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Obras de Diego Catalán

19.- III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA


III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

------Nuestros conocimientos acerca de la epopeya medieval más acá de la vida de Alfonso X (=1284) se ven fuertemente afectados por la rápida y radical transformación de principios que se dan en el arte historial y que vienen a manifestarse en la propia tradición manuscrita de la Estoria de España alfonsí. Por una parte, se abren camino en la historia los puntos de vista de la clase nobiliaria (en detrimento de los intereses, tanto regios, como del alto clero, dominantes en la obra del rey y en las principales crónicas latinas precedentes); por otro, se abandonan los criterios de jerarquización de las fuentes de un Alfonso X y, lo que es más grave, la fidelidad al contenido de los textos procedentes del pasado, siendo práctica común la libre manipulación de la información heredada de las fuentes en función de intereses literarios, éticos o políticos. Este arte nuevo de historiar hace posible la irrupción en el género historiográfico de los componentes “poéticos” presentes en el género de los cantares de gesta, antes sistemáticamente excluidos de los resúmenes históricos; pero, a la vez, la libertad de invención de los nuevos historiadores puede inducirnos fácilmente al error de considerar herencia de una fuente poética lo que es creación del cronista literato sin apoyo en fuente alguna (Catalán, 1969a; recogido en 1992a, cap. VI).

1. LA ESTORIA CARADIGNENSE DEL CID Y LA REFUNDICIÓN DEL MIO CID.

------En esta evolución de la prosa histórica romance tuvo un importante y temprano papel una obra monacal quizá contemporánea de Alfonso X: una perdida *Estoria del Cid escrita en Cardeña y que se intenta hacer pasar como obra de Ibn al-Faraŷ, el alguacil histórico del Cid, de quien se afirma en ella que se convirtió al cristianismo. Aunque no ha llegado a nosotros ningún manuscrito de esta obra, la *Estoria caradignense del Cid se incluye en la “Interpolación cidiana a la Estoria de España”, incorporada en el s. XIV al manuscrito regio de la Versión amplificada de 1289 de la Estoria de España, tomándola de un manuscrito de la Versión mixta hermano de los conocidos, donde figura casi idéntica, y también se basan en ella directamente la *Crónica manuelina, resumida por don Juan Manuel en su Crónica abreviada, y la Crónica de Castilla, que van en esta parte hermanadas. La coincidencia de estas dos ramas cronísticas derivadas de la *Estoria caradignense a partir de la ida del Cid a Zaragoza (a continuación del cerco de Aledo, esto es, de la “laguna cidiana”) y de la revolución valenciana de Ibn Ŷaḥḥaf, nos permite reconstruir, en una buena parte de su extensión, esta obra perdida (desde la 2ª mitad del cap. 896b de la PCG). La estructura y contenido de su parte inicial es, hoy por hoy, imposible de precisar 1.

a. Composición de la *Estoria caradignense del Cid.

------1.1. Curiosamente, la historia de la conquista de Valencia por el Cid se cuenta en ella siguiendo a la letra, sin eliminar por completo el punto de vista musulmán, el relato de la historia de Valencia que escribió en árabe Ibn Alqama (obra que Alfonso X utilizó igualmente en su Estoria de España). Acabada la conquista, la historia continúa con una narración de origen épico, procedente del Mio Cid, pero que presenta importantes modificaciones respecto a la versión prosificada por Alfonso X en la Versión crítica, y se remata con una exposición de la *Leyenda cidiana de Cardeña, creada en el propio monasterio. Estos componentes dispares se sometieron a un malicioso y, a la vez, ingenuo proceso de manipulación a fin de lograr convencer a los receptores del relato de la autenticidad y credibilidad de los sucesos narrados. El conjunto constituye casi una hagiografía de Rodrigo Díaz de Vivar, construida al servicio de los intereses del cenobio caradignense, ya que en ella es manifiesto el propósito de explicar el origen de una serie de “reliquias” cidianas que los monjes exhibían para fomentar la afluencia de peregrinos a Cardeña. En su libre novelización y en su concepción del héroe, la *Estoria caradignense del Cid se asemeja al Poema arlantino de Fernan González, ideado en otro monasterio castellano; pero tiene de importante novedad el rasgo diferencial de haber sido escrita en prosa (apreciaciones parcialmente acertadas, pero nunca completas, en: Puyol, 1911b; Entwistle,1947; Menéndez Pidal, 1955d, págs. CXC-CXCI; Russell, 1958; Catalán, 1963b, págs. 304-306 y 1969, págs. 431-433, recogidos en 1992a, caps. IV y VI; Chalon, 1976, págs. 214-256).
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Al relatar el cerco y conquista de Valencia siguiendo a Ibn Alqama, el monje caradignense sólo parece haberse inmiscuido retraduciendo a un árabe macarrónico los versos elegíacos de al-Waqqašī citados por la traducción romance que utilizaba 2.
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La primera presencia de material épico ocurre en el capítulo dedicado a la ocupación de Valencia por el Cid (920 [= 921] de PCG), que en la “Interpolación cidiana a la Estoria de España” de la Versión mixta lleva, en los manuscritos, el número LXXIIII. En él se reflejan los versos del Mio Cid 1209 y 1220. Desde el capítulo LXXVI (PCG, c. 922 [= 923]), referente al ataque del Rey de Sevilla, todo el relato cronístico tendrá ya base poética, hasta que se concluya la lid de Carrión (c. 946 [= 947] de PCG). La *Crónica manuelina y la Crónica de Castilla tienen una estructura similar. Las diferencias entre este relato de origen épico y la versión del Mio Cid conservada en el manuscrito de Vivar (y resumida en la Versión crítica de la Estoria de España alfonsí) son, sin embargo, enormes. Desde fines del siglo pasado, Menéndez Pidal las consideró demostrativas de la existencia de una *Refundición del Mio Cid (1898a y 1908-1911, reprod. 1944-1946, I, §§ 41-42)3 Pero, antes de asignar indiscriminadamente todas las novedades notadas en el texto cronístico a un poeta refundidor de la gesta es preciso tener presente que en la versión historiográfica del relato épico se manifiestan unos criterios reelaborativos de la información de la fuente poética que coinciden (Catalán, 1969a, págs. 431-43 3; reprod. en 1992a, cap. VI, § 3) con los aplicados al exponer, más adelante, la *Leyenda cidiana de Cardeña (cuya reelaboración en la *Estoria caradignense del Cid explica bien Russell, 1958). El historiador no se atiene en el detalle a lo contado en la fuente poética, sino que idea por su cuenta una presentación más narrativa y menos dramática de los hechos. La preocupación por hacer más creíble el relato le lleva a explicar, mediante detalles que los racionalicen, los sucesos hallados en el poema y a reordenarlos según una cierta lógica. No por estos esfuerzos podemos, sin embargo, emitir un juicio favorable sobre sus capacidades como narrador o acerca de su asimilación de las artes de la exposición (baste decir que llega a emplear 16 veces la interrogación retórica “¿quí vos podrié contar...?” o “...dezir?”).
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Las consideraciones que acabamos de hacer sobre la índole de la *Estoria caradignense del Cid no quieren, sin embargo, decir (como han entendido algunos críticos) que la hipótesis de la existencia de una Refundición poética del Mio Cid deba ser, sin más, abandonada, ya que es posible que la gesta conocida por el cronista caradignense hubiera ya, por su parte, transformado profundamente el Mio Cid en función de una nueva ideología y unos nuevos gustos. Pero lo que sí resulta obvio es que la aceptación de esta hipótesis sólo será posible después de haber examinado la prosa cronística a la luz de unos conocimientos más actualizados sobre las técnicas historiográficas que los que en su día tuvo Menéndez Pidal, e incluso que los que han servido de base a las revisiones de la cuestión por Chalon (1976) y Pattison (1983).

