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Obras de Diego Catalán

100.- 1. NO ME ENTIERREN EN SAGRADO

 

1. NO ME ENTIERREN EN SAGRADO (IGR 0101). XII. ROMANCES TROVADORESCOS INCORPORADOS AL ROMANCERO TRADICIONAL MODERNO

      ntre las fórmulas discursivas extensas del romancero tradicional no hay otra tan universal y acomodaticia como la constituida por versos análogos a los siguientes 2:

— Si yo me muriera, madre,     no me entierren en sagrado;
háganme la sepultura     en un verdecito prado,
donde no pazgan ovejas     ni tampoco otro ganado;
pónganme a la cabecera    una cruz de cal y canto,
para que diga la gente:    «Aquí murió un desdichado.
No murió de calentura     ni de dolor de costado,
que murió de mal de amores,     que es un mal desesperado».

Los encontramos como remate de temas de origen tan diverso como puedan ser la Muerte de don Gato (IGR 0144):

Estábas’un señor Gato     en silla d’ouro sentado,
calzando media de seda,     zapato blanco e picado.
Preguntaronll’uns amigos      se quería ser casado
con Micuchiña Morena     qu’andaba ali d’él õ lado.
Fízose desentendido,     de seu rango mõi preciado.
Mais indo un día tras ela,       caënse dend’un tellado,
vendo as costelas partidas    e hast’un pe desconjuntado.
Médicos e cirujanos     vêñen á él de contado.
Ningun á cura-l-o acêrta        e est’enfermo desahuziado,
sin varas de longaniza           com’as qu’había robado,
e libras de bó pernil,     que s’hachaba mal gardado,
decía pouquecho á pouco     en tono desconsolado,
— Ña madriña, si me morro,     non m’entêrren en sagrado,
 entêrrenm’en campo verde,    ond’á pacer vai o gado.
Dêijenm’a cabeza fora     e o cabelo bên peinado
para que digan as gentes:     «Este pobre desdichado
non morreu de tabardillo,     nin tampouco de costado:
Morreu, si, de mal damores.     ¡Ay, qué mal desesperado!»3;

la Muerte del Príncipe de Portugal (IGR 0069) 4:

E’tava à sua jínela      casadinha d’oito dias,
apareceu-le un pombo branco.     — Tu que novas me trazias?
— Trago-te novas tão tristes    com vontade de chorar:
O tê marido é morto     em reinos de Portugal.
Caiu do cavalo abaixo     em cima dum lajeado,
arrebentou fel o bofe,      lá ficou a suspirar.
Ela assim, quand’ouviu isso,     tratou de caminhar,
c’os sês vestidos nos braços     sem lhe poder enfiar;
suas aias atrás dela       sem la poder apanhar.
— P’onde vens tu, mulher minha,     vens-m’acabar de matar!
Inda és muito criancinha,       podes tornar a casar.
— Casar é qu’ê não caso,     ê nã lhe fui desinfeliz,
já nã torno a alcançar     a prenda de meu Luís.
— Chama-me aquele doutor     que vá pela rua acima,
qu’ê lhe quero preguntar     se o mal de amores tem cura.
— O mal de amores nã tem cura,     que é un mal enviolado;
quem morre do mal de amores     não se enterra em sagrado,
enterra-se em campos verdes    donde se apasta o gado,
à boca da sepultura     retrato dele mal tirado,
para quem passar dizer:     «Cá morreu o malfadado!» 5;

La misa de amor (o La bella en misa, IGR 0107):

Allá arriba hay una ermita     que la llaman San Simón
donde damas y doncellas     van allá a hacer la oración.
Nuestra señora va al medio,      entre todas la mayor.
Lleva saya sobre saya      y jubón sobre jubón,
en cada zapato lleva      vara y media de listón, 
en cada carrillo lleva     onza y media de color.
Y al entrar en la iglesia    se la cayó el resplandor.
El que decía la misa,       por mirarla, se turbó,
y el que daba agua bendita,       por mirarla, se mojó;
el que encendía las velas,     por mirarla, se quemó;
el que toca las campanas,     por mirarla, se cayó.
— Cójanle, cójanle a este hombre,       no muera sin confesión! —  
— Si yo me muriera, madre,     de este mal que Dios me ha dado
háganme la sepultura      en un verdecito prado,
donde no coman ovejas     ni tampoco otro ganado.
Por mí no toquen campanas      ni me entierren en sagrado;
pónganme a la cabecera      una cruz de cal y canto,
con un letrero que diga:       «Aquí murió un desgraciado.
No murió de calentura      ni de dolor de costado,
que murió de mal de amores,     que es un mal desesperado» 6,

o un romance de ronda:

Si quieres sabe[r], bonita,      lo que esta noche ha pasado
que s[e] ha [e]ncontrado la ronda    un bando con otro bando
y l[e] han querido mata[r]       a tu lindo namorado,
y el uno de sus contrarios     una [e]stocada l[e] ha dado
en el costado derecho           que el corazón l[e] ha pasado,
y no le encuentran remedio      médicos ni cirujanos.
El remedio, dama [her]mosa,     el remedio [e]stá [e]n tu mano,
con un favo[r] que tú des,      a la mañana [e]stá sano.
Y si no se l[e] otorgases,       lo que te digo y te encargo
que lo [e]ncomiendes a Dios     en la mañana [e]n doblando
y a la cabecera pongas         un Cristo crucificado
con letras d[e] oro que diga:     «Aquí murió [e]l desdichado.
No murió de calenturas     ni de dolor] de costado,
que murió de ma[l] d[e] amores     que es un ma[l] desesperado».
Con esto y no digo más      he de subir a lo alto.
Gloria al Padre, Gloria al hijo,     Gloria al Espíritu Santo 7.

