión, son los únicos motivos de ascendencia épica que utiliza aquí don Lucas, quien incluso se olvida de decirnos si el rey cumple o no su promesa, aunque sí consigne luego que “en este tiempo murio Bernaldo, valerosísimo caballero”, hecho que, según él, facilitará las maquinaciones de la reina de León Ximena contra su marido.
------La incoherencia narrativa de esta historia de Bernaldo compuesta por el Tudense es tan notable que la crítica se ha esforzado en explicarla como resultado de un cruce entre varias tradiciones épicas. Baste recordar los razonamientos de Menéndez Pidal (1949b, págs. 25-27, y 1957b, págs. 144-150), quien observó que la ida del héroe con Carlomagno a Francia, después de haber luchado contra él en Roncesvalles, sólo tiene justificación en un Bernaldo que, como el de la gesta utilizada por Alfonso X, tuviera una madre francesa, hermana del Emperador. Según otros críticos, con bases ideológicas sobre la epopeya muy distintas de las pidalinas, esa incoherencia vendría heredada de una fuente erudita, de una supuesta *Estoria de Bernaldo en latín, en la cual, a su vez, confluirían dos narraciones épicas, además de un conjunto de “datos” de origen letrado (Horrent, 1951a, págs. 468-477) 44. Desde luego, no veo necesidad alguna de inventar un erudito autor de una obra supuesta, perteneciente a un género inatestiguado en el s. XII (la biografía legendaria), para que realice la labor que muy bien pudo hacer por sí mismo el diácono leonés Lucas en una obra conservada y perteneciente a un género de larga tradición: esto es, situar Roncesvalles en el reinado de Alfonso II el Casto; explicar las campañas de Carlomagno contra los moros en Burgundia, Pictavia, Gallia, Catalunia, Vasconia y Navarra; contar las conquistas de Monjardín y Nájera; recordar al traidor Galalón; llamar Marsil al rey de Zaragoza; citar los palatinos muertos en el ataque a la retaguardia; añadir la participación de algunos navarros en la batalla; referir la ida de Carlos a la tumba del apóstol Santiago; nombrar los privilegios metropolitanos de Compostela y de Oviedo; atribuir a Carlos la implantación del rito isidoriano; saber que hubo tres Carlos; repartir la vida de Bernaldo entre dos Alfonsos y dos Carlos; aludir a que, entre ambos Carlos, gobernaron el Imperio Ludovico y Lotario; dar nombre a los papas correspondientes a uno y otro Alfonso y a uno y otro Carlos; identificar al rey de Zaragoza contemporáneo de Alfonso III con Muza, el famoso “tercer rey de España”; identificar con las batallas históricas de Alfonso III aquellas en que Bernaldo sirve a su rey... Nada de todo esto procede de gesta alguna o historia erudita de Bernaldo; todo es debido, sencillamente, a la erudición historiográfica de Lucas y a la manipulación de los datos dispersos que alcanzó a reunir en un conjunto de fuentes que desconocían a ese personaje “Bernaldo”. Esta conclusión parece tan obvia que resulta sorprendente la inútil acumulación por la crítica de una elucubración sobre otra para negarle a don Lucas la capacidad de construir un discurso histórico basado en el saber histórico español de comienzos del s. XIII y que, a la vez, represente una renovación profunda del arte y la práctica historiográfica (Martin, 1992, n. 31) 45.
------Una vez despojado el relato historiográfico del diácono leonés  de toda esa herencia erudita, queda al descubierto el núcleo de la leyenda épica de Bernaldo, que es el “drama familiar” con sus típicos motivos: el engendramiento delictivo del héroe, la ira del rey, la prisión del padre, la crianza del mancebo en la corte, sus servicios al rey, la petición de liberación del padre, el alzamiento en el Carpio, el pacto que pone fin a la rebelión. Sólo resulta sorprendente la fallida conquista de Tudela debida a la traición de Galalón, la participación, “pospuesto el temor de Dios”, de Bernaldo en la batalla de Roncesvalles al lado de los moros y el parentesco de la madre del héroe con el rey hispano y no con el franco (que convierte en suceso incoherente la ida a Francia, a servir a Carlos, de aquel que ha sido colaborador de los moros en la matanza de Roncesvalles). Estos dos últimos “motivos” se enlazan entre sí, pues Bernaldo, al ser el “heredero” natural de un rey sin hijos, tenía razones para oponerse a las pretensiones de Carlos sobre el reino de España. A partir de esta observación (que exige, para poder establecer la conexión, la identificación erudita del rey Alfonso de la gesta con el rey “Casto”) podría llegarse a suponer que el hacer combatir a Bernaldo en Roncesvalles, primero contra y luego a favor de los francos, fuera una atrevida invención de don Lucas elaborada para paliar la noticia, de origen documental, del vasallaje y regalos del rey Casto al Emperador 46 y, a la vez, para explicar la estancia del caballero Bernaldo en Francia, que los relatos épicos contaban. El carácter no épico del tema de Bernaldo combatiente en Roncesvalles, que, en tal caso, estaríamos obligados a sostener, vendría a clarificar el hecho de que Alfonso X conociera una gesta en que Bernaldo era hijo de la hermana de Carlos, rechazaba en Ordejón la invasión de un ejército franco capitaneado por su primo Bueso (esto es, Bosio o Boson), iba a Francia desterrado y desde allí cruzaba los puertos de Aspa y creaba un señorío carolingio en Sobrarbe y Ribagorza, pero que, pese a toda esta su vinculación al mundo carolingio, no participaba para nada en Roncesvalles, ni del lado de Marsil, ni del lado de Carlos, según arriba vimos (§ 2). Hacia esta misma hipótesis, la de que Bernardo en Roncesvalles es una invención historiográfica, del propio Lucas de Túy, ajena por completo a la epopeya, se inclina Stoppino (1995-96), conocedora de mi argumentación, después de realizar el análisis de la estructura de la leyenda de Bernardo en el conjunto de las fuentes que nos la conservan (págs. 105-108). La sugestiva hipótesis de la inexistencia del tema épico sobre Bernaldo en Roncesvalles tropieza, no obstante, con el importante testimonio del monje de San Pedro de Arlanza que trazó una breve historia de “Castilla” como prólogo a su Poema de Fernan González. Nos detendremos más adelante (§ 7.b) a considerar ese testimonio.

c. Orígenes del condado rebelde de Castilla, según Lucas.