b. Retoques cronísticos a la materia
 del Cantar de las Bodas

------1.2. El estudio de las técnicas expositivas de la *Estoria caradignense del Cid y una comparación verso a verso, del Mio Cid con el relato cronístico de la “Interpolación”, (PCG, caps. 920, 922-928 [= 921, 923-929] 4), de la Crónica abreviada y de la Crónica de Castilla me lleva a afirmar que, en la materia correspondiente al “Cantar de las Bodas”, el poema utilizado por el cronista en nada difería del viejo poema que conocemos en forma métrica. Las divergencias que se manifiestan en la narración en prosa resultan más explicables como arreglos hechos en atención a “exigencias” procedentes de una determinada concepción cronística de la historia que como invenciones poéticas de un juglar refundidor.
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El arreglo más llamativo y comentado por la crítica es el cumplimiento de la deuda contraída con los prestamistas de Burgos. Al relatar el envío por el Cid de una embajada a Castilla, después de la conquista de Valencia y de la derrota del Rey de Sevilla (de acuerdo con Mio Cid, vv. 1270-1286 y 1308-1452), las crónicas suponen que Alvar Fáñez va acompañado de Martin Antolínez, a fin de que sea el artífice del engaño de las arcas quien se entreviste con los “mercaderes”; después, en substitución de la escena, evidentemente cómica, primitiva, en que Alvar Fáñez contestaba con evasivas y promesas de pago a las quejas de Raquel y Vidas (Mio Cid, vv. 1431-1438), ahora va espontáneamente Martin Antolínez a pagarles, marco sobre marco, los seiscientos recibidos sobre las arcas, acción que maravilla a “todo” Burgos, de tal forma que “non ovo lugar en toda la çibdat de Burgos que non fablassen d’aquella grant mesura que el Çid fiziera a aquellos mercaderes, et dávanle muchas bendiciones” (PCG, págs. 593b y 594a-b). El mensaje del pasaje refundido (las deudas a prestamistas deben pagarse) no creo que fuera de especial interés para un juglar cantor de gestas y, menos, para su público 5
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También considero arreglo cronístico típico el preocuparse de salvar el lapsus del poeta del Mio Cid, quien hablaba de la prisión de Alvar Salvadórez (v. 1681) en el curso de una salida contra los marroquíes atacantes de Valencia y luego volvía a sacarlo a escena entre los cristianos (en compañía de su inseparable Alvar Alvaroz) al encargarle el Cid la custodia de Valencia mientras él se ausenta de la ciudad (vv. 1994 y 1999), sin acordarse de la situación en que lo dejó. La cuidadosa elaboración de las noticias sobre su prisión y liberación que inventa el narrador en prosa (PCG, págs. 596b23-24, b37-38, 597a7-16, a26-28, 598a39-43) son una muestra ejemplar de cómo construye su relato. A la búsqueda de una mayor coherencia interna se debe, igualmente, que la tienda del Rey de Marruecos, que el Cid ha destinado a su rey (Mio Cid, vv. 1789-1790), sea efectivamente presentada a don Alfonso por Alvar Fáñez (PCG, pág. 599a), junto con los caballos de que únicamente hacía mención el poema.
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Un buen ejemplo de cómo el narrador glosa con elaboraciones muy libres algunos datos que le proporcionan los versos épicos lo constituye la explicación, basada en el v. 1673 (“Violo el atalaya e tanxo el esquila”), de los diversos toques de campana que, para concentrar a más o a menos de sus caballeros, establece el Cid en Valencia (PCG, pág. 596b31-37). Carácter semejante tienen otras adiciones en que el Cid hace distintas disposiciones tácticas 6. Estas y otras precisiones (de carácter numérico 7 o sobre la toponimia de la ciudad de Valencia 8) añadidas al relato tienen sus paralelos en la sección cronística de origen no poético referente a las postrimerías del Cid. También son glosas típicas del narrador de la *Estoria caradignense del Cid las que describen actos de cortesía 9 o las alusiones a corridas de toros entre otras formas de festejo 10. Al cronista creo que hay que atribuir incluso fórmulas heredadas de las técnicas narrativas juglarescas:

“E alli veriedes a cada parte sallir los caballos vazios et dellos las siellas tornadas, onde los dueños fincavan maltrechos en el campo” (PCG, pág. 597b47-598a2)11.