      También ha penetrado en el «Romancero vulgar», donde se incorpora a romances varios. Sirva como ejemplo el siguiente:

Don Alejo muerto por traición de su dama (IGR 0546):

— O que é isto que aqui está       no pino da meia noite?
Si tu és alma em pena,      remedio te quero dar,
si és cosa d’outro mundo      quero-te desconjurar.
—Eu não sou alma em pena     para vós remedio me dar,
nem sou cousa d’outro mundo       para vós me desconjurar;
lá de traz d’aquella esquina      estão sete a vos esperar.
—Pelos sete que lá estão      meu pé atraz não voltaria;
Dom Arico ha de cear     em casa de Dona Maria.
Não jógo jogo de bala qu’é jogo de covardia,
jógo com jogo de espada      qu’é jogo de valentia.
Dom Arico matou seis,          [ ..................... ],
ficou um por mais (s)ο menos,         d’elle cunta não fazia.
Este atirou-lhe uma bala        da mais alta que havia,
a bala cahiu no peito        e o peito lhe feria,
Dom Arico foi cahir        na porta de Dona Maria.
Pelos ais e os gemidos       acordava quem dormia.
— O que não dirão agora?      que mataram este coitado,
que morreu de mal de amores      que é un mal desesperado!
Si me acharen aqui morto     não me enterrem no sagrado;
me enterrem em campo de rosas     das quaes eu fui namorado.
Trazei papel, trazei tinta,       trazei vossa escrevaninha,
eu quero escrever saudades     no vosso peito, Maria 8.

E, incluso, se hace presente en el corrido. Baste citar el de Mina el desesperado, recogido en Cuba:

Cuando Mina se embarcó
eran las dos de la tarde
se despidió de su madre
con dolor de corazón
Mina le dijo al caballo:     — Sácame de este arenal,
que me vienen persiguiendo       por la tierra y por el mar.
Yo he visto una matancera      sentada en un arenal
y yo la llamo, la llamo,      y ella no quiere bajar.
Ella sola se divierte     con flores de otro jardín
y yo la llamo y la llamo,        y ella no quiere venir.
Arrea, caballo blanco,      sácame de este arenal,
que me vienen persiguiendo       por la tierra y por el mar.
Y, si acaso me muriese,      no me entierren en sagrado,
entiérrenme en campo verde       donde pace mí ganado
y a mi cabecera pongan     un letrero colorado
que diga con letras de oro:      «Aquí yace un desgraciado.
No ha muerto de pulmonía      ni  de dolor de costado,
ha muerto de mal de amor     que es un mal desesperado» 9.

y en Louisiana (USA):

Cuando Wila s’embarcó     y eran las siete del día.
— Voy pa la Reberosién     y ante que llego pierdo la vi[d]a.
Si Wila no se nos muere     y no nos sucede nada]
Tío Caco ha de ver su tierra     de una punta a Potra arada]
para plantar el máiz tierno     y bichuelas entre’a[das].
Y en la Punta Cocodrillo     hay un chalán calado
con un letrero qu’]cía:    «Y aquí murió un disgraciado.
No murió de calentura      ni de punta de costado,
murió de una mano palos     que Vitor González le ha dado.»
Le mandan cartas y letras      a ése que llaman Vitor,
le mandan a dicí que ya Wila     es capitán de un vapor 10

      En fin, también se ha adosado a diversas narraciones vulgares para-romancísticas o romancísticas de creación más o menos moderna, como los varios temas inventariados por M. Díaz Roig y A. González en su Romancero tradicional de México (1986), pp. 169-173 o los que figuran en textos del Archivo del Romancero Menéndez Pidal / Goyri. 11

      La popularidad de la fórmula da lugar a que se introduzca en fábulas cuyo tema en modo alguno justifica el recurso a ella. En esos casos, la fórmula tiende a vaciarse de su particular mensaje y, a menudo, a deformarse, según hemos ya visto ocurrir en la segunda de las versiones citadas del corrido de Mina.

      Cito, como ejemplo de utilización inoportuna con retoque de la expresión el romance, de tema histórico, El hijo póstumo (IGR 0030)12:

Don Alonso, don Alonso,     que a caballo se paseaba
con la pobrecita reina      de siete meses preñada.
Mataron a don Alonso,     también a quien le acompaña,
y a la pobrecita reina     la han dado de puñaladas.
Por donde el puñal entró     la mano el niño enseñaba.
— Toma, criada, este niñο,      ponle a criar a un ama.
No se le des a viuda,     tampoco a recién casada,
dáselo a una solterita     que le quiera más que al alma,
que le diga «Hijo mío,      hijo de toda mi alma».
Madre mía, si me muero,      no me entierren en sagrado;
me entierren en campo verde        en donde paste ganado,
y a mi cabecera pongan      un Cristo crucificado,
con letras de oro que digan:     «Aquí ha muerto un desgraciado.
No ha muerto de calentura     ni de dolor de costado,
murió de una puñalada     que a mi madre la habían dado»13.

