54.- DISQUISICIÓN 1ª: AIMERI PICAUD, AUTOR DE LOS CINCO LIBROS DEL IACOBUS
1. LOS CINCO LIBROS DEL IACOBUS Y EL CODEX CALIXTINUS.
1.1. El Iacobus 1 o Liber beati Iacobi 2 del tumbo de la catedral apostólica compostelana, comúnmente conocido por el nombre de Codex Calixtinus ha podido ser calificado como la compilación más completa que nunca se haya escrito en exaltación del culto de un santo (P. Wagner, 1931, pág. 171). Los cinco libros de que consta parecen, a primera vista, muy dispares entre sí, pues el Iº propone una total renovación de la liturgia del Apóstol y va acompañado de un conjunto notable de piezas musicales (en general monódicas, pero varias de ellas arregladas a última hora para más de una voz); el IIº es el “Libro de los milagros” del santo; el IIIº explica la “Translación” del cuerpo de Santiago desde Oriente, en que recibió el martirio, a Compostela; el IVº está constituido por una “Crónica de Carlomagno” relativa a sus guerras en España y va rematado con una epístola del papa Calixto II convocatoria de la cruzada de España, y el Vº es una “Guía del peregrino a Santiago”, que acaba con un capítulo “De cómo los peregrinos de Santiago hayan de ser recibidos”. Pero esta variedad de enfoques no puede ocultar una intrínseca unidad de propósitos de la obra contenida en el Codex Calixtinus: El Iacobus reivindica para el apóstol Santiago el segundo puesto (tras Pedro) entre los doce (por habérsele concedido la primacía en el martirio) y para su iglesia apostólica compostelana el segundo lugar entre las sedes del mundo (tras Roma), y proclama que la peregrinación y la cruzada en la Tierra del Apóstol, España, frontera occidental de la Cristiandad, son equiparables a la peregrinación y a la cruzada de Oriente, de Tierra Santa. Este mensaje jacobeo tan extremoso resulta bien extraño si tenemos presente que, en el prólogo-dedicatoria del Liber beati Iacobi y en el interior de sus cinco libros, se hace insistentemente constar que la obra fue escrita, a lo largo de muchos años, por el papa Calixto II, si bien su terminación, en algunos detalles, habría estado a cargo del cardenal Aimeri de la Châtre, el canciller del propio Calixto II y de sus inmediatos sucesores Honorio II e Inocencio II 3.
Así constituido por los cinco libros citados, el Iacobus fue “copiado entero en un solo empeño” de forma continuada y progresiva (Díaz, 1988, págs. 317 y 320)4; pero, de inmediato, tras el explicit del f. 213v, fue adicionado con un “Complemento”5, formado de composiciones musicales, en su mayoría polifónicas, que se cierran con una marcha “impresionante” (Prado, 1944, pág. LIV) Ad honorem Regis summi, atribuida a Aymericus Picaudi presbiter de Partiniaco, en la cual se rememoran ordenadamente todos los milagros contados en el libro IIº (fols. 214-220).