------Aunque la “Interpolación” de la Versión mixta coincide con la Versión crítica de la Estoria de España (o Crónica de veinte reyes) en haber prosificado el “Cantar de las Bodas” del viejo Mio Cid (conocido en un texto prácticamente idéntico al conservado en el manuscrito de Vivar), las dos versiones cronísticas no remontan a una misma prosificación, según pone de manifiesto el estudio, línea tras línea, de ambas en confrontación con el texto poético del Mio Cid, estudio que ejemplifico aquí con el siguiente pasaje de las vistas en que el rey perdona a su vasallo (vv. 2013-2057), pasaje extenso que, para comodidad en la verificación por el lector de lo por mí afirmado, presento fraccionado en secciones.

I. Poema

De un día es legado antes ------el rrey don Alfons( ).
Quando vieron que vinié  ------ el buen Campeador,
rreçebir lo salen  ------con tan grand onor.
Don lo ovo él a ojo ------ el que en buen ora nasc[i]ó,
a todos los sos ------ estar los mandó,
si non a estos cavalleros------  que querié de coraçón,
con vnos XV ------ a tierra’s firió,
commo lo comidía ------ el que en buen ora naçió,
los ynojos e las manos------  en tierra los fincó,
las yerbas del campo------  a dientes las tomó,
lorando de los ojos, ------ tanto avié el gozo mayor,
así sabe dar omildança ------ a Alfonsso so señor,
de aquesta guisa ------ a los pies le cayó.

I. Versión crítica:

“El rrey saliol’ a rrescebir estonçes e fizole mucha honrra. El Çid desçendió de la bestia e fyncó los ynojos en tierra por le besar los pies”.

I. Versión mixta:

“Et cuenta la estoria que un día antes que el Çid llegasse, llegó el rey don Alfonso o avién a ser las vistas. Et otro día, quando sopo el rey que venié Ruy Díaz el Campeador, cavalgó, et toda la gente con él, et saliol’ a reçebir quanto un tercio de legua. Et quando el Çid ovo a ojo al rey, mandó que toda su gente estudiessen quedos, et él descendió, et quinze con él de los de su conpanna, et fueron viniendo contra el rey. Et el rey, quandol’ vio, descendió del cavallo, et bien çient cavalleros con él d’aquellos que amavan al Çid, et fuesse yendo contra el que en buen ora nasçió. Et el Çid, quandol’ vio, començó de venir corriendo; et, quando llegó al rey, fincó los inojos por besarle los pies” (PCG, pág. 600b10-25).

II. Poema

Tan grand pesar ovo------ el rrey don Alfons ( ):
—Levantados en pie, ------ ya Çid Campeador,
besad las manos, ------ ca los pies no;
si esto non feches, ------non avredes my amor.—
Hynojos fitos ------sedié el Campeador:
—Merçed vos pido a vos, ------myo natural señor,
assí estando, ------dedes me vuestra amor
que lo oyan [todos] ------ quantos aquí son.—
Dixo el rrey: ------ —Esto feré d’alma e de coraçón.
Aquí vos perdono------ e dovos my amor,
en todo myo rreyno------ parte desde oy.—

II. Versión crítica:

“El rrey le dixo: —Levad suso, Çid, ca non quiero yo que me besedes los pies, mas las manos; e, si lo así non feziéredes, non averedes mi amor.— El Çid le dixo: —Señor, pues pido vos por merçed que me otorguedes vuestro amor en guisa que lo oyan todos quantos aquí están.— El rrey le dixo que le plazié, e perdonó lo ante todos e otorgó le su amor”.

II. Versión mixta:

“Et, quando esto vio el rey, allegósse et tomól’ por las manos, et dixol’: —Ya, Çid Ruy Díaz, las manos cunplen, que non los pies” (PCG, pág. 600b 25-28).

III. Poema

Fabló myo Çid ------ e dixo [esta rrazón]:
—Yo lo rreçibo, ------ Alfonsso myo señor,
gradéscolo a Dios del çielo ------ e después a vos
e a estas mesnadas ------ que están a derredor.—
Hynojos fitos ------ las manos le besó;
levós’ en pie ------ e en la boca’l saludó.
Todos los demás------  d’esto avién sabor;
pesó a Albar Díaz ------ e a Garci Ordóñez.

III. Versión crítica:

“El Çid besó le estonces la mano. A muchos de los que allí estavan plógoles mucho, mas pesó a Alvar Díaz e al conde don Garçía Ordóñez”.

III. Versión mixta:

“Et entonçes el Çid besól’ amas las manos, et el rey abraçól’, et cuenta la estoria quel’ dio paz. Et, quando esto vieron todas las mesnadas, ovieron ende todos muy grant plazer; mas diz que pesó a Alvar Díaz et a Garçía Ordónnez quel’ non amavan al Çid” (PCG, pág. 600b28-34).

IV. Poema

Fabló myo Çid ------ e dixo esta rrazón:
—Esto gradesco ------ al Criador,
quando he la graçia------  de don Alfonsso my señor;
valer me a Dios------  de día e de noch.
Fuéssedes my huesped, ------  si vos plogiesse, señor.—
Dixo el rrey: ------—Non es aguisado oy;
vos agora legastes ------ e nos viniemos anoch,
myo huesped seredes, ------  Çid Campeador,
e cras faremos ------ lo que plogiere a vos.—
Besó le la mano, ------ myo Cid lo otorgó.
Essora se le omillan------  los yffantes de Carrión:
—Omillamos nos, Çid, ------ en buena nasquiestes vos,
en quanto podemos ------ andamos en vuestra pro.—
Rrespuso mio Çid: ------ —Assí lo mande el Criador.—
Myo Çid Ruy Díaz, ------ que en buena nasc[i]ó,
en aquel día ------ del rrey so huesped fó.

IV. Versión crítica:

“Aquel día fue el Çid huesped del rrey don Alfonso. Los ynfantes de Carrión fueran estonçes al Çid e dixéronle cómmo andavan ellos en la su pro e en la su onrra quanto mas pudién. El Çid les dixo: —Así lo mande Dios”.