------5.3. El Chronicon mundi incluye en el reinado de Fruela II una genealogía de Fernan González, para, por medio de ella, explicar el origen del poder logrado en Castilla por este conde 47. Doy aquí su resumen:

Los nobles castellanos, en un acto de rebeldía contra la tiranía de Fruela, se alzaron, negándose a tenerle por rey, y eligieron entre sí dos iudices (‘alcaldes’48) caballeros, Nuño Rasuera, natural de Cataluña, y Laín Calvo, burgalés; pero éste último se negó a aceptar el cargo. Los nobles prefirieron poner sobre sí a un simple caballero, temerosos de que, si dieran el poder a uno de los más nobles, quisiera dominarlos como rey. Nuño Rasuera, como era hombre sagaz, consiguió que todos los condes de Castilla le encomendaran sus hijos para criarlos junto al suyo, Gonzalo. Actuó con sabiduría en su cargo y extendió durante toda su vida su potestad hasta el Pisuerga, reduciendo así los límites del reino leonés hasta esa frontera. A su muerte, los condes eligieron iudex (‘alcalde’) a ese ayo de sus hijos, Gonzalo Núñez, y después le nombraron conde, casándole con la muy noble Ximena, hija de Nuño Fernández, de la que nació Fernando”.

------Esta exposición no es la primera referencia histórica a los “jueces” o “alcaldes” castellanos Nuño Rasuera y Laín Calvo, pues, según veremos, en el Libro de las generaciones (o Liber regum) de entre 1194 y 1196 se consigna ya el hecho de que los de la tierra, faltos de rey, “acordoron et eslieron dos judices por ques’ cabdellasen”, llamados Nuño Rasuera y Laín Calvo, antecesores, respectivamente, del emperador Alfonso VII y de mio Cid (y, a través de éste, de García Ramírez el Restaurador de Navarra, que es lo que al genealogista le interesaba hacer notar); además, con anterioridad al Libro de las generaciones de 1194-96, uno y otro personaje habían sido citados por separado, como antecesores ilustres, bien del linaje condal castellano (Nuño Rasuera) en la Chronica naiarensis, de en torno a 1185/1190, bien del linaje de Rodrigo Díaz (Laín Calvo) en la Historia Roderici, c. 111049. Pero es preciso destacar que el Tudense no utilizó ninguna de estas tres obras (su desconocimiento de la Chr. naiarensis ha sido señalado ya por Gómez Pérez, 1954 pág. 202 y por Fernández Valverde, 1987, pág. XXXV), siéndonos, por tanto, desconocido el origen de su relato.
------La independencia del relato de don Lucas respecto a esas fuentes escritas en territorios ribereños del Ebro (fuentes que sólo llegarían a integrarse en la corriente central de la historiografía española gracias a la erudición navarra de don Rodrigo Ximénez de Rada) no es un dato que pueda echarse a un lado 50. Por lo pronto, nos obliga a cuestionar la afirmación de Martin (1992) de que la Leyenda de los jueces de Castilla creció primigeniamente en el ámbito cerrado de la historiografía escrita, ya que, a falta de nexos precisos entre una manifestación y otra de la leyenda en los textos escritos, tenemos que admitir que hubo alguna otra forma de difusión del tema al margen de la escritura. También nos exige replantear el estudio de la aportación personal de don Lucas a la exposición de los sucesos, pues, al faltarnos el conocimiento de su fuente de información, sólo el análisis de los criterios con que el historiador leonés habitualmente integraba en la historia los diferentes textos a su alcance y de la visión política a que los sometía puede ayudarnos a separar de la leyenda las adherencias cronísticas que se dan en su relato. Desde luego, considero atribuible a la construcción historiográfica del diácono leonés la precisión cronológica de situar la elección de Nuño Rasuera y Laín Calvo en un determinado reinado de la monarquía astur-leonesa, explicándola como resultado del gobierno “tiránico” de Fruela II.
------La posibilidad de que don Lucas oyera (y no leyera) la historia de los jueces o alcaldes de Castilla y el hecho de que, en tiempos posteriores, esa leyenda viniera a formar parte de relatos épicos (véase adelante, cap. III, § 2) hace, ciertamente, posible que la “misteriosa” fuente de información del diácono leonés fuera una obra poética (como supone Menéndez Pidal, 1992, págs. 339-420); sin embargo, la estructura de la exposición, que hemos parafraseado, carece de toda huella de un desarrollo dramático de los hechos a que se hace referencia y es tan pobre en motivos narrativos que no cabe imaginar que por sí misma constituyera una gesta (ni siquiera uno de los “cantares” de una gesta). A mi parecer, la integración del tema de la elección de los jueces o alcaldes castellanos en la poesía épica sólo pudo darse, desde un principio, como “prólogo” de la gesta de La libertad de Castilla, esto es, para introducir la historia del conde Fernan González, según lo encontraremos, tiempo después, en el Rodrigo. La función de ese “prólogo” era la de afirmar que fueron los naturales de la tierra castellana los verdaderos refundadores de la España “moderna”, según una visión histórica que durante mucho tiempo tuvo arraigo en Castilla y que se oponía al mito leonés de la continuidad de la monarquía gótica con sede en Asturias, León y Toledo (Catalán, 1982, págs. 23-27). La función ancilar que, según sospecho, tuvo siempre la “Leyenda de los jueces o alcaldes de Castilla” vendría a explicar el hecho sorprendente (enfatizado, con razón, por Ramos y Loscertales, 1948) de que las referencias a Nuño Rasuera y a Laín Calvo estén siempre, tanto en la historiografía como en la epopeya, exclusivamente vinculadas a intereses linajísticos.
------La incorporación de la leyenda de los jueces o alcaldes a la gesta de La libertad de Castilla podría ser considerada un hecho tardío si se tiene en cuenta que los “prólogos” en que se traza la genealogía de un héroe y en que se da noticia de su nacimiento y mocedades son en la epopeya, de ordinario, incrementos tardíos, añadidos cuando ya esos héroes objeto del relato estaban establecidos como tales sin la necesidad de recordar a sus antepasados (como reconoce Menéndez Pidal, 1992, pág. 404; véase adelante, cap. VI, § 4); pero resulta sorprendente la temprana fama de Laín Calvo como ilustre cabeza de linaje que la Historia Roderici nos pone de manifiesto, fama que nos obliga a retrotraer en el tiempo la aparición del motivo legendario de los jueces o alcaldes castellanos.