En esta forma, que abarcaba 27 cuadernos y un folio suelto (el f. 220, hoy perdido, pero cuyo contenido nos es conocido) 6, el Codex Calixtinus fue presentado a la iglesia de Santiago por el personaje que se dice autor de ese himno final, el poitevino (Pictavensis) Aymericus Picaudus de Partiniaco Vetere (Aimeri Picaud de Parthenay-le-Vieux), también llamado (qui etiam... dicitur) Oliverus de Iscani villa sancte Marie Magdalene de Viziliaco (Olivier d’Asquins-sous-Vézelay), y por su compañera (sotia) flamenca (Flandrensis) Girberga. El dato nos es conocido gracias a que los donantes presentaron en Santiago, junto con el códice “de bellísima ejecución” (accione pulcherrima), una bula de Inocencio II, escrita a modo de carta de recomendación y protección para los portadores del mismo, confirmatoria de la autenticidad calixtina y de la ortodoxia de la obra 7. Para mayor certidumbre, la bula papal iba refrendada por las firmas de los cardenales de la curia, que insistían en la recomendación del libro. Como el primer cardenal firmante es el propio Aymericus cancellarius, muerto el 29 de mayo de 1142, el quinto Gregorius nepos domini pape Innocentii (Gregorio Papareschi), 1131-1140, y el último Albericus legatus presul Hostiensis (Aubri, legado papal, obispo de Ostia), promovido al cardenalato en 1140, está claro que el documento fue preparado en ese año 1140. La bula papal y las confirmaciones cardenalicias del año 1140, fueron incorporadas al Codex Calixtinus en un bifolio suelto (fols. 221/222)8, junto con el relato de un milagro más de Santiago ocurrido a cierto individuo (Bruno) en Vézelay el año 1139, escrito, según se dice, por el abad Aubri de Vézelay, obispo de Ostia y legado papal (que firmaba como último cardenal confirmante de la autenticidad del códice), seguido de un Alleluia in Greco 9.
En este estado descrito, el Codex Calixtinus vino a ser el arquetipo de innumerables copias, completas (tipo Liber beati Iacobi) no abreviadas (tipo Libellus beati Iacobi 10), y de otra descendencia manuscrita limitada a algunas de sus partes (es el caso, especialmente frecuente, de la Historia Karoli Magni et Rotholandi, el llamado Pseudo-Turpin 11).
Algún tiempo después de la entrega del códice a la catedral compostelana se añadieron otros tres folios sueltos 12 con nuevos milagros y cantos; en el recto del primero de ellos (el f. 223) figuran, de mano de un copista, dos milagros versificados escritos en Santiago de Compostela, de los cuales uno se dice ocurrido el a. 1164 13, y, en el verso del mismo, de mano de otro copista, otros milagros que se fechan ya en el a. 1190.
Diego Catalán: "La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación" (2001)
NOTAS
1 Es el nombre que se da a la obra en el interior mismo de ella, en los versos que preceden a la epístola introductoria: “Ex re signatur, Iacobus liber iste uocatur, / ipsum scribenti sit gloria sitque legenti”. Vuelve a ser usado en el f. 76: “ut nemo amplius de eo aliquit scribere audeat, nisi autentica que codex qui dicitur Iacobus continet” (ed. Whitehill, 1944a, págs. 1 y 145).
2 O, según la variante preferida por la crítica, Liber sancti Iacobi.
3 Véase adelante, n. 17.
4 En el Codex Calixtinus, arquetipo del Liber beati Iacobi, los cinco libros fueron escritos sin solución de continuidad: el Lib. I, que ocupa por sí solo dos tercios del códice, abarca los 17 primeros cuadernos más dos folios del 18º, nos 138 y 139; sigue, en ese mismo cuaderno, desde el f. 140, el Lib. II, libro que acaba en medio del cuaderno 20º, en el f. 155; el Lib. III empieza en ese mismo folio 155 y llega hasta el f. 162r del cuaderno 21º; el Lib. IV se inicia en el verso de ese folio y va hasta el f. 191 del cuaderno 24º; en ese mismo cuaderno, en el f. 192, comienza el Lib. V y concluye en el f. 213 del cuaderno 27º. El paso de