      Y un caso análogo en el romancero «vulgar», el del romance de El guapo Luis Ortiz (IGR 0766), que usa la fórmula haciendo desaparecer de ella la esencial referencia al «mal de amores»:

Un rey tenía un hijo    que era Príncipe de España,
un día, estando comiendo,     su padre le está mirando.
— ¿Qué me mira usted, mi padre,      qué me mira usté a mí tanto?
— De veinte muertes que has hecho,      de todas te voy librando,
y ahora me han venido nuevas     que has herido a veinticuatro.
— Padre, si les he herido,      prueba es que me han agraνiado.
— Toma, hijo, cien doblones,     métete fraile descalzo.
—¡Padre, pa qué quiero eso,     si no tengo pa zapatos!
— Toma, hijo, ciento veinte,      de los pocos que han quedado.
— El hijo, que no era tonto,      se ha cogido aquellos cuartos.
Se metió en una cantina        para divertirse un rato,
a comer los ricos pollos        y beber el vino blanco.
Se ha comprado grandes botas,      gran espada se ha tomado,
por la calle de Granada     los aires iba cortando.
Al revolver de una esquina,     se ha encontrado con un majo,
ya se dieron de palabras,      ya se dieron de sopapos.
Ya le cogen entre tres,     ya le llevan entre cuatro
y para mayor afrenta      le pasan por ca’e su hermano.
Su hermano que está comiendo      ¡qué bocado tan amargo!
la sopa ha tirado al perro,      la carne ha tirado al gato,
dio un puntillón a la mesa,     siete pasos la ha rodado.
— Toma, hermano, esa espadita,     defiéndete ahora con garbo,
que si ahora no te defiendes,      no cuentes ya con tu hermano.
De un cachete mató a tres,     de un sopapo mató a cuatro,
de un puntillón al verdugo      las quijadas le ha sacado.
Otro día de mañana     toros había en San Pablo;
de cuatro toros que había,     los tres ya los ha matado.
—Salga, salga el toro negro,     también le quiero matar. —
De la primera cornada,       el chaleco le ha rasgado;
de la segunda cornada,        las tripas lleva colgando.
Su padre, que estaba arriba      y arriba en el entablado:
— Más quisiera verte, hijo,    en la horca peleando,
que no verte ahí, en eso,       con las tripas en la mano.
—Calla, calla, carruquiño,     que ya me vas carruqueando,
que yo me las coseré     con una lezna y un cabo.
Por si acaso yo me muero,      no me entierren en sagrado
que yo quiero que me entierren     en un verdosito prado
pa que me pise la gente     y me pazcan los ganados 14.

      Otro romance «vulgar» donde también se transforma la fórmula es el de Polonia y la muerte del galán (IGR 0115), a pesar de que en la muerte de su personaje central el amor no es tan ajeno como en los anteriormente citados:

Una noche muy oscú(ra),      que la gente se alumbrá(ba),
paseaba un caballé(ro)          desde la corte a su ca(sa),
con sombrero de tres plu(mas),       el retrato de su da(ma).
Al volver de una esquí(na)     a una ronda encontrá(ba).
—Alto, alto, caballé(ro),      que aquí vive gente honrá(da).
Lo primero que le hicié(ron)       fue coserle a puñalá(das).
—Abre la puerta, Marí(a),      abre la puerta, mi da(ma),
que vengo muy mal herí(do),     cosidito a puñalá(das).
Uno ha sido Juan de Li(ra),    otro ha sido Juan de La(ra),
otro no lo conocí,      porque se tapó la ca(ra).
Mi dama, si yo me mue(ro),     no me entierren en sagrá(do),
que me entierren n’un rincó(n)       donde no me vea na(die);
a la cabecera po(n)    un ladrillo colorá(do)
con un letrero que di(ga)s      «Aquí murió Juan de La(ra);
no murió por mal de amó(res),     ni tampoco de costá(do),
que murió muy mal herí(do),     cosidito a puñalá(das) 15

      En todos estos romances que venimos citando y en otros muchos, la fórmula, aunque pertenece, en tanto «figura», al plano del discurso poético, constituye, a la vez, por sí sola, un motivo narrativo con una función muy clara: la de cierre o remate de la historia o fábula.

      Debido a esa función, la fórmula / motivo puede convertirse en un verdadero cáncer, capaz de destruir la fábula, cuando se introduce en medio de la intriga. En tales casos, las secuencias narrativas siguientes tienden a ser eliminadas y la petición testamentaria sirve de final anticipado de la historia.

      Es lo que ocurre, por ejemplo, en una mayoría de las versiones gallegas, trasmontanas y canarias de El conde Grifos Lombardo (IGR 0118) 16, que interrumpen el desarrollo de la intriga en la forma que ilustra el siguiente texto:

Preso llevan al rey moro,       preso y bien aprisionado,
porque forzó la doncella      en el valle de Santiago.
La niña, como es discreta,    cas del juez se ha presentado:
— ¡O se ha de casar conmigo,     o ha de morir ahorcado!
— ¡Ni me he de casar contigo,     ni he de morir ahorcado!
Yo tengo escritura hecha     en un libro consagrado
no casarme con mujer     que su cuerpo me haiga dado,
que sigún me lo dio a mí,     para otro no es negado.
Y si acaso me muriere     no me entierren en sagrario.
Llévenme para esos montes,     para un corral de ganado;
y déjenme un brazo fuera     con un letrero en la mano,
que todo el que pase diga:     «Aquí murió el desgraciado,
el que forzó la doncella     en el Valle de Santiago» 17

o en una versión de Lanzarote (Canarias) de El conde Niño (IGR 0049):

    —¿Qué es esto que siento, madre,     en las orillas del mar?
2  — O es un ángel del cielo     o la sirena del mar.
    —Ni es un ángel del cielo ni la sirena del mar,
4   que quien es, es el conde Niño,    [ ...................   ].
     Si su madre lo supiera,      pronto lo mandara a matar.
6   Desde que su madre lo supo,      pronto lo mandó a matar.
     Tres heridas le hicieron,    todas tres eran mortales,
8   la más pequeña de ellas     cabe un águila a volar
      y con las alas abiertas      cabe bien a navegar.
10  — Si acaso yo me muriese,         [ ...........]
      hágame la sepultura      en veredas de ganado;
12  de cabecera me ponen      la silla de mi caballo;
      me la forran por dentro    con tafetal encarnado;
14   déjeme un bracito fuera     con un letrero firmado
      pa’l que pase por aquí      diga: Aquí murió un cristiano;
16   ha sido por una doncella    que en el monte ha encontrado 18.

