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Obras de Diego Catalán

15.- 3. LAS LENGUAS DE SUBSTRATO EN LA FONÉTICA ESPAÑOLA

15.- 3. LAS LENGUAS DE SUBSTRATO EN LA FONÉTICA ESPAÑOLA

3. LAS LENGUAS DE SUBSTRATO EN LA FONÉTICA ESPAÑOLA. III. RESTOS DE LAS LENGUAS PRIMITIVAS EN EL ESPAÑOL

      Todos estos influjos de vocabulario y de sufijación son aceptados aun por los filólogos más reticentes a admitir que en las lenguas modernas afloren rasgos procedentes de estratos lingüísticos prerromanos, y sin embargo, para ex­plicarlos es preciso admitir el estado latente de muchos de esos casos durante siglos y siglos. Las dudas, las negacio­nes sobrevienen tratándose de influjos fonéticos, sin que haya razón para no admitir de igual modo una manera de pronunciar que permanece latente, relegada a las gentes más incultas de la comunidad lingüística 115.

      El ibérico repugnaba ciertos sonidos labiales; no usaba p inicial (el beréber y el árabe carecen de p en toda posición), y sobre todo desconocía la f; ninguno de los dos alfabetos ibéricos tiene signo para representarla. El vasco continúa teniendo por extraña la f, y en los abundantes latinismos que tomó pierde esa fricativa labial o la sustituye por h, atendiendo al elemento fricativo, o bien la sustituye por b o p, atendiendo al elemento labial: filu es en vasco iru, hiru, biru o piru; fagum > bago ’haya’; forma > orma o borma ’hormazo, pared’. Semejantemente los dos importan­tes países limítrofes al vasco perdieron en su romance la f- latina, sustituyéndola por h-; al Este el gascón, desde el valle de Aran al Medoc: filu > hiu, fumu > hum, etc.; al Oes­te el castellano viejo, hilo, humo, etc. El solar primitivo de la pérdida de f-  iba desde la izquierda del Garona en Fran­cia, hasta la derecha del Sella en Asturias y hasta el monasterio de San Millán en la Rioja Alta y Norte de Ara­gón 116, es decir, comprendía principalmente el territorio de aquitanos y cántabros, pueblos tardíamente romanizados, cuyas clases más incultas nunca debieron aprender el soni­do extraño de la f, y comprendía en su centro a los vascones, pueblo que en su mayor parte nunca aprendió el la­tín, quedándose hasta hoy con el idioma preindoeuropeo 117. Entre los demás pueblos de la Península habría algún otro foco de h, pero por lo general más cultos que los progeni­tores de los gascones y los castellanos aprendieron la f la­tina. Si hoy las formas hilo, humo, hacer, hijo, etc., son gene­rales al español, se debe a la expansión castellana a partir del siglo XI118. Es notorio que la f- se hacía h- a veces en el latín arcaico, entre los sabinos especialmente, así que no se excluye el caso de que una tendencia ibérica fuera apo­yada por un vulgarismo latino.

A la falta de f- inicial va unida la falta de v en toda posición, común al español moderno y al gascón, que ha­cen la v > b (o ƀ, fricativa bilabial); nótese que el vasco tam­poco conoce la v 119.

Otro importante carácter fonético del español muestra también su ibericidad. La lengua ibérica tenía un signo para la rr fuertemente vibrada, distinto de la r suave 120. Esa rr fuertemente vibrada es panibérica característica hoy de todos los idiomas de substrato ibérico: del portugués, del español, del catalán, del gascón y del vasco. Creo que tam­bién se pronuncia en Sicilia, lo cual nos podría recordar la colonización íbero-sicana de que habla Tucídides. Los demás romances pronuncian la rr suave, lo mismo que la r, bien sencilla, bien geminada. Esa rr fuerte no era tolerada en el ibérico como inicial sin la anteposición de una vocal según dijimos tratando de arrugia 121, y este iberismo afecta a al­gunas palabras del español, como arruga < rūga, arrebol < rŭbōre, y deja rastros también en portugués, catalán y gascón 122.

