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Obras de Diego Catalán

I. LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.



9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

a. Tradición manuscrita y tradición oral de los cantares de gesta.

------9.1. La pérdida de códices y pergaminos escritos en la Edad Media es, en todas partes,  un hecho con el que es preciso contar. En el reino de Castilla la destrucción de documentación pretérita ha sido, desde fecha muy temprana, mayor que en otros reinos del Occidente cristiano; baste recordar que ni siquiera alcanzaron el tiempo de los Reyes Católicos los fondos documentales de la Cancillería del reino. No es, pues, exagerado afirmar que una inmensa mayoría de los códices literarios de contenido no doctrinal que algún día llegaran a escribirse hubo de perderse, ya que, al quedar obsoletas las obras en ellos contenidas, sólo razones muy puntuales podían obrar en favor de su conservación en un archivo. En consecuencia, la inexistencia en España de manuscritos poéticos de cantares de gestas con anterioridad al s. XIV no es dato suficiente para afirmar que los poemas cantados nunca se escribían.
------Una vez hechos estos considerandos, es preciso que señalemos como dato objetivo que, si nos atenemos a la documentación con que contamos respecto a la transcripción de esos cantares de gesta cuya existencia en el s. XIII hemos puesto de manifiesto, las únicas copias que podemos aducir como prueba de que los cantares de los juglares se pusieron por escrito pertenecen al siglo siguiente: tanto el manuscrito poético del Mio Cid llegado hasta nosotros, que el concejo de Vivar se preocupó de conservar en honor de su famoso lugareño, como los escasos restos del manuscrito poético del Roncesvalles, salvados inintencionalmente por un archivero que se fabricó una bolsa cosiendo juntas dos de sus hojas de pergamino 87 son ya del s. XIV: el texto del Roncesvalles fue probablemente escrito dentro de los primeros veinte años de ese siglo, y el del Mio Cid en fecha posiblemente incluso posterior, aunque aún dentro de su primera mitad 88. Ambos nos testimonian que los viejos “cantares” narrativos circulaban por entonces como literatura escrita. Según más adelante veremos al estudiar el Mio Cid en particular, esos manuscritos del s. XIV no eran ya transcripciones originales de textos orales, sino copias de manuscritos anteriores. La tradición manuscrita del Mio Cid es muy probable que remonte a un antígrafo de 1207.
------La existencia, en ciertas obras pertenecientes al género de los “cantares de gesta”, de una tradición manuscrita plurisecular nos obliga a considerar la posibilidad de que los historiadores del s. XIII tuvieran presentes, a través de copias de copias, “cantares” juglarescos no contemporáreos sino compuestos en siglos anteriores. En efecto, tal ocurre con el Mio Cid utilizado por los equipos de historiadores alfonsíes, que remonta a la redacción datable c. 1144. Por otra parte, las insistentes citas, por esos mismos historiadores, del testimonio de los “juglares” en sus “cantares”, contraponiéndolo a lo escrito por los hombres sabios (de que arriba di sobradas muestras), es evidencia insoslayable de que en el s. XIII el género continuaba teniendo una difusión preferentemente oral, con apoyatura musical, en actos de representación juglaresca ante colectividades.
------Esta doble vía de trasmisión de las gestas que para el s. XIII suponemos, la oral y la escrita, condicionó, sin duda, la existencia de tipos diversos de variantes. En la trasmisión de copia en copia de los poemas, debieron predominar no los actos de refundición (como en el género cronístico) sino los de mera variación textual de carácter secundario. Es lo que, a mi parecer, ocurre en el caso de los dos textos del Mio Cid viejo de que tenemos noticia, el del manuscrito poético de Vivar y el perteneciente al siglo anterior, que conoció Alfonso X. En cambio, en su trasmisión de juglar a juglar, sin apoyatura de la letra escrita, la variabilidad debió de alcanzar a aspectos estructurales del relato. Es lo que nos revela la coexistencia del “Cantar del cerco de Zamora” y del “Cantar del reto de Zamora” resumidos por Alfonso X, c. 1270 y en 1282-84, y del “Cantar del cerco de Zamora” y del “Cantar del reto de Zamora” resumidos por fray Juan Gil de Zamora, entre 1278 y 1282, que, indudablemente, no son reductibles a un mismo texto oral (o, menos aún, escrito). También nos informa la historiografía latina y romance del s. XIII y la “Introducción” del poema de clerecía de Fernan González de la presencia en ese siglo de más de un relato épico sobre Bernardo del Carpio.

b. Amplitud y continuidad de una
tradición hispana de poesía épica
.

------9.2. El examen conjunto del Mio Cid conservado en el manuscrito de Vivar y de los otros cantares de gesta de tema español cuya fábula sólo pudo inventarse en España y con destino a un auditorio español nos muestra claramente la existencia de una tradición local de poesía épica geográficamente relacionada con Navarra, Castilla, la Extremadura del Duero y Tierra de Campos y con los conflictos de carácter político e institucional que se dan en ese ámbito geográfico. Los límites temporales de la memoria histórica de estos cantares de gesta de tema español incluyen el s. X y el s. XI. Aunque la lista de temas que nos muestran haber conocido los historiadores del s. XIII no es muy numerosa, es (eso sí) suficiente para poder afirmar que la creación por la escuela juglaresca española de cantares de gesta de propia invención referentes a personajes y conflictos de interés hispano fue una actividad continuada y no meramente ocasional o esporádica. Una extensión tardía al ámbito cultural portugués de la práctica de componer cantares de gesta sobre temática nacional similares a los del centro de la Península es posible, pero dudosa.

 

c. El testimonio del “Mio Cid” de Vivar y del
“Roncesvalles” de Pamplona en su contexto
.

------9.3. Reservo para unos capítulos aparte tanto el estudio del Mio Cid y del desarrollo de un ciclo épico cidiano, como el del breve fragmento llegado hasta nosotros del Roncesvalles.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS

87 Véase adelante, respectivamente, cap. V, § 1 y n. 7 y cap. VII, § 1.

88 Remito a lo tratado en el cap. VII, § 1 y en el cap. V, n. 3.

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO

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8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.

8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.

8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.

------Los datos pertinentes a la historia de la poesía épica medieval que hemos venido espigando en un heteróclito conjunto de obras del s. XIII carecen, sin duda, de la claridad y amplitud informativa de las prosificaciones y demorados resúmenes de cantares de gesta incluidos en la Estoria de España alfonsí; pero nos han ayudado a ampliar y precisar en múltiples aspectos el panorama descubierto.

a. Cantares de gesta de temática francesa.

------8.1. En lo tocante a las tradiciones épicas de raigambre transpirenaica, resulta confirmada la singularidad de las manifestaciones “hispanas” de los temas carolingios de Roncesvalles y de Mainete.
------La información asequible sobre las manifestaciones hispanas del tema de Roncesvalles, aun siendo tan limitada como es, nos ha permitido descubrir una continuidad de ciertas peculiaridades muy notables (extraña lista de pares, alferezadgo de Terrín d’Ardeña) en las referencias hechas por el monje arlantino autor del Fernan González, c. 1260, por Alfonso X en su Versión crítica de la Estoria de España, de 1282/1284, por Rodrigo Yáñez en su Poema de Alfonso XI, de 1348 y, según luego veremos, por Lope García de Salazar, en su Bienandanzas y fortunas, de 1471, peculiaridades que revelan el arraigo en la Península de formas heterodoxas de la tradición épica transpirenaica. Pero, junto a estos testimonios de la permanencia de unos contenidos propios, hay también que notar la existencia de ciertas divergencias entre unos textos hispanos y otros, que nos aseguran que la variabilidad era una propiedad de la tradición juglaresca incluso en los temas importados de la prestigiosa epopeya de los francos. Combinados los diversos recuerdos sobre el tema de Roncesvalles, hemos de concluir que o bien habían penetrado en la Península versiones varias, divergentes, del Roland, o bien el poema difundido al Sur de los Pirineos combinaba motivos surgidos en la refundición rimada del Roland de la segunda mitad del s. XII con peculiaridades temáticas enraizadas desde antiguo en la tradición épica al Sur del Loire y discordantes tanto del relato del Roland rimado, como del Roland asonantado (peculiaridades que permanecerán durante siglos en la tradición española del tema).
------El breve fragmento del Roncesvalles en lengua castellana llegado hasta nosotros, del que luego trataré más detenidamente, no es testimonio de una excepcional importación a la Península de la poesía épica nacida al Norte de los Pirineos. La existencia de esta gesta castellana no se debe, tan sólo, al éxito sin igual del Roland en la Europa medieval, ya que tenemos datos indirectos bastantes para poder afirmar la presencia y adaptación por los juglares castellanos, navarros y, sin duda, aragoneses, de otros temas carolingios.
------Por su parte, los condados catalanes formaron, desde antiguo, un continuo cultural con Provenza y el Norte de Italia, por lo que no es de extrañar que la difusión de la épica de tema francés encontrara en ellos terreno abonado para la implantación.
------Si, respecto a Roncesvalles, la tradición hispánica puede deber algunas de sus más llamativas peculiaridades a la creación en el Sur de Francia, España y Norte de Italia de un amplio espacio cultural en que fructificaron modalidades de la épica carolingia discordantes de las predominantes en el Norte de Francia, en otros temas carolingios la singularidad del testimonio hispano puede ser más bien debida a la perduración en la España del s. XIII de estructuras narrativamente más antiguas que las triunfantes en el centro del área cultural franco-germana, según suele ocurrir en las áreas “laterales”. Éste parece ser el caso del Mainete (tal como lo conocieron el arzobispo don Rodrigo y Alfonso X y tal como lo resume, según adelante veremos, el juglar del Roncesvalles). Ese Mainete conocido en los reinos de Castilla y de Navarra, por lo pronto, era una gesta totalmente independiente de la leyenda histórica de “Raginfredus” y “Chilpericus” (estudiada por Gaston Paris, 1865, reed. 1905, págs. 438-442, y por Joseph Bédier, 1912-1913, III, págs. 1-38), surgida en el Norte de Francia, lindando con tierras germánicas, y no había sido armonizado con ingredientes de la leyenda de Berte, influida, a su vez, por esta leyenda histórica.
------Por otra parte, creo que no podemos descontar en el panorama épico franco-español el elemento de creatividad local: es muy posible que en los orígenes de la expansión por la Península de la gesta de Bernard de Sobrarb y Ribagorza se halle un poema gascón de creación pirenaica; la participación de la juglaría hispana en el cultivo de una épica de tradición francesa; pero especialmente interesada en el ámbito geográfico peninsular se manifiesta asimismo en la pujanza alcanzada por este tema de Bernardo (personaje impuesto por la épica a la historiografía, pero ulteriormente perfilado por ésta) y también en la aparición de una narración muy literaria de la histórica Peregrinación del rey Luis a Santiago, que parece heredar materia épica.

b. Cantares de gesta de temática hispana.

------8.2. Respecto a la épica de tema autóctono, debemos a las fuentes complementarias el conocimiento de la trama de dos gestas importantes: la Libertad de Castilla por el conde Fernan González (que quizá comenzaba con un “prólogo épico” constituido por la leyenda de “Los jueces o alcaldes de Castilla”) y La muerte del infante García y los hijos de Sancho el Mayor.
------Otro hecho muy sobresaliente que estas obras nos permiten estudiar con detenimiento es la existencia en el reino de Castilla y León en unas mismas fechas de dos versiones de una misma gesta (Las particiones del rey don Fernando) con episodios en común y con episodios divergentes. La coexistencia de varias refundiciones épicas de un poema es, sin duda, un hecho literario más novedoso para la crítica histórica que la sucesión de refundiciones amparada en la diacronía de los modelos.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO

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7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL.

7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL.

7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL.

a. El Poema de la Fundación de San Pedro de Arlanza.

------7.1. El monje del monasterio castellano de San Pedro de Arlanza, que, a fin de poner de manifiesto la estrecha vinculación del primer conde autónomo de Castilla al cenobio arlantino, escribe, c. 1250-1260 70, en cuaderna vía, una vida del conde Fernan González, tiene como modelos básicos para su creación el Libro de Alexandre y las vidas de santos. Desde luego, no pretende componer un relato en el género de los cantares de gesta: Su obra es un libro o historia que en nada se atiene, en cuanto a estructura, a las dramáticas narraciones cantadas por los juglares. No tiene, por lo tanto, cabida en una historia del género épico medieval. Pero, al igual que otras obras históricas (crónicas, libros de linajes, genealogías, anales), nos puede ser de utilidad para conocer algunos detalles acerca de los cantares de gesta que existían en el s. XIII y que el monje-poeta alcanzó a conocer.

b. El Roncesvalles del monje poeta de Arlanza.

------7.2. En una arenga del conde se cita a Carlos y a los doce caudillos francos que alcanzaron fama perdurable por sus “buenos fechos” (estr. 352, eds. Marden y Zamora Vicente; 358, ed. Menéndez Pidal):

Carlos, Valdovinos, Rroldán e don Ojero,
Terr´yn e Gualdabuey e Vernalde e Olivero,
Torp´yn e don Rri[n]aldos e el gascón Angelero,
Estol e Salamón (e) el otro su conpañero,
estos e otrros muchos que vos he nonbrado[s],
sy tan buenos non fueran, oy seryén olvidados...

y en otra estrofa (ed. Marden, estr. 512; ed. Menéndez Pidal, estr. 518) se compara al alférez Orbita, portador de la seña del conde, con el que se supone máximamente famoso entre los alféreces de todos los tiempos:

“nunca mejor la tovo el buen Terr´yn d’Ardenna”.

------Esa nómina de los doce pares y la consideración de que el alférez imperial es Thierry d’Ardenne revelan el conocimiento de una tradición ajena al Roland, tanto en su versión asonantada, como en sus versiones rimadas. Se ha pretendido (Horrent, 1951a, págs. 459-460) 71 explicar la nómina de pares como entresacada arbitrariamente de entre la extensa lista de principales guerreros de Carlomagno que incluye el Pseudo-Turpín, suponiéndola tomada a través de algún texto intermediario que tuviera presente la famosa institución de los doce pares (de la cual la lista turpiniana no se preocupa); pero el recurso a esa arbitraria selección entre los treinta y cuatro nombres citados indiscriminadamente por el Pseudo-Turpín me parece un expediente que sólo se fundamenta en la resistencia a admitir que en tierras meridionales se desarrollaron, desde una época bastante temprana, tradiciones épicas divergentes de las conservadas en los manuscritos del Roland llegados hasta nosotros, tradiciones que, de forma insistente y variada, se manifiestan a lo largo de varios siglos.
------En efecto, la consideración de Thierry d’Ardenne como alférez imperial reaparece en el Poema de Alfonso XI (1348) de Rodrigo Yáñez 72, obra en que se incluyen dos comparaciones entre el valor de que dan muestra el Arzobispo de Toledo don Gil de Albornoz y el alférez de Alfonso XI en la batalla del Salado y el paradigmático valor en la batalla de Roncesvalles de sus homólogos que les permitió ganar fama duradera:

[Non] fue mejor cavallero
el arçobispo d[on] Torpín,
nin el cortés Olivero
nin e[l] Roldán palaçín.
(estr. 1742)

El su cuerpo bien guardado
de las sus armas guarnido,
el pendón muy preçïado
por la sierra bien tendido;
el alférez sin pavor,
coraçón commo de peña,
nunca lo tovo mejor
aquel buen Terrín d’Ardeña,
que fue otra vegada alférez
de Carlos enperador
e vixnieto del rrey Fieles
del reyno de Anglia señor.
(estrs. 1714-1716)

y el mismo dato vuelve a aparecer en el siglo siguiente, cuando Lope García de Salazar (poco después de 1471), al nombrar a los pares muertos en Roncesvalles, explica:

“...e el Terrín de Ardena, que tra´ya la vandera de los pares”.

------El origen de esta distinción otorgada a Thierry entre los doce pares pudiera hallarse en el Mainet, ya que en esa gesta un joven Thierry es personaje antiguo y, según la refundición de Girard d’Amiens, en el libro I de su Charlemagne, cuando Mainete acude al combate con Braimant actúa como su portaestandarte (f. 31r-v del ms. 778 de la Bibl. Nationale, Paris, olim 7188); por más que, en opinión de Jacques Horrent (1979, pág. 54), “este Thierry no parece haber tenido posteridad épica; es imposible relacionarlo con el héroe de Roland”, parece evidente que, en la tradición hispana, por influjo del Mainete, ese alférez Thierry del joven Carlos debió de identificarse en un solo personaje con el que actuaba en Roncesvalles.
------La continuidad plurisecular de una tradición hispana, que observamos respecto al alferezadgo de Thierry d’Ardenne, se extiende, paralelamente, a la extraña nómina de pares, pues los nueve nombres de origen épico que, según arriba ya vimos, consignaban los manuscritos derivados de la Versión crítica (1282-1284) y los otros nueve que cita Lope García de Salazar (c. 1471), según más adelante detallaremos, aparecen todos ellos reunidos en la lista de los doce que incluye, completa, la arenga de Fernan González (c. 1260) 73. La coincidencia nos parece muy significativa, toda vez que la nómina es muy discordante respecto a la que figura en el Roland asonantado (ms. de Oxford) y en la refundición rimada de la segunda mitad del s. XII e incluye nombres, como los de Renaud de Montauban, Bérart? (Vernalde) y Gondelbuef, cuya presencia entre los doce pares resulta notable en una obra del s. XIII 74.
------La cita de los pares incluida en la arenga de Fernan González y la alusión a Terrín de Ardeña como alférez no son las únicas referencias del poema arlantino a la materia épica en torno a Roncesvalles. El monje-poeta prologó la biografía del héroe castellano con un rápido resumen de la historia de España, para el cual tomó como guía el esbozo trazado por el autor del Libro de las generaciones (Liber regum) entre 1196 y 1209 (Cintra, 1952), obra en que se aceptaba un origen castellano, desconectado de la monarquía neo-gótica ovetense, para el reino de España; pero, de cuando en cuando, abandonó esa fuente estructural para dar cabida a algunos episodios legendarios, que desarrolló más o menos demoradamente (Cintra, 1952). Entre ellos destaca el relato de la victoria española sobre Carlomagno, relato que le dará ocasión para detenerse en el topos de la excelencia de España 75 y, a partir de él, comentar la superioridad, dentro de España, de Castilla, en general, y de Castilla la Vieja, en particular.
Según la versión poetizada por el monje arlantino, la derrota de Carlos fue parte de los siguientes hechos:

------El rey Carlos se propone ganar España, lo cual notifica al rey Alfonso; pero el rey Alfonso rechaza el pagar tributo e ironiza sobre el propósito de los franceses de ganar España en cinco años. Carlos reúne su ejército y trata de conquistar España llegando con su ejército al “puerto de mar” de Fuenterrabía; pero Vernaldo del Carpio, con gentes del rey Alfonso se lo impide, haciendo gran mortandad en los franceses (“mato (a)y de frrançeses rreyes e potestades / commo diz(e) la escrytura syete fueron (que) sepades”), quienes se ven forzados a tornar “al puerto de Marsilla”. En un segundo intento, se dirigen al puerto de Gitarea y cruzan a España por los puertos de Aspa. Vernaldo, con un ejército de españoles (que “sy sobre moros fuese era buena provada”), se dirige a tierras del Ebro, a Zaragoza, donde se pone al servicio del rey Marsil. Al mando de la delantera, con los “pueblos castellanos”, vence de nuevo a “los doze pares, essos pueblos loçanos”, para gloria de España, en general, de Castilla, en particular, y, especialmente, de Castilla la Vieja, “çimiento” de España.

------El relato tiene similitudes con la versión de las leyendas de Roncesvalles y de Bernardo del Carpio de Lucas de Túy y, aunque el Tudense no sea la fuente estructural del esbozo de historia de España del monje arlantino, como habían creído Menéndez Pidal (1899) y Marden (1904), parece seguro que conoció y utilizó circunstancialmente el Chronicon mundi (Cintra, 1952); en consecuencia, algunas de esas similitudes pudieran ser debidas a influjo directo de Lucas; pero las peripecias narradas por el poeta clérigo de Arlanza no se explican fácilmente como fabulaciones inspiradas únicamente en la lectura del Chronicon mundi (Cintra, 1952, pág. 309)76. Quizá la repetición, que en el poema se produce, del intento francés de invadir España, frustrado en ambos casos por Bernaldo, tenga una relación indirecta con la extraña duplicación de la hazaña de Bernardo al rechazar a dos reyes Carlos de Francia, que encontrábamos en el historiador leonés y que atribuimos a un arreglo “erudito”. Si los dos episodios bélicos formaban parte de un mismo relato tradicional, don Lucas pudo haber optado por separalos en el tiempo atribuyéndolos a dos reinados distintos. La referencia en el poema de clerecía no sólo a las dos “puertas” tradicionales de ingreso en España desde Francia (las de Cisarea > “Gitarea” y “Aspa”), en el Pirineo, sino a la marítima de Fuenterrabia, refleja una adaptación de la leyenda a las nuevas rutas de peregrinación surgidas en la primera mitad del s. XIII. Tras la incorporación de Álava y Guipúzcoa a Castilla (1200), Alfonso VIII había dado un fuero (1203) a Fuenterrabía; pero será Alfonso X quien desarrolle la vida urbana a lo largo de la ruta que desde Fuenterrabía conduce a Burgos, con la fundación, en 1256, de las villas de Segura, Salvatierra y Tolosa y, en 1268, de la de Villafranca de Guipúzcoa. Sin duda, esas fundaciones responden a que los peregrinos de la Via aquitana venían en los últimos tiempos dando preferencia a la ruta Burdeos-Bayona-Burgos para entrar en Castilla 77. Sea como fuere, el testimonio del poema de Fernan González tiene el interés de mostrarnos que la participación de Bernardo del Carpio, en días de Alfonso II el Casto, en la famosa derrota del ejército de Carlomagno por los moros de Marsil pudiera no ser una invención historiográfica del diácono leonés hecha famosa por obra del arzobispo don Rodrigo, sino un intento de relacionar los dos temas épicos anterior al Chronicon mundi que había ya generado un relato difundido con variantes de importancia durante el segundo tercio del s. XIII.

c. Leyendas no épicas en el poema arlantino.

------7.3. Ninguno de los restantes relatos legendarios con que el monje poeta amplía las noticias heredadas del Libro de las generaciones sobre la historia de España antes del primer conde castellano puede aspirar a tener orígenes cantados 78. En cuanto a la referencia a los “alcaldes” de Castilla, está claramente basada en el propio Libro de las generaciones (Liber regum), fuente fundamental de la introducción histórica con que el monje encabeza su poema, según pone bien de manifiesto la estr. 164 (ed. Marden; 165 ed. Menéndez Pidal) en que el poeta se hace eco de las preocupaciones genealógicas propias del autor navarro de esa fuente.

d. La gesta de La libertad de Castilla
utilizada por el monje de Arlanza
.

------7.4. El núcleo esencial de la biografía del conde en el poema arlantino de Fernan González es una creación del propio monje-poeta. Los episodios interrelacionados de las conversaciones del conde con fray Pelayo y sus grandes hazañas bélicas contra el moro “Almozor” (batalla de Lara y Hacinas) son, obviamente, fruto de la invención del monje. Constituyen la razón de ser de este su Poema de la fundación de San Pedro de Arlanza, como debiéramos más propiamente llamarlo, pues explican el glorioso origen del cenobio y por qué se halla permanentemente vinculada a él la casa condal y regia castellana (estrs. 183-279 y 380-563 ed. Marden, 1904, o 184-284 y 386-573 ed. Menéndez Pidal, 1951a). Son temas que nunca formaron parte de la epopeya castellana.
------Pero, para hacer posible el desarrollo poético de esa nueva biografía de Fernan González, el monje de Arlanza recogió de la tradición otra trama narrativa, que enlazó con la que a él le interesaba presentar. Según más adelante veremos, varios episodios y motivos incluidos en el poema arlantino, en los que la confrontación con el Islam no es lo relevante, formaban parte, en el siglo anterior, de un relato, el cual, cuando reaparezca en tiempos posteriores, nos es dado probar que tenía carácter poético. Las secuencias que componen esa trama narrativa tradicional sobre La libertad de Castilla cuentan lo siguiente:

------El rey de Navarra don Sancho corre tierras castellanas, por lo que el conde le desafía. Se enfrentan en la Era Degollada y el rey don Sancho muere en la batalla. El Conde de Tolosa, pariente del rey navarro, acude a vengarle y, en el vado del Ebro, pelea con el conde castellano. El Conde de Tolosa muere en el combate y su cadáver es entregado a sus vasallos por Fernan González, su vencedor (estrs. 280-379, ed. Marden o 285-385, ed. Menéndez Pidal).
Convocadas cortes en León por el rey Sancho Ordóñez, el conde castellano acude a ellas. Durante la estancia del conde castellano en León, el rey se encapricha con el azor y el caballo de don Fernando y acuerda con él pagárselos en un plazo dado, a partir del cual el precio se doblaría cada día que trascurriese. La Reina de León, que era hermana del rey navarro muerto en la Era Degollada, trata la perdición del Conde ofreciéndole en matrimonio a su sobrina y confabulándose con el rey García de Navarra hermano de la pretendida novia. Cuando el Conde acude a vistas a Cirueña, con sólo cinco infanzones, es preso traicioneramente y sacrílegamente, ya que, al percatarse de la traición, intentó refugiarse en una ermita. Estando el Conde preso en Castro Viejo, un conde de Lombardía, que iba peregrino a Santiago, se interesa por su suerte y consigue conmover a la infanta navarra doña Sancha, quien visita al Conde en su prisión y, previa promesa de que le sea siempre un esposo fiel, se fuga con él. En medio del monte, aprovechándose de que el Conde va aún aherrojado, un arcipreste cazador, que les sorprende e identifica, intenta gozar sexualmente de la dueña. Ella le engaña y, sujetándole “a la boruca” 79, hace posible que el conde lo mate con un cuchillo.
------Entre tanto, los castellanos fabrican una imagen de piedra del Conde a la cual prestan juramento y marchan contra Navarra liderados por ella. En el camino, encuentran a los fugitivos y, tras reconocer a la infanta como señora, llevan a Bilforado al Conde para librarle de sus hierros.
Habiéndose celebrado las bodas en Burgos, el rey don García invade Castilla en busca de venganza. El conde castellano hiere en la lid a su cuñado, lo hace preso y lo lleva a Burgos; pero, a instancias de la Condesa, le deja irse libre.
El rey moro de Córdoba corre la tierra de Campos y cerca Sahagún. El Conde, rechazando la colaboración con los leoneses, levanta el cerco y persigue al ejército fugitivo. Llegado a León, la reina aprovecha la hostilidad de los leoneses hacia los castellanos para suscitar contienda entre ellos. El Conde se marcha airado y reclama al rey leonés el pago de su deuda; pero el rey se demora tres años en satisfacer su demanda.
El rey don García de Navarra, después de reunir cortes en Estella, emprende de nuevo la guerra, corriendo Burueva, Piedralada, Montes de Oca y Rio de Ovierna, hasta llegar a las puertas de Burgos. El Conde, vuelto a Castilla, desafía al rey navarro y, junto al Ebro, en Valpirre, vence de nuevo al rey don García.
------El Rey de León conmina al Conde a que acuda a cortes en León o le entregue el condado. Tras aconsejarse con los suyos, don Fernando decide ir a las cortes con siete caballeros. El rey le acusa de haber dejado de ir a sus cortes por tres años y, cuando el Conde justifica su amenaza por el maltrato que sufrió en su última estancia en León y le reclama la deuda pendiente, lo aprisiona.
De nuevo es la condesa doña Sancha quien logra la libertad de su marido; esta vez, recurriendo a cambiar de vestidos con él cuando consigue visitarle en la prisión durante una simulada romería a Santiago. El rey, al enfrentarse con la Condesa, que se ha quedado en la prisión a causa del engaño, reconoce su razón y la pone en libertad.
------Finalmente, el rey leonés, amenazado por las acciones bélicas del Conde, que le reclama el pago del caballo y el azor, y ante la imposibilidad económica de hacer frente al enorme monto que la deuda ha alcanzado en su diaria progresión geométrica, concede la libertad al condado de Castilla, de forma que el Conde y sus castellanos dejaron de tener que besar la mano a los reyes de León.