      La destrucción del tema a que se adosa el comodín es aún más radical en una versión de cierto romance de la tradición del Caribe (Santo Domingo y Cuba), del que publicó en 1946 una versión Flérida de Nolasco:

El niño está muy malito,     muy malito y en la cama,
cuatro médicos le asisten     de los mejores de España;
unos dicen que se muere     y otros dicen que se salva,
y el más entendido dice     que la comunión no alcanza.
Madre mía, cuando yo muera,     no me entierren en sagrado,
entiérrenme en prado verde     en donde pasta el ganado
pónganme de cabecera     la silla de mi caballo.
Que en la sepultura pongan     cuatro ladrillos dorados,
con un letrero que diga:    «Aquí yace un desdichado.
No murió de calentura      ni de dolor de costado,
ha muerto de un mal de amor,     de un amor desesperado»,

y que conocemos además a través de otras tres versiones publicadas igualmente en 1946 por Edna Garrido, todas ellas procedentes de la República Dominicana 19, y a través de una quinta versión de Cuba remitida por el Dr. Antonio Echeveite a José María Chacón (1954) y comunicada por éste seguidamente a Ramón Menéndez Pídal 20. Los cuatro primeros dieciseisílabos de las versiones dominicanas y de la cubana proceden del romance de la Muerte del príncipe don Juan (IGR 0006), pero no puede decirse que el tema noticiero de 1497 sobreviva en la tradición de Santo Domingo y de Cuba, ya que la fábula del romance ha sido totalmente olvidada 21.

      La fórmula / motivo no necesita asociarse a una fábula para vivir en la tradición. A veces subsiste apoyada simplemente en un contexto ambientador. Normalmente, en estos casos, el moribundo pertenece al género de los toreros valientes:

— Sáquenme ese toro bravo      hijo de la vaca mora
para sacarle una suerte         delante de esta señora.
Si el torito me matare,           no me entierren en sagrao,
entiérrenme en una loma     donde no pise el ganao.
Un brazo déjenme afuera       y un letrero colorao,
donde lean las muchachas:     «Aquí yace un desdichao.
No murió de tabardillo      ni de dolor de costao,
que murió de mal de amores,     que es un mal desesperao
y murió como un llanero      en los cachos del ganao».
                                     Caracas  (Venezuela), c. 1908 22.

— Écheme ese toro fuera,      ese de la mancha negra
que yo le sacaré un lance     por la salud de mi suegra.
Si ese toro me matase,     no me entierren en sagrao,
entiérrenme en campo verde      onde no pise ganao;
en la cabecera pongan      un letrero colorao,
que diga las cinco letras:     «Ya murió este desdichao.
No ha muerto de calentura     ni de dolor de costao,
murió de una cornadita     que le dio el toro nevao».
             El Peralíllo (dep. Vichuquén, prov. Curicó, Chile) 23

     — Aquí me pongo a cantar
     debajo de este membrillo,
     a ver si puedo alcanzar
     las astas de este novillo.
     Si este torillo me mata,      no me entierren en sagrado;
2   entiérrenme en campo verde,     donde me pise el ganado;
     en la cabecera pongan     un letrero colorado,
4   para que diga la gente:      «Aquí ha muerto un desgraciado.
     No ha muerto de tabardillo,      ni de puntada al costado,
6   se murió de un mal de amor,     que es un mal desesperado».                     
                                                                (Argentina) 24

     — ¡Bartolillo, guarda el toro!
     — No, señor, que soy valiente
     y mi sangre no consiente
     morir en astas de toro.
     Si este toro me matare,     no me entierren en sagrado;
2   entiérrenme en campo verde     donde no pise ganado;
     la silla de mi caballo
     pónganla en mi cabecera
     y déjenme un brazo afuera,
     con un letrero en la mano,
     pa que digan las muchachas:     «Aquí murió un desdichado.
4   No murió de calentura,      ni de dolor de costado,
     que murió de mal de amor,     que es un mal desesperado».
                                       (Cuba; Santo Domingo; Chile) 25

Lá acima em Catalunha,    junto ao pé de Sevilha,
correm os môços um touro    que admirar-se podia;
o touro era tam bravo,    ninguem esperai-o queria.
Nomearam capitão um môço    da mesma villa,
calçava meia de seda,    seu sapato de palmilha,
com sen chapéo aprumado    com tres plumas que tinha.
Volta pela rua abaixo, volta pela rua acima,
ergueu os olhos ao ceo    por ver a hora que seria:
vae da uma para as duas,    já passava do meio dia.
—Álerta, álerta, soldados,     álerta, nobre companhia,
deitem o touro cá fóra,     que já passa do meio dia.
— Ο touro era tam bravo,     ninguem esperai-o queria;
esperava-o aquelle môço     para mostrar valentia.
Sete voltas deu ao curro,       outras sete á mesma villa,
metteu-lhe a chave direita     entre a sóla e a palmilha.
Não lhe accudiu pae nem mãe,     nem irmã, que a não tinha,
accudiu-lhe uma esposa     pelo amor que lhe tinha,
accudiu-lhe toda a gente       pela lastima que via.
—Se eu morrer d’esta morte,    como d’ella estou esperado,
não me toquem a campana,     nem me enterrem em sagrado;
enterrem-me áquella quina     aonde foi o namorado.
                                              (Beira-Baixa, Portugal) 26.