d. El Infante García en el Chronicon mundi.

------5.4. La versión de la muerte del infante don García que nos proporciona don Lucas fue inicialmente creída por Menéndez Pidal (1911 y 1934b, pág. 94) “un relato histórico auténtico, muy anterior al cronista que nos lo ha trasmitido”, y tras él se fueron cuantos han tratado el tema, tanto historiadores, como críticos literarios; pero al volver una vez más sobre la cuestión en su Historia de la épica española (publicación póstuma de 1992, cap. XI), consideró que (junto con el falso sepulcro del infante fabricado en el s. XII para el panteón real de San Isidoro de León) era reflejo de una “rama leonesa” de la leyenda épica. En favor de un origen erudito de los conocimientos de don Lucas puede citarse el hecho de que la muerte del infante está prologada por muy notables noticias acerca de los orígenes castellanos de los Vélez o familia Vela y de la estancia entre moros de este conde castellano antes de establecerse en León; pero en el relato sobre el asesinato hay muy notables elementos que recuerdan motivos de otras narraciones del suceso que son claramente juglarescas: los hijos del conde Vela (a quienes don Lucas llama Diego y Silvestre) que acuden a la ciudad de León actúan desde las Somozas y, una vez cometido el magnicidio, huyen a los montes; el infante recibe la muerte de la propia mano que le sacó de la pila bautismal y cuando se halla a la puerta de la iglesia de San Juan Bautista. También pudiera atribuirse a la tradición épica el nombre dado a la mujer de Vermudo III, hija del conde castellano Sancho García y madre de un infante don Alfonso muerto niño: “Tharasia”; la documentación (Sahagún, 453) la llama Jimena, en 1037, mientras Alfonso X, siguiendo al “romanz” llama también Teresa a la hermana del infante García.

e. Las particiones del rey don Fernando en el Chronicon mundi.

------5.5. El relato de don Lucas sobre la guerra entre los hijos de Fernando I ofrece alguna que otra notable adición a lo contado por sus fuentes eruditas. Menéndez Pidal no creyó que, para sus añadidos, don Lucas recurriera básicamente a la epopeya (1969, págs. 174-175 y 195); pero me parece bastante significativo el hecho de que, en dos ocasiones, los pasajes adicionados tengan como protagonista a “cierto caballero llamado Rodrigo Díaz, esforzado en armas, que en todos sus hechos salió vencedor” y que, tanto el uno como el otro, formen parte de episodios que sabemos fueron tratados por la epopeya. Al contar la famosa batalla de “Golpeyar, junto a la orilla del río Carrión”, el Tudense explica que se desarrolló en dos días: en el primero, don Sancho fue vencido; pero, en el curso de la noche, Rodrigo Díaz aconsejó a su rey que, al amanecer, sorprendieran al ejército vencedor en sus tiendas, y, en efecto, gracias a este consejo, los leoneses fueron vencidos y el rey don Alfonso preso. Doña Urraca, entonces, acudió presurosa a auxiliar a su hermano en peligro de muerte y logró que, tras renunciar al reino, pudiera salir de prisión y exiliarse en tierra de moros. En el segundo episodio constata que los castellanos y navarros, tras la muerte de don Sancho en Zamora, aceptaron a don Alfonso como rey, exigiéndole antes un juramento exculpatorio de no haber participado en el consejo de la muerte, pero que “como no hubiese ninguno que quisiese tomarle el juramento, el arriba nombrado esforzado caballero Rodrigo Díaz tomó el juramento al rey, por lo cual el rey don Alfonso siempre lo aborreció”. Frente a Menéndez Pidal, que siempre creyó en la historicidad de este último suceso (1969a, págs. 194-195 y Disq. 26ª, págs. 711-713), Horrent argumentó convincentemente (1961) en favor del origen exclusivamente épico del relato de la jura, incluso en esta forma carente de detalles y formulismos; también defendió que la breve exposición del prelado leonés testimoniaba la existencia de las dos gestas en que aparece Rodrigo, la de Las particiones del rey don Fernando y el Mio Cid. Creo que está en lo cierto, salvo en la hipótesis de que la jura fuera ideada con posterioridad a la existencia de una y otra gesta, como relato puente, y no como un episodio de Las particiones, esto es, como la escena final de esta gesta, hipótesis alternativa que me parece muy preferible. En cuanto al episodio de la batalla de Golpejera (complementado con la intervención de la infanta doña Urraca para lograr la liberación de su hermano más querido), es de notar que consta de unos componentes escénicos que se adecúan bien a los modelos narrativos de la épica; pero los detalles del consejo que hace posible la victoria resultan difícilmente acomodables a los acontecimientos descritos por las dos relaciones seguramente épicas de la batalla que conocemos, la de la Chronica naiarensis, antes del Chronicon mundi, y la de la Estoria de España, después del Chronicon mundi. En consecuencia, no me atrevo a dar por seguro el origen poético de la escena narrada por Lucas, quien, dada su sistemática visión pro-leonesa y anti-castellana de la Historia, seguramente retocó maliciosamente el texto heredado a fin de acomodarlo a sus propósitos ideológicos.

f. ¿Conoció Lucas la gesta de Las mocedades de Rodrigo?