------Aunque el modo tradicional de iniciar una gesta fue, en la época áurea de la epopeya, el de poner en escena el momento en que se inicia el conflicto dramático objeto del relato y no establecer la genealogía y orígenes del personaje central, más adelante, la curiosidad biográfica hizo necesario inventar prólogos “históricos”. Por ello, no está claro, si las estrofas del monje de Arlanza referentes a Gonçalo Núñez y sus tres hijos varones (166-169 ed. Marden) y las relativas a la crianza del menor por “un pobreçyllo que labrava carbón” (176-183 ed. Marden) son pura invención del monje arlantino, lo cual no sería de extrañar, o basadas en un “prólogo épico”, antecesor del que, en tiempos tardíos utilizará el Rodrigo (véase adelante, cap. IV, § 4), y del que habría dado lugar al romance tradicional del s. XVI “En Castilla no avié rey ni menos enperador” (véase adelante, cap. VIII, § 2b) 80. Dado el paralelismo que el episodio de la crianza por un carbonero tiene con otros relatos de mocedades propios de la epopeya francesa (Menéndez Pidal, 1963b, 287-288 y n. 8; cfr. Wolfzettel, 1973-1974), el origen épico no es hipótesis desechable.

e. Conocimiento de otras gestas castellanas
por el monje de Arlanza
.

------7.5. Al margen de la trabada estructura destinada a explicar el “derecho” de los castellanos a no reconocer señorío a los reyes de León, el monje de Arlanza muestra su familiaridad con algunos linajes hechos famosos por los cantares de gesta. En episodios de su invención, como son las batallas con Almanzor, hace intervenir, de una parte, a “Gustio Gonçalez, el que de Salas era”, con “sus fijos”, y, junto a él, a “don Velasco”, también de esa misma comarca (estr. 448 ed. Marden o 454 ed. Menéndez Pidal), de otra, a “don Diego Laynez con amos sus hermanos” (estr. 501 ed. Marden o 507 ed. Menéndez Pidal); de estos caballeros, los primeros nombrados son identificables con los padres de los personajes épicos Gonzalo Gustioz y Ruy Velázquez, propios de la gesta de los Infantes de Salas 81, y los segundos, con la familia del Cid, esto es, con los hermanos hijos de don Layno que figuran en las Mocedades de Rodrigo y en el Rodrigo (donde los hermanos son cuatro) 82. Evidentemente, el monje arlantino recurrió a esos nombres para conferir autoridad a sus invenciones clericales (y no por conocer la existencia de tales personajes por intermedio de una “fuente” legendaria local, según supone Escalona, 2000, págs. 158-159).

f. Roldán y Olivero recordados por Berceo.

------7.6. Aunque muy alejado, en sus fuentes inmediatas y propósitos, de la temática épica, Gonzalo de Berceo, en la primera mitad del s. XIII, no puede por menos de recordar a los héroes franceses por excelencia cuando necesita contar una gesta bélica, la que está en los orígenes de los productivos Votos de San Millán que permitían a su monasterio recaudar las “parias” de los pueblos castellanos (al igual que la iglesia del apóstol Santiago recaudaba las suyas en el reino de León), y quiere, en el curso de su relato, exaltar al buen rey don Ramiro, vencedor junto con el conde Fernan González de la batalla de Clavijo (S. Millán, estr. 412):

“El rey don Remiro, un noble cavallero,
que nol’ venzrién de esfuerzo Roldán nin Olivero...”.

------Ello no puede extrañarnos. Los clérigos poetizadores en lengua vulgar, pese a su constante descalificación de los relatos cantados tildándolos de poco dignos de crédito, no podían evitar las referencias contextuales a la epopeya por todos oída.

g. Roldán y Olivero recordados en Ávila.

------7.7. La llamada Crónica de la población de Ávila puede fecharse, con toda seguridad, en 1256 o poco después, esto es, en los primeros años del reinado de Alfonso X 83. Tiene por objeto justificar históricamente los privilegios de que gozaban en Ávila los “serranos”, componentes de una de las etnias que formaban el vecindario de la ciudad y que se consideraban descendientes de los pobladores que vinieron a ella de las Cinco Villas (si se trata de Mombeltrán y Cuevas, Villarejo, San Esteban y Santa Cruz del Valle, al pie del Puerto del Pico, en el entorno de la calzada romana, estos pobladores de Ávila serían mozárabes); y la justificación consiste en mostrar su constante superioridad en el arte de la guerra respecto a los restantes pobladores y vecinos. Entre los “serranos” cuyas hazañas enaltecen al clan destacan los adalides Sancho Ximeno (el llamado por los musulmanes “el Giboso”) y Gómez Ximeno, quienes, en el curso de una correría por tierras sevillanas, vencieron a Abû Yacqûb Yûsuf (Aben Jacob) en una batalla, ocurrida en 1158, donde dieron muerte a Abû-l-Gamr b.cAzzûn y a Muhammad b.cAli b.al-Haŷŷân, hecho del que tenemos noticia a través de fuentes varias cristianas y musulmanas 84, y, junto a ellos, Çorraquín Sancho, de quien se nos cuenta que acudió esforzadamente, en solitario, a auxiliar en aquella ocasión a sus coterráneos cuando los creía cercados. De este último personaje se recuerda otra singular hazaña, cuando peleó él solo con 60 caballeros moros y consiguió liberar a los pastores que la algara mora lleva cautivos. A propósito de esta anécdota, reveladora de su extraordinaria valentía, se nos dice que inmediatamente después de haberse hecho pública “cantavan en los corros” en Avila la siguiente canción paralelística enaltecedora de su nombre:

Cantan de Roldán, cantan de Olivero,
non de Çorraquín Sancho que fue buen cavallero.
Cantan de Olivero, cantan de Roldán,
e non de Çorraquín Sancho que fue buen barragán 85.

------Aunque no podamos asentir, sin grandes dudas, a la explicación que da el cronista de c. 1256 del origen del cantar como una celebración “noticiera” surgida a raíz de un suceso concreto fechable en el tercer cuarto del s. XII (según establece Rico, 1975), el carácter tradicional que indudablemente tienen estos versos es dato importante, confirmativo de la universal fama que ya gozaba en el interior de España, durante la segunda mitad de. s. XII o primera mitad del s. XIII, la pareja épica inmortalizada por la gesta de Roland.
------El reconocimiento, en los ámbitos más diversos, de que los héroes del pueblo franco constituyen, junto a los bíblicos y clásicos, el listón con el que cualquier héroe local debe medirse es un hecho tan evidente que no puedo comprender el empeño de los críticos en hacer extensivas al común de los hispanos medievales las actitudes nacionalistas galofóbicas privativas de ciertos eruditos eclesiásticos. Y, desde luego, me parece claro que, cuando en un parangón se exalta por encima del modelo elegido como referencia al personaje objeto de la alabanza, se trata, en realidad, de una figura hiperbólica (comparación superlativa) que no supone la más mínima minusvaloración del héroe escogido para establecer la medida de la heroicidad ponderada, sino todo lo contrario 86.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS

70 Marden (1904, pp. XXIX-XXXI) situó la redacción del poema c. 1250, en vista de dos datos muy decisivos: el verso 640d (ed. Menéndez Pidal 652d) “plogo’ l(e) mas que sy ganase a Acre e [D]amia[t]a” en que, obviamente, se recuerda su conquista por los cruzados en 1249, y la anacrónica suposición de que Fernan González tuviera que enfrentarse (v. 328a ed. Marden, v. 334a ed. Menéndez Pidal) con un conde de Piteos y conde de Tolosa, pariente del rey de Navarra, debido a que en 1250-1271 tenía ese doble título (de Tolouse-Poitou) Alfonso, hijo de Luis VIII de Francia, personaje famoso durante la Sexta Cruzada. La utilización del poema como fuente por la Versión concisa de la Estoria de España, antes de 1271, confina también el tiempo en que pudo redactarse a las décadas de los 50 y los 60.

71 Horrent (1951a, pp. 459-461) apoyándose en Marden (1904, págs. XXXIV-XXXV) y éste en Milà i Fontanals (1896, pág. 329) considera que la lista de los doce pares que contiene el Fernan González procede del Codex Calixtinus, pues el Pseudo-Turpín cita, entre otros muchos personajes, a los aquí nombrados y, en cierta ocasión (ed. Whitehill, pág. 312), define a Salomon como compañero (socius) de Estol (igual que el último verso de la cuarteta del poema arlantino); pero reconoce que la relación entre uno y otro texto tendría que ser indirecta, puesto que el Pseudo-Turpín no habla nunca de la institución de los doce pares y los nombres utilizados por el poema de Fernan González se basan en las formas vulgares, no en las latinas. Sorprende que a Horrent le baste en otra ocasión (p. 453, n. 3) el que una obra cite los doce pares para rechazar como fuente del pasaje la historia latina del Pseudo-Turpín, mientras aquí la da como segura, aunque la crea indirecta. Suponer, como Milà (1896, pág. 145, n. 3), que la cifra de los siete “reyes e potestades” muertos en Fuenterrabía por Bernardo derive de haber descontado de los “doce pares” a Roland, Balduino, Turpín, Tedrico y Ganalón, que según el Pseudo-Turpín sobrevivieron hasta el fin del combate de Roncesvalles, es inadmisible visto que en la estrofa arriba citada (352, ed. Marden, 358 ed. Menéndez Pidal) no se considera par a Ganalón. De hecho, nada hay en el poema que exija un conocimiento del Codex Calixtinus.

72 Aunque Rodrigo Yáñez tuvo presente el poema de Fernan González (Catalán, 1953, págs. 84-87), el pasaje revela familiaridad directa con el motivo.

73 Cfr. atrás, cap. I, § 2.c y, adelante, cap. III, § 5.b.

74 Sobre Rynalte de Montalbán como uno de los pares combatientes al lado de Roldán en la tradición épica hispana del Roncesvalles tenemos en el s. XIII el testimonio inequívoco de los versos de esta gesta conservados y del apoyo indirecto del romance épico sobre la Fuga del rey Marsín derivado de esa misma obra. En el Roncesvalles Beart va junto a Carlomagno no siendo, por lo tanto, uno de los pares (véase adelante cap. VII, § 1.b y c ). Sobre Gondelbuef cfr. cap. III, § 5.b.

75 La crítica ha venido señalando (especialmente desde que trató la cuestión Menéndez Pidal, 1899) que el monje de Arlanza utilizó el Chronicon mundi para desarrollar este topos; pero ya Marden (1904, págs. XXXV-XXXVI) observó que el loor de España arlantino contenía varios significativos pormenores presentes en el De Laude Hispaniae de San Isidoro que Lucas desechó.

76 La identificación del Libro de las generaciones (Liber regum) como la fuente básica de la introducción histórica del monje-poeta reduce la utilización del Chronicon mundi a un conjunto muy limitado de “reminiscencias” (Cintra, 1952, págs. 294, 298, 307, 308-309, 310). En el episodio de la invasión francesa rechazada por Bernardo (interpolado a la historia tomada del Liber regum) las semejanzas no le parecieron a Cintra (1952, pág. 309) probatorias de una “influencia directa de la historia latina sobre el poema romance”, sino fruto del conocimiento de tradiciones similares. Sin embargo, encuentro una muy probable reminiscencia del texto latino en el comentario del v. 140b (ed. Marden; 141b, ed. Menéndez Pidal), “sy sobre moros fuesse, era buena provada”, que revela la misma valoración de la alianza de Bernardo con Marsil que el inciso de Lucas, “pospuesto el temor de Dios”; esta curiosa coincidencia en el comentario de la colaboración del héroe con los moros me inclina a considerar como posible influjo del Chronicon mundi las cartas en que Carlos insta a Alfonso II a ser su vasallo, ya que, según arriba explicamos (§ 5.a), tienen un origen erudito y se basan en fuentes historiográficas ajenas a la cultura del monje de Arlanza.

77 Lacarra, 1948, II, págs. 31-32 y cap. XIX.

78 La Leyenda de Bamba, que quizá heredase el monje incorporada ya a la versión del Libro de las generaciones (Liber regum) que manejaba  (Catalán, 1962, págs. 357-360), se identifica con la Leyenda de Hispán recogida por la historiografía árabe desde época temprana (Catalán, 1974a, págs. LXXXV-LXXXVI). La de El conde don Julián y la invasión musulmanacombina (cfr. Menéndez Pidal, 1924b, recog. 1925) componentes de la historiografía árabe (culpabilidad de Rodrigo, venganza de don Yllán, traición de los hijos de Vitiza, simulacro de canibalismo) con otros de origen cristiano (envío del conde a cobrar las parias, consejo traidor de destruir las armas y de que los guerreros trabajen el campo, reunión de una asamblea en que se acepta ese consejo); la poesía épica no acudía a semejante tipo de fuentes ni contaba entre sus recursos con “motivos” como los que desarrollan esas fuentes. La de Las cien doncellas entregadas a Almanzor y la del Milagro de las armas en Covadonga son, a su vez, de clara procedencia clerical y escrita, aunque el monje pudo recibirlas ya de oídas. Desde la publicación del estudio de Cintra (1952) en que, por primera vez, se precisa la utilización del Libro de las generaciones (Liber regum) como el hilo en que se ensartan otros conocimientos, los estudios anteriores (Tailhan, 1885; Milà i Fontanals, 1874; Marden, 1904; Menéndez Pidal, 1905; Lida, 1945; Zamora Vicente, 1946) sobre las fuentes del poema han quedado obsoletos y deben ser revisados en casi todos sus supuestos.

79 Para comprender esta forma vasca de lucha, véase Guillelmus Petri de Calciata, Rithmi de Iulia romula seu Ispalensi urbe, a. 1250 (ed. Catalán y Gil, 1968), estr. 11.

80 El romance (incluido en un cartapacio poético del s. XVI) conserva la crianza del futuro Conde por un ayo carbonero: “hurtado le ha un carbonero de los que hacen carbón / no le muestra a cortar leña ni menos açer carbón / muéstrale a jugar las cañas y mué[s]trale justador / también a jugar los dados y las tablas muy mejor” (ed. Menéndez Pidal, 1963b, pág. 283). En el Poema arlantino se hace también alusión a esa crianza del futuro conde castellano en las “cavañas” de la “montaña”:

“Enante que entrremos delante en la rrazón
dezir vos he ( ) del Conde quál fue su cryazón:
furtol’ un pobrezyllo que labrava carvón,
tovol’ en la montaña una gran[de] sazón.
Quanto podía el amo ganar de su me( )ster
a [e]l su buen cryado dava( )lo ( ) volunter;
de qual linax venía fazía ( )lo entender,
el moço, quando lo oya, av´ya ( ) grran plazer.

Como Menéndez Pidal ha señalado (1963b, págs. 283-290), el episodio está en el poema clerical únicamente esbozado, lo que parece indicar que el “motivo” no ha sido inventado por el monje de San Pedro de Arlanza, sino, más bien, heredado de un relato que lo desarrollara más plenamente. El romance, al describir el adiestramiento caballeresco que el “carbonero” da al “infante niño”, parece, a su vez, recoger el tema de una narración más extensa, en que se diera explicación de por qué ese “carbonero” era maestro en las prácticas caballerescas. El parentesco indudable entre los dos relatos sería, no directo, sino a través de la tradición épica.

81 Los hábitos onomásticos medievales permiten reconocer las filiaciones; muy posiblemente el monje poeta inventó ambos personajes a partir de sus ya famosos hijos Gonzalo Gustioz de Salas y Rodrigo Velázquez.

82 Otro de los hermanos es, seguramente, el Nuño La´yno (de la estr. 654, ed. Marden; 666, ed. Menéndez Pidal) que propone el juramento a la estatua de piedra. El nombre debe de ser invención del monje arlantino.

83 Según señala Gómez Moreno (1943, pág. 16). Cfr. Ballesteros-Beretta (1963, págs. 122-128 y 146-153). Evidentemente, fue escrita con ocasión (o todo lo más, a raíz) de la participación de los de Ávila en la campaña de Alfonso X contra Jaime I de Aragón.

84 Aparte de Ibn cIdarı-e Ibn Jaldûn y de los Anales toledanos Io, que cita Rico (1975, págs. 538-539), puedo añadir el testimonio de los Anales toledanos perdidos utilizados en la Estoria de España (cfr. Catalán, 1992a, c. II, § 4; cap. IV, § 2 y nn. 31, 50 y 67): “En este año lidió Sancho Ximeno de Avila en Siete Vados con Afia Aueomar e con Abofali el fijo de Alhange e vençiolos”.

85 Me inclino, con Margit Frenk (Rico, 1975, n. 23), a respetar el esquema métrico de los manuscritos de la Crónica, frente a la cita con omisión de “Sancho” que ofrece Argote de Molina, preferida por Rico.

86 Me parece, por tanto, inapropiado hablar, según hace Rico (1975, págs. 550-551), de que haya una “irritación patente en las coplas de Çorraquín” ante la fama de la cual gozan entre las gentes los héroes francos, o de que “las mismas fuentes [aludiendo a la Vida de San Millán de Berceo y al Poema de Alfonso XI de Rodrigo Yáñez] enaltecen y rebajan la gloria de Roldán y Oliveros”.

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO

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6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII

6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII



6
. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII.

a. Otra versión de la gesta de Las particiones del rey don Fernando.

------6.1. Fray Juan Gil redacta su De praeconiis Hispaniae, entre 1278 y, al parecer, 1282, desde una perspectiva localista, ya que su propósito fundamental es la glorificación de Zamora (ciudad que, siguiendo una tradición medieval, identifica erróneamente con Numancia). Esa perspectiva le lleva a relatar con detenimiento el cerco de Zamora por el rey don Sancho, enmarcando el suceso en una exposición histórica que abarca desde la división de los reinos por Fernando I hasta las conquistas realizadas por Alfonso VI. En general, no hace sino reproducir verbatim lo dicho por el arzobispo don Rodrigo en su Historia gothica (1243), retocando sus palabras con apasionamiento partidista (para resaltar la bondad de los zamoranos y leoneses y del rey don Alfonso y la perfidia de los castellanos y del tirano don Sancho); en algunos pasajes deja ver que conoce también la versión de los hechos de Lucas de Túy. Pero, junto a las fuentes eruditas, aprovecha una narración en lengua vulgar 60 muy coincidente con la que Alfonso X identifica como “Cantar del rey don Sancho”. Los detalles a que hace alusión recuerdan, a veces, los incluidos en la Estoria de España 61, aunque pueda diferir en el orden expositivo; pero su testimonio resulta en muchos pasajes sumamente interesante, ya que viene a completar la información, más despoetizada, que nos transmiten los historiadores alfonsíes. A veces, calca expresiones romances de la gesta, donde la prosa de Alfonso busca alejarse de la cita textual 62; en otros casos, son motivos épicos, pasados por alto por los historiadores alfonsíes, los que nos aporta, como, por ejemplo, el de la existencia de linajes traidores 63, motivo que sólo reaparecerá en la historiografía en romance cuando la Crónica de Castilla retoque la narración heredada de la compilación alfonsí y, de nuevo, en el romancero de raíces épicas, o el del juramento del rey don Sancho de prolongar, si es necesario, el cerco de Zamora por diez años 64, o el del triple vasallaje del traidor Vellid Adolfos al rey castellano, etc.; también recuerda a personajes dejados de lado por la Estoria de España como es Llain o Lain Cides (“Xaicides”, según la pronunciación del leonés occidental) y sus dieciséis hijos, diez de ellos ya caballeros (siendo el menor de todos de 22 años), cuyo papel en la defensa de Zamora no llega a ser especificado; en fin, fray Juan Gil no comparte los prejuicios de Alfonso respecto a la existencia de hechos que la historia no debe rebajarse a contar y no se siente obligado a censurar la figura de la infanta que presentaban los juglares como una mujer movida por la pasión y, a la vez, incitadora del deseo sexual: gracias a la falta de “decoro” del fraile franciscano podemos asegurar que la gesta, según se podía prever a través de la escena de las quejas de doña Urraca en Cabezón, era mucho más directa que los historiadores alfonsíes en la enunciación de los tratos entre el traidor y la infanta cuando

“Bellido, venido a Zamora, trató, ignorándolo todos los de la ciudad, con Urraca Fernando la muerte del rey Sancho, y doña Urraca le prometió hacerle señor de Zamora y, mediante palabras algo engañosas, la entrega de su cuerpo, si cumplía lo ofrecido” (traduzco del latín del fraile).

------Estos y otros detalles, que Alfonso o pasó por alto o trató con menor precisión en su relato del cerco de Zamora, son compatibles con la versión del “Cantar del rey don Sancho” resumida en la Estoria de España; pero hay, a veces, variantes, más o menos notables, que nos hacen pensar en la utilización de dos textos distintos.
------Las divergencias entre la versión de la gesta que nos ofrece Alfonso X y la que narra en latín fray Juan Gil son notables a partir de la muerte del rey y del reto de Diego Ordóñez a Zamora. Parece indudable que el fraile zamorano, con objeto de que la inocencia de Zamora quede manifiesta, reforma algunos aspectos importantes del relato tradicional 65; por su parte, Alfonso X se desinteresa completamente de un componente de la narración épica que para fray Juan Gil era importante, la suerte de Vellido una vez que ha cumplido su parte en el contrato 66. Es, pues, muy probable que el cantar de gesta conocido por uno y otro contuviera elementos que, en prosa historiográfica, aparecen sólo en la Estoria de España o sólo en De praeconiis Hispaniae. Pero creo necesario admitir que en algunos episodios la divergencia procede ya de los textos poéticos utilizados por cada historiador, aunque la utilización por uno y otro del material épico haya sido en fechas muy próximas. Me limitaré a exponer algunos ejemplos de uno y otro tipo.
------La reducción a un solo combate del duelo judicial, omitiendo la muerte de dos de los hijos de don Arias defensores de la inocencia de Zamora antes de que se produzca el combate decisivo, y la afirmación de que Diego Ordóñez se salió del campo huyendo son, a mi parecer, “variantes” del relato debidas a la manipulación de la historia por el fraile zamorano; pero las curiosas incidencias que nos cuenta del combate con Fernando Arias, a quien se considera el primogénito, aunque sean divergentes de las consignadas por Alfonso X en cualquiera de los tres combates de que da detallada cuenta, no me parecen explicables sino como “variantes” narrativas del propio poema épico 67. El nombre del hijo de Arias Gonzalo que nos da fray Juan Gil no coincide con ninguno de los tres que consigna la Estoria de España, donde se nombra sucesivamente a “Pedrarias”, “Diagarias” y “Rodrigarias” (este último, “el mayor de todos los XV hermanos”); la tradicionalidad de ese nombre discordante está asegurada, sin embargo, por el romancero épico (“Por aquel postigo viejo”), en el cual pervive memoria del planto por la muerte de “Fernandarias” 68.
------Estas consideraciones que hemos venido haciendo deben ayudarnos a valorar los componentes no eruditos del relato de fray Juan Gil a partir del reto de Zamora, componentes de extraordinario interés ya que, en esa parte, la Estoria de España alfonsí desechó por completo el relato épico (sin duda por considerarlo indigno de ser citado) para atenerse exclusivamente a sus fuentes latinas. Si entresacamos de lo contado por De praeconiis Hispaniae lo no procedente de las fuentes eruditas, obtenemos el siguiente relato:

------Arias Gonzalo se encarga de llevar en persona a Toledo la noticia de la muerte del rey don Sancho. Don Alfonso, para poder escapar de Toledo, acepta que Pedro Ansúrez quede como rehén y haga homenaje al rey moro. Llegado a Zamora, su hermana sale a recibirle alegremente, pero le exige que celebre con ella matrimonio incestuoso y la reconozca como reina. Cuando don Alfonso se niega al comercio carnal, ella lo aprisiona. Pedro Ansúrez llega, ya libre, de Toledo y, tras larga negociación con Arias Gonzalo, consigue que doña Urraca entregue Zamora a su hermano y que éste, a cambio, entregue su cuerpo, junto con el reino, a la infanta, pacto que ambos juran solemnemente sobre los evangelios. En cumplimiento de ese pacto, Arias Gonzalo, en unión de Llain Cides, entrega Zamora, por mandato de su señora doña Urraca, a Alfonso, quien recibe el reino juntamente con la ciudad. Los hermanos celebran sus bodas y hacen señor de Zamora a Pedro Ansúrez.

