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Obras de Diego Catalán

16.- 4. RESUMEN DE LOS INFLUJOS DEL SUBSTRATO

16.- 4. RESUMEN DE LOS INFLUJOS DEL SUBSTRATO

4. RESUMEN DE LOS INFLUJOS DEL SUBSTRATO. III. RESTOS DE LAS LENGUAS PRIMITIVAS EN EL ESPAÑOL

      No sabemos hasta cuándo las lenguas indígenas se ha­blaron en la Península a pesar de la difusión del latín, hasta cuándo los hábitos lingüísticos ibéricos, lígures, ilirios o celtas pudieron influir sobre el latín de España. Hasta hoy, en un rincón de España subsiste, una lengua prelatina que en los primeros siglos de la Reconquista ocupaba un área mucho más extensa que en época actual. Posiblemente en tiempos anteriores habría otros rincones en que se conti­nuaran hablando otras.

      Los países más temprano romanizados y más intensamen­te, como la Bética, olvidaron mucho antes la lengua primi­tiva según ya Estrabón nos advierte, pero aun así imprimían sello peculiar a su latín. Cicerón en su Pro Archia, año 62 a.C, se burla de la vanidad del vencedor de Sertorio, Quinto Cecilio Metelo, que se complacía en escuchar los versos lau­datorios de los poetas cordobeses «de sonido pingüe y exó­tico». Después, Séneca el retórico, con ser él cordobés, habla de su compatriota Marco Porcio Latrón que «nunca tuvo cuidado de ejercitar su voz (es decir, su pronunciación) y jamás pudo desechar la modalidad ruda y agreste propia de los hispanos»; y téngase presente que Porcio Latrón era gran maestro de declamación, el rétor de moda en Roma, digno de que frases suyas inspirasen a Ovidio, y de que Augusto y Mecenas sintiesen un día curiosidad por escucharle (año 17 a.C). Pero aún más: el futuro emperador Hadriano, na­cido y criado junto a Sevilla, en Itálica (era hijo de padre de Itálica y de madre gaditana), cuando ejerció la cuestura, el año 101 de C, y habló en el Senado de Roma, promovió la  risa  por su «pronunciación   agreste» (agrestius pronuntians, como dice Elio Spartiano). Hadriano te­nía entonces nada menos que veinticinco años, en los cua­les, a pesar de su educación en Roma, no había perdido la especial dicción española, calificada en él de agreste lo mis­mo que en Porcio Latrón. Poco después, en la segunda mi­tad del siglo II de C, Aulo Gelio dice de su maestro Anto­nio Juliano, otro rétor famoso en las escuelas de Roma, que hablaba «con acento español», Hispano ore.

      Al acopiar estas noticias y otras, pensé siempre que po­dían aludir sobre todo a fenómenos de entonación, timbre y ritmo. La entonación, el acento de la lengua materna es lo más difícil de desarraigar en el que habla otra lengua diversa. Por eso podemos sin riesgo presumir que sea lo más persistente en un pueblo a través de sus eventuales cambios de idioma, y que algo de la entonación de las len­guas prerromanas perduró en el latín español y llegó has­ta nosotros.

      Pero sin duda los textos aducidos aluden a algo más. La simple entonación provincial en uno que articule correcta­mente un idioma no suele ser bastante a provocar la risa que suscitó Hadriano, en quien tampoco cabe suponer que cometiese faltas gramaticales. Sin duda el latín español debía estar contagiado de alguna singularidad de pronun­ciación propia del substrato lingüístico.

      En cuanto a los elementos morfológicos, los sufijos de substrato, exceptuado -aecu que aún sirvió en español para denotar derivación adjetival, no conservan ningún valor propiamente significativo, sino sólo un valor estimativo o emotivo. Las significaciones de abundancia, posesión, procedencia, cualidad, agente, etc., están en el español a cargo de sufijos de origen latino; los sufijos de substrato perdieron esas significaciones objetivas que tuvieron primi­tivamente (el caso de -ăra, o de -z), viniendo a quedar con función incomprendida o con un valor subjetivo para for­mar términos diminutivos, despectivos o afectivos.