------5.6. Menéndez Pidal considera (1951a, pág. XLIV), en cambio, como un eco de la gesta de las Mocedades de Rodrigo la breve frase que el Tudense interpola en el relato heredado de sus fuentes para constatar que el rey Fernando, después de muertos su hermano el rey don García y su cuñado el rey don Vermudo, reinó “desde los límites últimos de Galicia hasta Tolosa”, pues no le encuentra otra justificación que la fabulosa expedición a través de los puertos de Aspa, capitaneada por Rodrigo. Armistead (1974, n. 3) se resiste a aceptar esa interpretación del pasaje, a pesar de tener por cierto el conocimiento de esa gesta por Alfonso X, c. 1270.

g. La peregrinación del rey Luis en el Chronicon mundi.

------5.7. Aunque la peregrinación del rey Luis de Francia a Santiago y el recibimiento que le dispensa su suegro (Alfonso VII), junto con sus vasallos, el rey don García de Navarra y el conde don Ramón de Barcelona, es un hecho histórico ocurrido en 1154-1155 (tan sólo unos 80 años antes de que escribiera el Tudense) y también el detalle referente a la esmeralda que el rey peregrino recibe de su suegro y dona a San Dinis, para que sea colocada junto a otras reliquias, recuerda un hecho histórico, el relato del Chronicon mundi contiene un núcleo novelesco que bien pudiera tener origen poético. Menéndez Pidal (1923, págs. 352-363) puso de relieve algunos rasgos que lo emparentan con las chansons de geste francesas y estimó que la fuente del Tudense podía ser una gesta española sobre La peregrinación del rey Luis inspirada de lejos en Le pèlerinage de Charlemagne. Según ya dijimos, la idea no convenció a Horrent (1947, págs. 295-301), quien pretende explicar todo a partir de la consulta por don Lucas del Iter Hierosolimitanum Caroli Magni y la inventiva del prelado; pero la réplica de Menéndez Pidal (1951a, págs. XLIV-XLVII) me parece contundente. Martin (1999a), al comentar el relato historial de don Lucas, no se interesa por el origen de los componentes legendarios.

h. La Historia gothica del arzobispo don Rodrigo.

------5.8. El arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada escribe su Historia gothica en días de Fernando III, cuando el infante primogénito, el futuro Alfonso X, era adulto (1243); pero su vida política comienza en tiempos de Alfonso VIII, a quien acompañó en la batalla de las Navas (1212). Su fuente principal es el Chronicon mundi (c. 1237) de Lucas de Túy, su coetáneo.

i. Reacción del Arzobispo de Toledo contra
el Roland rimado o el Roncesvalles
.

------5.9. Ya hemos citado la referencia del Arzobispo a las fábulas juglarescas, introducida, como siempre, para desacreditar, mediante el peso de autoridades y argumentos eruditos, una versión de los hechos históricos a que las gentes daban comúnmente crédito. La no verdad que los juglares “chuflan” y que “no es de creer” es el hecho de que Carlomagno “conquistase en España múltiples ciudades, castillos y fortalezas, sostuviese esforzadamente con los árabes muchas batallas y abriera por vía recta el camino desde Francia y Alemania hasta Santiago”. Frente a esa afirmación, el Arzobispo toledano (que tuvo ocasión de vivir de cerca y de denunciar cómo los cruzados ultrapirenaicos, que habían acudido en ayuda de la Cristiandad hispana amenazada por la expansión almohade, abandonaron a Alfonso VIII de Castilla y a Pedro II de Aragón antes de enfrentarse con Muhammad al-Nâsir en Las Navas) se esfuerza, indignado, en hacer ver que, salvo en Cataluña, ninguna ciudad de España fue liberada de los musulmanes por los francos. Su reacción nacionalista pudo exacerbarse en 1212, en discusiones con los cruzados franceses que acudieron a Toledo; pero el testimonio de los “juglares” (histrioni) al que se opone con sus argumentos es, sin duda, una Chanson de Roland en su refundición rimada de la segunda mitad del s. XII, ya que en ella, no sólo se afirmaba llamativamente en su comienzo:

Karle li rois a la barbe grifaigne
set anz toz pleins a este en Espaigne,
conquist la terre jusqu’a la mer alteigne...
ne trove borc ni chastel qu’il n’en praigne 51,

sino que se atribuía a Carlos la construcción del camino de Santiago:

Conquis avons d’Espaigne le pais
desqu’a Saint Jame ai les chamins asis
ja mes nul jor ne faudront, ce m’est vis.52

------Dado el éxito pan-románico de esta versión refundida, el Arzobispo pudo oír la chanson en francés, provenzal o, lo que es más probable, adaptada ya a una lengua hispánica.
------Basta para preferir esta hipótesis el hecho de que, en los pocos versos conservados de la gesta española de Roncesvalles, referentes a la identificación de los muertos en la batalla, Carlos recuerde en el planto de Roldán:

Con vuestro esfuerço ar[r]yba en Espayna entra[ste]s,
matastes los moros e las t[i]er[r]as ganastes;
adob[é] los caminos del apóstol Santiag[ue]53,

(véase adelante, cap. VII, § 2c).
------Si tenemos presente el nacionalismo (con centro en Castilla) que colorea toda la Historia gothica del arzobispo don Rodrigo 54, no nos puede sorprender que su concepción de la batalla de Roncesvalles no sea la de una derrota del ejército del Rey cristianísimo de los francos ante los moros y los vascos impíos, sino la de una victoria de los “españoles” (hispani) que “preferían morir libres que vivir bajo la servidumbre de los francos”. Y parece muy probable que algunas peculiaridades de su relato (frente al de su fuente estructural, el Chronicon mundi de Lucas de Túy) sean debidas a su propia invención: eso creo respecto a la afirmación de que al frente del ejército anti-carolingio se hallaba el propio Alfonso II el Casto, y respecto a la suposición de que los áulicos del ejército imperial (Roldán, Anselmo y Egiardo) venían “en la primera haz”, y no en la retaguardia (como desde Eginhard a Lucas afirmaba la historia erudita), correcciones cuyo propósito es, claro está, hacer que Bernardo y Alfonso derroten a los franceses frente a frente, sin participación de los sarracenos, y cuando los imperiales intentan entrar en España, no al regreso de una expedición contra Zaragoza, etc. Son detalles que la crítica ha supuesto tradicionalmente procedentes de una versión épica de la batalla influida por un “nacionalismo” que, a mi parecer, nunca fue existente en círculos juglarescos (acierta, pues, Horrent, 1951a, págs. 477-478, cuando atribuye estas innovaciones al propio don Rodrigo). Pero quedan en la particular versión del episodio de Roncesvalles del Arzobispo otros elementos ajenos a las fuentes eruditas cuya clasificación es más problemática; helos aquí:

------Alfonso el Casto, por carecer de heredero, envía en secreto mensajeros a Carlos ofreciéndole el reino; al enterarse de los tratos, los magnates, encabezados por Bernardo, obligan al rey a retractarse, por lo que Carlos cruza airado el Pirineo; respecto a Bernardo, “se creía que, con un ejército árabe, venía por los puertos de Aspa y Sícola para atacar con él la retaguardia (aunque la verdad es — aclara don Rodrigo — que él combatió siempre en la vanguardia de Alfonso)”; el emperador toca la bocina que llevaba y, a su sonido, se agrupan en su torno la guardia personal y algunos de los medio-muertos fugitivos.

------Estos detalles, aunque en la narración del Arzobispo se hallan sueltos, podrían proceder de un mismo relato. Si fuera así, tendría que ser una gesta hispana sobre Bernaldo y no un Roncesvalles español. Pero contra esta hipótesis es preciso tener presente que sobre la tragedia personal del personaje “Bernardo” nada dice el arzobispo don Rodrigo que no proceda de don Lucas (salvo el detalle de que su padre preso en Luna estaba “ciego y decrépito”55, como si no hubiera tenido conocimiento directo de sus gestas. Y, por otra parte, el más épico de esos pormenores, el de Carlos tocando su cuerno o bocina, parece haberlo introducido el Arzobispo recordando el verso de la Chanson de Roland que sabemos conocía:

Nostre emperere a fait ses ors soner.
Chascons se poine de son cors adober.
Qui don veïst ces aubers endoser,
espées cindre e es chivauz monter 56.

j. El Mainete que conoció el Arzobispo Toledano.

------5.10. Otro tema de la épica carolingia al que don Rodrigo alude es el de Mainet. Como única concesión a unas posibles hazañas hispanas de Carlos, recuerda su venida siendo joven a Toledo a servir al rey Galafre, “por haber sido echado de la Galia por el rey Pepino” debido a que “se rebelaba contra la justicia paterna”; una vez recordado ese hecho, se detiene a dar un breve resumen de la gesta, en el cual se alude a la participación de Carlos en la guerra entre Galafre y Marsilio de Zaragoza, así como a su vuelta a Francia, al morir el padre, llevándose a Galiana, la hija de Galafre, con la cual se casó, una vez convertida la princesa mora a la fe de Cristo 57. La substitución de Bramante por Marsilio debe de ser corrección del prelado para mejor integrar este relato en lo que venía narrando. Como en el más completo resumen de Alfonso X, en esta breve referencia del arzobispo no hay cabida para la presencia de los hermanos bastardos de Carlos, Rainfroi y Heldri, quienes, según creencia de Bédier (1911; recog. en 1912-1913, III, págs. 1-38), habrían sido parte esencial en el núcleo “erudito” de las enfances de Carlos, por transferencia a los tiempos de Carlomagno de unas noticias registradas en el monasterio de Stavelot referentes a Carlos Martell. Es, pues, lo más probable, que el tema de Mainete refugiado en Toledo de quien se enamora la bella princesa sarracena tenga diverso origen que el de la persecución del joven Carlos por Rainfroi y Heldri, según ya tuve ocasión de afirmar al examinar el Mainete conocido por Alfonso X.

k. Recursos de don Rodrigo para castellanizar la historia hispana.

------5.11. El conocimiento por don Rodrigo Ximénez de Rada de algunas fuentes riojanas o castellanas hasta entonces no incorporadas a la tradición cronística leonesa 58 le permitió enriquecer su historia con detalles de interés para las regiones orientales (Castilla-Navarra). Por otra parte, su nacionalismo castellano le llevó a introducir reformas pro-castellanas en la narración heredada de don Lucas, cuyo punto de vista filo-leonés sin duda le desagradaba. Pero esta castellanización del modelo cronístico no está, en general, basada en la interferencia de la poesía cantada por los juglares.
------Sólo al tratar de la muerte del último conde castellano descendiente de Fernan González y acerca de la suerte del condado, una vez incorporado a los dominios de Sancho el Mayor, el Toledano recurrió, claramente, a fuentes épicas.

l. La gesta de los orígenes del reino castellano en la Historia gothica.