------Tan extraordinario final no es invención del preceptor del infante don Sancho, el hijo y heredero de Alfonso X, según nos prueba el relato de un historiador musulmán granadino de mediados del s. XII, Ab-u Bakr conocido por Ibn al-Sayrafî, del que luego hablaré 69.

b. El Mainete oido por don Gil.

------6.2. Fray Juan Gil, en su Liber Illustrium Personarum (c. 1280), nos da, por otra parte, noticia (Menéndez Pidal, 1924b, pág. 46, n. 2 y 1951a, reprod. 1980, págs. 16-17) de cierta Passio Sancti Nicolai de Letesma, en la cual ha leído que la esposa del conde don Julián forzada por el rey Rodrigo “fue posteriormente mujer de Galafre y madre de Galiana, quien posteriormente (según vulgarmente se cuenta) fue mujer del rey Carlos”.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS

60 El carácter no latino de la fuente resulta evidente en el nombre del personaje “Xaicides”, forma leonesa occidental cuyo correspondiente castellano sería *Llaín (o Laín) Cides. Si tuviera una fuente latina, el prenombre aparecería en la forma Flaginus, Flavinus. El propio fray Juan Gil, al hablar de los jueces de Castilla (ed. Castro y Castro, pág. 132), explica: Flavinus Calvus, a quien vulgarmente se llama Xayno o Lavino (“Flavinus Calvus, qui vulgariter Xaynus dicitur, seu Lavinus”).

61 Muy similares son, a pesar de las cifras discordantes de muertos, los detalles de cómo intenta el rey don Sancho tomar Zamora por asalto (el ejército sitiador amontona tierra y piedras hasta alcanzar a combatir “mano a mano” con los defensores que están sobre los muros); también coincide, más o menos, el relato de cómo Vellido sale de Zamora perseguido por los zamoranos y se gana la confianza del rey castellano; o el de las últimas palabras de don Sancho antes de morir en las que, ante el Cid y otros magnates castellanos, nombra heredero a don Alfonso; etc.

62 Ejemplo notable lo constituye el mensaje de don Sancho, encomendado a su alférez Rodrigo Díaz el Campeador, en que trata de que doña Urraca le entregue Zamora “super compositione et concambium” (‘por avenencia e intercambio’), siendo la avenencia que el rey dé a la infanta posesiones “in plano” (‘en el llano’) o “pecunia numerata” (‘dineros contados’) y en el que la respuesta de doña Urraca negándose a esa avenencia se basa en el argumento de “qui comminabatur ea in rupe, percuteret eam in plano” (‘quien la ha amenazado en la peña, la golpeará en el llano’). Las expresiones romances calcadas por fray Juan en su latín reaparecerán en la Crónica de Castilla: “que le dedes a Zamora por aver o por cambio e que vos dara a Medina (de Rioseco) con todo el infantazgo, dende Valladolid fasta Villalpando... (etc.)”; “que non dedes a Çamora nin por haver nin por cambio, ca quien vos cerca en peña sacaros querrá de lo llano”.

63 Según Gil de Zamora, Vellid Adolfos es un castellano descendiente de condes; pero su noble sangre está desde antiguo manchada por la traición, ya que era consobrinus o nepos (‘primo hermano o sobrino, o quizá nieto’) de Rodrigo Vélez, “el que mató a traición al infante Garcia, a quien había sacado de la fuente bautismal”, y pronepos (‘biznieto’) de Xayn (esto es, Llaín o Flavinus), “el que mató en Toro a Muño Fernández”. El motivo de los ascendientes traidores quedó oscuro en la Estoria de España como resultado de haber acortado malamente las palabras del caballero sabariego que avisa al rey de los propósitos traidores de Vellido; pero la Crónica de Castilla se preocupó de recuperarlo, según veremos (véase cap. III, § 2f), y también sobrevive en el romancero viejo. La presencia en la épica francesa del motivo de los linajes traidores es bien sabida y notoria.

64 Este plazo excesivo, que se supone puede durar el cerco, se corresponde bien con lo que en otro lugar consigna Alfonso X: “et dizen en los cantares de las gestas que la tovo cercada VII annos; mas esto non pudo ser, ca non regno el mas de VI annos, segund que lo fallamos escripto en las cronicas”.

65 Especialmente la sentencia de los jueces: No creo que en la gesta conocida por Gil de Zamora se declarara paladinamente que los zamoranos habían salido libres de la acusación. La Estoria de España es, sin duda, aquí fiel a la fuente épica común.

66 Alfonso únicamente cuenta que Urraca pone a Vellido en manos de Arias Gonzalo con el ruego de que le salve de la muerte y que el ayo sólo accede a hacerle salir libre de la villa si los castellanos no les retan en el plazo de “tres nueve dias”; luego se olvida del traidor. Fray Juan Gil, interesado en que la inocencia de Zamora resulte manifiesta, cuenta la entrega del traidor por parte de Arias Gonzalo a Diego Ordóñez y la confesión de Vellido sobre los evangelios en que exculpa a los zamoranos (probable invención del fraile); pese a ella, los castellanos deciden seguir adelante con el reto en que inculpan a los zamoranos, a la infanta y al rey don Alfonso y, para poder hacerlo, deciden no matar a Vellido.

67 El comienzo del combate es muy similar al de Diego Ordóñez con Pedrarias en la Estoria de España, hasta que, pareciendo ya muerto el combatiente zamorano, el campeón castellano reclama el envío de un segundo hijo de Arias Gonzalo (Diego Arias) y el zamorano, ya herido de muerte, recobra inesperadamente fuerzas y logra herir al supuesto vencedor. Pero fray Juan Gil cuenta a continuación que Diego Ordóñez, perdida su espada, se defiende con sólo la vaina y, cuando se queda también sin esa tan singular “arma”, recurre a los estribos de la silla, hasta que Fernandarias le atraviesa un ojo con el asta.

68 La versión del Cancionero de Romances, Anvers: Martín Nucio, s. a. [c. 1548], fol. 159, consigna: “...y dentro del monumento viene un cuerpo sepultado / Fernandarias ha por nombre, fijo de Arias Gonçalo /.../ —Calledes, hija, calledes, calledes, Urraca Hernando, / que si un hijo me han muerto, ay me quedavan quatro...”.

69 Véase cap. II, § 3.

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO


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5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.

 

5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.

La historiografía cronística en lengua latina del siglo XIII muestra, también, de forma innegable, el conocimiento de la épica oral, tanto en tiempos de Alfonso X y del infante don Sancho (fray Juan Gil de Zamora), como en los de Fernando III y de su madre, la reina doña Berenguela (Rodrigo Ximénez de Rada y Lucas de Túy). Dado que en esos autores la pretensión de exhaustividad, que caracteriza a las compilaciones alfonsíes, no se da, su testimonio sobre los relatos épicos que pudieron conocer es mucho menos informativo que el de la Estoria de España alfonsí; pero no deja, por ello, de ser complementario de lo que la historiografía en lenguas romances nos ha permitido saber.

I . LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS

a. Técnica compositiva de la historia de Lucas.

------5.1. Don Lucas, diácono del monasterio agustino de San Isidoro de León y futuro obispo de Túy, dedica en 1236 su compilación histórica, el Chronicon mundi, a la reina madre doña Berenguela39. Aunque la compilación es una historia universal, su libro IV y último trata exclusivamente de la historia de la monarquía astur-leonesa iniciada con Pelayo.
------En él se concede un extenso papel histórico a Bernaldo, curioso personaje del que nada decían los historiadores precedentes. Dado el carácter de la leyenda (o leyendas) de Bernaldo, nadie ha dudado del origen épico de los relatos del Tudense a él referentes (Pattison, 1983, pág. 11; Reilly, 1976, pág. 129), ni tampoco del conocimiento por el historiador leonés del tema épico de Roncesvalles. También ha recibido general, aunque no universal, apoyo la procedencia épica de su relato referente a La peregrinación del rey Luis de Francia, pues la alternativa de creerlo una creación personal de Lucas (Horrent, 1947, pág. 302) va contra el carácter compilatorio que la obra del cronista leonés tiene salvo en la parte más cercana a su tiempo (Reilly, 1976, n. 18) y contra los principios que rigen la historiografía cronística de tradición leonesa. La presencia de otras posibles huellas de cantares de gesta en la historia de los reyes de León y de los condes de Castilla propia del Chronicon mundi ha sido más controvertida.
------
Creo que, tanto para comprender la estructura de las narraciones en que la presencia de un componente épico es considerado más seguro (Bernaldo y Roncesvalles), como para llegar a determinar qué otras concesiones a la historia cantada juglaresca pudo hacer el diácono leonés, se requiere, ante todo, precisar (con mayor rigor que Reilly, 1976) qué pasajes o líneas de su texto proceden de fuentes historiográficas conocidas40. Para ello, interesa estudiar su prosa y el modo de utilizar los escritos anteriores, ya que, si bien a menudo calca la expresión de la fuente, en otras ocasiones procede más libremente que los cronistas que le antecedieron, no sólo redactando de nuevo, sino introduciendo un orden nuevo de los hechos y estableciendo vinculaciones entre ellos distintas a las que le proporcionaba la fuente utilizada o las varias fuentes que combinaba. La realización de ese estudio, como base de lo que aquí sigue, me permite desechar la existencia de fuentes desconocidas, épicas o eruditas, para varios pasajes y detalles, que llamaron la atención de la crítica, referentes a los condes castellanos y a la abdicación de Alfonso III 41. Al mismo tiempo, me ha hecho posible aislar la información realmente ajena a las fuentes historiográficas conocidas.
------
Los datos o grupos de datos extraños a las fuentes conservadas son tan heterogéneos e inconexos que obviamente no pueden considerarse procedentes (contra lo que sugiere Reilly, 1976) de una o dos obras de estructura cronística desconocidas, marginales a la serie de crónicas medievales, perfectamente enlazadas unas con otras, que la erudición ha descubierto, ni hay por qué suponer que tengan un origen común. Algunos de ellos se destacan por estar estructurados en forma de narración y, dentro de ese grupo, tres ofrecen la particularidad de reaparecer en otras obras con las que el Chronicon mundi no tiene relaciones genéticas. Estas tres narraciones y una cuarta tratan temas sobre los que nos consta que los juglares hablaron en sus cantares de gesta: la historia de los jueces o alcaldes de Castilla, la muerte del infante García, la partición de los reinos por Fernando I y los hechos de Bernaldo.

b. Roncesvalles y Bernardo del Carpio en el Chronicon mundi.

------5.2. Don Lucas, que utiliza la Chronica seminensis como fuente básica “estructural”, se aparta de ella al referir en el reinado de Alfonso II el Casto, por vez primera (y contra la historia), la derrota de Carlomagno en Roncesvalles y al hacer intervenir en ella, no sólo a los navarros y a los moros, sino a un caballero Bernaldo, desconocido de los historiadores que le precedieron. En su versión de las guerras de Carlos con los sarracenos combina, evidentemente, datos historiográficos que remontan a Eginhard con motivos de ascendencia épica rolandiana (mezclados ya con las fabulaciones de Aimeri Picaud y su socia Gerberga, leidas en el prestigiado Codex Calixtinus) y otros apoyados en la leyenda de ese personaje Bernaldo 42:

------Carlos el Magno, tras expulsar a los sarracenos de Burgundia, Pictavia y Gallia, hasta los Pirineos, cruza los montes de Roncesvalles (“Roscidae vallis”) y somete a los godos e hispanos de Cataluña y los montes de Vasconia y Navarra. Envía cartas al rey Alfonso exigiéndole vasallaje, lo cual provoca la ira de Bernaldo, quien se coaliga con los sarracenos. Carlos cerca Tudela y la hubiera tomado a no ser por la traición del conde palatino Galalón; conquista, sin embargo, Nájera y Monjardín. Pero, al retirarse hacia Francia, el rey de Zaragoza Marsil, a quien apoyan Bernaldo (“pospuesto el temor de Dios”) y algunos navarros, ataca la retaguardia del ejército franco en Roncesvalles, dando muerte (“por causa de los pecados de los nuestros”) a Roldán, prefecto de Bretaña, al conde Anselmo y a Egiardo, adelantado de la mesa de Carlos, y a muchos otros francos, aprovechando que el grueso del ejército había ya cruzado los montes. El cristianísimo Carlos y su ejército, vueltos sobre sus pasos, vengan triunfalmente el desastre de la retaguardia, dando muerte a innumerables sarracenos. Tras esta victoria, Carlos va peregrino a la tumba del apóstol Santiago, siguiendo el camino de Álava, y por su consejo el rey Alfonso destruye Iria y, con anuencia papal, convierte en metropolitana la iglesia de Santiago apóstol que él mismo construyó y ordena a los clérigos de Santiago y de toda España que sigan el rito de San Isidoro, para remedio de España, ya que su olvido había sido la causa de su caída. A su regreso a Francia, Carlos lleva consigo a Bernaldo, quien, muerto el emperador y enterrado en Aquisgrán, realizará gloriosas hazañas entre romanos, germanos y galos y contra los enemigos del imperio durante los reinados de Ludovico y Lotario.

------Curiosamente, el Tudense cuenta, más adelante, un segundo “Roncesvalles”, en tiempos del rey Alfonso III el Magno de León y de Carlos el Calvo de Francia, en que Bernaldo repite el papel que había tenido en el primero:

------Carlos tercero, emperador de los romanos, invade España como enemigo, tanto de los cristianos como de los moros; pero Bernaldo y un ejército cristiano, en alianza con Muza, rey de Zaragoza, sorprenden a los galos y romanos en los pasos del Pirineo y hacen en ellos una gran matanza. Después, Carlos establece amistad con el rey Alfonso, a quien induce a instituir en su reino el rito de San Isidoro y los Santos Padres, y visita como peregrino San Salvador y Santiago y logra privilegio del papa Juan de que una y otra iglesia sean metropolitanas. Alfonso le devuelve los prisioneros hechos en la anterior batalla; pero Bernaldo retiene el abundante botín.

------Para que las cosas queden claras, don Lucas insiste (de forma un tanto confusa) en que hubo tres Carlos en Francia, el primero, Carlomagno, en tiempo de Alfonso el Casto y del papa San León, el segundo en tiempo del papa Juan y un tercero Carlos Martell (Carolus Martellus), por lo que las historias a menudo se confunden y atribuyen los hechos de uno a otro.
------Esta sorprendente duplicación temática, apoyada en la disyuntiva que representaban el rey de Zaragoza de la Chanson de Roland y del Codex Calixtinus, Marsil, y el rey de Zaragoza historiográfico, Muza, ha hecho pensar en la convergencia de dos relatos, procedentes de dos fuentes distintas en las que el rey de Zaragoza combatiente en Roncesvalles fuera, en un caso, Marsil y, en otro, Muza (Menéndez Pidal, 1957b, págs. 149-150); pero, siendo esas fuentes desconocidas, creo que el recurso a una solución baciyelmo (esto es, en que unos mismos sucesos se sitúen en dos momentos históricos diferentes) debió ser ocurrencia del propio diácono leonés y no venirle impuesta por sus fuentes. Desde luego, parece depender de esa duplicación la idea de repartir la biografía de Bernaldo en dos etapas distanciadas, aprovechando la coexistencia de dos parejas de reyes Alfonso-Carlos 43. En efecto, según el Tudense:

El rey Alfonso el Casto tenía una hermana, Ximena, en la que el conde Sancho engendra un hijo. El rey, habiéndose enterado, encierra al conde en el castillo de Luna y a su hermana en un monasterio; pero se encarga de la crianza de su sobrino Bernaldo. Así es que el niño crece amado por el rey, quien no tiene hijos, y llega a ser el mejor caballero de su tiempo (alto, hermoso de rostro, de buena palabra, de claro ingenio, buen guerrero y, a la vez, de buen consejo).

Pero es en tiempo de Alfonso el Magno cuando, intempestivamente (ya que no se nos ha hablado del regreso de Bernardo del imperio donde llevaba sirviendo a sucesivos reyes francos), 

el “famosísimo caballero Bernaldo” guerrea “como un león” sirviendo al rey de León en diversas batallas, que el diácono leonés identifica con las batallas históricas de Alfonso III (y cuenta ateniéndose exclusivamente a sus fuentes historiográficas) y también, cuando, tras poblar en tierras de Salamanca el castillo del Carpio, se rebela contra el rey con objeto de lograr la libertad de su padre.

------Esta noticia y la del fin de la rebelión, cuando el rey le promete sacar al conde de prisión, son los únicos motivos de ascendencia épica que utiliza aquí don Lucas, quien incluso se olvida de decirnos si el rey cumple o no su promesa, aunque sí consigne luego que “en este tiempo murio Bernaldo, valerosísimo caballero”, hecho que, según él, facilitará las maquinaciones de la reina de León Ximena contra su marido.
------La incoherencia narrativa de esta historia de Bernaldo compuesta por el Tudense es tan notable que la crítica se ha esforzado en explicarla como resultado de un cruce entre varias tradiciones épicas. Baste recordar los razonamientos de Menéndez Pidal (1949b, págs. 25-27, y 1957b, págs. 144-150), quien observó que la ida del héroe con Carlomagno a Francia, después de haber luchado contra él en Roncesvalles, sólo tiene justificación en un Bernaldo que, como el de la gesta utilizada por Alfonso X, tuviera una madre francesa, hermana del Emperador. Según otros críticos, con bases ideológicas sobre la epopeya muy distintas de las pidalinas, esa incoherencia vendría heredada de una fuente erudita, de una supuesta *Estoria de Bernaldo en latín, en la cual, a su vez, confluirían dos narraciones épicas, además de un conjunto de “datos” de origen letrado (Horrent, 1951a, págs. 468-477) 44. Desde luego, no veo necesidad alguna de inventar un erudito autor de una obra supuesta, perteneciente a un género inatestiguado en el s. XII (la biografía legendaria), para que realice la labor que muy bien pudo hacer por sí mismo el diácono leonés Lucas en una obra conservada y perteneciente a un género de larga tradición: esto es, situar Roncesvalles en el reinado de Alfonso II el Casto; explicar las campañas de Carlomagno contra los moros en Burgundia, Pictavia, Gallia, Catalunia, Vasconia y Navarra; contar las conquistas de Monjardín y Nájera; recordar al traidor Galalón; llamar Marsil al rey de Zaragoza; citar los palatinos muertos en el ataque a la retaguardia; añadir la participación de algunos navarros en la batalla; referir la ida de Carlos a la tumba del apóstol Santiago; nombrar los privilegios metropolitanos de Compostela y de Oviedo; atribuir a Carlos la implantación del rito isidoriano; saber que hubo tres Carlos; repartir la vida de Bernaldo entre dos Alfonsos y dos Carlos; aludir a que, entre ambos Carlos, gobernaron el Imperio Ludovico y Lotario; dar nombre a los papas correspondientes a uno y otro Alfonso y a uno y otro Carlos; identificar al rey de Zaragoza contemporáneo de Alfonso III con Muza, el famoso “tercer rey de España”; identificar con las batallas históricas de Alfonso III aquellas en que Bernaldo sirve a su rey... Nada de todo esto procede de gesta alguna o historia erudita de Bernaldo; todo es debido, sencillamente, a la erudición historiográfica de Lucas y a la manipulación de los datos dispersos que alcanzó a reunir en un conjunto de fuentes que desconocían a ese personaje “Bernaldo”. Esta conclusión parece tan obvia que resulta sorprendente la inútil acumulación por la crítica de una elucubración sobre otra para negarle a don Lucas la capacidad de construir un discurso histórico basado en el saber histórico español de comienzos del s. XIII y que, a la vez, represente una renovación profunda del arte y la práctica historiográfica (Martin, 1992, n. 31) 45.
------Una vez despojado el relato historiográfico del diácono leonés  de toda esa herencia erudita, queda al descubierto el núcleo de la leyenda épica de Bernaldo, que es el “drama familiar” con sus típicos motivos: el engendramiento delictivo del héroe, la ira del rey, la prisión del padre, la crianza del mancebo en la corte, sus servicios al rey, la petición de liberación del padre, el alzamiento en el Carpio, el pacto que pone fin a la rebelión. Sólo resulta sorprendente la fallida conquista de Tudela debida a la traición de Galalón, la participación, “pospuesto el temor de Dios”, de Bernaldo en la batalla de Roncesvalles al lado de los moros y el parentesco de la madre del héroe con el rey hispano y no con el franco (que convierte en suceso incoherente la ida a Francia, a servir a Carlos, de aquel que ha sido colaborador de los moros en la matanza de Roncesvalles). Estos dos últimos “motivos” se enlazan entre sí, pues Bernaldo, al ser el “heredero” natural de un rey sin hijos, tenía razones para oponerse a las pretensiones de Carlos sobre el reino de España. A partir de esta observación (que exige, para poder establecer la conexión, la identificación erudita del rey Alfonso de la gesta con el rey “Casto”) podría llegarse a suponer que el hacer combatir a Bernaldo en Roncesvalles, primero contra y luego a favor de los francos, fuera una atrevida invención de don Lucas elaborada para paliar la noticia, de origen documental, del vasallaje y regalos del rey Casto al Emperador 46 y, a la vez, para explicar la estancia del caballero Bernaldo en Francia, que los relatos épicos contaban. El carácter no épico del tema de Bernaldo combatiente en Roncesvalles, que, en tal caso, estaríamos obligados a sostener, vendría a clarificar el hecho de que Alfonso X conociera una gesta en que Bernaldo era hijo de la hermana de Carlos, rechazaba en Ordejón la invasión de un ejército franco capitaneado por su primo Bueso (esto es, Bosio o Boson), iba a Francia desterrado y desde allí cruzaba los puertos de Aspa y creaba un señorío carolingio en Sobrarbe y Ribagorza, pero que, pese a toda esta su vinculación al mundo carolingio, no participaba para nada en Roncesvalles, ni del lado de Marsil, ni del lado de Carlos, según arriba vimos (§ 2). Hacia esta misma hipótesis, la de que Bernardo en Roncesvalles es una invención historiográfica, del propio Lucas de Túy, ajena por completo a la epopeya, se inclina Stoppino (1995-96), conocedora de mi argumentación, después de realizar el análisis de la estructura de la leyenda de Bernardo en el conjunto de las fuentes que nos la conservan (págs. 105-108). La sugestiva hipótesis de la inexistencia del tema épico sobre Bernaldo en Roncesvalles tropieza, no obstante, con el importante testimonio del monje de San Pedro de Arlanza que trazó una breve historia de “Castilla” como prólogo a su Poema de Fernan González. Nos detendremos más adelante (§ 7.b) a considerar ese testimonio.

c. Orígenes del condado rebelde de Castilla, según Lucas.

------5.3. El Chronicon mundi incluye en el reinado de Fruela II una genealogía de Fernan González, para, por medio de ella, explicar el origen del poder logrado en Castilla por este conde 47. Doy aquí su resumen:

Los nobles castellanos, en un acto de rebeldía contra la tiranía de Fruela, se alzaron, negándose a tenerle por rey, y eligieron entre sí dos iudices (‘alcaldes’48) caballeros, Nuño Rasuera, natural de Cataluña, y Laín Calvo, burgalés; pero éste último se negó a aceptar el cargo. Los nobles prefirieron poner sobre sí a un simple caballero, temerosos de que, si dieran el poder a uno de los más nobles, quisiera dominarlos como rey. Nuño Rasuera, como era hombre sagaz, consiguió que todos los condes de Castilla le encomendaran sus hijos para criarlos junto al suyo, Gonzalo. Actuó con sabiduría en su cargo y extendió durante toda su vida su potestad hasta el Pisuerga, reduciendo así los límites del reino leonés hasta esa frontera. A su muerte, los condes eligieron iudex (‘alcalde’) a ese ayo de sus hijos, Gonzalo Núñez, y después le nombraron conde, casándole con la muy noble Ximena, hija de Nuño Fernández, de la que nació Fernando”.