IV. Versión mixta:

“Et desque ovieron cavalgado, dixo el Çid al rey: — Sennor, si a vos ploguyesse, fuéssedes oy mio huesped.— Et el rey dixo: —Non es guysado, ca vos legastes agora et nos llegamos ayer, mas vos et vuetras compannas conbredes oy comigo, et cras faremos lo que quisierdes.— Et es’ ora el Çid besol’ las manos otra vez al rey. Et en esto llegaron los infantes de Carrión et dixieron: —Omillamos nos, Çid Ruy Díaz, et quanto nos pudiéremos seremos en vuestra pro.— Respondió el Çid: —Dios vos lo gradesça.— Desí fueron llegando la conpanna del Çid, et asy commo llegavan, besando las manos del rey; et tornáronse todos. Et luego que ovieron descendido, assentáronse a las mesas a comer. Et el rey quisiera assentar al Çid a su mesa et que comiesse con él a la su escudiella, mas el Çid non lo quiso fazer; et pues que el rey esto vio, mandol’ que comiesse con el conde don Gonçalo, padre de los infantes de Carrión” (PCG, págs. 600b30-601a7).

------ Creo indiscutible que no cabe reconstruir un hipotético texto en prosa del que pudieran depender las dos versiones cronísticas; los redactores de una y otra trabajaron con independencia total y ambos tuvieron presente el Mio Cid poético que conocemos y no una refundición posterior 12.

c. Presencia de dos “Mio Cid” en el
relato prosístico del Cantar de Corpes
.

------ 1.3. En la materia correspondiente al “Cantar de Corpes”, la manipulación cronística de la narración poética por el creador del texto conservado en la “Interpolación” de la Versión mixta (PCG, del cap. 929 [= 930] a la primera parte del 947 [=948]) continúa siendo evidente cuando se explica cómo y en qué circunstancia se escapa el león y llega ante el Cid y se intenta entrelazar este episodio con el de la llegada del ejército marroquí ante Valencia (Catalán, 1969, págs. 431-433; recog. en 1992, cap. VI, § 3), o la forma en que el infante Diego González se ensucia al huir del león (cfr. PCG, pág. 603a37-41, con Mio Cid, vv. 2290-2291). La mano del expositor de la *Leyenda de Cardeña es notoria en el pasaje de la llegada del mensajero de Búcar, cuando comenta el miedo que el moro tiene de la vista del Cid y explica el hecho anticipando la observación (PCG, págs. 604b42-605a2):

“et cuenta la estoria que Dios tal graçia avié puesto en el Çid que nunca moro le vio que non oviesse grant miedo d’él”,

ya que esta “propiedad” del Cid ocupa importante lugar en la exposición de la visita del mensajero del Gran Soldán de Persia (PCG, págs. 628a49-b6, b32-40, 629b24-630a2) con que se inicia la *Leyenda de Cardeña.
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Por otra parte, en la escena final de la lid de Carrión la identidad del texto poético utilizado por la crónica y el Mio Cid conservado en el manuscrito de Vivar y conocido por Alfonso X me parece segura.
------Veámoslo con algunos fragmentos:

“Quando vino la noche antes del día que avié de seer la lid, tanbién los unos commo los otros se velaron en las eglesias, cada uno allí o se más pagó. Et al alva del día fue muy grant gente ayuntada en el campo, et mandó el rey que se armassen los que avién de lidiar. Et el rey fizo armar sus yernos los condes et los otros condes et a toda la otra gente que con ellos eran, et levó él muy grant gente armada por tal que ninguno non pudiesse fazer fuerça nin tuerto en el campo. ¿Quién podrié dezir quam grant fue el duelo et el pesar que el conde Gonzalo Gonçales avié por sus fijos que avién de lidiar? Et, con quebranto que ende tomava, maldizié el día et la ora en que naçiera, et adevinaval’ el coraçón el pesar que avié aver dellos. Grandes gentes de toda Espanna fueron y ayuntados por veer aquella lid. Desí, a entrante del campo, armáronse los del Çid a un cabo, et los infantes al otro. Et do sse estavan armando, embiaron los infantes pedir al rey que fiziesse tirar de la lid las dos espadas Colada et Tizón; et el rey les embió dezir que non lo faría, que non avié él que veer en las espadas, sinon que metiesse ´y cada uno lo mejor que pudiesse. Desta respuesta pesó mucho a los infantes, ca mucho se recelavan destas espadas, et repentíense mucho porque las levaran a la corte de Toledo et que las entregaran al Çid. Et el rey fue allí o sse ellos armavan, et díxoles: —Si vos tanto queríedes tirar estas espadas de la lid, ¿por qué non lo dezíedes en la corte de Toledo o yo estava?, ca allí era lugar para dezirse, ca non aquí. Et non digades estas palabras, ca son sobejas, et punnat de seer rezios et vos amparar a guysa de varones, ca con tales lo avedes que vos es mester” (PCG, pág. 625a36-b26).

Martin Antolínez ------mano metió al espada,
rrelumbra todo el campo, ------ tanto es limpia e clara;
diol’ vn colpe, ------de traviesso’l tomava,
el casco de somo------ apart gelo echava,
las moncluras del yelmo ------todas gelas cortava,
allá llevó el almófar, ------ fasta la cofia legava,
lo uno cayó en el campo------ e lo ál suso fincava
Quando este colpe a ferido------ Colada la preçiada,
vio Diego Gonçález ------que no escaparié con el alma,
bolvió la rrienda al cavallo ------por tornarse de cara.
Essora Martin Antolínez ------rreçibiól’ con el espada,
vn colpe’l dio de [l]lano, ------con lo agudo nol’ tomava.
Diagonçález espada tiene en mano, ------ mas no la ensayava;
esora el yfante ------tan grandes vozes dava:
—¡Valme, Dios glorioso (------),------ e curiam’ deste espada!—
El cavallo asorrienda ------e mesurandol’ del espada
sacól’ de mojón; ------Martin Antolínez en el campo fincava
-----
------ ------ ------ ------  (Mio Cid, vv. 2648-2667).