------5.12. Respecto al infante García, no se conformó con el resumen del asesinato que presentaba el Chronicon mundi y construyó un relato con muchos más rasgos literarios:

------Después que los magnates castellanos negocian el casamiento de su señor García con Sancha la hermana del rey de León, el infante se dirige a Sahagún, con todo su ejército y acompañado por el rey Sancho de Navarra. Sólo desde allí sigue en solitario, con una pequeña escolta, y entra en León para visitar a su esposa. Los tres hijos del conde Vela (Rodrigo, Diego, Íñigo), que vivían en León a causa de la enemistad de su padre con el anterior conde de Castilla, acuden a besar la mano del infante como señor. Libre de temores, el infante se solaza entrevistándose con su esposa y, en las vistas, ambos se sienten íntimamente unidos por el amor. A pesar de que la infanta teme y revela a su esposo que corre peligro, los magnates a su alrededor desestiman la advertencia, por lo que el infante viene a ser herido de muerte por la mano misma que le sacó de la pila bautismal, la de Rodrigo Vela. Los castellanos y los leoneses combaten entre sí. La esposa, entre grandes muestras de dolor, quiere darse la muerte y sepultarse en la iglesia de San Juan juntamente con su esposo. Los traidores huyen a las montañas.

------En cuanto a la sucesión de Sancho el Mayor, sus explicaciones se basan en un relato también claramente literario, aunque el arzobispo manipule la exposición:

------El rey Sancho de Navarra (que por su casamiento con la hermana del infante don García había incorporado a su señorío el condado de Castilla) encomienda al cuidado directo de su mujer, en el palacio real de Nájera, su caballo más preciado. El primogénito García se lo pide a su madre y ella accede a la petición; pero después la revoca, aconsejada por cierto caballero que le hace ver el peligro de que la donación provoque la indignación del rey. El infante acusa ante sus hermanos a su madre de adulterio con el caballero y obtiene que su hermano Fernando, aunque se niegue a secundarle en su acción acusatoria, ofrezca tolerarla. La condesa-reina es aprisionada por el rey en el castillo de Nájera y la curia la condena a muerte, a menos que logre salvarse mediante un combate judicial. Nadie se atreve a salir en su defensa, salvo el hijo bastardo del rey, Ramiro.

------Llegado a este momento en su puntual resumen de la gesta (pese a la negativa de Pattison, 1967, a considerarlo de carácter épico, creo que nada falta o sobra en el relato para que encaje en el género), el Arzobispo, que, como hombre de estado y primado de España del s. XIII, no puede aceptar el valor probatorio de una ordalía, recurre a un subterfugio (Ramos y Loscertales, 1950) para evitar el esperado desenlace 59. Sin embargo, vuelve a aceptar del relato tradicional la exclusión en la herencia del condado castellano del hijo primogénito de la Condesa, García, por decisión de su ofendida madre y la concesión de Aragón, que ella había recibido como arras, al bastardo que salió en defensa de su inocencia.

m. Temas legendarios de fuente erudita en el Toledano.

------5.13. En otras partes de su Historia gothica el Arzobispo recoge temas legendarios, pero sus fuentes son eruditas y por lo tanto su testimonio no es relevante. A veces su exposición parece contener novedades; pero ello se debe a que utiliza sus fuentes concediéndose una mayor libertad de lo que era habitual en los historiadores que le preceden, y a su claro propósito, ya comentado, de sustentar la historia sobre una base ideológica castellana, en abierta oposición respecto al punto de vista leonés de su fuente fundamental, el Chronicon mundi de Lucas.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS

39 Para la fecha de redacción del Chronicon mundi, véase Martin, 1992, cap. II, n. 9.

40 Reilly (1976) llegó a enumerar “427 líneas misteriosas”, inexplicables a partir de las fuentes establecidas (hasta el final del reinado de Alfonso VI) y, en vista de ello, propuso el conocimiento por parte de don Lucas de un par de crónicas medievales no documentadas. Pero, estudiadas una a una esas líneas de misterioso origen, he podido comprobar que una mayoría de ellas se explican como derivaciones de fuentes bien conocidas: de la Chronica seminensis y de la Chronica Visegothorum de Alfonso III en sus redacciones rotense y pelagiana, de las crónicas de Sampiro y de Pelayo, de los Votos de Santiago y de los Anales castellanos II llamados complutenses. En cambio, debe rechazarse la utilización por don Lucas de la Chronica naiarensis (de acuerdo con lo observado por Gómez Pérez, 1954, y Fernández Valverde, 1987; cfr. adelante, § 5c).

41 Intervenciones del expositor sin base alguna son sus retoques al relato que le proporcionaban las fuentes acerca de los hechos tocantes a los condes castellanos, que Menéndez Pidal (1951a, reprod. 1980, págs. XLIII y 30; 1992, cap. VII, § 11) creyó procedentes de tradiciones épicas y Reilly (1976, n. 82) de  fuente historiográfica desconocida, y asimismo la historia que elabora de la deposición de Alfonso III por insidias de la reina, que algunos historiadores modernos han glosado como cierta y que Menéndez Pidal (1951a, reprod. 1980, pág. XLIII y 27-28; 1992, cap. VII, § 10) reputó de origen juglaresco, apoyando a Barrau-Dihigo (1921, pág. 238).