un libro a otro no se relaciona, por tanto, con ninguna división material de cuadernos, bifolios o folios. (Advierto que la numeración de folios que utilizo, siguiendo a Díaz, 1988, es la restaurada una vez restituido a su antigua forma el Codex Calixtinus; Whitehill, ed. 1944, se atiene aún a la generada por el “fraude piadoso” realizado por el canónigo archivero de la Catedral cuando en 1619 segregó el Lib. IV y renumeró los libros restantes en vista de la descalificación de la crónica turpiniana hecha por Juan de Mariana). La apariencia de unidad paleográfica y codicológica del Codex Calixtinus es tan notable que, hasta mediar el s. XX, todos los que lo examinaron (incluido su primer editor en forma integral, Whitehill, 1944b) lo consideraron (salvo en los añadidos de que luego hablaremos) obra de un solo escriba. Aunque esa creencia debe abandonarse, la vieja opinión relativa a la unidad de factura de los cinco libros del Codex Calixtinus sigue siendo, en lo esencial, válida, pues puede asegurarse, con Díaz (1988, págs. 320 y 317) que “se prepararon y dispusieron los bifolios en un solo obrador con tratamiento idéntico a lo largo de los 27 cuadernos” y que “se fueron disponiendo para escritura progresivamente, según se iban empleando”; el códice se ejecutó “íntegramente... como copia fiel y exacta al modelo” y “es evidente, por criterios codicológicos que parecen seguros, que el manuscrito, copiado entero en un solo empeño, estaba constituido por los 27 cuadernos señalados”. La presencia (Díaz, 1988, págs. 278-292 y 304-305) o no (Hämel, 1950, págs. 12-17; Hämel/De Mandach, 1965, págs. 19-23, y Herbers, 1984, págs. 25-27) de más de una mano copista en ese trabajo primigenio de escribir los 27 cuadernos (más un folio) originales importa poco si, como parece, el escriba o escribas que lo hizo o hicieron se atuvo o atuvieron a un “modelo” establecido, ya que hasta se pudo iluminar el códice antes de rellenar, con el texto correspondiente, los folios preparados (Díaz, 1988, págs. 317, 213 y n. 263 y 207 y n. 336).
5 La unidad de factura se extiende al llamado “Complemento” con cuya existencia se contaba ya cuando se preparó para escritura el cuaderno 27 (fols. 212-219), en cuyo f. 214 comienza (Díaz, 1988, pág. 154).
6 La pérdida del folio suelto 220 no nos impide conocer en su totalidad el himno de Aimeri Picaud gracias a las copias del Liber conservadas en los mss. Lat. 13774 y Lat. 3550 de la Bibl. Nationale de Paris y en el ms. Add. 12213 del British Museum (f. 182) que remontan a un estado del Codex Calixtinus anterior a la pérdida de ese folio suelto (véase adelante, n. 32 de la Disq. 3ª); las nueve estrofas que faltan en el Codex Calixtinus “cubrirían el recto y ocho líneas del verso” del f. 220 (según cálculo de Hohler, 1972, págs. 71-72). Como el propio Díaz reconoce (1988, pág. 222), “de una u otra manera el himno de Aymerico, a pesar de su carácter monódico, figuraba ya en el modelo”.
7 “Inocencio obispo, siervo de los siervos de Dios a todos los hijos de la Iglesia salud y bendición apostólica en Cristo. Este códice, compuesto primeramente por el papa Calixto, que el poitevino Aimeri Picaud de Parthenay-le-Vieux, quien se dice también Olivier d’Asquins, villa de Sainte-Marie-Madeleine-de-Vézelay, y Gerberga de Flandes, compañera suya, donaron a Santiago de Galicia por la redención de su almas, como veracísimo en sus palabras, de hermosísima ejecución, libre de toda maldad herética y apócrifa y digno de tenerse entre los códices eclesiásticos por auténtico y estimable os lo certifica nuestra autoridad, excomulgando y anatematizando... a los que por acaso molestaren en el camino de Santiago a sus portadores o a quienes contra derecho lo llevaren o fraudulentamente sustrajeren de la basílica del mismo apóstol después que haya sido allí ofrecido” (lat.).