------Esta exposición no es la primera referencia histórica a los “jueces” o “alcaldes” castellanos Nuño Rasuera y Laín Calvo, pues, según veremos, en el Libro de las generaciones (o Liber regum) de entre 1194 y 1196 se consigna ya el hecho de que los de la tierra, faltos de rey, “acordoron et eslieron dos judices por ques’ cabdellasen”, llamados Nuño Rasuera y Laín Calvo, antecesores, respectivamente, del emperador Alfonso VII y de mio Cid (y, a través de éste, de García Ramírez el Restaurador de Navarra, que es lo que al genealogista le interesaba hacer notar); además, con anterioridad al Libro de las generaciones de 1194-96, uno y otro personaje habían sido citados por separado, como antecesores ilustres, bien del linaje condal castellano (Nuño Rasuera) en la Chronica naiarensis, de en torno a 1185/1190, bien del linaje de Rodrigo Díaz (Laín Calvo) en la Historia Roderici, c. 111049. Pero es preciso destacar que el Tudense no utilizó ninguna de estas tres obras (su desconocimiento de la Chr. naiarensis ha sido señalado ya por Gómez Pérez, 1954 pág. 202 y por Fernández Valverde, 1987, pág. XXXV), siéndonos, por tanto, desconocido el origen de su relato.
------La independencia del relato de don Lucas respecto a esas fuentes escritas en territorios ribereños del Ebro (fuentes que sólo llegarían a integrarse en la corriente central de la historiografía española gracias a la erudición navarra de don Rodrigo Ximénez de Rada) no es un dato que pueda echarse a un lado 50. Por lo pronto, nos obliga a cuestionar la afirmación de Martin (1992) de que la Leyenda de los jueces de Castilla creció primigeniamente en el ámbito cerrado de la historiografía escrita, ya que, a falta de nexos precisos entre una manifestación y otra de la leyenda en los textos escritos, tenemos que admitir que hubo alguna otra forma de difusión del tema al margen de la escritura. También nos exige replantear el estudio de la aportación personal de don Lucas a la exposición de los sucesos, pues, al faltarnos el conocimiento de su fuente de información, sólo el análisis de los criterios con que el historiador leonés habitualmente integraba en la historia los diferentes textos a su alcance y de la visión política a que los sometía puede ayudarnos a separar de la leyenda las adherencias cronísticas que se dan en su relato. Desde luego, considero atribuible a la construcción historiográfica del diácono leonés la precisión cronológica de situar la elección de Nuño Rasuera y Laín Calvo en un determinado reinado de la monarquía astur-leonesa, explicándola como resultado del gobierno “tiránico” de Fruela II.
------La posibilidad de que don Lucas oyera (y no leyera) la historia de los jueces o alcaldes de Castilla y el hecho de que, en tiempos posteriores, esa leyenda viniera a formar parte de relatos épicos (véase adelante, cap. III, § 2) hace, ciertamente, posible que la “misteriosa” fuente de información del diácono leonés fuera una obra poética (como supone Menéndez Pidal, 1992, págs. 339-420); sin embargo, la estructura de la exposición, que hemos parafraseado, carece de toda huella de un desarrollo dramático de los hechos a que se hace referencia y es tan pobre en motivos narrativos que no cabe imaginar que por sí misma constituyera una gesta (ni siquiera uno de los “cantares” de una gesta). A mi parecer, la integración del tema de la elección de los jueces o alcaldes castellanos en la poesía épica sólo pudo darse, desde un principio, como “prólogo” de la gesta de La libertad de Castilla, esto es, para introducir la historia del conde Fernan González, según lo encontraremos, tiempo después, en el Rodrigo. La función de ese “prólogo” era la de afirmar que fueron los naturales de la tierra castellana los verdaderos refundadores de la España “moderna”, según una visión histórica que durante mucho tiempo tuvo arraigo en Castilla y que se oponía al mito leonés de la continuidad de la monarquía gótica con sede en Asturias, León y Toledo (Catalán, 1982, págs. 23-27). La función ancilar que, según sospecho, tuvo siempre la “Leyenda de los jueces o alcaldes de Castilla” vendría a explicar el hecho sorprendente (enfatizado, con razón, por Ramos y Loscertales, 1948) de que las referencias a Nuño Rasuera y a Laín Calvo estén siempre, tanto en la historiografía como en la epopeya, exclusivamente vinculadas a intereses linajísticos.
------La incorporación de la leyenda de los jueces o alcaldes a la gesta de La libertad de Castilla podría ser considerada un hecho tardío si se tiene en cuenta que los “prólogos” en que se traza la genealogía de un héroe y en que se da noticia de su nacimiento y mocedades son en la epopeya, de ordinario, incrementos tardíos, añadidos cuando ya esos héroes objeto del relato estaban establecidos como tales sin la necesidad de recordar a sus antepasados (como reconoce Menéndez Pidal, 1992, pág. 404; véase adelante, cap. VI, § 4); pero resulta sorprendente la temprana fama de Laín Calvo como ilustre cabeza de linaje que la Historia Roderici nos pone de manifiesto, fama que nos obliga a retrotraer en el tiempo la aparición del motivo legendario de los jueces o alcaldes castellanos.

d. El Infante García en el Chronicon mundi.

------5.4. La versión de la muerte del infante don García que nos proporciona don Lucas fue inicialmente creída por Menéndez Pidal (1911 y 1934b, pág. 94) “un relato histórico auténtico, muy anterior al cronista que nos lo ha trasmitido”, y tras él se fueron cuantos han tratado el tema, tanto historiadores, como críticos literarios; pero al volver una vez más sobre la cuestión en su Historia de la épica española (publicación póstuma de 1992, cap. XI), consideró que (junto con el falso sepulcro del infante fabricado en el s. XII para el panteón real de San Isidoro de León) era reflejo de una “rama leonesa” de la leyenda épica. En favor de un origen erudito de los conocimientos de don Lucas puede citarse el hecho de que la muerte del infante está prologada por muy notables noticias acerca de los orígenes castellanos de los Vélez o familia Vela y de la estancia entre moros de este conde castellano antes de establecerse en León; pero en el relato sobre el asesinato hay muy notables elementos que recuerdan motivos de otras narraciones del suceso que son claramente juglarescas: los hijos del conde Vela (a quienes don Lucas llama Diego y Silvestre) que acuden a la ciudad de León actúan desde las Somozas y, una vez cometido el magnicidio, huyen a los montes; el infante recibe la muerte de la propia mano que le sacó de la pila bautismal y cuando se halla a la puerta de la iglesia de San Juan Bautista. También pudiera atribuirse a la tradición épica el nombre dado a la mujer de Vermudo III, hija del conde castellano Sancho García y madre de un infante don Alfonso muerto niño: “Tharasia”; la documentación (Sahagún, 453) la llama Jimena, en 1037, mientras Alfonso X, siguiendo al “romanz” llama también Teresa a la hermana del infante García.

e. Las particiones del rey don Fernando en el Chronicon mundi.

------5.5. El relato de don Lucas sobre la guerra entre los hijos de Fernando I ofrece alguna que otra notable adición a lo contado por sus fuentes eruditas. Menéndez Pidal no creyó que, para sus añadidos, don Lucas recurriera básicamente a la epopeya (1969, págs. 174-175 y 195); pero me parece bastante significativo el hecho de que, en dos ocasiones, los pasajes adicionados tengan como protagonista a “cierto caballero llamado Rodrigo Díaz, esforzado en armas, que en todos sus hechos salió vencedor” y que, tanto el uno como el otro, formen parte de episodios que sabemos fueron tratados por la epopeya. Al contar la famosa batalla de “Golpeyar, junto a la orilla del río Carrión”, el Tudense explica que se desarrolló en dos días: en el primero, don Sancho fue vencido; pero, en el curso de la noche, Rodrigo Díaz aconsejó a su rey que, al amanecer, sorprendieran al ejército vencedor en sus tiendas, y, en efecto, gracias a este consejo, los leoneses fueron vencidos y el rey don Alfonso preso. Doña Urraca, entonces, acudió presurosa a auxiliar a su hermano en peligro de muerte y logró que, tras renunciar al reino, pudiera salir de prisión y exiliarse en tierra de moros. En el segundo episodio constata que los castellanos y navarros, tras la muerte de don Sancho en Zamora, aceptaron a don Alfonso como rey, exigiéndole antes un juramento exculpatorio de no haber participado en el consejo de la muerte, pero que “como no hubiese ninguno que quisiese tomarle el juramento, el arriba nombrado esforzado caballero Rodrigo Díaz tomó el juramento al rey, por lo cual el rey don Alfonso siempre lo aborreció”. Frente a Menéndez Pidal, que siempre creyó en la historicidad de este último suceso (1969a, págs. 194-195 y Disq. 26ª, págs. 711-713), Horrent argumentó convincentemente (1961) en favor del origen exclusivamente épico del relato de la jura, incluso en esta forma carente de detalles y formulismos; también defendió que la breve exposición del prelado leonés testimoniaba la existencia de las dos gestas en que aparece Rodrigo, la de Las particiones del rey don Fernando y el Mio Cid. Creo que está en lo cierto, salvo en la hipótesis de que la jura fuera ideada con posterioridad a la existencia de una y otra gesta, como relato puente, y no como un episodio de Las particiones, esto es, como la escena final de esta gesta, hipótesis alternativa que me parece muy preferible. En cuanto al episodio de la batalla de Golpejera (complementado con la intervención de la infanta doña Urraca para lograr la liberación de su hermano más querido), es de notar que consta de unos componentes escénicos que se adecúan bien a los modelos narrativos de la épica; pero los detalles del consejo que hace posible la victoria resultan difícilmente acomodables a los acontecimientos descritos por las dos relaciones seguramente épicas de la batalla que conocemos, la de la Chronica naiarensis, antes del Chronicon mundi, y la de la Estoria de España, después del Chronicon mundi. En consecuencia, no me atrevo a dar por seguro el origen poético de la escena narrada por Lucas, quien, dada su sistemática visión pro-leonesa y anti-castellana de la Historia, seguramente retocó maliciosamente el texto heredado a fin de acomodarlo a sus propósitos ideológicos.

f. ¿Conoció Lucas la gesta de Las mocedades de Rodrigo?

------5.6. Menéndez Pidal considera (1951a, pág. XLIV), en cambio, como un eco de la gesta de las Mocedades de Rodrigo la breve frase que el Tudense interpola en el relato heredado de sus fuentes para constatar que el rey Fernando, después de muertos su hermano el rey don García y su cuñado el rey don Vermudo, reinó “desde los límites últimos de Galicia hasta Tolosa”, pues no le encuentra otra justificación que la fabulosa expedición a través de los puertos de Aspa, capitaneada por Rodrigo. Armistead (1974, n. 3) se resiste a aceptar esa interpretación del pasaje, a pesar de tener por cierto el conocimiento de esa gesta por Alfonso X, c. 1270.

g. La peregrinación del rey Luis en el Chronicon mundi.

------5.7. Aunque la peregrinación del rey Luis de Francia a Santiago y el recibimiento que le dispensa su suegro (Alfonso VII), junto con sus vasallos, el rey don García de Navarra y el conde don Ramón de Barcelona, es un hecho histórico ocurrido en 1154-1155 (tan sólo unos 80 años antes de que escribiera el Tudense) y también el detalle referente a la esmeralda que el rey peregrino recibe de su suegro y dona a San Dinis, para que sea colocada junto a otras reliquias, recuerda un hecho histórico, el relato del Chronicon mundi contiene un núcleo novelesco que bien pudiera tener origen poético. Menéndez Pidal (1923, págs. 352-363) puso de relieve algunos rasgos que lo emparentan con las chansons de geste francesas y estimó que la fuente del Tudense podía ser una gesta española sobre La peregrinación del rey Luis inspirada de lejos en Le pèlerinage de Charlemagne. Según ya dijimos, la idea no convenció a Horrent (1947, págs. 295-301), quien pretende explicar todo a partir de la consulta por don Lucas del Iter Hierosolimitanum Caroli Magni y la inventiva del prelado; pero la réplica de Menéndez Pidal (1951a, págs. XLIV-XLVII) me parece contundente. Martin (1999a), al comentar el relato historial de don Lucas, no se interesa por el origen de los componentes legendarios.

h. La Historia gothica del arzobispo don Rodrigo.

------5.8. El arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada escribe su Historia gothica en días de Fernando III, cuando el infante primogénito, el futuro Alfonso X, era adulto (1243); pero su vida política comienza en tiempos de Alfonso VIII, a quien acompañó en la batalla de las Navas (1212). Su fuente principal es el Chronicon mundi (c. 1237) de Lucas de Túy, su coetáneo.

i. Reacción del Arzobispo de Toledo contra
el Roland rimado o el Roncesvalles
.

------5.9. Ya hemos citado la referencia del Arzobispo a las fábulas juglarescas, introducida, como siempre, para desacreditar, mediante el peso de autoridades y argumentos eruditos, una versión de los hechos históricos a que las gentes daban comúnmente crédito. La no verdad que los juglares “chuflan” y que “no es de creer” es el hecho de que Carlomagno “conquistase en España múltiples ciudades, castillos y fortalezas, sostuviese esforzadamente con los árabes muchas batallas y abriera por vía recta el camino desde Francia y Alemania hasta Santiago”. Frente a esa afirmación, el Arzobispo toledano (que tuvo ocasión de vivir de cerca y de denunciar cómo los cruzados ultrapirenaicos, que habían acudido en ayuda de la Cristiandad hispana amenazada por la expansión almohade, abandonaron a Alfonso VIII de Castilla y a Pedro II de Aragón antes de enfrentarse con Muhammad al-Nâsir en Las Navas) se esfuerza, indignado, en hacer ver que, salvo en Cataluña, ninguna ciudad de España fue liberada de los musulmanes por los francos. Su reacción nacionalista pudo exacerbarse en 1212, en discusiones con los cruzados franceses que acudieron a Toledo; pero el testimonio de los “juglares” (histrioni) al que se opone con sus argumentos es, sin duda, una Chanson de Roland en su refundición rimada de la segunda mitad del s. XII, ya que en ella, no sólo se afirmaba llamativamente en su comienzo:

Karle li rois a la barbe grifaigne
set anz toz pleins a este en Espaigne,
conquist la terre jusqu’a la mer alteigne...
ne trove borc ni chastel qu’il n’en praigne 51,

sino que se atribuía a Carlos la construcción del camino de Santiago:

Conquis avons d’Espaigne le pais
desqu’a Saint Jame ai les chamins asis
ja mes nul jor ne faudront, ce m’est vis.52

------Dado el éxito pan-románico de esta versión refundida, el Arzobispo pudo oír la chanson en francés, provenzal o, lo que es más probable, adaptada ya a una lengua hispánica.
------Basta para preferir esta hipótesis el hecho de que, en los pocos versos conservados de la gesta española de Roncesvalles, referentes a la identificación de los muertos en la batalla, Carlos recuerde en el planto de Roldán:

Con vuestro esfuerço ar[r]yba en Espayna entra[ste]s,
matastes los moros e las t[i]er[r]as ganastes;
adob[é] los caminos del apóstol Santiag[ue]53,

(véase adelante, cap. VII, § 2c).
------Si tenemos presente el nacionalismo (con centro en Castilla) que colorea toda la Historia gothica del arzobispo don Rodrigo 54, no nos puede sorprender que su concepción de la batalla de Roncesvalles no sea la de una derrota del ejército del Rey cristianísimo de los francos ante los moros y los vascos impíos, sino la de una victoria de los “españoles” (hispani) que “preferían morir libres que vivir bajo la servidumbre de los francos”. Y parece muy probable que algunas peculiaridades de su relato (frente al de su fuente estructural, el Chronicon mundi de Lucas de Túy) sean debidas a su propia invención: eso creo respecto a la afirmación de que al frente del ejército anti-carolingio se hallaba el propio Alfonso II el Casto, y respecto a la suposición de que los áulicos del ejército imperial (Roldán, Anselmo y Egiardo) venían “en la primera haz”, y no en la retaguardia (como desde Eginhard a Lucas afirmaba la historia erudita), correcciones cuyo propósito es, claro está, hacer que Bernardo y Alfonso derroten a los franceses frente a frente, sin participación de los sarracenos, y cuando los imperiales intentan entrar en España, no al regreso de una expedición contra Zaragoza, etc. Son detalles que la crítica ha supuesto tradicionalmente procedentes de una versión épica de la batalla influida por un “nacionalismo” que, a mi parecer, nunca fue existente en círculos juglarescos (acierta, pues, Horrent, 1951a, págs. 477-478, cuando atribuye estas innovaciones al propio don Rodrigo). Pero quedan en la particular versión del episodio de Roncesvalles del Arzobispo otros elementos ajenos a las fuentes eruditas cuya clasificación es más problemática; helos aquí:

------Alfonso el Casto, por carecer de heredero, envía en secreto mensajeros a Carlos ofreciéndole el reino; al enterarse de los tratos, los magnates, encabezados por Bernardo, obligan al rey a retractarse, por lo que Carlos cruza airado el Pirineo; respecto a Bernardo, “se creía que, con un ejército árabe, venía por los puertos de Aspa y Sícola para atacar con él la retaguardia (aunque la verdad es — aclara don Rodrigo — que él combatió siempre en la vanguardia de Alfonso)”; el emperador toca la bocina que llevaba y, a su sonido, se agrupan en su torno la guardia personal y algunos de los medio-muertos fugitivos.

------Estos detalles, aunque en la narración del Arzobispo se hallan sueltos, podrían proceder de un mismo relato. Si fuera así, tendría que ser una gesta hispana sobre Bernaldo y no un Roncesvalles español. Pero contra esta hipótesis es preciso tener presente que sobre la tragedia personal del personaje “Bernardo” nada dice el arzobispo don Rodrigo que no proceda de don Lucas (salvo el detalle de que su padre preso en Luna estaba “ciego y decrépito”55, como si no hubiera tenido conocimiento directo de sus gestas. Y, por otra parte, el más épico de esos pormenores, el de Carlos tocando su cuerno o bocina, parece haberlo introducido el Arzobispo recordando el verso de la Chanson de Roland que sabemos conocía:

Nostre emperere a fait ses ors soner.
Chascons se poine de son cors adober.
Qui don veïst ces aubers endoser,
espées cindre e es chivauz monter 56.

j. El Mainete que conoció el Arzobispo Toledano.

------5.10. Otro tema de la épica carolingia al que don Rodrigo alude es el de Mainet. Como única concesión a unas posibles hazañas hispanas de Carlos, recuerda su venida siendo joven a Toledo a servir al rey Galafre, “por haber sido echado de la Galia por el rey Pepino” debido a que “se rebelaba contra la justicia paterna”; una vez recordado ese hecho, se detiene a dar un breve resumen de la gesta, en el cual se alude a la participación de Carlos en la guerra entre Galafre y Marsilio de Zaragoza, así como a su vuelta a Francia, al morir el padre, llevándose a Galiana, la hija de Galafre, con la cual se casó, una vez convertida la princesa mora a la fe de Cristo 57. La substitución de Bramante por Marsilio debe de ser corrección del prelado para mejor integrar este relato en lo que venía narrando. Como en el más completo resumen de Alfonso X, en esta breve referencia del arzobispo no hay cabida para la presencia de los hermanos bastardos de Carlos, Rainfroi y Heldri, quienes, según creencia de Bédier (1911; recog. en 1912-1913, III, págs. 1-38), habrían sido parte esencial en el núcleo “erudito” de las enfances de Carlos, por transferencia a los tiempos de Carlomagno de unas noticias registradas en el monasterio de Stavelot referentes a Carlos Martell. Es, pues, lo más probable, que el tema de Mainete refugiado en Toledo de quien se enamora la bella princesa sarracena tenga diverso origen que el de la persecución del joven Carlos por Rainfroi y Heldri, según ya tuve ocasión de afirmar al examinar el Mainete conocido por Alfonso X.

k. Recursos de don Rodrigo para castellanizar la historia hispana.

------5.11. El conocimiento por don Rodrigo Ximénez de Rada de algunas fuentes riojanas o castellanas hasta entonces no incorporadas a la tradición cronística leonesa 58 le permitió enriquecer su historia con detalles de interés para las regiones orientales (Castilla-Navarra). Por otra parte, su nacionalismo castellano le llevó a introducir reformas pro-castellanas en la narración heredada de don Lucas, cuyo punto de vista filo-leonés sin duda le desagradaba. Pero esta castellanización del modelo cronístico no está, en general, basada en la interferencia de la poesía cantada por los juglares.
------Sólo al tratar de la muerte del último conde castellano descendiente de Fernan González y acerca de la suerte del condado, una vez incorporado a los dominios de Sancho el Mayor, el Toledano recurrió, claramente, a fuentes épicas.

l. La gesta de los orígenes del reino castellano en la Historia gothica.

------5.12. Respecto al infante García, no se conformó con el resumen del asesinato que presentaba el Chronicon mundi y construyó un relato con muchos más rasgos literarios:

------Después que los magnates castellanos negocian el casamiento de su señor García con Sancha la hermana del rey de León, el infante se dirige a Sahagún, con todo su ejército y acompañado por el rey Sancho de Navarra. Sólo desde allí sigue en solitario, con una pequeña escolta, y entra en León para visitar a su esposa. Los tres hijos del conde Vela (Rodrigo, Diego, Íñigo), que vivían en León a causa de la enemistad de su padre con el anterior conde de Castilla, acuden a besar la mano del infante como señor. Libre de temores, el infante se solaza entrevistándose con su esposa y, en las vistas, ambos se sienten íntimamente unidos por el amor. A pesar de que la infanta teme y revela a su esposo que corre peligro, los magnates a su alrededor desestiman la advertencia, por lo que el infante viene a ser herido de muerte por la mano misma que le sacó de la pila bautismal, la de Rodrigo Vela. Los castellanos y los leoneses combaten entre sí. La esposa, entre grandes muestras de dolor, quiere darse la muerte y sepultarse en la iglesia de San Juan juntamente con su esposo. Los traidores huyen a las montañas.

------En cuanto a la sucesión de Sancho el Mayor, sus explicaciones se basan en un relato también claramente literario, aunque el arzobispo manipule la exposición:

------El rey Sancho de Navarra (que por su casamiento con la hermana del infante don García había incorporado a su señorío el condado de Castilla) encomienda al cuidado directo de su mujer, en el palacio real de Nájera, su caballo más preciado. El primogénito García se lo pide a su madre y ella accede a la petición; pero después la revoca, aconsejada por cierto caballero que le hace ver el peligro de que la donación provoque la indignación del rey. El infante acusa ante sus hermanos a su madre de adulterio con el caballero y obtiene que su hermano Fernando, aunque se niegue a secundarle en su acción acusatoria, ofrezca tolerarla. La condesa-reina es aprisionada por el rey en el castillo de Nájera y la curia la condena a muerte, a menos que logre salvarse mediante un combate judicial. Nadie se atreve a salir en su defensa, salvo el hijo bastardo del rey, Ramiro.

------Llegado a este momento en su puntual resumen de la gesta (pese a la negativa de Pattison, 1967, a considerarlo de carácter épico, creo que nada falta o sobra en el relato para que encaje en el género), el Arzobispo, que, como hombre de estado y primado de España del s. XIII, no puede aceptar el valor probatorio de una ordalía, recurre a un subterfugio (Ramos y Loscertales, 1950) para evitar el esperado desenlace 59. Sin embargo, vuelve a aceptar del relato tradicional la exclusión en la herencia del condado castellano del hijo primogénito de la Condesa, García, por decisión de su ofendida madre y la concesión de Aragón, que ella había recibido como arras, al bastardo que salió en defensa de su inocencia.

m. Temas legendarios de fuente erudita en el Toledano.

------5.13. En otras partes de su Historia gothica el Arzobispo recoge temas legendarios, pero sus fuentes son eruditas y por lo tanto su testimonio no es relevante. A veces su exposición parece contener novedades; pero ello se debe a que utiliza sus fuentes concediéndose una mayor libertad de lo que era habitual en los historiadores que le preceden, y a su claro propósito, ya comentado, de sustentar la historia sobre una base ideológica castellana, en abierta oposición respecto al punto de vista leonés de su fuente fundamental, el Chronicon mundi de Lucas.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS

39 Para la fecha de redacción del Chronicon mundi, véase Martin, 1992, cap. II, n. 9.

40 Reilly (1976) llegó a enumerar “427 líneas misteriosas”, inexplicables a partir de las fuentes establecidas (hasta el final del reinado de Alfonso VI) y, en vista de ello, propuso el conocimiento por parte de don Lucas de un par de crónicas medievales no documentadas. Pero, estudiadas una a una esas líneas de misterioso origen, he podido comprobar que una mayoría de ellas se explican como derivaciones de fuentes bien conocidas: de la Chronica seminensis y de la Chronica Visegothorum de Alfonso III en sus redacciones rotense y pelagiana, de las crónicas de Sampiro y de Pelayo, de los Votos de Santiago y de los Anales castellanos II llamados complutenses. En cambio, debe rechazarse la utilización por don Lucas de la Chronica naiarensis (de acuerdo con lo observado por Gómez Pérez, 1954, y Fernández Valverde, 1987; cfr. adelante, § 5c).

41 Intervenciones del expositor sin base alguna son sus retoques al relato que le proporcionaban las fuentes acerca de los hechos tocantes a los condes castellanos, que Menéndez Pidal (1951a, reprod. 1980, págs. XLIII y 30; 1992, cap. VII, § 11) creyó procedentes de tradiciones épicas y Reilly (1976, n. 82) de  fuente historiográfica desconocida, y asimismo la historia que elabora de la deposición de Alfonso III por insidias de la reina, que algunos historiadores modernos han glosado como cierta y que Menéndez Pidal (1951a, reprod. 1980, pág. XLIII y 27-28; 1992, cap. VII, § 10) reputó de origen juglaresco, apoyando a Barrau-Dihigo (1921, pág. 238).

42 Como desde antiguo, señaló Milà i Fontanals (1874 y 1896, pág. 147, n. 2). El conocimiento por Lucas del relato del Pseudo-Turpín es evidente, no sólo aquí (Nájera y Monjardín; participación de Carlos en la conversión de Compostela en iglesia metropolitana y en la restauración del rito isidoriano), sino, más adelante, en el episodio de la expedición de Almanzor contra Compostela (pues interpola en el relato de la Chronica seminensis el detalle de la disentería con que Dios castiga a los profanadores de la tumba del Apóstol Santiago).