“Et Martin Antolínez metió mano a Colada la del Çid, et sacóla de la bayna, et assy resplandecié por el campo que era maravilla; et dexóse yr con ella contra Diego Gonçales, et diol a traviesso por cima de la cabeça vn colpe, en guysa quel’ tajó todo el casco con todo el guarnimiento et con quanto en la cabeça tenié. Et deste colpe desmayó mucho Diego Gonçales et cuydó que non escaparié dél, et maguer Diego Gonçález tenié espada en la mano, non ensayava fazer con ella nada, ca non podié. Et Martin Antolínez movió otra vegada contra él, et diol’ otro tal golpe de la punta del espada, que dio Diego Gonçales grandes bozes, et con cuyta de las grandes feridas que tenié mortales, et sacól’ el cavallo fuera de la raya; et Martin Antolínez fincó en el campo a guysa de vencedor et de bien andante” (PCG, pág. 626b32-627a3).

------No obstante, las “deformaciones” sufridas por la materia épica en el relato cronístico de los episodios relacionados con la afrenta de Corpes y con las Cortes de Toledo son, a menudo, fruto de una labor creativa que, si bien en ciertos casos puede explicarse como surgida de procesos de racionalización del relato 13, en otros no resulta justificable como mera aplicación de los principios que, según venimos viendo, rigen la reelaboración de las fuentes por la *Estoria caradignense del Cid: No veo razones historiográficas, basadas simplemente en técnicas expositivas al uso o racionalizadoras del texto, para inventar las escenas, protagonizadas por unos desconocidos Pero Sánchez y Martin Ferrández, en que cien caballeros del cortejo de los infantes, al verlos venir sin sus mujeres, se enfrentan con ellos, vuelven al robledo de Corpes y finalmente, deciden presentarse en la corte del rey Alfonso (PCG, págs. 609b31-610b35); o para que un desconocido hermano de Pero Bermúdez (PCG, pág. 613a17-19), el escudero llamado Ordoño, usurpe en parte sus funciones (PCG, pág. 606a12-39), substituya también a Félez Muñoz (PCG, pág. 608a43-b7) y al encontrar a sus agraviadas “primas” en el robledal, en vez de acudir a Diego Téllez, el vasallo de Alvar Fáñez en San Esteban, las oculte en casa de un labrador (PCG, págs. 609a41-b25, 610a42-611b14) y luego se tope casualmente en el camino con su hermano y con Alvar Fáñez que se dirigían a ver al rey para darle noticia de la victoria sobre Búcar sin saber aún nada de la afrenta; y para que, de resultas, Alvar Fáñez en vez de ir prontamente en busca de las ultrajadas hijas del Cid, pase primero por la corte y, en unión de Pero Bermúdez, sea quien pida “derecho” al rey y no Muño Gustioz (PCG, págs. 611b16-613a3); o para transformar las Cortes de Toledo en una tumultuosa asamblea en que se suceden los enfrentamientos, verbales y físicos, entre los del bando de Carrión y los del bando de Vivar, ante un rey impotente, que apenas si se conmueve por la deshonra que supone para él la falta de decoro con que unos y otros proceden (PCG, pág. 615b46-617a14; 619b50-620a18; 621b25-622a6). Todas estas escenas, junto con el enriquecimiento de la nómina de personajes secundarios 14 y la renovación de la toponimia, especialmente la caminera 15, son novedades que, en principio, no disuenan como posibles invenciones de un refundidor juglaresco tardío acostumbrado a las tácticas dilatorias de los refundidores franceses de los temas famosos de la epopeya del país hermano, y que, a primera vista, no se corresponden bien con los propósitos de un cronista cuyo objetivo fundamental, sabemos, es promover el culto a las reliquias cidianas exhibidas en Cardeña elevando al héroe a una categoría de semi-santo.