      En fin, la fórmula / motivo puede incluso cantarse sin necesidad de apoyo contextual alguno. Ello se da en la Península, según ejemplifica esta versión de Riaza (Segovia) 27:

— Madre, sí yo me muriese     de este mal que Dios me ha dado
por mí no toquen campanas      ni me entierren en sagrado.
Sólo quiero que me entierren     en un verdecito prado
donde no pazgan ovejas     ni otra clase de ganado.
Por cabecera me pongan      un tantito bien labrado,
que le labre un carpintero      y le escriba un escribano,
con un letrero que diga:     «Aquí murió malogrado.
No murió de calentura      ni de dolor de costado,
que murió de mal de amor,     que es un mal desesperado»

y en la América hispana, donde ya en el siglo pasado se recogió el texto:

Por si acaso me mataren,     no me entierren en sagráo,
entiérrenme en un llanito      donde no pase ganáo.
Un brazo déjenme afuera     y un letrero coloráo,
pa que digan las muchachas:     «Aquí murió un desdicháo;
no murió de tabardillo     ni de dolor de costáo,
que murió de mal de amores     que es un mal desesperáo»28,

y donde la canción es tan conocida en las más diversas repúblicas que puede hacer su aparición hasta en una tira cómica de periódico. En el número del domingo 6 de noviembre de 1932, en El Telégrafo de Guayaquil (Ecuador), M. A. Gómez, en una de sus «Historietas campiranas de Encarnación y Gobea», saca a escena a un «monstruo cantaricida», el cual, antes de que la «mamá de Rosita» lo despache  con un macetazo, da una «serenata criolla» «a ese tesoro que se llama Rosa», cantándole:

Er día que yo me muera       no me entierren en sagrado,
entiérrenme en una loma     donde no pise er ganado
y déjenme un brazo afuera      y un letrero colorado
pa que digan las chicas:        Aquí murió er desgraciao.

      La tendencia a acercar el tema, así autonomizado, a la copla se da también en España:

María, si yo me muero,      no me entierres en sagrado;
entiérrame en el camino      donde me pise el ganado,
y arriba ponme un letrero:       «Aquí murió un desgraciado.
No ha muerto de calenturas,      ni de dolor de costado,
que ha muerto de calenturas,     por una niña ’e quince años»
                                                           Albacete
29

Si muero de la presente,        no m’enterren en sagrado
que muero de mal de amores,       que es un mal muy (d)esesperado.
                                                           A Coruña 30.

Y en Portugal:

Quem morre de mal de amores      não se enterra em sagrado;
enterra-se em campo verde      onde vae pastar o gado.
O que passar aqui diga:     «Aqui jaz un mal fadado,
que morreu de mal d’amores,      que é un mal desesperado» 31

      La fórmula / motivo, dada su presencia en tantos y tan variados romances y su utilización como copla autónoma, no puede hoy decirse que pertenezca a ningún tema narrativo en especial. Es material de libre disposición, tan inespecífico como puedan ser otras fórmulas discursivas, del estilo de

«de noche por los caminos     de día por los jarales»

«de día por las aradas,      de noche por los caminos
para que no me conozcan      los que mi pan han comido»

«calla, calla, Fulanito,     por la Santa Trinidad
que me niegues la mentira     y me digas la verdad»

«siete vueltas dio a un lugar,     sin hallar por donde entrar,
de las siete pa las ocho                        ...»

«Donde cae la nieve a copos      y el agua serena y fría
donde canta la culebra,         la sierpe le respondía»

«Siete heridas tiene el cuerpo     la menor era mortal
la más chiquitita de ellas       entra y sale un gavilán
con las alas bien abiertas      sin en la carne tocar»

cuya aparición en un romance no supone un rasgo de intertextualidad, no nos remite a un tema del cual creamos procede.

      Esta liberación de todo vínculo a un romance específico que tiene hoy en la tradición la fórmula «No me entierren en sagrado...» no supone que esta serie de versos haya nacido fuera de un contexto narrativo concreto. Al igual que otras muchas fórmulas hοy a disposición de los transmisores-recreadores del romancero tradicional, tuvo su origen en una narración antes de pasar a ser material poético prefabricado.

      La más antigua documentación que de la fórmula poseemos es, sin duda, a la vez, el poema desde el cual se introdujo en la tradición oral. Se trata del romance trovadoresco «Si se está mi coraçón» 32, incluido en un pliego suelto titulado Aqui se contienen doze Romances de amores muy sentidos ...; aunque el pliego sólo nos es conocido en una reedición tardía (hecha «En Granada en casa de Hugo de Mena. Año de mil y quinientos y setenta» [DicARM 721]), debió haber sido creado a principios del siglo XVI, dada la selección de textos poéticos que lo forman. De ese pliego, «Si se está mi coraçón» pasó, independientemente, a dos romanceros de bolsillo: a la *Flor de enamorats, compilada y editada por el librero-poeta valenciano Juan de Timoneda, Valencia, 1562 (hoy inexistente, pero de la cual deriva la Flor de enamorados impresa en Barcelona por Claudi Bornat, 1562) y a la Silva de varios Romances agora nuevamente recopilados ... impresa por Jaime Cortey en Barcelona, 1561. Años más tarde, Timoneda volvió a imprimir el romance (alterando su incipit: «Triste esta mi coraçón») en su Rosa de amores (Valencia, 1573). A continuación hago la edición crítica del romance (de acuerdo con el stemma 33 que acabo de exponer):

     Si se está mí coraçón    en vna silla assentado,
2   circuydo de passión,     de firmeza coronado
     tristes de mis pensamientos     que le tenían cercado:
4   al vno llaman Desdicha,     al otro llaman Cuydado,
     al otro Gran Desconsuelo,      para mí desconsolado,
6   que una señora que siruo      mis seruicios ha olvidado.
     Y, si yo muero de amores,     no me entierren en sagrado,
8   hagan me la sepultura     en un verdezico prado
     y dirán todas las gentes:     «¿De qué murió el desdichado?
10  No murió de calentura     ni de dolor de costado,
     mas murió de mal de amores,     que es vn mal desesperado».