42 Como desde antiguo, señaló Milà i Fontanals (1874 y 1896, pág. 147, n. 2). El conocimiento por Lucas del relato del Pseudo-Turpín es evidente, no sólo aquí (Nájera y Monjardín; participación de Carlos en la conversión de Compostela en iglesia metropolitana y en la restauración del rito isidoriano), sino, más adelante, en el episodio de la expedición de Almanzor contra Compostela (pues interpola en el relato de la Chronica seminensis el detalle de la disentería con que Dios castiga a los profanadores de la tumba del Apóstol Santiago).

43 Naturalmente, la pregunta erudita de si el rey de la gesta es Alfonso II el Casto o Alfonso III el Magno sólo pudieron hacérsela los historiadores en latín, no los cantores épicos. Contra las elucubraciones de Horrent (1951a, págs. 469-471), creo posible afirmar que fue Lucas de Túy quien inventó el rey y el tiempo de los Alfonsos, Casto y Magno, para los sucesos cantados en la gesta. De él lo tomaron los demás.

44 Conclusión a la que, en cierto modo, apunta también Defourneaux (1943), en un artículo construido con absoluto desconocimiento de las relaciones intertextuales entre las obras históricas hispanas, pero con algunas acertadas intuiciones. La invención de este “compilador un poco erudito”, anterior a Alfonso X, a don Rodrigo y a don Lucas, autor de una obra en latín dedicada en particular a la historia de Bernardo de la que las historias de todos tres descenderían, es ocurrencia heredada por Horrent de Entwistle (1928a) y por éste de Heinermann (1927). El punto de arranque parece haber sido el pasaje de la Versión amplificada de la Estoria de España en que se dice “Pues que Bernaldo ovo esto allí fecho, puso su amiztat con los moros quel ayudassen et que d’aquel castiello guerrearié él al rey don Alffonso et correrle ye toda la tierra. Et fízose aquella postura entre Bernaldo et los moros; et él corrié la tierra al rey don Alffonso tanto que, segund dize la estoria por el latín, vezes avié que llegava a León e a Astorga” (PCG, pág. 373b22-33); pero esa remisión no es a una fuente desconocida, sino a De rebus Hispaniae del arzobispo don Rodrigo, que es de donde se toma la noticia (“..indeque foederatus Arabibus coepit regni confinia infestare. Unde et Arabes, assumpta maxima multitudine, Legionem et Asturicam et adiacentia loca uastare coeperunt” (Lib. IV, c. 15, pág. 90), y la remisión se justifica porque en la Estoria de España la narración circundante procedía directamente de los cantares de gesta en romance castellano. Otras veces los redactores alfonsíes usan la expresión “cuenta la estoria”, no para remitir a un texto preexistente, sino como mera fórmula introductoria del relato que sigue a continuación (“Et dizen algunos en sus cantares, segund cuenta la estoria, que este francés Bueso...”, PCG, pág. 371a25-27), fórmula ésta frecuentísima en la Versión amplificada de la Estoria de España en pasajes muy distintos de los que aquí nos ocupan. Sólo desconociendo cómo están compuestas las obras de Alfonso X, de don Rodrigo y de don Lucas en su conjunto y cómo cada uno de esos autores aprovecha a sus predecesores e ignorando, asimismo, de qué fuentes eruditas se vale cada uno, puede considerarse “fácil y seductor” inventar autores eruditos desconocidos; no es tan críptica la composición, ni de la Estoria de España, ni de De rebus Hispaniae, ni del Chronicon mundi, como para rehuir su estudio al hacer el examen de un relato semi-histórico semi-legendario.

45 “Por el número y naturaleza de las fuentes (de orígenes, a veces, misteriosos) y por la luz que arroja acerca de ellas, proporciona un testimonio precioso sobre lo que era el saber histórico español a comienzos del s. XIII y representa, al mismo tiempo, una renovación profunda del arte y práctica historiográficas, que constituye un hito en el camino que seguirán Rodrigo de Toledo y los autores de la Estoria de España... Va siendo hora de que alguien se consagre al estudio minucioso del Chronicon mundi” (fr., Martin, 1992, II. 1, n. 31). Entre tanto, las pp. 201-211 dedicadas a Lucas por el propio Martin, 1992, son la más sopesada evaluación con que contamos, junto con las observaciones de Linehan, 1993, págs. 357-405.

46 Ya Menéndez Pidal (1949b, págs. 26-27 y 1952b, p. 70), al comentar el hecho de que “el Tudense es el primer historiador que, a causa de incluir un resumen de la leyenda de Bernardo, incorpora la rota de Roncesvalles a la crónica de Alfonso el Casto” (aunque “el Roncesvalles histórico ocurrió en el año 778, cuando el jovenzuelo Alfonso no había subido al trono” y “ni siquiera habría llegado todavía a regir el palacio del rey su tío”, Silo), llegó a sospechar: “La razón de aquel anacronismo puede ser que, al pensar algún clérigo o poeta español sobre las guerras de Carlomagno con los moros, tan cantadas por los juglares franceses, tropezaría con los textos cronísticos carolingios donde se refiere que Alfonso el Casto había enviado presentes al emperador; esto pareció al poeta una sumisión ofensiva al sentimiento nacional, e ideó que ella fuese causa de la intromisión de Carlos en la guerra de recuperación de España y que viniese el fabuloso Bernardo a afirmar esa guerra como empresa exclusiva de españoles”. Mi objeción a este pasaje estriba en que en él sobra el desconocido “poeta”, siendo más plausible tal reacción en un “clérigo”, y que, para ese papel de “clérigo” erudito, nos basta con el propio don Lucas, compilador de noticias históricas y forjador de historia. Dado que en este mismo episodio utiliza la Vita Karoli de Éginhard, el dato sobre la sumisión de Alfonso II a Carlomagno sin duda está fundado en la lectura del siguiente pasaje (ed. Halphen, pp. 44-46): “En verdad, sometió a Alfonso, rey de Galicia y Asturias, hasta tal punto que, cuando éste le enviaba cartas o mensajeros, no se hacía llamar ante él (Carlomagno) de otra forma sino vasallo suyo” (“Adeo namque Hadefonsum Galleciae atque Asturiae regem sibi societatem devinxit ut is, cum eum vel litteras vel legatos mitteret, non aliter se apud illum quam proprium suum appellari juberet”).