43 Naturalmente, la pregunta erudita de si el rey de la gesta es Alfonso II el Casto o Alfonso III el Magno sólo pudieron hacérsela los historiadores en latín, no los cantores épicos. Contra las elucubraciones de Horrent (1951a, págs. 469-471), creo posible afirmar que fue Lucas de Túy quien inventó el rey y el tiempo de los Alfonsos, Casto y Magno, para los sucesos cantados en la gesta. De él lo tomaron los demás.

44 Conclusión a la que, en cierto modo, apunta también Defourneaux (1943), en un artículo construido con absoluto desconocimiento de las relaciones intertextuales entre las obras históricas hispanas, pero con algunas acertadas intuiciones. La invención de este “compilador un poco erudito”, anterior a Alfonso X, a don Rodrigo y a don Lucas, autor de una obra en latín dedicada en particular a la historia de Bernardo de la que las historias de todos tres descenderían, es ocurrencia heredada por Horrent de Entwistle (1928a) y por éste de Heinermann (1927). El punto de arranque parece haber sido el pasaje de la Versión amplificada de la Estoria de España en que se dice “Pues que Bernaldo ovo esto allí fecho, puso su amiztat con los moros quel ayudassen et que d’aquel castiello guerrearié él al rey don Alffonso et correrle ye toda la tierra. Et fízose aquella postura entre Bernaldo et los moros; et él corrié la tierra al rey don Alffonso tanto que, segund dize la estoria por el latín, vezes avié que llegava a León e a Astorga” (PCG, pág. 373b22-33); pero esa remisión no es a una fuente desconocida, sino a De rebus Hispaniae del arzobispo don Rodrigo, que es de donde se toma la noticia (“..indeque foederatus Arabibus coepit regni confinia infestare. Unde et Arabes, assumpta maxima multitudine, Legionem et Asturicam et adiacentia loca uastare coeperunt” (Lib. IV, c. 15, pág. 90), y la remisión se justifica porque en la Estoria de España la narración circundante procedía directamente de los cantares de gesta en romance castellano. Otras veces los redactores alfonsíes usan la expresión “cuenta la estoria”, no para remitir a un texto preexistente, sino como mera fórmula introductoria del relato que sigue a continuación (“Et dizen algunos en sus cantares, segund cuenta la estoria, que este francés Bueso...”, PCG, pág. 371a25-27), fórmula ésta frecuentísima en la Versión amplificada de la Estoria de España en pasajes muy distintos de los que aquí nos ocupan. Sólo desconociendo cómo están compuestas las obras de Alfonso X, de don Rodrigo y de don Lucas en su conjunto y cómo cada uno de esos autores aprovecha a sus predecesores e ignorando, asimismo, de qué fuentes eruditas se vale cada uno, puede considerarse “fácil y seductor” inventar autores eruditos desconocidos; no es tan críptica la composición, ni de la Estoria de España, ni de De rebus Hispaniae, ni del Chronicon mundi, como para rehuir su estudio al hacer el examen de un relato semi-histórico semi-legendario.

45 “Por el número y naturaleza de las fuentes (de orígenes, a veces, misteriosos) y por la luz que arroja acerca de ellas, proporciona un testimonio precioso sobre lo que era el saber histórico español a comienzos del s. XIII y representa, al mismo tiempo, una renovación profunda del arte y práctica historiográficas, que constituye un hito en el camino que seguirán Rodrigo de Toledo y los autores de la Estoria de España... Va siendo hora de que alguien se consagre al estudio minucioso del Chronicon mundi” (fr., Martin, 1992, II. 1, n. 31). Entre tanto, las pp. 201-211 dedicadas a Lucas por el propio Martin, 1992, son la más sopesada evaluación con que contamos, junto con las observaciones de Linehan, 1993, págs. 357-405.

46 Ya Menéndez Pidal (1949b, págs. 26-27 y 1952b, p. 70), al comentar el hecho de que “el Tudense es el primer historiador que, a causa de incluir un resumen de la leyenda de Bernardo, incorpora la rota de Roncesvalles a la crónica de Alfonso el Casto” (aunque “el Roncesvalles histórico ocurrió en el año 778, cuando el jovenzuelo Alfonso no había subido al trono” y “ni siquiera habría llegado todavía a regir el palacio del rey su tío”, Silo), llegó a sospechar: “La razón de aquel anacronismo puede ser que, al pensar algún clérigo o poeta español sobre las guerras de Carlomagno con los moros, tan cantadas por los juglares franceses, tropezaría con los textos cronísticos carolingios donde se refiere que Alfonso el Casto había enviado presentes al emperador; esto pareció al poeta una sumisión ofensiva al sentimiento nacional, e ideó que ella fuese causa de la intromisión de Carlos en la guerra de recuperación de España y que viniese el fabuloso Bernardo a afirmar esa guerra como empresa exclusiva de españoles”. Mi objeción a este pasaje estriba en que en él sobra el desconocido “poeta”, siendo más plausible tal reacción en un “clérigo”, y que, para ese papel de “clérigo” erudito, nos basta con el propio don Lucas, compilador de noticias históricas y forjador de historia. Dado que en este mismo episodio utiliza la Vita Karoli de Éginhard, el dato sobre la sumisión de Alfonso II a Carlomagno sin duda está fundado en la lectura del siguiente pasaje (ed. Halphen, pp. 44-46): “En verdad, sometió a Alfonso, rey de Galicia y Asturias, hasta tal punto que, cuando éste le enviaba cartas o mensajeros, no se hacía llamar ante él (Carlomagno) de otra forma sino vasallo suyo” (“Adeo namque Hadefonsum Galleciae atque Asturiae regem sibi societatem devinxit ut is, cum eum vel litteras vel legatos mitteret, non aliter se apud illum quam proprium suum appellari juberet”).

47 Los propósitos de Lucas han sido sometidos a detallado escrutinio por Martin (1992, págs. 213-229). Lo esencial de sus observaciones me parece bien fundado.

48 Prefiero traducir por “alcaldes” la expresión latina, en vista de que en esa forma se citan en castellano los iudices tanto en el Poema de Fernan González como en la Crónica de Castilla (utilizando las *Mocedades de Rodrigo) y en el Rodrigo.

49 Según luego notaremos, la inclusión en el Liber regum (o Libro de las generaciones) de la genealogía cidiana iniciada con Laín Calvo se daba ya en la redacción primitiva de esta obra de c. 1194 (frente a lo que cree Ramos y Loscertales, 1948, pág. 87); el genealogista navarro copia, en todos sus detalles, la que le proporcionaba la Historia Roderici. Para la otra rama, se atiene, a su vez, a la Chronica naiarensis, iniciando los antepasados del emperador Alfonso VII en Nuño Bellídez (escrito, como en la Chronica naiarensis, “Belchidez”).

50 Aunque Martin, en su fundamental obra dedicada a los jueces de Castilla (1992), tenga la prudencia de poner en duda el conocimiento por parte de Lucas de las genealogías navarras (“Que haya consultado directamente el Liber regum o que no haya tenido conocimiento sobre ello salvo de oídas...”, pág. 229), desarrolla toda su exposición e interpretación de la versión de la leyenda en el Chronicon mundi (págs. 212-229) quitando, de entrada, importancia a esa cuestión (“poco importan las vías materiales de la transmisión: ¿don Lucas de Túy conoció de oídas la leyenda, o dispuso del Liber regum a través de su amigo Rodrigo de Toledo, que haría traducir la obra una veintena de años antes de que emprendiera la composición de su propia crónica?”, p. 198 y n. 4) y argumentando, seguidamente, como si el diácono leonés hubiera tenido como punto de partida para ella la construcción genealógica navarra. El examen de conjunto del Chronicon mundi hace evidente que Lucas (cuya “amistad” cuando era diácono con Rodrigo es suposición sin fundamento) no manejó el Liber regum. En consecuencia, resulta más problemático saber dónde empiezan las adaptaciones de la leyenda a los conocimientos e ideología del historiador leonés que lo que Martin supone.

51 Cito por el ms.V7. Otros textos rimados son análogos. En la versión asonantada del ms. de Oxford se decía ya: “Carles li reis, nostre emperere magnes / set anz tuz pleins ad estet en Espaigne: / tresqu’en la mer conquis la ter[r]e altaigne / n’i ad castel ni devant lui remaigne / mur ne citet n’i est remes a fraindre”.

52 Cito por el ms.V7 (laisse 395). Figura también en el ms. Ch (laisse 403) y en el ms. P (laisse 328). En todos ellos forma parte del discurso de Carlomagno con ocasión del juicio de Guenelon. La innovación (ajena a la chanson vieja asonantada) se consignaba ya en el relato del Pseudo-Turpin (ed. Whitehill, pág. 303), donde el propio apóstol Santiago se aparecía a Carlos para ordenarle la ida a Galicia “con un gran ejército a combatir a las gentes paganas y a liberar mi camino y mi tierra”.

53 Estos versos suelen editarse como una laisse en á.a (apoyándose en los finales del manuscrito daua, v. 72, Espayna, v. 73 y lançada, v. 76, entremezclados con ganastes, v. 74, Santiago, v. 75; es posible, pero, aparte del inesperado cambio de asonante en medio del discurso de Carlomagno, que venía siendo en á.e (vv. 18-71), resulta muy chocante la imposibilidad de obtener una asonancia en á-a a partir de Santiago. Sugiero, como alternativa, la continuidad de la serie en á.e, corrigiendo: “apriessa dáua[se]” (v. 72), “en Espayna entra[ste]s” (v. 73) “ganastes” (v. 74), “Santiag[ue]” (v. 75), “lançada tal[e]” (v. 76).

54 La afirmación de Horrent (1951a, pág. 478) de que “no hay en él una castellanización del relato...; el León tradicional sigue siendo, para él, la tierra elegida” (fr.) revela un total desconocimiento del conjunto de la obra de Ximénez de Rada. 

55 Sin que esa información le sugiera la necesidad de pararse a confirmar o negar el cumplimiento de la oferta hecha por el rey, para conseguir su apoyo contra los moros, de liberar al preso.

56 Cito por el ms. L (vv. 878-881). Otros manuscritos del Roland rimado usan “graisles” y no “corns”, que era la lección del Roland asonantado: “Li empereres ad fait suner ses corns / franceis descendent, si adubent lor cors / d’osbercs e de helmes e d’espees a or...”, (ms. O).

57 Sin olvidar que es fama que construyó para ella unos palacios en Burdeos.

58 El Toledano muestra conocer la Chronica naiarensis, el Liber regum o Libro de las generaciones, los Anales navarros y, posiblemente, la Historia Roderici. Del Liber regum y de los Anales navarros hizo o mandó hacer unas adaptaciones “toledanas” que nos son conocidas.

59 Ramiro no necesita combatir contra su hermano porque éste confiesa a un clérigo la falsedad de su acusación y el clérigo decide romper el secreto de la confesión revelando al rey la inocencia de la condesa-reina.          

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO

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4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ

4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ


4
. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.

------Considerado en su totalidad, el testimonio alfonsí tiene un valor extraordinario. Gracias a sus declaraciones explícitas, sabemos que “oyó” “cantar” a los “juglares” un conjunto muy variado de “cantares de gesta”, y, por tanto, que su precepto, en la Partida IIª, de que los caballeros escucharan a los juglares cantares de gesta mientras comían no ha de ser tenido, simplemente, como una herencia textual de disposiciones dictadas en tiempos muy anteriores, sino como una costumbre realmente contemplada para el presente. Aunque la voz de los juglares le pareciese poco fiable como testimonio histórico, reconoció la imposibilidad de prescindir de la visión del pasado que la historia cantada venía proporcionando si en su Estoria pretendía contar exhaustivamente todos los “fechos” tocantes a España.

a. Cantares de gesta de temática franca.

------4.1. Según hemos visto, varios de los “cantares de gesta” que Alfonso X recuerda son de temática “franca”: las hazañas del joven Carlos Mainete en Toledo; la muerte de los pares en Roncesvalles y la conquista de Zaragoza por Carlomagno; la creación de una marca carolingia en el Pirineo central por Bernardo, sobrino de Carlos. Esta relativa abundancia nos debe llevar a pensar que Alfonso oiría también a los juglares cantar otras historias que, al no ser pertinentes a la Estoria de España, no tuvo por qué recordar. Las huellas dejadas por un amplio número de temas franceses en el Romancero tradicional (Chanson de Roland, Roncevaux y Ronsasvals, Chanson des Saisnes, Mort Aymeri, Beuve de Hantone, Floovant, Ogier li Danois, Maynet, Aïol, Enfances Vivien), la notable divergencia que esas tradiciones cantadas muestran respecto a los textos franceses conocidos y la libertad con que, ya en el s. XIII, se trataba en la epopeya española la materia épica francesa (según luego veremos), permiten pensar en una floreciente épica hispana de temática transpirenaica de la que no poseemos ni textos ni resúmenes (Menéndez Pidal, 1953a, págs. 246-263, y Armistead, 1981, págs. 380-384, en general; Menéndez Pidal, 1917 y 1951b, y Armistead/Silverman, 1976 y 1987, en particular)36.
------Aunque los “cantares de gesta” de tema francés pudieron ser mayoritarios en los repertorios épicos de la juglaría hispana, tal hecho no disminuiría la importancia ni la personalidad de la épica española, pues esos “cantares” debían estar, no ya sólo lingüísticamente y prosódicamente, sino incluso temáticamente, adaptados a las peculiaridades de la rama hispana de la épica románica, según nos revela el origen leonés del seductor de Timbor (la madre carolingia de Bernaldo) y la extraña lista de pares que combaten en Roncesvalles, y nos comprobará el fragmento conservado en forma poética de la gesta española sobre Roncesvalles.

b. Cantares de gesta de temática hispana.

------4.2. En cuanto a los “cantares de gesta” de tema netamente español, Los infantes de Salas, La muerte del infante García, Las particiones del rey don Fernando, Mio Cid, aunque no fueran muy numerosos, destacan, frente a los de tema francés, por desarrollar unas historias representativas de modelos épicos que, en el s. XIII, contrastan con los manifestados en el grupo de gestas de inspiración “francesa”. En estas gestas nativas llaman poderosamente la atención ciertos rasgos comunes: el planteamiento de conflictos políticos, relacionados con el funcionamiento del orden jurídico-social y del sistema de valores éticos en que la sociedad vasallático-feudal se fundamenta; un marco histórico temporalmente “próximo”, referente a los finales del s. X y al s. XI, y un conocimiento exacto de espacios geográficos reales (incluida la cambiante frontera con la España musulmana) y de personajes, muchos de ellos de segundo rango, que vivieron en esos tiempos; el limitado recurso a la fabulación “novelesca”. En fin, un alto grado de “verismo”, de voluntad de representar una realidad concreta. Más adelante ahondaré sobre esta caracterización.

c. Límites en nuestros conocimientos.

------4.3. Lo que el testimonio alfonsí nos dice sobre la épica medieval española es, pues, mucho; pero, también resulta claramente insuficiente en aspectos varios sobre los que quisiéramos saber algo. Por ejemplo, el estudio de los principios que rigen la adaptación por parte de Alfonso X de la información poética al género “estoria” me obliga a negar la posibilidad de medir, a partir de los resúmenes prosísticos de la Estoria de España, la extensión de los cantares de gesta utilizados37. Baste recordar que los vv. 15-392 del Mio Cid se despachan en el resumen alfonsí en 74 líneas (de la ed. Menéndez Pidal, 1908-1911, reprod. 1944-1946), mientras los siguientes 377 versos generan 452 líneas; o que el planto de Gonzalo Gustioz sobre las cabezas de sus hijos, desarrollado probablemente en más de 100 versos, se reduce a 4 líneas de prosa, y, en cambio la afrenta del cohombro henchido de sangre ocupa 83 líneas (de la ed. Menéndez Pidal, 1951). Tampoco es suficiente, como hemos visto, el testimonio de la Estoria de España para dar una contestación definitiva a la cuestión de si en Portugal se compusieron o no cantares de gesta análogos a los del centro de la Península.

d. Leyendas históricas de carácter no épico.

------4.4. Para rematar esta consideración final sobre el testimonio alfonsí creo preciso recordar, en una rápida enumeración, las tradiciones legendarias presentes en la Estoria de España que no son relevantes para el estudio de la épica medieval española o que no se basan en el conocimiento por los historiadores alfonsíes de cantares de gesta: Desde luego nada hay en ella que proceda de fuente épica respecto a Rodrigo-Vitiza, Teodomiro, Covadonga, la abdicación de Alfonso III el Magno, los condes de Castilla rebeldes, Fernan González, la condesa de Castilla traidora, la mora Zaida, la peregrinación del rey Luis. En la mayoría de estos temas, Alfonso no hace sino seguir a sus fuentes conocidas. El relato que incluye sobre Zaida y sus “amores” con Alfonso VI (que Menéndez Pidal, 1955d, págs. CLXXX-CLXXXII, atribuye al “Cantar de la mora Zaida”) es, a mi parecer, uno entre otros muchos ejemplos de desarrollo de un pasaje de la fuente según la técnica de coloración retórica empleada por la Versión amplificada de 1289. Lo mismo puede decirse, más adelante, con relación al relato del viaje del rey Luis de Francia a España, ampulosamente narrado sin recurrir a ninguna fuente nueva sino a la compilación del Toledano y del Tudense38. Finalmente, las adiciones tocantes a la historia castellana de tiempos de Garci Fernández, introducidas por una mano (o, quizá, varias), que enmienda y completa esta Versión en el manuscrito regio y que se reflejan (mejor o peor) en la tradición textual de la Versión concisa, pero no en la Versión crítica (Catalán, 1997a, cap. IV, § 20 y nn.), forman un conjunto narrativo de carácter claramente monacal que, a mi juicio, nada tiene que ver con la épica. No veo razón alguna para aislar entre sus componentes un cantar o cantares sobre la condesa de Castilla traidora, como supuso Menéndez Pidal (1930 y 1934b, págs. 1-27; cfr. 1992, cap. X) y, tras él, una mayoría de los estudiosos de la epopeya española. El relato de la “Leyenda de La condesa traidora” no debe separarse arbitrariamente del resto de los datos que fueron conjuntamente interpolados en la Estoria de España para construir la historia particular del conde Garci Fernández: a) Sucesión en el condado de Castilla. Buen gobierno de Garci Fernández; b) Conquista de San Esteban de Gormaz; c) Fazienda del Vado de Cascajar con los moros que atacan a San Esteban desde Gormaz: Milagro de Fernan Armentález, un caballero que permanece oyendo las ocho misas que dicen los ocho monjes caradignenses llevados por el conde a un monasterio próximo a San Esteban, mientras un ángel le substituye en la batalla; d) Casamiento del conde de las hermosas manos, Garci Fernández, con doña Argentina, condesa de Francia. Fuga de la condesa con un conde francés. Garci Fernández, disfrazado de peregrino a Rocamador, mata a los adúlteros con la ayuda de la propia hija del conde francés, doña Sancha. Casado con doña Sancha, la nueva condesa desea desembarazarse de él. Cómo lo mató se contará más adelante; e) Lid victoriosa de Garci Fernández con el rey de Navarra; f) Durante su ausencia de Castilla, Garci Fernández deja dos jueces, Gil Pérez de Barbadillo y Fernan Pérez. Los moros corren la tierra hasta Burgos. Matan trescientos monjes en San Pedro de Cardeña. Enterrados en el claustro, hace Dios milagros por ellos. Garci Fernández reconstruyó el monasterio y se enterró en él; g) Garci Fernández aumentó la caballería castellana de 300 hombres hasta 500 ó 600; h) con Garci Fernández cesa la hostilidad, que su padre creó, entre el condado y los reyes de León. Estos datos jamás han formado parte de un cantar de gesta. Las noticias más concisas (a, b, e, g, h) tienen todo el aspecto de basarse en la labor de escoliadores de manuscritos; los dos relatos piadosos (c, f) hacen, según creo, referencia a sucesos, sin duda históricos, de los últimos años de Garci Fernández: la batalla del Vado de Cascajares debe corresponder al infructuoso ataque de Almanzor contra San Esteban en mayo-junio de 989 y la razzia (aceifa) en que los moros destruyen el monasterio de Cardeña a la campaña del verano de 990, año en que se cumplen bien las precisiones “IIII. F. IDUS AG... DIE SS. MARTYRUM IUSTI ET PASTORIS” (Miércoles 6 de agosto) que sobre la matanza de los monjes proporciona la inscripción de Cardeña (con error en la era consignada y en el hecho de atribuir la matanza a un REGEM ZEPHAM”, por mala interpretación del nombre genérico azeipha; cfr. Dozy, 1881, I, págs. 152-156, quien propuso como fecha del suceso el año 934). Y la simple lectura de uno y otro bastan para convencernos del carácter monacal de la narración y de su origen caradignense (recuérdese, por otra parte, que el Cronicón de Cardeña se preocupó de consignar la muerte del caballero vinculado a la batalla del Vado de Cascajares: “Era de MVIIII fino Fernan Armentaliz”). La historia de la traicionera condesa doña Sancha (d), se complementa más adelante, según se había anunciado, mediante otras adiciones extrañas al texto primigenio de la Estoria de España; en la primera, el relato procedente de las fuentes estructurales relativo a la muerte de Garci Fernández se enriquece con la explicación de la culpa que cupo a doña Sancha en ella: la condesa alimentaba personalmente el caballo de su marido engordándolo con salvado, sin darle cebada, debido a lo cual la cabalgadura enflaqueció en medio del combate y cayó al suelo con su jinete; en una segunda interpolación, la historia heredada por la Estoria de España de sus fuentes estructurales sobre cómo el conde don Sancho de Castilla se salvó de ser envenenado por su madre gracias a la advertencia de una cobijera aparece complicada con la intervención de un nuevo personaje, un escudero natural de Espinosa con el que la cobijera mantenía relaciones ilícitas, para explicar a través de esa variante el origen de los monteros de Espinosa que guardan el palacio de los reyes de Castilla. Todos estos incidentes de la leyenda de “La condesa traidora” son tópicos pertenecientes a la cultura historiográfico-folklórica monacal y no guardan ninguna relación, a lo que creo, con los conflictos éticos del mundo vasallático-feudal que interesaron a la poesía épica.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS

36 Horrent (1951a, págs. 421-423) se asombra de que en la poesía épica “la tradición española es de una pobreza notable al lado de la francesa... A juzgar por el número de cantares a los que hacen alusión los compiladores de la Crónica general, la vena heróica ha debido de ser incluso bastante rica y variada. ¿Por qué esta desaparición, tan en contraste con la proliferación de los manuscritos épicos en Francia?” (fr.). Pero el desequilibrio se da en cualquier género medieval que estudiemos, pues el panorama socio-cultural de la Edad Media española es muy distinto del centro-europeo. Por otra parte, la destrucción de lo escrito (exceptuados algunos archivos monacales o episcopales) alcanza en el reino castellano-leonés incluso a la documentación de la cámara regia; resulta, pues, inútil elucubrar acerca de por qué no se conservan determinados manuscritos literarios anteriores a la “explosión” de la industria del papel cuando lo que ha sobrevivido de todo lo escrito es tan poco.

37 Menéndez Pidal (1916a; 1992, pág. 196) establece, respecto a la presumible longitud de los poemas, cifras que no creo puedan aceptarse, ya que nada sabemos acerca de la extensión que tenían las diversas escenas de que los historiadores dan noticia.

38 Martin (1999a), aparte de constatar que el relato de la Versión de 1289 es una mera amplificación de lo narrado por las fuentes latinas, de acuerdo con lo aquí sostenido, comenta “políticamente” la escenificación del viaje propia de esta versión. Habida cuenta que la técnica empleada en el pasaje por el amplificador para “colorear” el relato es análoga a la que utiliza en muchos otros episodios, empezando por el de la mora Zaida que acabamos de citar, sólo subscribo a medias la substancia de los floridos comentarios de Martin acerca de los fundamentos políticos que en la amplificación cree descubrir.

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO

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3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA

3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA


3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA

------En cuanto a la épica de tema estrictamente español, Alfonso X da muestras de conocer directamente, a través de poemas en romance, los cantares de gesta de Los infantes de Salas (referente a los tiempos del conde de Castilla Garci Fernández, 970-995), de “La muerte del infante García” (1029, que quizá, según veremos, formaba parte de un poema más extenso), de Las particiones del rey Fernando (sobre la guerra entre sus hijos, 1065-1072) y del Mio Cid (que se refiere a los años 1081-1089). Otros relatos legendarios tradicionalmente considerados como resúmenes de cantares de gesta creo que no deben considerarse como tales (véase adelante, § d).

a. Los Infantes de Salas alfonsíes.