------1.4. La posibilidad de que la prosa cronística fuera heredera de elementos narrativos procedentes de dos versiones del Mio Cid y no de una única Refundición del Mio Cid en la cual coexistieran grandes bloques de versos en que el viejo poema permanecía inalterado con secciones profundamente renovadas, es, pues, una explicación alternativa que hay que considerar detenidamente antes de descartarla. Esta explicación resulta muy atractiva en vista de un hecho extraño, observado por la crítica (Chalon, 1976, pág. 229) sin intentar hallar para él una justificación: la existencia, en los pasajes cronísticos de la “Interpolación” que son más discordantes respecto al Mio Cid viejo, de múltiples incongruencias respecto a lo que la propia narración cronística cuenta en otras secciones del relato. Helas aquí:
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Según hemos dicho, la lid de Carrión, tal como aparece contada en las crónicas, es reproducción (con las habituales glosas del cronista) de la que conocemos en forma poética. En contradicción con lo que en ese episodio de la lid se cuenta, en las Cortes de Toledo cronísticas es Alvar Fáñez quien recibe del Cid la espada Colada (PCG, pág. 618a46-b3) y no Martin Antolínez, que luego la esgrimirá en la lid (PCG, pág. 626b32-33), y, por indicación del rey, el Cid decide que Pero Bermúdez combatirá con Diego, Martin Antolínez con Suero y Muño Gustioz con Fernando (PCG, pág. 622b37-623a3), aunque luego lo harán en la forma tradicional (PCG, págs. 626a-627a)16. Al mismo tiempo, cuando el escudero hermano de Pero Bermúdez, Ordoño (personaje desconocido del Mio Cid) recuerda en las Cortes a los infantes sus actos de cobardía mientras estaban en Valencia (PCG, pág. 620b48-621a34), trastrueca sus papeles en relación a cómo se nos habían contado anteriormente (PCG, págs. 606a6-39 y 603a36-41-b8-10). Por otra parte, es preciso destacar que los discursos pronunciados en esas Cortes de Toledo no son, como en el poema viejo, parte del procedimiento legal y, por lo tanto, nada tienen que ver con el combate judicial.
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En cuanto a los episodios nuevos relacionados con la afrenta de Corpes, es igualmente notable que, al referir que doña Ximena y Alvar Fáñez aconsejan al Cid no dejar que los infantes lleven sus mujeres a Carrión, se considere a Alvar Fáñez “primo” del Cid (PCG, pág. 607b34) y que, de acuerdo con ello, Alvar Fáñez llame “sobrinas” a doña Elvira y doña Sol cuando las visita estando ocultas en casa de un labrador (PCG, pág. 613a38), aunque anteriormente, cuando las va a buscar a San Pedro de Cardeña (PCG, pág. 594b15) el narrador las consideraba “sus primas” y en la negociación de las bodas, tanto el rey como el Cid le recordaban que eran sus primas hermanas (“Vos sodes primo cormano de las donzellas”; “Tomad vuestras cormanas”, PCG, págs. 601b17-18 y 602a29) 17. En la extensa adición (PCG, págs. 603b10-604b1) en que Suer González entra en consejo con Diego y Fernando, que se sienten humillados por su suegro, y les propone vengarse, una vez que se hayan podido ir de Valencia con sus mujeres, se afirma que recibieron las espadas Colada y Tizón al contraer matrimonio con Elvira y Sol Rodríguez, cuando sólo después en la crónica, de perfecto acuerdo con el Mio Cid viejo (vv. 2426 y 2575), el Cid ganará Tizón de Búcar (PCG, pág. 606b29-31) y subsecuentemente dará las espadas a sus yernos al tiempo en que ellos se despiden de él para regresar a sus heredades de Carrión (PCG, pág. 606a3-12)18.
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La coexistencia en la “Interpolación cidiana” propia de la Versión mixta de segmentos narrativos procedentes de dos redacciones discordantes del relato correspondiente al “Cantar de Corpes” del Mio Cid plantea el problema de si la inhábil combinación de las dos versiones entremezcladas fue obra del redactor de este texto cronístico o la mixtura era ya propia de la *Estoria caradignense del Cid. Se trata de una disyuntiva que creo posible resolver. Por lo pronto, resulta claro, según arriba he puesto de manifiesto, que los pasajes basados en el Mio Cid viejo no los heredó la “Interpolación” de la prosificación alfonsí del poema que fue utilizada por la Versión crítica de la Estoria de España y, por tanto, que la mixtura no se explica mediante la hipótesis de una compilación de un texto primitivo de la Estoria de España, que contuviera la prosificación alfonsí del Mio Cid viejo, y de un texto de la *Estoria caradignense del Cid, que estuviera basado únicamente en la *Refundición del Mio Cid. De otra parte, hay que observar que un rasgo estilístico muy llamativo que comparte la exposición legendaria de las postrimerías del Cid (la llamada “Leyenda de Cardeña”) con los capítulos previos de la “Interpolación”, el abuso, a que arriba aludí, de la interrogación retórica “¿quién vos podrié contar (dezir)...?”, se da en los pasajes que siguen de cerca al Mio Cid viejo (tanto en el “Cantar de las bodas”, PCG, págs. 595b25-26, b40, 602b15, b28, como en el “Cantar de Corpes”, PCG, págs. 625a47-48, 627b12, b31-32) y asimismo en los pasajes o episodios discordantes con el poema conservado y contradictorios en pormenores múltiples con lo afirmado en los que se atienen al viejo Mio Cid (PCG, págs. 606a43, 611b37-38, 613a35, 614b22-23, b30-31, 619a45-46, 624a29-30, b9); si a este rasgo formal añadimos que tanto en los pasajes fieles al Mio Cid poético, como en los más discordantes reaparecen motivos típicos de la “Leyenda de Cardeña” (que arriba destacamos), creo posible afirmar que el relato de la “Interpolación” con todas sus características, incluidas las contradicciones señaladas, procede de la *Estoria caradignense del Cid y nada importante debe a los cronistas de la Estoria de España en sus varias etapas evolutivas.
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La conclusión de que la “Interpolación cidiana” de la Versión mixta es un texto que reproduce la narración de la *Estoria caradignense del Cid es, en sí, un dato importante; pero no resuelve, claro está, la cuestión de cómo se inventaron los pasajes herederos de la materia narrativa correspondiente al “Cantar de Corpes” contradictorios, a las veces, y discordantes, en general, con el viejo Mio Cid. Un examen estilístico de ellos, en comparación con los trechos de la *Estoria caradignense evidentemente basados en los versos del poema conservado, nos los emparenta más directamente con las reelaboraciones prosísticas arriba estudiadas en que el monje historiador glosa con libertad la materia épica, que con los pasajes en que la construcción narrativa consiste en una prosificación verso a verso del texto poético (por ejemplo, PCG, págs. 593b25-594a29, 595a30-b22, 598a13-36, 599b5-600a29, 600b13-601b35 y 625a22-627b4). Se trata de pasajes desarrollados “novelescamente”. Cabe, pues, creerlos invención libre, propios de un tipo de novela épica similar al de los romans en prosa de temática carolingia que competían en Francia con los poemas descomunalmente extensos de los refundidores tardíos 19. Ahora bien, esta hipótesis deja sin explicar por qué el monje inventor de tales episodios incurrió en el curso de la exposición de esas adiciones en tantas contradicciones respecto al relato básico que antes y después venía construyendo apoyado en los versos del viejo Mio Cid. Parece necesario suponer que, si cayó en ellas, es porque combinó, un tanto descuidadamente, dos fuentes, dos relatos.
------Y esta hipótesis vuelve a dejar abierta la posibilidad de que haya invenciones, respecto a la vieja “fábula” del Mio Cid, heredadas de refundiciones del tema previas a la reelaboración novelesca del monje caradignense.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS CAPÍTULO III

1 En vista de que en la materia cidiana anterior las varias ramas textuales de la Estoria de España son herederas de la compilación alfonsí y no acuden a la fuente monástica que hará su aparición en la “Interpolación”.

2 A pesar de algunas confusiones a que fue arrastrado por el modo en que conoció la elegía cronística en árabe, ya Dozy (1881, II, pág. LXIV) sentenció decididamente que “el texto... no puede ser del s. XI. Abunda en barbarismos y solecismos... Por otra parte, no son versos; no se descubren allí rimas... Creo, pues, que esta pieza no es sino una traducción del texto español” (fr.); su juicio fue refrendado por Ribera, en comunicación a Menéndez Pidal (1904): “Primeramente, el texto árabe que da la crónica no está en verso; carece por completo de medida y de rima. Pero, además, es un árabe tan bárbaro, que no sólo es impropio de un literato distinguido... sino impropio del moro más vulgar. El hermoso castellano de la elegía, desembarazado de sintaxis semítica, está calcado en el texto árabe de la Crónica; debajo de cada palabra castellana se fue poniendo otra árabe... Un cristiano que chapurreaba el algarabía, sabiendo pala bras sueltas y algún giro fácil, se lanzó a esa retraducción” (juicio que Ribera repitió en 1928, II, págs. 275-291). Ante el testimonio de los arabistas, Menéndez Pidal se asombraba (1904) de que los redactores de la crónica no hubieran tenido presente el texto árabe recogido por Ibn ﺀAlqama y recurrieran a una “mala reconstrucción árabe de la elegía”. Posteriormente Nykl (1940) intentó en vano defender una semi-autenticidad de la versión árabe; y, recientemente, Corriente (1987) se ha esforzado por ajustar el texto de la crónica a su reconstrucción del árabe andalusí vulgar, pero sin llegar a negar el hecho evidente de que se trata de una “re-traducción servil” del texto castellano. Nuestro mejor conocimiento de la estructura de la llamada “Primera crónica general” facilita la explicación de por qué el forjador caradignense del texto árabe desconocía la elegía de al-Waqqašī original y tuvo como punto de partida la traducción castellana.