8 El bifolio 221/222, en pergamino fino, habría estado constituido (según Díaz, 1988, págs. 188-189) por un gran folio, preparado inicialmente como tal, luego plegado para adaptarlo al nuevo uso. Herbers (1984, pág. 26) lo juzgó escrito por la “mano” original responsable de la mayor parte del texto: la llamada “mano” a; Díaz (1988, p. 305) no se pronuncia claramente respecto a la “mano” que escribió el recto, pues considera que hay en su escritura una deformación intencionada de la letra propia del copista y una simulación en las confirmaciones cardenalicias de varias escrituras supuestamente autógrafas; en cuanto a la letra del verso, opina que es distinta de las dos que él distingue en la escritura original del códice, esto es de a1 y a2). La hipótesis emitida por Díaz de que el bifolio puede proceder de otro ejemplar del Liber me parece bastante absurda. Es de notar que la copia del ms. Add. 12213 del British Museum (s. XIV), descendiente de una línea textual en que el Codex Calixtinus aún no había sido adicionado con los milagros del f. 223 (del año 1164), remata su copia con la bula de Inocencio autentificatoria del carácter calixtino del libro entregado por Aimeri y Gerberga, con el milagro narrado por el abad de Vézelay (del año 1139) y con el Aleluya griego, confirmando que así acababa el Codex Calixtinus presentado en la iglesia compostelana por el presbítero poitevino y su compañera (aunque el verso del folio 221 hubiera sido escrito por una mano especial).
9 Todo ello escrito en el f. 221 r. y v. Sólo posteriormente se copiaron en el f. 222 unos cánticos.
10 Los intentos de ver en el Libellus un estado previo del Liber han conducido a sus proponentes a posiciones que pueden considerarse, desde el punto de vista de la crítica textual, absurdas. Podría bastar para desacreditar la hipótesis la observación de que en las varias formas del Libellus el corpus tradicional de milagros del santo (Lib. II del Codex Calixtinus) va adicionado con los otros milagros que figuraban dispersos en el Liber: el milagro de 1139, que se añadió en el bifolio suelto 221/222 del Codex Calixtinus (véase n. 8), y los citados en el Lib. I en un sermón del papa Calixto (cfr. la lista de textos derivados del Libellus en Hämel, 1953, págs. 68, 73-77, 79-80). Que estos milagros no formaban parte del corpus original de milagros nos lo comprueba el himno Ad honorem regis summi de Aimeri Picaud, el cual rememora uno por uno y en perfecto orden todos los milagros del santo pertenecientes al primitivo corpus (curiosamente, las copias más completas del Libellus incluyen este himno, que contradice el contenido de su propio corpus de milagros). También es un claro indicio de dependencia respecto al Codex Calixtinus la presencia, en muchas de las copias derivadas del Libellus, de la bula de Inocencio II en que se hace la presentación de Aimeri Picaud y de su compañera Gerberga donantes del Iacobus a Santiago de Compostela.
11 Que el Pseudo-Turpín es una creación del Pseudo-Calixto autor del Iacobus lo estableció ya con razones convincentes Bédier (1912-1913, págs. 91-114). Los intentos post-bederianos de defender la autonomía y prioridad de la *Historia Karoli Magni et Rotholandi respecto al Liber beati Iacobi (Meredith-Jones, 1936, págs. 17-31 y 75-82) no resisten lo más mínimo un examen riguroso basado en la crítica textual, según notó ya Horrent (1951a, págs. 82-87). Con toda claridad lo vio ya Vázquez de Parga (1940 y 1948, I, pág. 506) quien, tras resumir las ideas de Meredith-Jones, sentencia: “la propia edición aludida [esto es la de Meredith-Jones], estudiada desapasionadamente, demuestra la prioridad del texto calixtino sobre los demás conservados”. Volveré sobre la cuestión más adelante.
12 Son de pergamino muy diferente y fueron preparados para escritura de forma diversa (Díaz, 1988, págs. 190-192); su decoración y escritura es posterior al resto (Díaz 1988, págs. 223-224, 227). Pueden distinguirse en ellos cinco manos (Herbers, 1984, pág. 26).