------3.1. El primero de los temas que aparece es el más sorprendente, pues la historiografía previa en latín no proporcionaba, ni aun siquiera mediante una breve alusión, pretexto para tratarlo. Alfonso cuenta la trágica historia de la enemistad que entre los hermanos Velázquez, don Rodrigo y doña Sancha, del alfoz de Lara, provoca la llegada a la familia de una novia exógena, de Bureba la Llana, más allá de los Montes de Oca, doña Llambla (Flammula ‘llamita’), prima hermana del conde Garci Fernández de Castilla11.
------La acción se inicia con los festejos de las bodas, y la tragedia con el improcedente comportamiento de la novia, que, inflamada por la gallarda actuación de su primo en el deporte de tirar a tablado, rompe la paz familiar con sus provocadoras palabras de entusiasmo12. Las afrentas entre las dos ramas familiares se suceden, alternativamente y de forma encadenada, en un clima de gran violencia, y ni el conde, ni el cuñado del desposado son capaces de detener la creciente enemistad de doña Llambla y Gonzalo González, el menor de los siete hijos de doña Sancha. Ruy Velázquez, al ponerse decididamente del lado de la honra de su mujer, se convierte, sin remedio, en traidor: vende a su cuñado, mediante una tópica carta de traición, al moro Almanzor, y conduce a sus sobrinos, los siete infantes, a una emboscada mortal, simulando una correría por tierra de moros, sin que el ayo de los infantes, el prudente Muño Salido, logre, advertido por los agüeros, detener la impetuosidad de Gonzalo González en su marcha hacia la muerte. La escena central del poema es el planto del padre, Gonzalo Gustioz, cuando Almanzor le presenta las cabezas, que como trofeo han traído sus adalides desde la frontera, a fin de que las identifique13. Tras esta escena, se ponen en marcha los mecanismos de la venganza: el viejo prisionero engendra un hijo (Mudarra) en la mora que lo atiende y, cuando al fin es libertado, deja a su amante una señal para poder en su día reconocerlo; crece el niño, y en una ocasión, jugando al ajedrez, descubre súbitamente su origen bastardo; marcha en busca del padre; en Salas será reconocido por el viejo y desvalido don Gonzalo y prohijado por doña Sancha; no tardará en dar muerte por sorpresa al traidor, tras haberlo retado ante el conde; también castigará cruelmente a doña Llambla, una vez muerto el conde que, por ser primo de ella, la protegía.
------Aun en el rápido, pero completo, resumen alfonsí que he sumariado aquí14, la historia conserva su grandeza épica y, si bien la censura impuesta por el decoro historiográfico se encarga de limar las aristas, también nos deja ver que sigue un modelo de epopeya “bárbara” con motivaciones y “motivos” muy propios de una sociedad cuyas leyes, costumbres, presupuestos éticos, o bien son de tradición germánica, o bien han resurgido de la profundidad de las sociedades primitivas hispanas escasamente influidas por la romanidad y la Iglesia. En las escenas iniciales de la gesta ocurridas en Burgos (lugar de la boda) y Barbadillo (solar del novio), las dos familias que establecen parentesco se distancian progresivamente al irse infiriendo graves afrentas: tras los primeros escarceos verbales, se suceden los actos de violencia extremosa (Gonzalo González parte las quijadas de un puñetazo al primo de la novia, matándolo del golpe; Ruy Velázquez malhiere a su sobrino golpeándole en la cabeza con el astil de su lanza; Gonzalo deshace contra la cara de su tío el azor que llevaba en el puño; doña Llambla hace que uno de sus hombres estrelle un cohombro relleno con sangre contra el cuerpo en paños menores de Gonzalo mientras éste baña a su azor15; los hermanos de Gonzalo matan a ese hombre, aunque se coloca al amparo de su señora, y ensangrientan los vestidos de doña Llambla), actos que se encadenan entre sí por la necesidad ineludible de vengar cada afrenta recibida (cfr. Vatteroni, 1993; Luengo, 1994 y 1996, pág. 216); esta “necesidad” de venganza viene a constituir un principio generador de tragedia de tanta fuerza y eficacia como el “hado” en la tragedia griega. De ahí que, cuando doña Llambla monta un catafalco y llora durante tres días la “muerte” de su marido rompiendo sus paños como viuda, don Rodrigo asuma el compromiso de destruir a su propia familia:

“doña Lambla, non vos pese, ca yo vos prometo que tal derecho vos de ende que todo el mundo avrá dello que dezir”.

------El desajuste (señalado por Capdeboscq, 1984), entre las “costumbres bárbaras”, recogidas en la antigua leyenda, y el “estado del derecho”, cuando esa leyenda es resumida en la Estoria de España, justifica (junto a las exigencias genéricas de la Historia, tal como las entendía Alfonso X) una presentación anacrónica de las “secuencias jurídicas” que, en relación con los hechos ocurridos en Burgos y en Barbadillo, constituyen el punto de partida de los principales sucesos que luego se narran; pero, a través de esa presentación manipulada, podemos aún reconstruir y comprender cómo la vieja gesta planteaba, en modo “trágico”, el conflicto de derecho creado por el quebrantamiento de la paz familiar a causa del enfrentamiento de la novia “extranjera”16 (a la vez ofensora y ofendida) con la familia del novio y de la prioridad concedida por Ruy Velázquez a la honra de su familia nuclear, recién creada, frente a sus deberes de solidaridad con la familia cognática, aquella de la cual procedía.
------Aunque el engendramiento de un hijo por un prisionero en una mujer que pertenece al entorno familiar o social de su guardián es un hecho posible en el contexto de las costumbres medievales (pues está atestiguado repetidas veces por la historia), el carácter “novelesco” del episodio en la gesta es evidente (Menéndez Pidal, 1896, págs. 17-19). Ello ha dado pie a que se defienda el carácter no primigenio del proceso reparador constituido por la venganza de Mudarra (Menéndez Pidal, inéd.; Acutis, 1978; Escalona, 2000, pág. 145). No habiendo testimonio ninguno de la gesta anterior al resumen alfonsí, desde la perspectiva documental por mí asumida esta hipótesis no puede discutirse17. Lo que sí creo inaceptable (con Montgomery, 1988, Vatteroni, 1993 y Luongo, 1994) es defender (como hace Acutis, 1978) que la gesta conocida por Alfonso X se atenga a unos códigos épicos primitivos en que la venganza resulta improcedente y postiza toda vez que Ruy Velázquez no sería aún considerado en ella como traidor: Aunque el poeta conceda a don Rodrigo grandeza heroica (como la chanson de Roland se la concede a Ganelon) y explique el proceso que le lleva a comportarse como “traidor” a su sangre, la condena moral de este trágico personaje es en ella bien clara. Considero, eso sí, característico del código primitivo, al cual la gesta se atiene, el hecho (bien señalado por Acutis, 1978) de que el orden moral restaurado mediante la venganza no necesita ser refrendado por el poder público superior (en este caso el conde de Castilla, Garci Fernández); es más, hasta será impuesto pese a los deseos de ese poder (el conde sigue siendo hasta el fin protector de su parienta, doña Llambla, la causadora de toda la tragedia).

b. El Infante García alfonsí.

------3.2. Como el relato épico sobre Los infantes de Salas no contradecía a ninguna autoridad historiográfica, Alfonso no necesita identificar su fuente; en cambio nos habla de “la estoria del romanz dell inffant Garcia” porque la narración en lengua vulgar que conocía sobre la muerte del infante era contradictoria, en varios puntos, con las de don Rodrigo Ximénez de Rada y don Lucas18. Pero no siempre contrapone las versiones varias; a veces intenta armonizarlas en un relato único, corrigiendo la narración de la fuente menos digna de crédito (de acuerdo con su escala de autoridad) para reducir sus discrepancias respecto a la que considera más autorizada. Este recurso a la armonización, una constante en la obra historial de Alfonso X, ocultó a la crítica, en el caso de la muerte del infante don García, la identidad del texto utilizado en la Versión concisa, de c. 1270, y en la Versión crítica, de 1282-1284, de la Estoria de España19.
------Liberando al relato romance de toda “contaminación” con los relatos de los historiadores latinos, la narración épica prosificada por Alfonso X cuenta lo que seguidamente expongo:

El infante García avanza desde Muño con una hueste y pone cerco al castillo de Monzón. Los caballeros que defienden el castillo lidian con él, pero son desautorizados por su señor, el conde Fernan Gutiérrez, que yacía en él enfermo, y que sale a rendir homena-je al conde, apoderándole de todas las plazas fuertes (que se enumeran) entre el Pisuerga y el Cea. El infante se dirige a León y se aposenta, fuera de la villa, en Trobajo; va acompañado de su cuñado el rey don Sancho de Navarra, quien, con su hueste, acampa fuera de poblado. El infante entra en León para visitar a su desposada y a su hermana, la reina doña Teresa, acompañado de una pequeña escolta. Todos los ricos hombres y clerecía salen a su encuentro y el obispo don Pascual conduce al infante a Santa María de Regla a oír misa; entre los que le reciben besándole la mano se hallan los hijos del conde don Vela, que aprovechan la ocasión para obtener del conde que les otorgue la tierra que tuvieron de su “primo cormano” y le besan nuevamente la mano por el honor recibido. El infante visita a su desposada la infanta doña Sancha en su palacio; ella le reprocha el que venga desarmado y, ante la respuesta confiada de don García, le advierte que corre peligro. Entre tanto, en la posada de Íñigo Vela, se reúnen los hijos del conde don Vela, quienes se confabulan para provocar una reyerta con la escolta del infante, tomando como pretexto la organización de una competición de tirar a tablado, deporte al que son muy dados los castellanos. Logran atraerlos al juego y, una vez cerradas las puertas de la villa, levantan una pelea en que matan a todos. El infante, al ruido de las armas, sale a la calle y allí lo sorprenden, venablos en las manos, los condes; aunque se refugia en la catedral, lo sacan de sagrado y lo conducen deshonrosamente a presencia del conde Muño Rodrigo. El infante trata de negociar ofreciendo heredades a cambio de la vida y el conde Muño Rodrigo está dispuesto a hacer el trato; pero Íñigo Vela arguye que ya es demasiado tarde para retroceder en el plan. Súbitamente irrumpe doña Sancha tratando de salvar la vida al infante; pero el conde Ferran Fla´yno la abofetea, provocando los denuestos del preso. Los traidores, entonces, asaetean con sus venablos a don García, siendo Ruy Vela, su padrino de bautismo, el primero en herirle. Doña Sancha se arroja sobre su cuerpo; pero Ferran Fla´yno la arrastra por los cabellos escaleras abajo. El rey don Sancho, en su campamento, al oír el ruido, hace armar a los suyos; pero encuentra cerradas las puertas de la ciudad. Los asesinos le arrojan por encima del muro el cuerpo del muerto, y él se retira, llevándolo a enterrar al monasterio de Oña.
------Las peripecias que permiten la venganza, que protagonizará el rey don Sancho, con sus hijos don García y don Fernando, se inician cuando los hijos del conde Vela se dirigen a Monzón. El conde Ferran Gutiérrez les engaña, invitándoles a cenar en su castillo, prometiéndoles su entrega al siguiente día, y en esa noche hace llegar la noticia al rey don Sancho y a sus hijos, quienes, reunidos en Castro, avanzan sobre el campamento de los Vela. A pesar de que Íñigo Vela advierte el peligro de que los navarros han asumido el papel de vengadores, son cercados, presos y quemados por traidores. Sólo Ferran Flayno, en un caballo sin silla y deshonrosamente, logra huir y alzarse en las Somozas. Ferran Gutiérrez hace entrega de todo su señorío al rey don Sancho, recibiéndole por señor. Desde Monzón, el rey navarro se dirige a León y allí desposa a su hijo mayor, don García, con la infanta; pero doña Sancha se niega a entregar su cuerpo a su esposo hasta que le vengue de Ferran Flayno. El rey don García persigue al traidor en las montañas y logra apresarlo. Puesto en poder de doña Sancha, ella lo mata con sus propias manos.

c. Precisiones acerca de la transmisión manuscrita de la
Estoria alfonsí en la sección de Fernando I a Alfonso VI
.

------3.3. Acabada la dinastía astur-leonesa de los reyes de León y la de Fernan González en Castilla, se inician en la historia de España unos tiempos nuevos, que en la Estoria alfonsí se reflejan en una muy distinta organización de su tradición manuscrita. Seguimos contando con la existencia de la Versión crítica de 1282-84; pero la Versión concisa de c. 1270 no se nos conserva en su forma original, sino en una Versión amplificada de 1287 (ya de días de Sancho IV), que, en general, se mantiene fiel a ella en la estructura, aunque someta el texto a un constante proceso de amplificación retórica, y en una Versión mixta, que combina este mismo texto con otro quizá procedente de la primitiva redacción concisa.
------Esta organización de la tradición manuscrita alcanza hasta el reinado de doña Urraca y la muerte de Alfonso I de Aragón “el Batallero”. A partir del comienzo del reinado de Alfonso VII continuará existiendo la Versión amplificada de 1287, que sabemos sigue siendo heredera de un relato alfonsí de los años setenta; pero la continuación de los manuscritos que nos venían dando a conocer la Versión crítica de 1282-84 no se basa en ese texto alfonsí conocido por el amplificador de tiempos de Sancho IV.

d. Las particiones del rey don Fernando alfonsíes.

------3.4. El primer poema prosificado en estas secciones, el de Las particiones del rey don Fernando, consta de varios “cantares”: el primero es el de “La muerte del rey Fernando”, el segundo el de “Las guerras del rey don Sancho” y el tercero el de “El reto de Zamora”. Su unidad (que era admitida por Menéndez Pidal en 1910, págs. 58-74 y que reconocen también Chalon, 1976, pág. 355 y Fraker, 1990-9120) está comprobada por un conjunto de referencias internas, hechas desde la sección posterior en que se cuentan las guerras fratricidas, a ciertas premoniciones y a varios hechos que se relatan en el primero de los escenarios épicos, el de la muerte del rey don Fernando en Cabezón (Catalán, 1963a, págs. 372-373 y 1992a, c. II, § 4). Por otra parte, el mejor conocimiento últimamente alcanzado de la tradición manuscrita de la Estoria de España permite arrinconar viejas hipótesis y explicaciones y poner punto final a las vacilaciones en el análisis de la versión conocida por Alfonso X de este poema21. Las vacilaciones tenían su base en el hecho, mal comprendido, de que el primer cantar sólo aparece resumido en la Versión crítica de 1282-84, ya que en la Versión amplificada de 1289 (y en la Versión mixta) el final del reinado de Fernando I (a partir del año 35) y el comienzo del de Sancho II (años 1º y 2º) son un relleno post-alfonsí de una laguna compilatoria que ofrecía la tradición troncal de la Estoria de España en espera de realizar la armonización del relato contradictorio que ofrecían las fuentes (Catalán, 1963a, págs. 369-373 y 1992a, c. II, § 4); los otros dos cantares figuran ya en las dos ramas de la tradición textual de la Estoria de España22. La dificultad compilatoria que retrasó la composición de ese fragmento de la Estoria de España procedía, en buena parte, del mismo hecho que indujo a los historiadores a citar explícitamente el “Cantar del rey don Fernando”: las profundas divergencias que los historiadores alfonsíes notaban entre lo divulgado por “algunos... en sus cantares” y lo contado por “el arçobispo don Rodrigo de Toledo, e don Luchas de Tuy e Pero Marcos cardenal de Santiago”23, “los maestros que las escripturas conpusieron” en latín, en cuyos relatos yace “la verdat”; pero en el relato alfonsí elaborado por la Versión crítica no hay dificultad alguna para distinguir la narración tomada de la gesta respecto a la historia procedente de las fuentes latinas, puesto que éstas están a la vista de cualquiera que quiera verlas24. El poema épico de Las particiones del rey don Fernando se iniciaba con un comienzo dramático:

------El rey se siente gravemente enfermo estando en Santa María del Manzano y se hace llevar al castillo de Cabezón, a donde convoca a sus tres hijos legítimos. Llegados a su presencia, les exige su asentimiento a lo que piensa ordenar y les anuncia que maldecirá al que contravenga su mandato. Ellos otorgan, a ciegas, cumplir la voluntad del padre. Seguidamente, el rey reúne a sus ricos hombres y caballeros y les anuncia su propósito de partir los reinos. Así lo hace, sin acordarse de incluir en la partición a su hija doña Urraca. El hijo mayor del rey, don Sancho, contradice el derecho de su padre a partir “el inperio de España”, invocando la vieja “postura” que entre sí hicieron los godos de que ella fuese un señorío; pero su padre no atiende a razones. Don Sancho anuncia: “Vos fazed lo que quisierdes, mas yo non lo otorgo”.

------Desde esa escena son patentes los derechos y deberes que, en su conflictividad, van a constituir el entramado de la tragedia. El rey moribundo es responsable de dos trasgresiones contra “derecho”: la partición del reino y el olvido de la hija; pero, con su arbitrariedad, crea un “deber” vinculante para hijos y vasallos: la obediencia a la voluntad soberana.
------El juglar cree, con don Sancho, en la unidad gótica de España; por ello rematará el primer cantar con la profecía de don Arias Gonzalo, el ayo de la infanta doña Urraca, al ver muerto al rey don Fernando:

“Señor, non lloro yo por vos, mas por nos, mesquinos, que fyncamos desaconsejados, ca vos quanto quesiestes fazer todo lo acabastes e moristes agora muy honrrada mente; e, señor, bien sé yo, que la guerra que vos soliedes dar a moros, que se tornará agora sobre nos, e matarnos hemos parientes con parientes, e así seremos todos estragados los mesquinos d’España”,

y estas palabras constituirán en la gesta un leitmotiv, recordado insistentemente según la guerra de castellanos y navarros, leoneses y asturianos, gallegos y portugueses vaya pasando por diversas vicisitudes. Pero, al mismo tiempo, el juglar no aprueba la conducta del primogénito al incumplir la voluntad paterna y romper los varios juramentos que el rey su padre le hizo prestar. Y no sólo no la aprueba, sino que colorea negativamente su figura a lo largo de toda la gesta. Desde el principio, don Sancho atrae sobre sí las maldiciones paternas: el rey don Fernando, al heredarle en Castilla, “la flor de los reynos”, comentará ya, ante el Cid, “non plega a Dios que los él logre, ca dos vezes me desonrró mi casa, malfirió a don Garçía e a don Alfonso amos hermanos ante mí, de que me tove por aviltado, e mande Dios que nunca fijo faga que mande el reyno”; más tarde, cuando la violencia se ha apoderado del entorno del rey moribundo, el rey deja que su sobrino navarro casi acogote a don Sancho y, en vez de salir en su defensa, insiste: “Agora fuese muerto o mal desonrrado, ca nunca fallé en España, mientra sano fuy, quien me osase alçar la mano sy non él que me desonrró por dos vegadas mi casa”; luego, don Sancho se muestra en sus actos iracundo25, inconsecuente26, débil27 y poco prudente28. La culpabilidad de don Sancho, quien se labra su propia trágica muerte, queda confirmada en su confesión, poco antes de morir, a don García de Cabra, el Crespo de Grañón:

“Bendito seades, conde, por lo que tan bien dezides, ca bien entiendo que muerto so, et matóme el traydor de Vellid Adolffo que se avie fecho mio vassallo; et bien tengo que esto fue por mios pecados et por las sobervias que fiz a mios hermanos, et passé el mandamiento que fiz a mio padre et la yura que fiz que non tolliese a ninguno de mios hermanos ninguna cosa de lo suyo”.

------Es claro que don Sancho no es ni un modelo de rey con un final trágico, ni el protagonista, siquiera, del poema. Su contrafigura es, indudablemente, el buen rey don Alfonso, ya que, como el cronista comenta (no sabemos si apoyándose para ello en palabras de la gesta) al referir el juramento que prestan los tres hijos de no desposeer a su hermana, “por sus malos pecados, todos lo quebrantaron ellos después, sy non don Alonso”. Sus virtudes, esto es su bondad y obediencia filial29, le hacen merecer la bendición de su padre antes de morir:

“Don Alfón, mi fijo, dete Dios su graçia e la mía, e rruego a Dios, que así commo oy son los rregnos partidos entre vos todos, que así los ayas tú todos ayuntados e seas señor dellos, e dote la mi bendiçión que seas bendito sobre todos tus ermanos”;

y el resultado final de la guerra civil es el cumplimiento de esta bendición, puesto que en su beneficio revierte la deseable recreación del “inperio de España”. Sin embargo, en la gesta su figura no ocupa (ni en espacio, ni en altura) el lugar que corresponde a un protagonista.
------Evidentemente, quien sí tiene el relieve suficiente para que la consideremos el personaje central de la gesta es la infanta doña Urraca, y el hecho de que en torno a ella se estructure todo el poema es una de las más notables características de Las particiones del rey don Fernando dentro del género épico. Es cierto que Urraca no es un personaje moralmente modélico; pero, siendo mujer, no pudiendo, como los varones, remitir a la fuerza la defensa de sus derechos, ¿cómo podría serlo? Apasionada, sensual, “artera” (esto es, capaz de suplir esa falta de fuerza mediante el ingenio y las medias verdades), ostentadora de su debilidad femínea pero enérgica e invencible en sus propósitos, reúne todas las cualidades “positivas” esperables en una verdadera “señora”, merecedora de un reino.
------La irrupción de la infanta, rodeada de damas destocadas, como si la muerte del rey hubiera ya ocurrido, “metiendo bozes e faziendo el mayor llanto del mundo” en la cámara donde su padre el rey yace en el lecho en que ha de morir es una escena, teatralmente montada con el consejo del Cid, de un efectismo impresionante. El gran rey, que pensaba que su único problema era ya, una vez resuelta la sucesión, la batalla final con la Muerte:

------“¡Veo, Muerte, que me fazes grand terrería, como quier uno de los ojos me as ya quebrado, e yo, quando era sano, bien cuidara que a todo el mundo daría batalla!”,

se tiene que recobrar del “pasamiento” en que yazía ante las acusaciones de la hija:

------“¡Padre señor! ¿Qué fiz yo porque ansy finco deseredada?... ¡Aquí yazedes, el rey don Fernando, mi manzilla e mi quebranto grande; e malo fue aquell día que yo nasçy, ca, padre señor, partistes vos los reynos e a mí non me distes nada, e finco desanparada e lazrada...”,

la cual, momentos antes, al llegar a Cabezón, ya se compadecía a sí misma recurriendo a fórmulas extremas de lamentación:

------“¡Mezquina! ¿Qué faré o qué será de my? ¡Non oviera de ser naçida! ¡Seer fija de tan honrrado rey e de reyna tan honrrada, aver de andar por el mundo lazrada e desanparada! Mas me valdría la muerte, ca, mal pecado, non será tal ninguno que me quiera aver que me non aya, e dirán todas las gentes por mi desonrra: ésta es la infante doña Urraca!”.

------Confrontado con las “quejas” de la infanta, el rey moribundo, que ya ha hecho entrega del reino, comenta desolado:

------“Amigos, sabed que por esta fija perderé yo el alma”.

------La demanda de que el injusto “olvido” del rey tenga reparación, apoyada por las prestigiosas figuras de don Fernando, hijo bastardo del rey, que detenta todo el poder eclesiástico (pues es cardenal de Roma, legado papal en toda España, Abad de Sahagún, Arzobispo de Santiago y Abad de Monte Aragón), y del Cid, el consejero favorito del rey, quienes no habían llegado a tiempo para influir en el desacordado reparto de los reinos, desencadena una súbita transformación del escenario en que el rey está muriendo: todos apremian al rey, cuando ya nada puede dar, pues ha repartido sus reinos, y hasta los hidalgos, gentes de palacio y ciudadanos se alborotan. La violencia llega a la cámara misma del rey cuando acude su sobrino a reclamar el cumplimiento de promesas hechas por don Fernando a su padre y llega incluso a derribar al ya rey don Sancho sobre el lecho del viejo rey moribundo. El primer cantar, que se desarrolla casi por entero en un escenario único, inmóvil, es una magnífica exposición dramática de cómo, en el trascurso de la lenta agonía de un gran rey, se desmorona su autoridad, mientras él, que nunca fue deshonrado en vida (salvo por su hijo mayor, don Sancho), tiene que asistir, impotente, al comienzo de un proceso en que se “perderá España”30.
------El desheredamiento de doña Urraca por sus hermanos, don García y don Sancho, quebrantando el juramento que su padre les hizo prestar sobre los Evangelios después de haberles forzado a que entregasen a la infanta desheredada parte de lo por ellos recibido31, constituye el principio y fin de las acciones bélicas que enfrentarán en España a “parientes con parientes”. Desde el comienzo del segundo cantar resuena la profecía de Arias Gonzalo, recordada por la infanta:

“¡Ay, rey don Ferrando, en mal punto partiste tú tus regnos!, ca lo que Arias Gonçalo dixo ya se va llegando: esto es, que toda Espanna cadrié en perdimiento por nos”,

y a lo largo de ese segundo cantar asistimos a las peripecias  la guerra de don Sancho contra don García, extensamente recogidas en la Estoria de España pues la gesta disentía mucho de las breves referencias incluidas por las fuentes latinas, guerra en que don Alfonso se niega a ir contra las disposiciones paternas, pero participa en el reparto del reino de Galicia como premio a su pasividad. En cambio, para la siguiente guerra entre don Sancho y don Alfonso los historiadores alfonsíes se contentaron, en general, con la versión de sus fuentes latinas y sólo nos dieron a conocer un episodio épico suelto. Nada sabemos acerca de lo que la gesta dijera sobre el exilio toledano de don Alfonso, una vez desposeído del reino, ya que Alfonso X tomó todos los datos de su relato de las fuentes latinas (Toledano y Tudense); en cambio, sí consideró incorporables a la versión erudita del cerco de Zamora muchos de los detalles épicos sobre el suceso, pues no constituían material conflictivo respecto a lo referido por los historiadores “respetables”.
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En el curso de la contienda civil, doña Urraca comienza teniendo una actitud pasiva, de víctima, pues, al ser desposeída por don García, se limita a maldecirle:

------“Ruego a Dios que deseredado sea él en este mundo et en ell otro”;

pero, cuando se encuentra sola, frente a frente con don Sancho, que ya ha unificado el reino y a quien sólo falta Zamora para ser “sennor de Espanna”, se niega a entregarla “por aver o por camio”, y promete acudir a sus artes de mujer para defenderse:

-------“Yo mugier so, et bien sabe él que yo non lidiaré con él, mas yol’ faré matar a furto o a paladinas”,

y, en efecto, cuando, tras siete años de cerco, los zamoranos se preparan para entregar la ciudad en un plazo de nueve días y a marchar al destierro junto con su señora, doña Urraca acepta el trato secreto que le propone Vellid Adolfo de librarles, a ella y a Zamora, de su opresor, si accede a lo que él le pida a cambio, entendiendo bien lo que supone la proposición:

------“Dezirt’é la palabra que dixo el sabio: Bien merca ell omne con el torpe et con el cuytado; et tú assí faras comigo. Pero non te mando yo que tú fagas nada del mal que as penssado, mas dígote que non a omne en el mundo (la gesta diría “omne nado”) que a mio hermano tolliesse de sobre Çamora et me la fiziesse descercar que yo non le diesse quesquier que me demandasse”.32

------El papel central de doña Urraca en la gesta se refuerza con la presencia a su lado y fiel actuación de Arias Gonzalo, su ayo o amo, caballero zamorano a quien el rey don Fernando encomendó la crianza de su hija. Acompaña a doña Urraca en su ida a Cabezón y, una vez obtenido por la infanta el señorío de Zamora, es el encargado de su mantenimiento y defensa, apoyado en sus, al menos, quince hijos en edad de llevar armas; con su buen consejo, consigue cumplir el deseo de la infanta de salvar la vida de Vellid Adolfos, una vez cometida la traición, aunque su voluntad sería entregarlo a los castellanos para proteger a Zamora; él es quien responde al reto de culpabilidad que el campeón castellano lanza a la ciudad y quien libra a Zamora y a su señora de la acusación, sacrificando a tres de sus hijos después de que doña Urraca le hubiera prohibido ser él mismo quien primero combata. Arias Gonzalo es modélico, sin tacha.
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Frente a Arias Gonzalo, destaca en la gesta Ruy Díaz, el Cid. Anacrónicamente, el juglar lo presenta como respetado por todos en vida del rey don Fernando33, quien le considera y trata como al más preciado de sus consejeros:

------“Bien seas venido, Çid, mio muy leal vasallo, ca nunca rey tal consejero ovo nin tan bueno commo vos sodes, ¿ó tardastes tanto? Ruego vos, pues que aquí sodes venido, que consejedes sienpre bien mios fijos, ca sey que si vos quieren creer que sienpre serán bien consejados

Don Sancho adquiere la gratitud del Cid, desde que es nombrado rey, dándole “un condado” (dato antihistórico), merced que establecerá un vínculo fundamental entre el vasallo y su nuevo rey. Pronto el Cid se encontrará enfrentado a deberes contradictorios, pues ha sido criado por don Arias en Zamora, al lado de doña Urraca y sus hermanos de leche, y lo tiene por “padre”; por otra parte, se ha comprometido con el rey moribundo a velar por sus hijos y a servir a don Sancho, su señor natural, como castellano que es. De ahí su ambigüedad al desaconsejar a su rey ir contra el mandamiento paterno y ofrecerle seguidamente un plan para derrocar a don García; de ahí su reticencia a encargarse de la embajada en que se propone a doña Urraca la entrega de Zamora “por aver o por cambio”, los reproches que le hace la infanta y la injusta acusación de su rey ante el fracaso de la misión que le acarrea un destierro... Más adelante volveremos sobre el tema de la presencia del Cid en este poema de Las particiones.
------Es de notar, que, a diferencia del Mio Cid, en que los personajes secundarios (y lo son todos salvo Rodrigo, el rey y los infantes de Carrión) sólo están esbozados (incluso Alvar Háñez), en este otro gran poema se destaca, con rasgos más firmes, un conjunto de dramatis personae bastante variado. Notable es la figura del retador a Zamora, Diego Ordóñez, de heroica impetuosidad, incluso en el uso de la palabra, cuando extrema la fórmula de reto, dando pie a la réplica correctiva de don Arias. Matizada, la del conde don García, su tío, quien a pesar de la latente rivalidad que le opone al Cid, desempeña, al lado del rey don Sancho, el noble papel de consejero moral, pendiente de valores que entran en conflicto con el servicio ciego al rey. Hasta cierto punto jocosa, la de Alvar Háñez, sobrino del Cid, que antes de entrar en la batalla de Santarem, en que salvará a su rey de prisión, ha perdido en el juego sus armas y caballo. Bien diferenciado, el carácter de los tres reyes hermanos. Curioso, el personaje de Vellido Adolfos, que comete el regicidio, no por odio o ambición, sino movido por el deseo amoroso y que, frente a la suerte común de los traidores, no sufre un cruento final, aunque no logre que la infanta cumpla su parte del contrato.
------El tercer cantar de Las particiones del rey don Fernando, en la versión de la gesta que conoció Alfonso X, forma un cierre hábilmente construido de la contienda civil, pues consigue dejar arreglado el contencioso entre castellanos y leoneses mediante unas ordalías (juicios en que se remite a Dios como garante de certeza), que más parecen, en su solución, sentencias salomónicas que juicios fundados en el omnisciente conocimiento de la verdad por Dios Padre.
La primera ordalía consiste en el combate, legalmente organizado, entre un caballero representante de los vasallos castellanos del rey asesinado (Diego Ordóñez), que reta a la ciudad de Zamora acusándola de ser partícipe en la traición, y cinco representantes del concejo (papel asumido por los hijos de Arias Gonzalo), uno tras otro. El hecho de que el acusador mate en combate a los tres primeros campeones zamoranos no basta para que su razón prevalezca, pues si bien en los dos combates iniciales queda el campo por suyo, en el tercero el muerto cae de su caballo en el campo, mientras el vivo se sale fuera de los límites del campo llevado por su caballo, por lo que los “fieles” que juzgan el pleito consideran descalificado al vencedor y no le otorgan el derecho de volver al campo de la lid para enfrentarse con un nuevo combatiente,

“nin tovieron por bien de judgar si eran vençudos los çambranos o si non”.

Aunque la pertenencia de la segunda ordalía, constituida por la jura de Santa Gadea, al poema de Las particiones del rey don Fernando haya sido, alguna vez, puesta en duda, creo que están en lo cierto los críticos que, en tiempos diversos, consideran esa escena como su broche final (Menéndez Pidal, 1910, págs. 71-74; Reig, 1947, págs. 54-55; Fraker, 1974, págs. 472-473 y 476). Desde luego, no cabe considerarla (como quiso hacer Puyol, 1911a, págs. 16 ss.) comienzo del viejo poema de Mio Cid, ya que la acusación de los “mestureros” contra Rodrigo Díaz, a la cual dan crédito tanto el rey don Alfonso como los judíos de Burgos, es la de haber recibido o tomado indebidamente riquezas al ir a cobrar las parias de Sevilla (según la cínica exposición con que Martín Antolínez engaña a los judíos, vv. 109-114)34; pero tampoco me parece necesario suponerla (según hace Horrent, 1961; y, tras él Chalon, 1976, págs. 283-286, 329-332, y 1982) creación independiente, concebida para empalmar los dos poemas, ya que, según veremos en otro lugar, la versión de la gesta de Las particiones resumida por Alfonso X tuvo presente al Mio Cid, no sólo en este episodio, sino en todo el conjunto poemático. Al igual que en la anterior ordalía, en ésta de la jura se consigue ofrecer una narración que supera el viejo conflicto de lealtad entre las familias nobles castellanas cortesanas que consideraron indiscutibles los derechos del nuevo rey y los castellanos más reacios a olvidar que sólo con la muerte a traición de su rey había logrado Alfonso reunir nuevamente el reino paterno bajo una corona: el rey don Alfonso, acompañado de doce conjuradores, cumple el requisito de jurar que no ha sido partícipe en la muerte traidora de su hermano; pero, al hacerlo, palidece (sin que se aclare si de ira ante los terribles términos en que se le exige la jura, o si por haber mentido). Dios, calla. El paralelismo con el desenlace del reto de Zamora es demasiado patente como para intentar desconectar una de otra ambas ordalías.

e. El Mio Cid alfonsí.

------3.5. Otra narración épica largamente utilizada en esta parte como fuente de la Estoria de España por Alfonso X es el Mio Cid. La inclusión de las gestas de Rodrigo Díaz era obligada, toda vez que el propio arzobispo don Rodrigo ofrecía en su Historia Gothica un breve relato sobre los hazañosos hechos de Rodrigo en tierra de moros (prisión de “el rey Pedro de Aragón”, victoria sobre “el rey Búcar”, conquista de Valencia), y fácil, pues el conocimiento por parte de Alfonso de la Historia Roderici le permitió organizar una exposición completa y coherente de los hechos cidianos, en la cual los “datos” adicionales proporcionados por los juglares se integraban a la perfección. El ajuste de la versión poética de los actos y palabras del Cid a la “verdad” contada por los historiadores en latín resultó esta vez tan sencilla que nunca hubo razón para citar a los cantares de gesta o a los juglares con objeto de descalificar su información.
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Contra lo creído por Menéndez Pidal y cuantos han venido dependiendo de sus conocimientos sobre la historiografía romance medieval española, hoy podemos asegurar que Alfonso X utilizó un Mio Cid igual (aunque no idéntico) al conservado en el manuscrito de Vivar. El texto poético que Alfonso aprovechó en la Versión de c. 1270 (cuya estructura, aunque retóricamente retocada, nos conservan la Versión amplificada de 1289 y la Versión mixta hasta el v. 1097, poco después de comenzar el “Cantar de las Bodas”) y el que aprovechó en la Versión crítica de 1282-1284 (todo el poema) son uno mismo (Catalán, 1963b y 1992a, cap. IV, § 3). No procede, en cambio, del Mio
Cid viejo la materia épica incluida por la “Interpolación cidiana” de la Versión mixta, ni las adiciones propias de la Crónica de Castilla (y de la *Crónica manuelina resumida por don Juan Manuel en su Crónica abreviada). Sobre estos testimonios épicos trataré más adelante, ya que esas obras historiográficas son post-alfonsíes.
------El interés de los textos cronísticos alfonsíes basados en el
Mio Cid radica en permitirnos observar con detalle las varias técnicas de aprovechamiento de la información juglaresca empleadas por Alfonso, el modo de prosificar el verso y la sistemática trasformación del punto de vista épico mediante la imposición, en su lugar, de un nuevo sistema de valores morales e intelectuales (Badia, 1960; Catalán, 1963b ó 1992a, cap. IV, § 3; Montgomery, 1977). También nos ayudan a reconstruir el contenido narrativo de las hojas perdidas del manuscrito de Vivar (según ya hizo Menéndez Pidal, 1908-1911, reprod. 1944-46, págs. 1022-1025 y 1114, si bien contribuyó a crear cierta confusión acerca del comienzo de la obra35) y, dado que el texto conocido por Alfonso es anterior a la copia de Vivar, nos pueden ofrecer versos desconocidos (o, simplemente, mejores que los conservados) por la rama textual del que el manuscrito único de Vivar es representante. Pero, desde luego (pese a que Girón, 1993, trate de adscribir ciertas diferencias narrativas entre la Estoria alfonsí y el Mio Cid de Vivar a una labor poética) los dos manuscritos, el alfonsí y el conservado, lo son de una misma redacción del poema, e incluso, según adelante veremos, hasta deben de remontar a un mismo prototipo escrito, con errores de copista heredados por ambas copias.

f. La leyenda de Afonso Henriques.

------3.6. Caso aparte de los que venimos considerando es el de la presencia, en los manuscritos que venían transcribiendo hasta el reinado de doña Urraca la Versión crítica de 1282-84, de la leyenda de Afonso Henriques, el primer rey de Portugal. Según arriba advertimos (§ c), en la nueva sección de la Historia iniciada al comenzar el reinado de Alfonso VII, los continuadores de la Versión crítica no conocieron la redacción concisa de c. 1270 utilizada por la Versión amplificada y la Versión mixta de la Estoria de España, ya que su texto base fue una compilación, también conocida por la Crónica de Castilla, independientemente elaborada desde las fuentes. Es en ese texto de fecha incierta donde se inserta la leyenda del primer rey de Portugal. El historiador continuador de la Versión crítica complementa la información procedente del arzobispo don Rodrigo sobre su reinado con un relato en que se combinaban ya ciertas noticias de procedencia analística con un resumen de la leyenda. Este mismo relato, con la misma combinación de noticias analísticas y narrativas legendarias, se nos conserva, en portugués, en la llamada IVª Crónica Breve del monasterio de Santa Cruz de Coimbra, copia de finales del s. XV de una *Crónica portuguesa de España y Portugal perdida (que creo posible fechar en 1341-42), nacida de espaldas a la floreciente historiografía castellano-leonesa del s. XIII en latín y castellano. Esa historia, que tuvo aún como modelo y guía el esquema genealógico del Libro de las generaciones o Liber regum, (con retoques comunes a la refundición de esta obra de c. 1220), debió de basarse, en parte, en otra narración historiográfica portuguesa anterior a la redacción de la continuación de la Versión crítica, de la cual ambas obras tomarían lo que tienen en común (Catalán, 1962, págs. 214-288). Por lo tanto, el historiador que continuó la Versión crítica de 1282-84 no oyó, en este caso, cantar a los juglares la leyenda ni tuvo presente una trascripción de un poema juglaresco, como en los casos que veníamos examinando. Pero, aún así, queda abierta la posibilidad de que el autor de la obra historiográfica portuguesa por él conocida y más tarde transcrita también por la IVª Crónica Breve combinara un relato épico portugués con datos analísticos a su alcance (Saraiva, 1968 y 1979).
------La narración de fuente desconocida común a uno y otro texto comienza contando que el conde don Henrique llegó a España como romero y que el rey don Alfonso le dio por mujer a su hija doña Teresa y como condado Portugal y Galicia, salvo Trastámara. En sus días, el conde ganó una gran parte del reino de León y mantuvo guerras con moros y leoneses. Cuando tenía la ciudad de León aplazada, que si en cuatro meses el emperador no la socorriera se le entregara, murió en Zamora, dos meses y cinco días antes de cumplirse el plazo.
------A punto de morir, el conde se despide de su hijo con un largo discurso en que le trasmite máximas esenciales para mantener la tierra y le recomienda no dejar Astorga cuando lleven su cuerpo a enterrar a Braga. Afonso Henriques desatiende el consejo y acompaña el cadáver de su padre hasta Braga, por lo que pierde toda la tierra de León que tenía. Desafiado por el Emperador y hostilizado por su madre, que se casa con el conde don Fernando de Trastámara (quien era entonces el hombre más poderoso de España no siendo el rey), sólo logra alzarse contra ella robándole dos castillos, Nevia y Feira en tierra de Santa María. Don Fernando, Afonso Herriques y su madre dialogan:

“—Afonso Anriquez, non andemos neste preito, vamos uu dia à fazenda, ca sairemos nós de Portugal ou vós.
—Conde, pese a Deus porque me queredes sacar da terra de meu padre.
—Minha é a terra e minha seerá, ca meu padre el-rei Dom Afonso ma leixou.
—Dona Teresa, non andemos neste pleito; ou iredes vós comigo a Galiza, ou leixaremos a terra a vosso filho se mas puder ca nós.
—Conde, [con] vosco quero entrar na az e averedes que fazer pelo meu amor. E todavia prendede Afonso Enriquez meu filho, ca milhor poder tendes ca ele”.

------En la lid de Guimarães, Afonso Henriques es inicialmente derrotado; pero, cuando va huyendo, se encuentra con su amo o ayo Soeiro Mendes “o Bom”, que venía en su ayuda, con el que sostiene otro diálogo:

“—Como vindes assi, criado e senhor?
—Venho mui mal, ca me arrincou meu padrasto e minha madre estava com ele na az.
—Nom fezestes siso que à batalla fostes sem mim. Mas tornade-vos comigo e prenderemos vosso padrasto e vossa madre co’ elle.
—Deus aguise que seja assi.
—Vós veredes que assi seerá.”

------Reanudada la batalla, Afonso Henriques prende a su padrastro, quien le hace pleito-homenaje de nunca volver a Portugal y se marcha a tierra de Ultramar, y mete en prisión, aherrojada, a su madre. Ella le maldice:

“—Afonso Ariquiz meu filho, prendestes-me e metestes-me en ferros e deserdastes-me da terra que me leixou meu padre e quitastes-me de meu marido, rogo a Deus que preso sejades assi como eu sou, e porque me metestes nos meus ferros, quebrantadas sejam as tuas pernas con ferros. E mande Deus que se compra esto”.

------Una maldición materna nunca deja de cumplirse (y con más razón si la maldición se basa en el conocimiento de un suceso histórico posterior que vendrá a confirmarla): Cuando Afonso Henriques conquista Badajoz a los moros, el rey don Fernando de León, considerando que la ciudad era de su conquista, acude con gran hueste; al ir a salir valerosamente contra el rey leonés, Afonso Henriques espolea el caballo y, al pasar a galope por la puerta de la ciudad, se engancha una pierna con el cerrojo, se la quiebra y viene a caer en un campo de centeno. Allí lo descubre don Fernando Ruiz el Castellano, quien hace acudir al rey don Fernando para que lo prenda. El rey portugués sólo consigue volver a Coimbra tras la entrega de los castillos que tenía en Galicia y haciendo al rey de León pleito-homenaje de ponerse nuevamente en su poder cuando volviese a cabalgar en caballo. Para evitar esa sumisión, el rey de Portugal acude al ardid de no andar en adelante sino montado en una carreta.
------A este desenlace de la leyenda sólo se llega después de otros dos episodios en que, al igual que en la lid de Guimarães y en el desastre de Badajoz, está en juego la libertad del reino de Portugal. En el primero, “a fazenda de Valdevez”, el Emperador, llamado por su tía la reina doña Teresa para que la socorra en su prisión, entra en Portugal con un gran ejército de aragoneses, castellanos, leoneses y gallegos; pero Afonso Henriques, apoyado por todos los portugueses, lo derrota, le prende siete condes y le hace huir, herido en una pierna de dos lanzadas, cabalgando apresuradamente en un caballo blanco por miedo de perder Toledo.
------En la segunda, es el Papa quien por medio del Obispo de Coimbra le exige la liberación de la madre so pena de excomunión. La respuesta del rey es también contundente: depone al obispo, nombra para sucederle a un clérigo negro hijo de un Çoleima y, bajo amenaza de muerte, le hace incumplir la excomunión. Cuando un cardenal legado del Papa llega a amonestarle y a adoctrinarle, el rey le replica:

“—Tão bõos livros temos nós acá como vós en Roma”

y reprocha a Roma que no le envíe riquezas para sostener sus huestes contra los moros. El cardenal, de vuelta a su posada, manda dar cebeda a sus cabalgaduras, reúne, “cuando cantaba el gallo”, a todos los clérigos y excomulga el reino antes de emprender la huida. El rey, espada en mano, lo persigue y alcanza en Santa Maria da Vimieira, donde, agarrándole por el cabezón, le obliga a aceptar el pleito de que Roma jamás pueda excomulgar a Portugal y le despoja de todo el oro, plata y bestias que llevaba, salvo tres con que regresar al Papa. De esta forma, “desde allí en adelante él fue obispo y arzobispo y en todos sus días ninguno hizo en su tierra cosa alguna sino lo que él quiso”.
------Esta historia de La libertad de Portugal bien puede, en su desmesura, tener fundamentos épicos; la arquitectura del relato tampoco repugna a la de los cantares de gesta; la relación amo (Soeiro Mendes)-criado (Afonso Henriques) es típica del género, así como el primero y segundo tiempo en la lid de Guimarães. Es cierto que no se descubren asonantes patentes ni en la narración ni en los abundantes diálogos (y que los intentos de reconstrucción de versos de Saraiva, 1979, págs. 75-83, son tan desafortunados que inclinan al lector a tomar una posición contraria); además ciertos pasajes (como el de las recomendaciones del conde a su hijo) pudieran fácilmente explicarse mejor dentro de una tradición prosística; pero, con todo, me parece, si no segura, al menos, defendible la filiación épica de la leyenda. La importancia que para la historia literaria peninsular tendría la existencia en Portugal del género de los cantares de gesta sobre tema histórico portugués justifica el habernos detenido largamente sobre este testimonio inseguro.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS

11 Los dos “espacios” histórico-sociales bien diferenciados de la Castilla condal que en época antigua representan Lara-Salas, en la frontera, y La Bureba, en tierras del interior que antes estuvieron vinculadas a Navarra, son mucho más significativos en la gesta que la contraposición Burgos versus Córdoba (enfatizada por Acutis, 1978, págs. 81-85), y, desde luego, no hay en las versiones conocidas de la gesta justificación para defender (con Escalona, 2000, págs. 145-153) que el tema de la leyenda era originalmente la confrontación territorial entre Salas y sus circunvecinas Lara-Barbadillo-Vilvestre (representadas respectivamente por Gonzalo Gustios y Rodrigo Velázquez).

12 El resumen alfonsí modera, por decoro historiográfico, el lenguaje descocado de la novia, que conocemos a través de testimonios posteriores de la leyenda (Catalán, 1992a, cap. I, nn. 110, 111). No creo (como piensa Capdeboscq, 1984) que en la versión de la gesta conocida c. 1270 por Alfonso X faltase, en el comentario de doña Lambra, una alusión directa a su deseo (imposibilitado por el parentesco o por su condición de novia) de gozar del amor de su gallardo primo. En un análisis semiótico de la gesta, la primera “infracción” tiene como sujeto protagonista a la novia forastera (“Es una transgresión verbal suya, de naturaleza sexual, la que pone en moción una serie de crímenes y venganzas entre los parientes por sangre y por matrimonio” Mongomery, 1998. pág. 15); sin la expresión pasional clara y directa de su afección a su primo Alvar Sánchez las reacciones que siguen de la familia del novio carecerían de sentido. Acutis (1978, págs. 72-75), obsesionado por su propósito de “liberar” a la gesta primitiva de la figura de Mudarra y del proceso vengador, no capta la importancia de esta “infracción” en su análisis semiótico y deja de lado que la escena de la confrontación en Burgos está (como reconoce Escalona, 2000 pág. 136) cargada de sexualidad, sexualidad que Alfonso X atenúa en atención a las normas del género historiográfico que cultiva, según hace de forma paralela en múltiples pasajes de sus dos grandes obras historiales. Véase, adelante, cap. II, § 4a); al suprimir esa “secuencia” iniciadora de la tensión intra-familiar considera que doña Lambra y don Rodrigo eran en la gesta la “parte” gratuitamente “agredida”, con lo que todo el andamiaje de la obra se caería por tierra.

13 Alfonso X deja sólo en pie el marco de la escena, constituido por los actos que realizan los personajes; del planto se conforma con decir: “Desi tomava las cabeças una a una, et recontava de cada uno todos los buenos fechos que fiziera”. Las palabras concretas de Gonzalo Gustioz no interesan al historiador.

14 La gesta conserva en la obra alfonsí una gran autonomía gracias a que no existían fuentes eruditas de la historiografía en latín a las cuales hubiera que subordinar su narración; pero el relato épico, al pasar por un filtro historiográfico, no es resumido de forma homogénea, siendo muy desigual el tratamiento dado a unas escenas y otras para que la narración lograra conformarse a los cánones de la historia a que Alfonso X se atenía y que explícitamente defendía.

15 Sobre la gravedad de esta ofensa, testimoniada por los legisladores de los fueros de Teruel y Cuenca (y sus descendientes), véase Lapesa (1964b, recog. 1967, 1982b, págs. 32-33). Por otra parte, la ofensa de doña Llambla ha sido objeto de comentarios más subjetivos en que se exploran las connotaciones de la acción (Bluestine, 1982 y Burt, 1982).

16 Véase atrás, n. 11.

17 Salvo de forma indirecta, mediante el estudio de las indudables relaciones entre las diversas redacciones del tema español y las diversas versiones del tema de Galien ~ Galeant (Monteverdi, 1934; Menéndez Pidal, 1969b; recog. 1971, págs. 543-552; inéd., caps. XXIV, § 4 y XXVIII, § 4; sobre las varias versiones del tema de Galien, cfr. Horrent 1951a, págs. 69-78).

18 La cita del “romance” va precedida de la afirmación “Mas pero que assí fue como el Arçobispo et don Lucas de Túy lo cuentan...”.

19 Cintra (1951, pp. CCXXI-CCXXX) destacó como rasgos diferenciales de la Versión crítica la presencia en el relato de uno de los asesinos “históricos” del infante, el conde “Muño Rodrigo” (a quien en el epitafio del infante en Oña se acusa de ser uno de los traidores responsables del asesinato), y el pormenor consistente en que don García busque refugio en Santa María de Regla y sea sacrílegamente sacado de la iglesia y conducido desde allí a presencia de ese conde Muño Rodrigo, por observar que en la Versión concisa y en la amplificada el conde Rui Vela asume las funciones de ese conde Muño Rodrigo, y que el pormenor de haber sido sacado el infante de la iglesia no se consigna en ellas. Pero erró en su explicación de las diferencias entre una y otra crónica como dependientes de la existencia de dos variantes antiguas del relato épico, pues las “variantes” de la Versión concisa (y de la Versión amplificada en ella basada) se deben, sencillamente, al intento historiográfico de acercar el relato juglaresco al de las fuentes latinas (Catalán, 1992a, pág. 36, n. 99).

20 “Creemos más bien que el Cantar de Sancho II, llamado también Cantar del cerco de Zamora, en el cual se inspira por lo largo la compilación alfonsí, debía de comenzar, según toda lógica, por la evocación de la partición del reino y por el relato de la muerte de Fernando I”.

21 Vacilan o yerran al delimitar el contenido de la gesta sobre Las particiones del rey don Fernando, Puyol (1911a), Reig (1947), el propio Menéndez Pidal con posterioridad a 1910 (1924a, pág. 385; 1951a, págs. LXV, LXVIII; 1992, cap. XXVI, § 1), Cintra (1951, pág. CCXLVIII), Fraker (1974, págs. 469-507), que luego cambiará de opinión, y Reilly (1976, págs. 127-137).

22 Esta dispersión de los pasajes derivados de la gesta entre varias familias de textos cronísticos (unida a las referencias que a sus varias partes hace la historiografía, nombrando por separado a sus diversos “cantares”) es la causa de ciertas confusiones en que cayó la crítica. Otra fuente de errores ha sido el papel sobresaliente que el Cid tiene en todo el poema, papel que ha permitido, a veces, confundir esta gesta con la de las Mocedades de Rodrigo.