      1a Triste está Rosa; 1b sentado Flor; -2a circundado Silva; 3b q. lo tienen muy c. Rosa; 7a m. señora Silva; 7b como fiel enamorado Rosa; -9b m. el mal logrado Silva; 10a si m. Silva; calenturas Silva, Rosa; 10b o de Silva.

Diego Catalán: "Arte poética del romancero oral. Los textos abiertos de creación colectiva"

 2 La ubicuidad del motivo llamó ya la atención, en los primeros tiempos del estudio del romancero, a Carolina Michaelis de Vasconcellos, quien le dedicó una extensa y documentada nota: «Romanzen-studien, II: Quem morre de mal de amores / Não se enterra em sagrado», Z,fRPh XVI (1892), 397-421.

 3 M. Valladares, «Testamento d’o gato», Biblioteca de la Tradiciones Populares, IV, ed. A. Machado y Alvarez, Sevilla, 1884, pp. 84-85. La versión procede de Santiago: Vilancosta. La presencia de versos análogos en versiones de la Muerte de Don Gato es muy común en Galicia. F. Adolpho Coelho, «Notas e parallelos folkloricos», Revista Lusitana, I (1887), 320-331, al tratar (§ VI) del «Romance de D. Gato» transcribe una versión «da boca d’un gallego» (publicada por J. Leite de Vasconcellos, en El Folklore bético-extremeño, año I, n° 1, Frejenal, 1883, pp. 99-100) y «outra versão andaluza» (que, en notas escritas en español, el colector califica de «alicantiña»), que, vistas sus características fonéticas, resulta ser claramente gallega (a pesar del lugar de recolección), ya que presenta finales en -u, -us y hasta geada (procede de A. Machado y Alvarez, en El Folklore andaluz, año I, 1882-83, pp. 371-372). El mismo remate aparece también en versiones de la Muerte de don Gato procedentes de Cantabria (versiones de Sarceda y de Llerana publicadas por J. M. de Cossío y T. Maza Solano, Romancero popular de la Montaña, Santander, 1933-1934, núms. 351 + 319 y 352 + 321) y de México (versión de Oaxaca, publicada por V. T. Mendoza, El romance español y el corrido mexicano, México, 1939, p. 382).

 4 Véase en el CGR, II, pp. 355-361 (núm. 68).

 5 Versión de Ponta Garça (Ilha de S. Miguel, Açores) dicha por Manuel Caetano Moniz. Publicada en Novo Romanceiro Português das Ilhas Atlânticas, I, ed. I. Rodríguez y J. das P. Saramago (1987 pp. 70-71. Son muy numerosas las versiones que utilizan este remate.

 6 Versión dicha por Gertrudis Nogales (70 a.), natural de Aldealengua (Segovia), vecina de Alameda del Valle (Madrid), donde la entrevistó R. Menéndez Pidal, 14-Set.-1909. El mismo final se da en la versión de Hoyocasero (Ávila), dicha por T. Luciana Jiménez (recogida en 1933 por A. Marazuela que comienza «Allá arriba hay una ermita,     la ermita de San Simón» y acaba «que murió de mal de amores,  que es un mal desesperado», y en la de Buenavista, antes Pocilgas (Salamanca), dicha por Apolonía Pedreira (col. M. Manrique de Lara, 1918), que comienza «Rosafresca, Rosafresca, rosa fresca del rosal» y acaba «que murió de mal de amores,      por ser mal desesperado».

 7 Versión de Albalá (Cáceres) recogida por R. García-Plata, 1902-1903. Publicada en El romancero tradicional extremeño. Las primeras colecciones (1809-1910), ed. L. Casado de Otaola, Mérida: Asamblea de Extremadura y Fundación Ramón Menéndez Pidal, 1995, pp. 74-75.

 8 Versión de Río de Janeiro publicada por S. Romero, Cantos populares do Brazil (1883), I, pp. 9-11. El mismo remate utilizan dos de las versiones de este romance procedentes de Portugal reunidas por Th. Braga, Romanceiro geral portuguez, 2ª ed. ampliada, Lisboa: Manuel Gomes, 1906: una de Lisboa (pp. 159-167), otra de Lagos, Algarve (pp. 165-170).

 9 Versión cubana, sin identificación del lugar en que se recogió, publicada por S. Córdova de Fernández, «El folklore del niño cubano» (continuación), Revista de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de La Habana, XXXV (1925), 150-151. Reed. por B. Mariscal, Romancero general de Cuba, n" 34 (0101.1/07). Hay otras versiones cubanas anteriores con el mismo remate, publicadas en la misma revista: J. M. Chacón y Calvo, «Romances tradicionales ,en Cuba» (XV111, 1914, 103-104; reed. en sus Ensayos de literatura cubana, Madrid: Calleja, 1922); C. Poncet, «El romance en Cuba» (XVIII, 1914, 317-318 y El romance en Cuba, La Habana: El siglo XX, 1914, pp. 124-125; reed. en Investigaciones y apuntes literarios, ed. M. Aguirre, La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1985). Las reproduce B. Mariscal, Romancero general de Cuba, nº 34.