      Respecto a los elementos léxicos de substrato, pertene­cen todos a la vida material o al mundo de la naturaleza. Las esferas superiores de la actividad humana fueron inva­didas totalmente por el vocabulario latino. Las lenguas primitivas conservan sólo un dominio extenso en los nom­bres de lugar, cuya importancia expresiva no suele ser esti­mada en lingüística. Marcial sentía la necesidad de hacer resonar en Roma los topónimos patrios, mentar el rio Ja­lón que da fino temple a las espadas, la alegre Tudela, el sagrado encinar de Beratón... y, lo mismo que esos nombres eran para el poeta afirmación sentimental de su hispani­dad celtíbera, lo siguen siendo para nosotros, tan hijos de celtas y de íberos como él: «nos Celtis genitos et ex Iberis». De igual modo Unamuno expresa su vascónica hispa­nidad hinchando esos nombres de recuerdos históricos en su poema toponímico del Duero:

Arlanzón, Carrión, Pisuerga,
Tormes, Águeda, mi Duero,
Abrevando pardos campos,
susurrando romanceros...

      En suma, lo principal que de las lenguas de substrato sobrevive en la nueva lengua romance pertenece a los ele­mentos del idioma que atañen a la impresión y expresión subjetivas más que a la significación objetiva: la toponimia, voz de los pueblos primitivos que adherida a los acciden­tes del terruño ya nada significa en español, pero guarda infinito poder evocador para los españoles; el acento idiomático con ciertos sonidos peculiares, que, aprendidos en la cuna, no acertaban a desechar los rétores y magistrados hispanos en Roma, y que de boca en boca conservamos aún hoy como intimidades irreprimibles, igualmente no signifi­cativas pero profundamente expresivas.

      Otro punto hemos procurado destacar también en las páginas precedentes: las relaciones especiales de las lenguas de la Península con las primitivas del Mediterráneo occi­dental, sobre todo con las de Italia. Esto nos dispone a explicar la formación de la Romania y la posición que en ella tiene España.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

CAPÍTULOS ANTERIORES:

PARTE PRIMERA: DE IBERIA A HISPANIA
A. EL SOLAR Y SUS PRIMITIVOS POBLADORES

CAPÍTULO I. LA VOZ LEJANA DE LOS PUEBLOS SIN NOMBRE.

1.- 1.  LOS PRIMITIVOS POBLADORES Y SUS LENGUAS

2.- 2. INDICIOS DE UNA CIERTA UNIDAD LINGÜÍSTICA MEDITERRÁNEA

3.- 3. PUEBLOS HISPÁNICOS SIN NOMBRE; PIRENAICOS Y CAMÍTICOS

CAPÍTULO II. PUEBLOS PRERROMANOS, PREINDOEUROPEOS E INDOEUROPEOS

4.- 1. FUERZA EXPANSIVA DE LOS PUEBLOS DE CULTURA IBÉRICA

5.- 2. NAVEGACIÓN DE FENICIOS Y DE GRIEGOS EN ESPAÑA

6.- 3. LOS ÍBEROS Y LA IBERIZACIÓN DE ESPAÑA, PROVENZA Y AQUITANIA

7.- 4. FRATERNIDAD ÍBERO-LÍBICA

*   8.- 5. LOS LÍGURES O AMBRONES

*   9.- 6. LOS ILIRIOS

*   10.- 7. LOS CELTAS

*   11.- 8. «NOS CELTIS GENITOS ET EX IBERIS» (MARCIAL)

12.- 9. PERSISTENCIA DE LAS LENGUAS IN­DÍGENAS EN LA PROVINCIA ROMANA DE HISPANIA

B. LAS HUELLAS DE LAS LENGUAS PRERROMANAS EN LA LENGUA ROMANCE

CAPITULO III. RESTOS DE LAS LENGUAS PRIMITIVAS EN EL ESPAÑOL

13.- 1. VOCABLOS DE LAS LENGUAS PRERRO­MANAS

14.- 2. SUFIJOS PRERROMANOS EN EL ESPAÑOL

15.- 3. LAS LENGUAS DE SUBSTRATO EN LA FONÉTICA ESPAÑOLA

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Imagen: letra I, variaciones sobre el alfabeto Holbein.

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