23 El aparentemente misterioso “Pero Marcos Cardenal de Santiago” se identifica con Petrus Marcius, canónigo (“cardenal”) de la catedral compostelana, a quien Alfonso cree autor de toda la compilación latina del códice pelagiano que, procedente del monasterio asturiano de Corias, llegó a Santiago (ms. F-86, mod. 1358 de la Bibl. Nacional, Madrid), cuando sólo fue transcriptor de los Votos de Santiago a él añadidos (Menéndez Pidal, 1953b).

24 Hay críticos que prefieren ir a tientas y, sin estudiar la técnica compilatoria alfonsí, levantan hipótesis desatinadas y gratuitas, para, a partir de ellas, negar la existencia de cantares de gesta en España. Así actúa Guerrieri Crocetti (1944, págs. 297-298) respecto al “Cantar del rey Fernando”, pues considera parte de la misma narración los episodios historiográficos procedentes de Rodrigo y Lucas (traslado del cuerpo de San Isidoro desde Sevilla a León, santa muerte de Fernando I) y los sucesos ocurridos en el castillo de Cabezón, y tan ignara confusión le permite descartar la fuente épica citada por el propio texto (“prescindiendo de los cantares, que al fin y al cabo no han llegado hasta nosotros, y de los cuales no creemos pueda hablarse”) y dar por seguro que el relato “es una secuela de obras piadosas... que hace pensar en un floretum”. Típicas elucubraciones fantasiosas de un modelo de crítica que aún tiene el descaro de atribuirse el calificativo de “positivista”.

25 Aún no ha muerto el rey y ya anda “muy bravo e muy esquivo, maltrayendo a todos”; cuando el Cid es portador de la negativa de doña Urraca a entregar Zamora, su reacción es la ira, acusando al mensajero de connivencia con doña Urraca, por lo que le destierra.

26 No acaba de desterrar al Cid, cuando ya está enviándole mensajes y haciéndole promesas para que regrese.

27 Cuando su primo, Nuño Fernández, le hace frente, se deja derribar de un puñetazo y que don Nuño le acogote, teniendo que recurrir a ofrecimientos para salir indemne.

28 Cuando desoye las advertencias que le hace desde el muro de Zamora un caballero sabariego respecto a los propósitos traidores de Vellid Adolfo.

29 Por respeto a su padre, se ofrece a dotar generosamente a su hermana con buena parte de las ciudades y tierras que ha recibido en la partición.

30 En un artículo monográfico dedicado a este cantar, Powell (1984) considera incongruente el relato épico incluido en la Versión crítica (o Crónica de veinte reyes); pero las inconsecuencias que enumera no existen en el texto y dependen sólo de su malentendimiento del castellano alfonsí. Al no “leer” bien el texto que pretende comentar, no hay posibilidad de que los comentarios basados en esa lectura contengan observaciones aceptables.

31 Juramento reforzado por el rey moribundo con la rogativa a Dios de que “maldito fuese e nunca fijo fiziese que señor fuese del reyno el que fuese contra aquello qu’él mandava”.

32 En las citas de la Estoria de España destaco en cursiva las voces que conservan trazas de las asonancias de las laisses épicas.

33 Cuando llega más tarde que el resto de los caballeros a Cabezón y se dirige hacia la cámara del rey, “levantáronse contra él don Sancho e don Alfonso e don García, que avía ya el rey fecho reyes, e el conde don Pedro de Caso e el conde don Nuño e el conde don Garçía de Cabra, que le dixo assí: Cid, ¿ó tardastes tanto?, ca el rey preguntó mucho por vos e agora yaz para sse finar”. Aunque en la historia, muerto el rey don Fernando (1065), Ruy Díaz ocupó un primer plano militar al ser alférez del reino castellano durante el reinado de don Sancho (el cual le había armado caballero algún tiempo antes de la batalla de Graus, 1063), no cabe suponer que en el reinado anterior gozara ya de una destacada posición.

34 Chalon (1976, págs. 284-285) reconoce que “en el Poema de mio Cid copiado por Per Abbat, el héroe explica su condena al exilio por las mentiras de cortesanos envidiosos [v. 20], mentiras relativas al suceso de Gormaz; no hace ninguna alusión a Santa Gadea”; pero en esta constatación deforma, a su vez, los conocimientos del poeta, ya que del suceso de Gormaz quien únicamente sabe es la Historia Roderici (y, a través de ella, Alfonso X, Menéndez Pidal y el propio Chalon).

35 Al reproducir el texto cronístico alfonsí, tuvo cuidado en notar que procedía, en lo esencial, de la Historia Roderici, salvo en la escena del encuentro con los parientes y vasallos; pero creyó que las alusiones posteriores del Mio Cid a hechos anteriores al destierro (ida a cobrar las parias; prisión por la barba del conde don García en el castillo de Cabra; acusación de los mestureros de haber retenido buena parte de las riquezas de las parias) exigían la existencia de escenas previas en que esos acontecimientos se narrasen. Subsecuentemente, diversos críticos han creído parte del poema la compilación alfonsí, hasta llegar al irrisorio extremo (Smith, 1972, págs. 1-2) de defender que la propia prosa (de la Estoria de España!) sería el modo de comenzar su obra el genial cantor del Cid.

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO


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2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA

 

2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA.

------Las relativamente frecuentes referencias a los cantares de gesta en la Estoria de España de Alfonso X permiten identificar como objeto del interés épico de los juglares hechos relativos a Carlomagno (Roncesvalles), a Bernardo del Carpio, al infante García (último conde castellano de la casa de Fernan González), al rey don Fernando “de las particiones” y al rey don Sancho (muerto ante Zamora). Pero no todos los pasajes fundados sobre esas gestas, ni todas las historias contadas, en parte, “como las cuentan los juglares” llevan en la Estoria de España indicación expresa de la fuente, pues es práctica general de los historiadores alfonsíes componer su relato absorbiendo y armonizando los datos de fuentes diversas sin citarlas a cada paso y reservar la especificación de las opiniones a los casos que consideran problemáticos por hallar en las fuentes informaciones incompatibles. Baste para mostrarlo la prosificación, verso a verso, de una obra nunca identificada por Alfonso X: el Mio Cid, en versión idéntica a la conservada en forma poética (Catalán, 1963b; o, mejor, 1992a, cap. IV). Según vamos a ver, en la prosa alfonsí se halla sepultada toda una rica y variada epopeya española oída a los juglares por el rey Alfonso y sus colaboradores.

a. El Mainete alfonsí.

------2.1. El primer tema épico que Alfonso X utiliza para complementar la información que le proporcionaba la historiografía en latín de sus predecesores es el de Mainete. Sin duda, le movió a ello el hecho de que su fuente estructural, la Historia Gothica del arzobispo don Rodrigo, aludía ya a la estancia del joven Carlomagno (“Mainete”) en Toledo, sirviendo al rey Galafre contra el rey Marsil de Zaragoza, y a su matrimonio con Galiana, hija de Galafre. Alfonso consideró ese “fecho” pertinente en una Estoria de España de “todos los fechos” en ella ocurridos, como era la suya, y dio autonomía a su relato, sincronizándolo con un determinado año del reinado de Fruela I. El resumen abunda en escenas y motivos de clara ascendencia épica. Aunque la fuente podría ser una chanson de geste en lengua foránea de estructura más antigua que las que hoy se conocen, me inclino a la hipótesis de que se basa en un texto hispano, ya que, según veremos, diversos temas “franceses” circularon en la Península adaptados en lengua, prosodia y elementos estructurales y éste, en vista de su geografía y ambiente, invitaba de modo especial a la nacionalización.
------En la versión alfonsí de Mainete no hay huella aún (Reinhold, 1911, págs. 744-745, y 1913, págs. 653-656; Menéndez Pidal, 1932 y 1934b, págs. 268-270) de la existencia de un ciclo épico en que las mocedades del emperador se conecten con la historia de Berthe y la sierva que la suplanta en el lecho de Pepin y como reina; Rainfroi y Heldri, los dos bastardos persecutores del joven Charles procedentes de la chanson llamada Basin o Couronnement de Charles, no figuran en ella3. El joven Carlos Mainete no va a la Toledo del rey Galafre huyendo de sus hermanastros, sino en vida de su padre y por amor de Galiana, la hija del rey moro (Menéndez Pidal, 1932 y, mejor, 1934b, págs. 263-288; Horrent, 1951b, págs. 188-191; Blassi, 1953); el núcleo de la narración épica aparece claro en la rápida exposición alfonsí que resumo:

------Llegados los franceses cerca de Toledo, sale a recibirlos Galiana con sus dueñas, ante quien todos se humillan, menos Mainete. Galiana, que ya conocía al conde Morante, le interroga y él le explica que es la sangre del supuesto escudero lo que le obliga a no humillarse sino ante Santa María. Siete semanas llevaban los franceses aposentados en Toledo cuando Bramante, pretendiente rechazado por Galiana, llega con una gran hueste y coloca sus tiendas en el Val Somorián. Los franceses salen a hacerle frente, mientras Carlos duerme plácidamente. La batalla, liderada por Morante, se mantiene indecisa a lo largo de gran parte del día. Carlos, al despertar, viéndose solo, se cree traicionado y en sus lamentos revela sus orígenes (hijo del rey Pepino y de la reina Berta). Galiana, que ha escuchado las quejas de Carlos, le propone un trato: le dará un caballo (Blanchet) y una espada (Joyosa), regalo de Bramante, a cambio de la promesa de hacerla su esposa y llevarla a Francia, donde abrazará la ley cristiana. Carlos, forzado por las circunstancias, accede. Llegado al lugar del combate encuentra a su primo Aynart malherido; le promete venganza y, en efecto, combate con Bramant, le arrebata la espada Durendart, le persigue en su huida y le da alcance y muerte entre Olías y Cabañas; los franceses roban el campo. Vuelto a Toledo, Carlos se entera (a través de un escudero de Aynart) de que Galafre no está dispuesto a dejarle partir; pero, mediante el pretexto de ir de caza, huye, después de herrar su caballo al revés. El conde don Morant vuelve en busca de Galiana, que escapa por un caño de las murallas. Habiendo sido alcanzados los fugitivos por los moros en Montalbán, el conde, tras perder y volver a ganar a Galiana, logra escapar con ella y, después de siete semanas de penoso viaje por fuera de poblado, consigue ponerla en salvo y entregarla a Mainete en París.

------Pensar que Alfonso X (o, antes que él, un juglar español refundidor de la leyenda de Mainet) pudiera haber eliminado la conexión del tema de “Mainete en Toledo” con el de “el joven Carlos perseguido por los hijos de la sierva” (como, de aceptar las genealogías textuales defendidas por Jacques Horrent, 1979, sería preciso hacer) me parece genéticamente inadmisible en la evolución de una narración medieval. La armonización cíclica de dos poemas inicialmente desconectados es hipótesis muy preferible. En vista de ello, considero preciso retomar la vieja creencia (Quadrado, 1848, 2ª ed. 1886, págs. 98-99; el Conde de Puymaigre, 1861, pág. 442 y ss.; G. Paris, 1884, págs. 609-610; Milà, 1896, pág. 335, aunque dubitativamente; Menéndez Pidal, 1932 y 1934b, págs. 270-271; von Richthofen, 1944, págs. 54 y ss. y 1970, págs. 21, 24, 35, 45, 79 y 200; De Mandach, 1961, pág. 35) de que el juglar francés creador de la primitiva chanson de Mainet se inspiró en el histórico destierro de Alfonso VI de León en Toledo (1072) y en su ulterior casamiento con la nuera del rey moro de Sevilla, “la mora Zaida” (1090). Aunque estos sucesos fueron bien conocidos en la Francia contemporánea (contra lo que asume, sin atender a la documentación histórica pertinente, Jacques Horrent, 1979, pág. 142, n. 3), es más probable que fueran recordados por uno de los múltiples juglares francos que recorrieron el camino de Santiago (sea como peregrinos, sea como profesionales de su oficio) o que se instalaron en los burgos que atravesaba ese “camino francés”; y también es bastante fácil que el conocimiento de Espagne que tuvo el creador de Mainet alcanzara a la ciudad de Toledo, donde abundaban los colonos francos, hecho que justificaría las reminiscencias toponímicas del entorno toledano notadas en la gesta por Menéndez Pidal (1932 y 1934b, págs. 272-284).

b. El Bernardo alfonsí.

------2.2. También las fuentes estructurales son la razón de que Alfonso X hable de Bernardo del Carpio: tanto el Arzobispo toledano, como don Lucas en su Chronicon mundi se referían a este personaje al tratar de los tiempos de dos reyes Alfonso de Asturias y León, el Casto y el Magno, y de dos reyes Carlos de Francia, el Magno y el “tercero”. Alfonso X, de acuerdo con su jerarquización de las fuentes, consideró la narración del arzobispo como la verdad, pero completó su relato, siempre que la armonización de las fuentes era posible, con la de Lucas de Túy y, cuando no, consignó la alternativa rechazada declarando su procedencia. Adicionalmente, echó mano, directamente, de la versión oída a los juglares, que, al ser conflictiva con el relato tenido por verdadero, trae consigo frecuentes citas con declaración explícita de la fuente. Aunque fragmentada en el texto alfonsí y mezclada con los relatos basados en las historias latinas, la versión del poema épico conocido por Alfonso es reconstruible. Creo interesante hacerlo aquí, pues el relato tiene poco que ver con el que se ha hecho más famoso; en esta versión, Bernaldo es un héroe de estirpe carolingia y no combate en Roncesvalles:

------Doña Timbor, hermana del rey Carlos de Francia, al volver de una romería a Santiago es invitada por el conde Sancho Díaz a alojarse en Saldaña; allí la seduce y empreña. Así nace Bernaldo. El rey convoca cortes en León, a las que el conde no acude. Utilizando a dos altos hombres, Orios Godos y el conde Tiobalte, el rey consigue atraerle con engaño a la corte4; una vez ante el rey, éste hace que sus monteros le apresen de forma especialmente dura y le reprocha lo ocurrido con la infanta francesa. Al verse preso, el conde encomienda la crianza de su hijo al rey. Bernaldo se cría en la corte, prohijado por el rey, desconociendo su origen; pero, mediante un ardid, dos damas (cuyos nombres se consignan), siguiendo instrucciones de dos parientes de su padre (cuyos nombres también se consignan), consiguen que, estando jugando a las tablas5, se entere de la prisión que el padre sufre. Vestido de luto, se enfrenta al rey pidiéndole la libertad del padre preso. El rey, airado, jura mantener preso de por vida al conde. Bernaldo ofrece servir fielmente al rey hasta conseguir ablandarlo. Cumpliendo su promesa, salva a su rey de muerte o prisión cuando los moros del rey de Mérida Orés atacan Benavente, pues, habiendo perdido el rey su caballo en la batalla, le proporciona el suyo; más tarde, derrota y da muerte en Ordejón a Bueso, su primo por parte de madre, cuando este alto hombre de Francia corre las tierras del rey leonés; pero estos y otros servicios resultan vanos: cuando, tras ellos, pide al rey como don la libertad de su padre, la respuesta es nuevamente negativa. Tampoco consigue ningún resultado la intervención de la reina, a instancias de Orios Godos y Tiobalte, con ocasión de unos festejos en que, a ruegos de ella, Bernaldo participa de mala gana, y es quien quebranta el tablado. Bernaldo se insolenta y recuerda al rey sus servicios, lo que provoca una orden inmediata de destierro. Bernaldo, seguido de sus parientes (de los cuales tres son nombrados), se retira a Saldaña y guerrea contra el rey. Yendo contra Salamanca, al cruzar el vado Bimbre, cerca de Alba de Tormes, prepara una celada y consigue apresar a Orios Godos y a Tiobalte y matar a mucha gente de los del rey. Habiendo construido el castillo del Carpio, se muestra generoso y liberta a los presos, sin que ese acto ablande al rey; desde el Carpio corre las tierras de Salamanca y las victorias se suceden; los hidalgos que con él guerrean se enriquecen. El rey, forzado por los suyos, ofrece a Bernaldo la libertad del padre a cambio del castillo. Bernaldo, en su subsiguiente entrevista con el rey, razona: “rey, más gano yo en las guerras que en las pazes, ca el cavallero pobre mejor vive con guerras que non con pazes”, pero acaba por besar la mano al rey y entregar el Carpio. Cuando todo parece preparado para un final feliz, la desgracia se abate sobre Bernaldo, pues al ir a buscar al padre por orden regia, Orios Godos y el conde Tiobalt lo encuentran muerto. Mediante unos baños, buenos vestidos y cierta artimaña, el rey consigue entregar el cuerpo muerto del conde, caballero en un caballo, a su hijo, que acude humilde a besarle la mano. Descubierto el engaño, el rey destierra a Bernaldo del reino y lo envía, bien abastecido, para Francia. En la corte de Carlos es afrentado por un medio hermano suyo, que se niega a reconocerlo, y Bernaldo, aunque protegido por el rey francés su tío, se marcha de París, y guerreando y robando la tierra, llega a los puertos de Aspa. Allí puebla la Canal de Jaca, vence tres batallas contra moros, gana desde Ainsa a Berbegal, Barbastro, Sobrarbe y Monblanc, se casa en aquella frontera con doña Galinda, hija del conde Alardos de Latre y tiene un hijo, Galín Galíndez “que fue después muy esforçado cavallero”.

------Al acabar el rápido relato de la vida de Bernaldo como señor pirenaico, Alfonso X, en la Versión crítica de 1282-84, comenta:

------“Mas por que Nos non fallamos nada de esto todo que aquí avemos dicho de Bernaldo desde la muerte del conde Díaz fasta este lugar en las estorias verdaderas, las que fizieron et conpusieron los omnes sabyos, por ende non afirmamos Nos nin dezimos que as´y fue, ca non lo sabemos Nos por çierto sy non quanto oymos dezir a los juglares en sus cantares”.

------Este “drama de familia” (como, con un juicio anacrónico, lo llama Heinermann, 1927), este conflicto entre deberes al señor “natural” y a la familia, nada tiene que ver, según el testimonio alfonsí, con el tema épico de Roncesvalles; pero sus componentes, perfectamente identificables en el relato alfonsí, no son los que de forma arbitraria ha solido asignar la crítica a ese drama (y que resume Horrent, 1951a, págs. 467-4756): a él pertenecen la madre francesa, hermana de Carlos, seducida en el camino de Santiago, y los episodios “pirenaicos” relacionados con la marca carolingia creada en Sobrarbe y Ribagorza por Bernardo, que, según intuyó ya Milà i Fontanals (1874, págs. 205 y ss.; recog. 1896, págs. 160-162), desarrollando ideas de Pellicer (1681, pág. 231), sería el componente histórico de la leyenda y el núcleo primitivo de ella7. La pertenencia del “drama de familia” al Bernaldo carolingio no puede extrañarnos pues esa gesta revela, en los lugares comunes y motivos épicos que maneja, que sus fuentes de inspiración son las chansons de geste francesas (del estilo de Berte e Milon, como notó Heinermann, 1927, pág. 76 y las referentes a vasallos rebeldes).

c. El Roncesvalles alfonsí

------2.3. El tercer tema épico sobre el que Alfonso X conoce textos orales, complementarios de lo narrado por sus fuentes estructurales en latín, es el de Roncesvalles. Como su preocupación principal es poner de acuerdo o contrastar el relato de “don Lucas de Túy”, con sus particularidades, y el de “el arçobispo don Rodrigo”, que considera preferible, según el cual la batalla se da, básicamente, entre cristianos (españoles contra franceses), sólo a través de algún resquicio pasa información procedente en directo de un poema: al hablar de la muerte de Carlos, ocurrida sin haber podido vengar su derrota, según el arzobispo, y recoger, sin darle crédito, la versión alternativa del Tudense, según la cual el cristianísimo rey habría conseguido una vindicativa victoria final sobre los moros, amplía esta versión con un rápido resumen sobre el cerco de Zaragoza por Carlos, la derrota y muerte de Marsil y las grandes riquezas obtenidas por el ejército franco, datos todos ellos que reflejan el conocimiento directo de la tradición épica8. En la revisión de la Estoria de España de 1282-84, este relato se anticipa a continuación de la batalla9; además en las varias crónicas basadas en ella se incorpora una lista de pares muy singular, en que a los nombres de los palatinos heredados del Tudense (que citaba la Versión concisa de c. 1270), se añaden otros de origen épico (que destacamos en cursiva)10:

*”Rroldan, que era adelantado de Bretaña, e el conde don Anselino, e Rreynalte de Montalvan, e Giralte adelantado de la mesa del rrey Carlos, e el conde don Olivero, e el conde Terr´yn d’Ardeña e el conde don Dalbuey e el gascón Angelero, e el arçobispo Torpín, e don Oger de las Marchas e Salamano de Bretaña, e otros muchos...”

------Esos nombres épicos forman parte de una nómina de pares extraña a todas las francesas conocidas (cfr. Gautier, 1880, págs. 185-186, n. 2) y que, en cambio, según veremos más adelante, tiene sus paralelos en una cita del poema de clerecía sobre Fernan González y en las Bienandanzas y fortunas de García de Salazar. Parece comprobarse así que la gesta conocida por Alfonso X era ya una adaptación hispana, discordante del Roland oxoniense y de las refundiciones francesas rimadas. Según más adelante veremos, el episodio épico de Roncesvalles se cantó, efectivamente, en castellano (más o menos navarrizante) en el s. XIII, con notables variantes de contenido respecto a las chansons de geste traspirenaicas del mismo tema.

Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)

NOTAS

3 Como Alfonso X toma del arzobispo don Rodrigo la razón por la cual Carlos se exilia (según reconoce Jacques Horrent, 1979, p. 167), no es posible contrastarla (según hace Jules Horrent, 1951b, págs. 184-185) con la expresada por el poema de Roncesvalles. Pero sí está claro que nada tiene que ver con las maquinaciones de los hijos de la sierva.

4 Escena que incluye varios detalles tópicos: el conde es convencido de que lleve poca gente; nadie sale a su encuentro al ir acercándose al lugar de la encerrona.

5 Sobre el “motivo” épico de la violenta interrupción del juego de tablas como contexto de la revelación a un personaje de sus orígenes bastardos (u otra verdad), véase el comentario de Armistead (1990-91).

6 Horrent (1951a, págs. 468-475), saltándose en el proceso intelectual el paso esencialísimo de investigar la procedencia de los distintos componentes de un relato que se presenta a sí mismo como mixto de fuentes varias, adscribe arbitrariamente “la francesa doña Timbor o Tiber” al tema de Roncesvalles, fiándose sólo en su intuición, y considera que el destierro de Bernardo por el rey es, “en la fábula del ‘drama de familia’, tan increible como inadmisible” (fr.) y, por lo tanto, desecha de él como ajenos y los considera necesariamente parte de la temática del Bernardo ligado a Roncesvalles, todos los episodios sobre la estancia del héroe en Francia, así como los de la creación de un señorío pirenaico donde concluye su vida. La pura intuición es, en la crítica textual y en la histórica, un falso consejero y una de las principales causas de que la erudición se limite, a lo largo de los tiempos, a piétiner sur place.

7 El Bernaldo épico tendría su antecesor histórico en el conde Bernard de Ribagorza (sobre el que más adelante trataremos, cap. II, § 8).

8 La pertenencia de estos pasajes al tema de Rodlán o Roncesvalles y no al de Bernaldo me parece confirmada por el hecho de que siempre que en la Estoria de España se habla de actuaciones de este personaje en la batalla de Roncesvalles es con base en los historiadores latinos, sin aditamento ninguno de otro origen. La ayuda prestada a Carlos por Bernaldo contra Zaragoza y el hecho de que Carlos se lo lleve después consigo se citan como afirmaciones del Tudense, aunque la ayuda es una deducción del traductor sin base textual en la fuente latina.

9 Con una adición de carácter historiográfico, “et que le fizo rrey de Italia”, en vez de “et quel fizo mucha onrra”, por haber identificado con este sobrino hispano de Carlos al Bernaldus nieto de Carlomagno que fue rey de Italia (como nota ya bien Milà, 1874 y 1896, pág. 166).

10 Véase Catalán 1992a, cap. V, § 5, sobre las varias formas de la lista en las tres ramas de textos procedentes de la Versión crítica y los problemas que esa diversidad suscita. La presencia de esta peculiar nómina de pares en L, O-ed, y D-ed llamó ya la atención de Menéndez Pidal (1917 apéndice; reprod. 1976, págs. 95-96; 1959a, págs. 339-400), quien la comentó identificando a L como “una Crónica General de España del s. XIV, conservando para O-ed y D-ed los nombres de Tercera Crónica General y Cuarta Crónica General (aunque reconozca lo impropio de tales nombres) y fechando esta última obra en el siglo XV. Como no supone un origen común y antiguo al pasaje en los tres textos cronísticos, cree que cada uno de ellos es el resultado de un acto independiente de influjo de la tradición épica sobre la historiografía, y que, por lo tanto, esa tradición pervive durante siglos, hasta el propio siglo XV “al lado de la versión fiel a la tradición carolingia francesa”. Horrent (1951b, págs. 212-216) se basa en las clasificaciones cronísticas de Menéndez Pidal, aunque consulte algunos manuscritos de nuevo. Para más detalles, véase el comentario de la nómina que hago al tratar del Poema de Fernan González (§ 7.b).

ÍNDICE DEL CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII

* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
*
4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.

CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII

* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.

*
12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
*
13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
*
15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
*
16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII

* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
*
18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.

CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA

* 19  III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
*
21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA

* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
*
24  6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA

CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA

* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26
2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA

* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA

CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID

* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE

* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO

* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?

CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO

* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO


Diseño gráfico:


La Garduña ilustrada