 10 Cantada en Arabi (parr. St. Bernard, Louisiana, USA), por Paulina Díaz el 27 de octubre de 1975. S. G. Armistead, The Spanish tradition in Louisiana, I: Isleño Folkliterature, Newark, Delaware: Juan de la Cuesta. Otra versión análoga, de Delacroix (Louisiana), había publicado el propio Armistead en «Romances tradicionales entre los hispanohablantes del estado de Luisiana», NRFH, XXVII (1978), 39-56.

11 En México, los temas a los que se adosa la fórmula son: El hijo desobediente, El caballito, La cantada de Isabel, El casamiento del cuitlacoche, Danza de los toreadores. En España,  Sábado por la tarde, Adúltero apaleado, El relevo.

12 Véase la descripción de este romance incluida en el CGR, II, pp. 39-44 (núm. 8).

13 Versión de Sotalvo (Ávila), dicha por Lorenza Hernández; recogida por A. Marazuela, 1933. La incorporación de la fórmula «No me entierren en sagrado ...» es muy común en las versiones extremeñas de este romance. El verso final va evolucionando, debido a lo impropio que es en la fábula relatada: «que murió de mal de amores,      que es un mal desesperado» (Villanueva de la Serena y Alcuéscar), «que murió de mal de amores,      porque Dios se lo había dado» (Ceclavín), «que ha muerto de un mar amo[r],     que su magestad le ha dado» (Valencia de Alcántara), «que murió de mal de amor que don Santiago le ha dado» (Malpartida de Plasencia), «que ha muerto de mal de amores     que a su madre se lo han dado» (Aliseda), «que ha muerto de mal de amores     que a tu madre habían dado» (Belvis de Monroy), «que murió de puñaladas,    su padre se las ha dado» (Herrera de Alcántara). Pese a la impertinencia del aditamento, son minoritarias las versiones extremeñas que se libran de él (Villamiel, Talaván).

14 Versión de Támara de Campos (Palencia) dicha por Matilde Alonso (50 a.), recogida por M. Manrique de Lara, 1918. Análogo remate aparece en una de las versiones de El guapo Luis Ortiz de Chile publicadas por J. Vicuña Cifuentes, Romances populares y vulgares recogidos de la tradición oral chilena, Santiago de Chile: Impr. Barcelona, 1912. Así la nº 119E de San Miguel (Ñuble), Juan Meneses, 43 a. (recogida en Santiago) acaba: «Han de ver, hermanos míos,      cómo voy preso y atado, / y si ustés no me defienden       me verán morir ahorcado. / Por si acaso me matasen,      no me entierren en sagrado / entiérrenme en campo verde     donde no paste ganado; / a mi cabecera pongan      un letrero bien pintado, / que diga a los caminantes:       Aquí murió el desdichado; /  no murió de mal de amores           ni de dolor de costado, / murió porque lo mataron            unos pícaros soldados» (pp. 338-339).

15 Cito por una versión de Villaviciosa (Asturias), publicada por B. Vigón, Tradiciones populares en Asturias. Juegos y rimas infantiles recogidos en los concejos de Villaviciosa, Colunga y Caranvia, Villaviciosa: La Opinión, p. 67 (reimpreso en Asturias: Folklore del mar, juegos infantiles: poesía popular: estudios históricos, Oviedo: Biblioteca Popular Asturiana, 1980). La supresión de la última sílaba átona de cada octosílabo es propia de muchas versiones de este romance utilizado en el juego por las niñas. El remate con la fórmula se da en las más diversas regiones de España y también en América hispana.

16 Estudio ese romance a la vista de todas las versiones conocidas en Por campos (1970), pp. 122-166. En las pp. 133-134 y un. 34-38 de ese trabajo doy noticia de las versiones de Ourense, Tras os Montes, Beira Alta, Açores y Canarias «que sólo retienen la escena inicial con la prisión y la sentencia y que completan el romance con el comodín romancístico No me entierren en sagrado».

17 Versión de La Cruz Santa (Tenerife) dicha por Isabel Ponte Luis (61 a.) a Mercedes Morales (1952-1953). Publicada en La flor de la marañuela, 1 (1969 y 1986), pp. 234-235. Las versiones portuguesas conservan el verso final «morreste do mal d’amores       que é um mal mui desgraçado».

18 Recogida y publicada por S. Sosa Barroso, Calas en el romancero de Lanzarote, Las Palmas, 1966, pp. 33-34 (reed. en La flor de la marañuela, II, 1969, núm. 582).

19 La versión que destacamos en el texto procede de Enriquillo, dicha por Heriberto Castillo, y fue publicada por F. de Nolasco, Poesía folklórica en Santo Domingo, Santiago, Rep. Dominicana: El Diario, 1946, p. 313. Las otras tres versiones dominicanas proceden dos de Azúa, dichas por Onaney Calderón y Adela Batista (jul., 1945), y una de La Vega, dicha por Ana Grullón de Mieres (set., 1945). E. Garrido, Versiones dominicanas de romances españoles, Ciudad Trujillo, 1946, pp. 81-82.

20 La versión cubana fue recogida en Villa Clara (Cienfuegos); la publicó, parcialmente, J. M. Chacón en la columna «Hechos y comentarios» del Diario de la Marina, 5-IX-1954: «Una indagación folklórica: el baile de tres en la colonia». Chacón comunicó a Menéndez Pidal el hallazgo (en carta del 5-VII-1914) y le copió los versos procedentes de La muerte el príncipe don Juan:

     El niño está malito,   el niño está en la cama,
2  cuatro médicos le asisten     de los mejores de España;
    unos dicen que se muere,      otros dicen que no es nada,
4  y el más entendido dice     que a la comunión no alcanza.
                     (continúa con  «No me entierren en sagrado»).