      Los influjos célticos en la fonética española son también muy importantes, pero, igual que vimos respecto de los in­flujos léxicos, los fonéticos no son tampoco privativos de España, sino comunes a la Romania que tiene substrato céltico, esto es, a la Galia o Francia y a la Galia Cisalpina, o sea, al Norte de Italia.

      Las lenguas célticas se caracterizan por una gran debili­dad articulatoria de la consonante intervocálica, sobre la cual ejercen las vocales contiguas una acción asimiladora; cuando la consonante es sorda, toma la sonoridad de las vocales y, cuando es sonora, tiende a vocalizarse y perder­se. El romance de más fuerte substrato céltico, el francés, es justamente el que muestra la máxima debilitación de la consonante oclusiva intervocálica rota > ruede > roue, amica > amie. Los países que no han tenido substrato cél­tico conservan la sorda: italiano ruota, amica; rumano roată, amică. El español y el provenzal, menos influidos del celta que el francés del Norte, ocupan un lugar intermedio so­norizando, pero manteniendo la sonora, rueda, amiga, pro­venzal roda, amiga. En la Galia Cisalpina hay vacilación: el piamontés y genovés pierden la consonante rǫa, como el francés; mientras el lombardo o veneciano la conservan sonorizada roede, rwóda como el español y el provenzal.

      Si atendemos de cerca a los más antiguos testimonios hispánicos de la sonorización, vemos que dentro de la Pe­nínsula Ibérica se observa un contraste manifiesto entre unas zonas geográficas y otras. En las inscripciones roma­nas de todo el Oeste ocurren muchos casos de sonorización o pérdida de consonantes intervocálicas en los nombres bárbaros de divinidades o de personas (Douitena  > Douidena, etc.), casos que faltan por completo en las inscripciones del Sur y del Este. La documentación en las inscripciones hispanas es escasa, por las razones que más adelante expondremos 123: en voces célticas aparece Celti­gum en una inscripción de Aguilar de Campóo 124; en vo­ces latinas el ejemplo más antiguo es mudauit, por «mutauit», en una inscripción del siglo II, de Mérida 125. Esa porción peninsular de Occidente es el solar de pueblos célticos o precélticos, mientras el Sur y el Este es la Hispania no indoeuropea. En correspondencia con estos testimo­nios de la época romana, en la documentación medieval posterior a la invasión musulmana más antigua (hasta el siglo XI) se manifiesta un máximo de sonorización de con­sonantes sordas en el reino de León, incluido Portugal; en los de Castilla aparece un término medio, y en los de Ara­gón un mínimo; entre los mozárabes del Sur los escritores musulmanes nos dan muchos más ejemplos de consonante sorda que de sonora. En época moderna, el aragonés pire­naico (en el área triangular cuyos vértices son Ansó, Tierz y Plan) ha conservado abundantemente la sorda. Esta dis­tribución apoya indudablemente el origen substratístico celta del fenómeno 126.

      Otra influencia. Las lenguas célticas palatizan la k agrupada, haciéndola fricativa o vocalizándola; el nombre galo que César escribe Lucterius se escribe en las monedas galas Λυχτηριοζ, esto es, Luhterios. El latín hablado por pueblos de substrato celta alteraba igualmente la k agrupada: lacte es en francés lait, lach, en piamontés lait, en lombardo lach, en gallego portugués leite, en español leche, en catalán *lleit, llet. Por el contrario, los países sin substrato céltico conservan la oclusión de la c aunque transformada, italiano latte, rumano lapte.

      El menor celtismo de la Península ibérica respecto de Galia se conoce en que la ū latina pronunciada ü a lo celta, que se halla en francés y en el Norte de Italia (lūna > francés lune, Norte de Italia lüna), no se encuentra ni en castellano, ni en catalán, ni en portugués, salvo en dos pequeñas regiones de Algarve y de Beira Baixa-Alentejo.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

NOTAS

115  Véase Menéndez Pidal, «Modo de obrar el substrato lingüís­tico», RFE, XXXIV, 1950, pp. 1-8.

116  Sobre el predominio del vascuence en los siglos IX-X hasta Juarros y los picos de Urbión, y acerca de una romanización tar­día, hacia los siglos VI-VII, del Alto Aragón y la Alta Lérida hasta el Noguera Pallaresa, véase el mapa «El último reducto de los dialectos ibéricos» en Menéndez Pidal, Orígenes del esp., 3ª ed. 1950.