13 El f. 223 es un folio suelto, pegado tras el bifolio 221/222; destaca por su textura y su color negruzco. Es posible que incluso se intercalara después de haber sido adicionado el f. 224 (Díaz, 1988, pp. 190-195). El copista que escribió su recto (escriba posterior no 2 de Herbers) no respetó la regularidad de la caja ni la de los renglones. Los relatos de estos dos milagros (el del niño resucitado y el de la cara torcida) se atribuyen a peregrinos llegados ante la tumba del Apóstol: “el padre del niño declaró punto por punto lo ocurrido y presentó como señal la pequeña mortaja”; “habiendo llegado un peregrino al sepulcro de Santiago contó, con el testimonio de otros compañeros, el siguiente suceso” (lat.).
ÍNDICE
CAPÍTULO I: TEMA I: LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII
* 1. LA ÉPICA ESPAÑOLA. NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN (I)
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA
* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA
* 4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ
* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.
* 6. EL TESTIMONIO DE FRAY JUAN GIL DE ZAMORA: VERSIONES VARIAS DE UNA MISMA GESTA EN EL S. XIII
* 7. OTROS TESTIMONIOS DEL S. XIII. LOS POEMAS EN ROMANCE DEL MESTER DE CLERECÍA Y UNA CRÓNICA LOCAL
* 8. EVALUACIÓN DE LOS TESTIMONIOS DEL S. XIII COMPLEMENTARIOS DEL TESTIMONIO ALFONSÍ.
* 9. LAS COPIAS POÉTICAS TARDO-MEDIEVALES DE CANTARES DE GESTA A LA LUZ DE LOS TESTIMONIOS INDIRECTOS DEL S. XIII SOBRE LA EPOPEYA.
CAPÍTULO II: TEMA II: TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 10 II TESTIMONIOS DE LA POESÍA ÉPICA AL SUR DE LOS PIRINEOS ANTERIORES AL SIGLO XIII
* 11 2. LA HISTORIOGRAFÍA EN LATÍN EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XII Y LA ÉPICA ORAL: LA HISTORIA DE CASTILLA EN LA CHRONICA NAIARENSIS.
* 12 3. ¿ALCANZÓ LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XII A CONOCER UN CANTO ÉPICO CASTELLANO?
* 13 4. LA ÉPICA CASTELLANA Y LA ÉPICA FRANCA EN LA ESPAÑA DE ALFONSO VII
* 14 5. LA PRESENCIA AL SUR DE LOS PIRINEOS DE LAS GESTAS FRANCESAS A MEDIADOS DEL S. XII Y LA TRADICIÓN ÉPICA DEL MEDIODÍA EUROPEO
* 15 6. LA GESTA DEI PER FRANCOS EN COMPOSTELA: EL IACOBUS.
* 16 7. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS A PRINCIPIOS DEL S. XII
* 17 8. LA ÉPICA CAROLINGIA AL SUR DE LOS PIRINEOS EN EL S. XI.
* 18 9. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS DE LOS SIGLOS XI Y XII.
CAPÍTULO III: TEMA III: LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 19 III LOS TESTIMONIOS POST-ALFONSÍES DE LA CONTINUIDAD DE LA EPOPEYA
* 20 2. LA CRÓNICA DE CASTILLA SE HACE CIDIANA: LAS “ENFANCES” DE RODRIGO
* 21 3. LA CRÓNICA FRAGMENTARIA Y LAS LEYENDAS CAROLINGIAS.
* 22 4. LA OBRA HISTORIAL DEL CONDE DON PEDRO DE BARCELOS Y LA EPOPEYA
* 23 5. LA HISTORIOGRAFÍA POSTERIOR A 1344 Y LA SOBREVIVENCIA DE LOS CANTARES DE GESTA.