3 Menéndez Pidal, que creía en la unidad de factura del segundo volumen de la “Primera crónica general” y fechaba en 1289 toda la parte referente al Cid, extendía la denominación de Refundición del Mio Cid al conjunto de los pasajes del poema reflejados en ella; pero recuérdese que, según hemos visto, el recurso al Mio Cid refundido no se da en el “Cantar del Destierro”, pues en la sección correspondiente la crónica es aún alfonsí y el resumen del poema que en ella se incluye está basado en el viejo Mio Cid.

4 Recuérdese que en la ed. Menéndez Pidal de la Primera crónica se produce un error de numeración de los capítulos (en el “texto”, no en las “fuentes”). Para mayor claridad doy las dos numeraciones.

5 Menéndez Pidal (1913, págs. 30 y 72, 1951c, págs. 19-21 y 1963a, págs. 162, 168 y 220) defendió siempre que la promesa de Alvar Fáñez presuponía que el pago iba a realizarse y ello era suficiente. Es posible que el pago de la deuda responda mejor que un posible impago a la ética del Cid poético (recuérdense los vv. 94-95); pero la comicidad del pasaje (comentada por De Chasca, 1967, pág. 135 y Martin, 1983, pág. 188) es indudable, tanto desde la perspectiva de Alvar Fáñez como desde la del narrador y su auditorio (como destacan Spitzer, 1948, págs. 66-68; Guglielmi, 1963-65, págs. 46-51; Smith, 1965, págs. 525-530; Salvador Miguel, 1977, págs. 217-223 y Montaner, 1993, págs. 547-548, quien recoge múltiples otras matizaciones de la crítica). El historiador, en contraste con la posición populista del primitivo juglar, creyó preciso hacer constar el pago a los usureros, pues los averes de los “judíos del rey” eran fundamentales para el sostenimiento de la economía, tanto del rey, como de los magnates, como de la alta Iglesia (recuérdense los forcejeos, ampliamente recogidos en las Cortes medievales de que se conservan actas, que, en diferentes ocasiones, realizan los representantes de las villas y ciudades de Castilla y León para obtener el perdón legal de las deudas contraídas con prestamistas judíos). La afirmación por parte de Rochwert-Zuili (1998, pág. 270) de que si el pasaje falta en la Versión crítica es por “supresión” carece de cualquier apoyatura en la crítica textual o en la “mentalidad” del historiador alfonsí; la fidelidad del redactor al Mio Cid que resume es razón suficiente para su ausencia.

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Así, cuando el Cid recibe noticia de la llegada de Yunes (Yuçef), se supone que hace preparativos de defensa (PCG, pag. 596a25-32). Más adelante (PCG, págs. 597a40-b3, b19-44, 598a2-11), la táctica empleada contra el ejército marroquí, esbozada en Mio Cid, vv. 1693-1698 y 1717-1720, se glosa mediante una detallada exposición (para la que no tuvo que recurrir a Ibn Alqama, según creía Menéndez Pidal, 1955d, pág. CLXXXVIII).

7 PCG, págs. 596b31 y b38; 597a29 y b35; 600b15 y b20-21; 604b7 y b9; 605b16-28; 606b48; 608a9-12; 614b22; 615a38; 621b27, b39; 622a16; 623b21-22; 625a16 y a26-27; 626a23 y a31.

8 Menciona la “Villa Nueva” (concretando, PCG, pág. 592b15, el nombre de la “huerta” de que el Mio Cid, v. 1226, hablaba), la parroquia de San Pedro (593a16, mención que la Crónica de Castilla complementa aquí con la de Santa María de las Virtudes), el valle llamado de la Albuhera (597a48), la Puerta de la Culuebra (597b19-20), el arrabal de la Alcudia (601b36); el campo de Quarto “que es a una legua de Valencia” (604b6-7); la iglesia de Santa María de las Virtudes (618b32-33).

9 Las principales consisten en descripciones de cómo se recibe o despide a un personaje o a su mensajero, saliendo a su encuentro o acompañándole determinadas leguas (PCG, págs. 598b25-29, b34-35, 601b49-50), apeándose de la cabalgadura o poniéndose en pie o escoltándole (598b41-42, 600b20-21, 602a13-14, a19), o cómo se le aloja o se le atiende en la comida (599a43-46, 601a2-7, a13-15) o se le sienta (602a21-24, a45-b5) o se le homenajea de palabra (594a16-21, 596a2-6, 601a24-33). Rochwert-Zuili (1998, págs. 284-289) ha destacado recientemente algunos de estos “comportements exemplaires au sein du royaume” como típicos del discurso historiográfico.

10 PCG, págs. 595b42-43 y 602b18-19.

11 Así lo reconoce también Rochwert-Zuili (1998, pág. 279).

12 Los ejemplos citados por Rochwert-Zuili (1998, págs. 270-277) para mostrar que la Versión amplificada y la Crónica de Castilla conservan, a menudo, detalles del Mio Cid que no constan en la Versión crítica tienen esta y no otra explicación.