117  Véase Menéndez Pidal, Orígenes del esp., 3ª ed. 1950, § 41.

118  Acerca de las comarcas en que se manifiesta la aspiración o pérdida de f- desde los primeros testimonios del romance y cómo se expande el fenómeno, véase adelante, Parte IIIª, cap. VIl, § 2.1.

119  Bourciez, Éléments,  1923, §§ 269d y 336d.

120  Caro Baroja, en Historia de España de Menéndez Pidal, I, vol. 3, 1954, pp. 711-712 y 728.

121  Atrás, p. 52.

122  En 1942 aún me inclinaba a atribuir a influencias del substrato primitivo la s apical cóncava (con la punta de la len­gua cóncava en el prepaladar), característica de casi toda la Pe­nínsula, Norte de Portugal, Galicia, Castilla, Aragón, Cataluña, característica igualmente de Aquitania, Auvernia y Languedoc, a diferencia de la s dorsal convexa (con la punta de la lengua en los dientes inferiores), que se pronuncia en Andalucía, en el Sur de Portugal, en Provenza y en el resto de Francia. Pero véase ade­lante, Parte Va, cap. III, §§ 2-4.

123 Adelante, Parte IIIª, cap. II, § 17.

124  CIL, II, 6298. Para otros casos dudosos en nombres bárba­ros, véase A. Carnoy, Latin d’Espagne (1906), pp. 115, etc.

125  CIL, II, 462.

126  Menéndez Pidal, Orígenes del esp., 3ª ed., § 46 s.; Tovar, «La sonorización», Bol. Acad. Hist., XXVIII, 1948, pp. 265-280; Martinet, «Celtic lenition», Lang. XXVIII, 1952, pp. 192-217, y Économie, 1955, pp. 257-296.

CAPÍTULOS ANTERIORES:

PARTE PRIMERA: DE IBERIA A HISPANIA
A. EL SOLAR Y SUS PRIMITIVOS POBLADORES

CAPÍTULO I. LA VOZ LEJANA DE LOS PUEBLOS SIN NOMBRE.

1.- 1.  LOS PRIMITIVOS POBLADORES Y SUS LENGUAS

2.- 2. INDICIOS DE UNA CIERTA UNIDAD LINGÜÍSTICA MEDITERRÁNEA

3.- 3. PUEBLOS HISPÁNICOS SIN NOMBRE; PIRENAICOS Y CAMÍTICOS

CAPÍTULO II. PUEBLOS PRERROMANOS, PREINDOEUROPEOS E INDOEUROPEOS

4.- 1. FUERZA EXPANSIVA DE LOS PUEBLOS DE CULTURA IBÉRICA

5.- 2. NAVEGACIÓN DE FENICIOS Y DE GRIEGOS EN ESPAÑA

6.- 3. LOS ÍBEROS Y LA IBERIZACIÓN DE ESPAÑA, PROVENZA Y AQUITANIA

7.- 4. FRATERNIDAD ÍBERO-LÍBICA

*   8.- 5. LOS LÍGURES O AMBRONES

*   9.- 6. LOS ILIRIOS

*   10.- 7. LOS CELTAS

*   11.- 8. «NOS CELTIS GENITOS ET EX IBERIS» (MARCIAL)

12.- 9. PERSISTENCIA DE LAS LENGUAS IN­DÍGENAS EN LA PROVINCIA ROMANA DE HISPANIA

B. LAS HUELLAS DE LAS LENGUAS PRERROMANAS EN LA LENGUA ROMANCE

CAPITULO III. RESTOS DE LAS LENGUAS PRIMITIVAS EN EL ESPAÑOL

13.- 1. VOCABLOS DE LAS LENGUAS PRERRO­MANAS

14.- 2. SUFIJOS PRERROMANOS EN EL ESPAÑOL

Diseño gráfico:
 
La Garduña Ilustrada

Imagen: letra K, variaciones sobre el alfabeto Holbein.

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