* 24 6. EVALUACIÓN SUMARIA DE LOS TESTIMONIOS TARDO-MEDIEVALES ACERCA DE LA LONGEVIDAD DE LA POESÍA ÉPICA
CAPÍTULO IV: TEMA IV: LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA Y ROMÁNICA. LA HERENCIA DE UNA ORALIDAD PRIMITIVA
* 25 1. ÉPICA DE ORÍGENES ORALES Y ÉPICA CULTA
* 26 2.LOS MODELOS CONTEMPORÁNEOS DE POESÍA NARRATIVA ORAL Y LA ÉPICA MEDIEVAL
* 27 3. EL MODO DRAMÁTICO DE LA NARRACIÓN ÉPICA
* 28 4. EL MOLDE PROSÓDICO Y LA GENERACIÓN DEL DISCURSO ÉPICO
* 29 5. LO FORMULARIO ÉPICO Y LA CREACIÓN ORAL
* 30 6. CREACIÓN Y REFUNDICIÓN
* 31 7. LA ETAPA ÁGRAFA DE LA PRODUCCIÓN ÉPICA. RAÍCES DEL GÉNERO.
* 32 8. LA ESCUELA ÉPICA ESPAÑOLA
* 33 9. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. LA VERSIFICACIÓN.
* 34 10. CARACTERES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA. TEMAS Y CONTENIDOS IDEOLÓGICOS
* 35 11. LA INTEGRACIÓN DE LA TEMÁTICA CAROLINGIA EN LA TRADICIÓN ÉPICA ESPAÑOLA
CAPÍTULO V: TEMA V: EL MIO CID
* 36 1. EL MANUSCRITO DE VIVAR Y LA GESTA
* 37 2. EL MIO CID, GESTA CABEZA DE SERIE
* 38 3. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES FORMALES DEL GÉNERO
* 39 4. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LAS CONVENCIONES TEMÁTICAS DEL GÉNERO
* 40 5. EL POETA DEL “MIO CID” ANTE LA MEMORIA DE LAS GESTAS HISTÓRICAS DE RODRIGO
* 41 6. LA “PASIÓN” COMO FUERZA REESTRUCTURADORA DE LA HISTORIA. INTENCIONALIDAD POLÍTICA DEL CANTO ÉPICO
* 42 7. ¿DESDE CUÁNDO SE CANTÓ EL MIO CID?
CAPÍTULO VI: TEMA VI. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL CICLO CIDIANO
* 43 1. LA CREACIÓN DEL PERSONAJE LITERARIO. EL MIO CID Y LAS PARTICIONES DEL REY DON FERNANDO
* 44 2. LAS RECREACIONES JUGLARESCAS Y EL PASADO DE RODRIGO
* 45 3. LAS MOCEDADES DE RODRIGO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD DEL HÉROE: EL SOBERBIO CASTELLANO
* 46 4. EL PRÓLOGO LINAJÍSTICO
* 47 5. ESTRUCTURACIÓN DE LA ACCIÓN DRAMÁTICA
* 48 6. EL RODRIGO CONSERVADO Y LA TRANSFORMACIÓN DEL MODELO ÉPICO
CAPÍTULO VII: TEMA VII. LA HISPANIZACIÓN DE LA ÉPICA CAROLINGIA: EL RONCESVALLES
* 49. 1. EL FRAGMENTO MANUSCRITO DE PAMPLONA
* 50. 2. IMPORTANCIA DEL MANUSCRITO DE PAMPLONA
CAPÍTULO VIII: TEMA VIII. EL TESTIMONIO DEL ROMANCERO ACERCA DE LA ÉPICA
* 51. 1 CONSIDERACIONES PREVIAS
* 52. 2. LOS ROMANCES RELACIONADOS CON CANTARES DE GESTA SOBRE TEMAS ESPAÑOLES
* 53. 3. LOS ROMANCES RELACIONADOS CON CANTARES DE GESTA SOBRE TEMAS FRANCESES
CAPÍTULO IX: IX AIMERI PICAUD, AUTOR DE LOS CINCO LIBROS DEL IACOBUS
Diseño gráfico:
La Garduña ilustrada
Imagen de portada: Miniaturas Ramón Lulio
2 comentarios
Carles, webmaster -
Saludos
H.-S. Blanc -