13 La primera escena, sin base en el Mio Cid (interpolada entre los versos 2306 y 2313), desarrolla la idea que expresan sumariamente los vv. 2309-2310 (“Mucho’s tovieron por enbaídos ifantes de Carrión / fiera cosa les pesa desto que les cuntió”): los infantes, hallándose solos, dan muestras de su despecho; su suegro les reconviene; estando llorosos, su “tío” y “amo” el “conde” Suer González les da el consejo de disimular hasta poder salir de Valencia con sus mujeres y vengar en ellas la afrenta del león. Es muy posible que esta participación de Suer González en la traición y la reclasificación que sufre su relación con los infantes (de ser su hermano, se convierte en tío) sean debidas a la incomprensión de la solidaridad familiar, propia del derecho germánico, que obligaba al mayor de los hijos de Gonzalo Ansúrez a participar en el combate judicial de Carrión y a compartir su sentencia, quedando por alevoso, aunque no hubiera tenido parte en la afrenta de Corpes. El pasaje, reforzado por otras adiciones (PCG, págs. 604b11, 607a9-14, a36-45, 622a29, b22, 626a39-40), podría ser, por lo tanto, un arreglo cronístico.

14 Que si bien es propia de genealogistas como don Pedro de Barcelos, también es característica de poemas de la “decadencia” épica, como el Rodrigo.

15 De que tanto gustan los juglares, lo mismo en la época más antigua (Mio Cid) que en la de los refundidores posteriores (Refundición de Infantes de Salas, Rodrigo).

16 Esto es, Pero Bermúdez con Fernando, Martin Antolínez con Diego y Muño Gustiós con Suero.

17 La “Interpolación” de la Versión mixta conserva el parentesco original, tanto en la prosificación de los vv. 2132-2136 del Mio Cid: “Et el rey llamó estonces a Alvar Fáñez Minaya et dixol: Vos sodes primo cormano de las donzellas, et mándovos, que quando fuerdes a Valençia et vos las el Çid metiere en mano, que vos que las dedes por mí a los infantes de Carrión por mugieres” (PCG, pág, 601b16-21), como en la de los vv. 2216-2235: “Et desí el Çid levantósse en pie et llamó a Alvar Fáñez Minaya et dixol: Alvar Fáñez, bien sabedes vos lo que vos mandó mio señor el rey don Alfonso. Agora tomad vuestras cormanas, et vos las dat a los infantes de Carrión...” (PCG, pág. 602a25-30). En cambio, cuando el Cid relata a doña Ximena la entrevista con sus yernos, que desean visitar Carrión, aparece ya el nuevo parentesco: “et fabló con ella ante Alvar Fannez su primo” (PCG, pág. 607b34), y de nuevo cuando don Álvaro llega en busca de las hijas del Cid a San Esteban: “Et a cabo de pieça dixo Alvar Fáñez: Par Dios, sobrinas, sabe Dios del çielo la verdat et vuestro padre allá do es et vuestra madre con quien lo fablé, que mucho reçelé yo...” (PCG, pág. 613a37-40). No es admisible el intento de Montaner (1993, pág. 381) de reducir la contradicción suponiendo que “primas” es un término “ambiguo” que puede ser equivalente a “sobrinas”; la disyuntiva en el empleo de uno y otro vocablo responde a la existencia en los textos de dos genealogías distintas, según resulta claro del estudio del conjunto del ciclo cidiano. Martin (1992, págs. 451-452), que reconoce el cambio de parentesco y lo valora debidamente, olvida la evidencia de que la “Interpolación”, en la Versión mixta, es anterior a la Crónica de Castilla (que se basa en una redacción de esa “Interpolación” hermana de la del ms. F por nosotros conocido) y no tiene en cuenta que el nuevo parentesco es dato compartido por las Mocedades de Rodrigo (y por el Rodrigo) con una gesta de Mio Cid refundida, o unas Particiones continuadas con el Destierro del Cid de que se nos conserva un fragmento en verso donde se consigna que Alvar Fáñez es “primo cormano” del Cid (véase adelante § g).

18 Otra confusión en las escenas relacionadas con la afrenta de Corpes consiste en anticipar que las hijas del Cid afrentadas tendrán nuevos maridos honrados, uno infante de Aragón y otro de Navarra (PCG, pág. 611b3-5), trocando los papeles de uno y otro. No incluyo entre las contradicciones internas el que en la lid de Carrión se reconozca que Gonzalo Ansúrez es el padre de Suer o Asur González (PCG, pág. 627a24-25; cfr. Mio Cid, vv. 3690-3691) cuando se ha considerado a este personaje “tio” y no “hermano” de Diego y Fernando, pues, al hablar del padre de los infantes, se le llama “el conde don Gonçalo”, sin patronímico (PCG, págs. 601a6-7, 604b35-36), o se le dan otros patronímicos (en PCG, pág. 620b78 se le llama “Gonçalo Gómez” y en la pág. 625a47-b5 “Gonçalo Gonçález”), de modo que pudiera haberse desdoblado el personaje.

19 La tesis básica del reciente estudio de Rochwert-Zuili (1998) sobre el Mio Cid en las crónicas es la defensa del origen estrictamente historiográfico, sin base en una supuesta *Refundición del Mio Cid, de todas las novedades de la “Interpolación cidiana”, novedades que, por otra parte, considera nacidas en la Crónica de Castilla, a la cual habría recurrido la que aquí llamamos Versión mixta de la Crónica general (véase adelante, § 2a y n. 24). Aparte de las invenciones expositivas, de carácter racionalizador o moralizante, atribuye asimismo al cronista refundidor las innovaciones en los personajes de la historia, en los datos geográficos, en los episodios de que el relato consta, en el sentido todo de la fábula (la cual nada tiene que ver ya con la del Mio Cid), a las cuales denomina “modificaciones semánticas”, y cuyo carácter “socio-político” examina con detenimiento (págs. 290-346). El empeño de colocar en el punto de arranque de estas novedades a la Crónica de Castilla (cuya dependencia respecto a un texto próximo al de la Versión mixta es evidente si se aplican los fundamentos de la crítica textual) no me permite asentir a sus conclusiones acerca de la “contextualización histórica” (págs. 347-362), aunque comparta con la autora de esta sustanciosa tesis un importante conjunto de criterios metodológicos y bastantes de sus apreciaciones.

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO

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La garduña ilustrada
Imagen de portada:
Crónica de 1344, Lisboa

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