47 Los propósitos de Lucas han sido sometidos a detallado escrutinio por Martin (1992, págs. 213-229). Lo esencial de sus observaciones me parece bien fundado.

48 Prefiero traducir por “alcaldes” la expresión latina, en vista de que en esa forma se citan en castellano los iudices tanto en el Poema de Fernan González como en la Crónica de Castilla (utilizando las *Mocedades de Rodrigo) y en el Rodrigo.

49 Según luego notaremos, la inclusión en el Liber regum (o Libro de las generaciones) de la genealogía cidiana iniciada con Laín Calvo se daba ya en la redacción primitiva de esta obra de c. 1194 (frente a lo que cree Ramos y Loscertales, 1948, pág. 87); el genealogista navarro copia, en todos sus detalles, la que le proporcionaba la Historia Roderici. Para la otra rama, se atiene, a su vez, a la Chronica naiarensis, iniciando los antepasados del emperador Alfonso VII en Nuño Bellídez (escrito, como en la Chronica naiarensis, “Belchidez”).

50 Aunque Martin, en su fundamental obra dedicada a los jueces de Castilla (1992), tenga la prudencia de poner en duda el conocimiento por parte de Lucas de las genealogías navarras (“Que haya consultado directamente el Liber regum o que no haya tenido conocimiento sobre ello salvo de oídas...”, pág. 229), desarrolla toda su exposición e interpretación de la versión de la leyenda en el Chronicon mundi (págs. 212-229) quitando, de entrada, importancia a esa cuestión (“poco importan las vías materiales de la transmisión: ¿don Lucas de Túy conoció de oídas la leyenda, o dispuso del Liber regum a través de su amigo Rodrigo de Toledo, que haría traducir la obra una veintena de años antes de que emprendiera la composición de su propia crónica?”, p. 198 y n. 4) y argumentando, seguidamente, como si el diácono leonés hubiera tenido como punto de partida para ella la construcción genealógica navarra. El examen de conjunto del Chronicon mundi hace evidente que Lucas (cuya “amistad” cuando era diácono con Rodrigo es suposición sin fundamento) no manejó el Liber regum. En consecuencia, resulta más problemático saber dónde empiezan las adaptaciones de la leyenda a los conocimientos e ideología del historiador leonés que lo que Martin supone.

51 Cito por el ms.V7. Otros textos rimados son análogos. En la versión asonantada del ms. de Oxford se decía ya: “Carles li reis, nostre emperere magnes / set anz tuz pleins ad estet en Espaigne: / tresqu’en la mer conquis la ter[r]e altaigne / n’i ad castel ni devant lui remaigne / mur ne citet n’i est remes a fraindre”.

52 Cito por el ms.V7 (laisse 395). Figura también en el ms. Ch (laisse 403) y en el ms. P (laisse 328). En todos ellos forma parte del discurso de Carlomagno con ocasión del juicio de Guenelon. La innovación (ajena a la chanson vieja asonantada) se consignaba ya en el relato del Pseudo-Turpin (ed. Whitehill, pág. 303), donde el propio apóstol Santiago se aparecía a Carlos para ordenarle la ida a Galicia “con un gran ejército a combatir a las gentes paganas y a liberar mi camino y mi tierra”.

53 Estos versos suelen editarse como una laisse en á.a (apoyándose en los finales del manuscrito daua, v. 72, Espayna, v. 73 y lançada, v. 76, entremezclados con ganastes, v. 74, Santiago, v. 75; es posible, pero, aparte del inesperado cambio de asonante en medio del discurso de Carlomagno, que venía siendo en á.e (vv. 18-71), resulta muy chocante la imposibilidad de obtener una asonancia en á-a a partir de Santiago. Sugiero, como alternativa, la continuidad de la serie en á.e, corrigiendo: “apriessa dáua[se]” (v. 72), “en Espayna entra[ste]s” (v. 73) “ganastes” (v. 74), “Santiag[ue]” (v. 75), “lançada tal[e]” (v. 76).

54 La afirmación de Horrent (1951a, pág. 478) de que “no hay en él una castellanización del relato...; el León tradicional sigue siendo, para él, la tierra elegida” (fr.) revela un total desconocimiento del conjunto de la obra de Ximénez de Rada. 

55 Sin que esa información le sugiera la necesidad de pararse a confirmar o negar el cumplimiento de la oferta hecha por el rey, para conseguir su apoyo contra los moros, de liberar al preso.

56 Cito por el ms. L (vv. 878-881). Otros manuscritos del Roland rimado usan “graisles” y no “corns”, que era la lección del Roland asonantado: “Li empereres ad fait suner ses corns / franceis descendent, si adubent lor cors / d’osbercs e de helmes e d’espees a or...”, (ms. O).

57 Sin olvidar que es fama que construyó para ella unos palacios en Burdeos.

58 El Toledano muestra conocer la Chronica naiarensis, el Liber regum o Libro de las generaciones, los Anales navarros y, posiblemente, la Historia Roderici. Del Liber regum y de los Anales navarros hizo o mandó hacer unas adaptaciones “toledanas” que nos son conocidas.

59 Ramiro no necesita combatir contra su hermano porque éste confiesa a un clérigo la falsedad de su acusación y el clérigo decide romper el secreto de la confesión revelando al rey la inocencia de la condesa-reina.          

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO

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