Véase B. Mariscal, Romancero general de Cuba, México: El Colegio de México, 1996, n° 32 (0006.01). La procedencia de la versión no fue consignada en la columna periodística, pero consta en la carta a R. Menéndez Pidal. Chacón explica que «el resto es análogo al final del Romance del desgraciado recogido por Vergara en su Historia».

21 Véase CGR, 3 (1983), pp. 367-433, y en la obra presente, segunda parte, cap. III.

22 Versión enviada a R. Menéndez Pidal por Julio Calcaño. Muy análoga es la de la Sierra de San Luis (Falcón, Venezuela) publicada por Francisco Tamayo, «Raíces del folklore venezolano», Cabagua 1 (jun. 1988) y reproducida por I. J. Pardo, «Viejos romances españoles en la tradición popular venezolana», Revista Nacional de Cultura, V, nº 36 (feb. 1943), p. 56. Comienza: «Échenme el torito pinto, hijo de una vaca mora» y acaba: «que murió de un cornazo     que le dio el toro pintao».

23 Menéndez Pidal anotó esta versión, dicha por la mestiza Teresa Cabello (24 a.), durante su estancia en Chile, en 1905. Los cuatro octosílabos iniciales son citados por J. Vicuña Cifuentes en su «Comentario» al núm. 63 («Bartolillo»), Romances Populares y Vulgares (1912), p. 138.

24 Conozco este texto en tres versiones. Una manuscrita, procedente de la «Campaña de Buenos Aires», remitida a R. Menéndez Pidal; otras dos impresas: C. Bayo, Romancerillo del Plata, Madrid: Victoriano Suárez, 1913, p. 84 (previamente publicada por Bayo en «La poesía popular en América del Sur», RAΒΜ VI, 1902, 291-306); J. A. Carriazo, Cancionero popular de Saltá, Buenos Aires, 1933, p.10 (versión dicha por Elisa G. de Ebber, en la ciudad, en 1928). Ofrecen unas pocas variantes: Copla inicial, v. 4 aquel Saltá; -1b en calvario Saltá; -2a campo libre Saltá; -3a y en mi cabeza me pongan Saltá, pónganme de cabecera BAires; -4a q. sepa Saltá, y en el letrero que diga Bayo; 4b a. yace Bayο. que a. murió BAires; -5-6 omite Bayo; 5a murió Saltá; de podredumbre BAires; 5b estaba bastante sano Saltá; -6 a-b ha muerto, por ser valiente, en la asta de un toro bravo BAires.

25 Recogen este texto varios colectores en diferentes países: a) un «bachiller» (Carlos A. Castellanos) corresponsal de R. Menéndez Pidal, carta de 4 de julio de 1919, según versión de Santiago de Cuba (dicha por una anciana de 87 a.), publicada por B. Mariscal, Romancero general de Cuba nº 35b (0101.2/02); b) Flérida de Nolasco, Poesía folklórica en Santo Domingo, Santiago, Rep. Dominicana: El Diario, 1946, p. 313; c) J. Vicuña Cifuentes, en copia manuscrita remitida a R. Menéndez Pidal, según versión de Buín (prov. O’Higgins, Chile) dicha por José Ramón Márquez (80 a.), y d) J. Vicuña Cifuentes, Romances Populares y Vulgares recogidos de la tradición oral chilena, Santiago de Chile: Imprenta Barcelona, 1912, p. 137 (núm. 63), según versión de Santiago de Chile, dicha por Alberto Riveros (16 a.). Variantes: Copla inicial 1 Bartolo, huye del toro Cuba; Te coge el toro, Bartolo Stº D; -copla inic. 4 en cuernos Cuba, del cacho de un t. St° D; -la y si ese t. m. mata Ch1, y si acaso m. m. St° D, matase Ch1; 1b como puede suceder Cuba; -2a c. libre St° D; 2b d. me pise Ch.; d. camina el St° D; -copla interna 2 pónganmela e St° D; -copla int. 2-3 que en (~ a) mí c. pongan un letrero colorado Ch, Ch2 ; - copla int. 4. d. u. b. de fuera Cuba; -3a y digan sus cinco letras Ch1, Ch2, que diga de esta manera Cuba; 3b a. yace u. desgraciado Cuba; 4a no fue calentura mala Stº D, mas no ha muerto de la peste Ch1,; 4b ni fue d. Stº D; -5a el m. de un m. Stº D, m. de una cornadilla Ch2, sino de una cornadilla Ch1; q. le dio d. St° D, q. le dio el toro nevado Ch1, Ch2.

26 Versión de Covilhã, Beira-Baixa, publicada por Th. Braga, Romanceiro geral colligido da tradição, Coimbra: Universidade, 1867, pp. 154-155. Reed. Th. Braga, Romanceiro geral portuguez, II, Lisboa: Manuel Gomes, 1907, pp. 228-229.

27 Dicha por Francisca, «La Lechuga», en Riaza (Segovia) a María Goyri y Ramón Menéndez Pidal, en 1905. Muy análoga es otra versión, procedente de Rueda (Valladolid), publicada por N. Alonso Cortés, «Romances tradicionales», RHi, L (1920), 198-268, y también la procedente de Corporario (Salamanca), recogida por Federico de Onís en 1910:

— Ay, madre, si me muriese,     de este mal que tengo y traigo,
por mi no toquen campanas,     ni me entierren en sagrado.
Háganme la sepoltura    a orilla de un verde prado,
donde no pasten ovejas    ni otro tan ruin ganado,
sino los bues de María     y ella con ellos guardando.
Déjeme un brazo de fuera,     con un letrero en la mano,
con un letrero que diga:     «Aquí murió un desdichado;
no murió de calentura     ni de dolor de costado,
que murió de mal de amor,     que es un mal desesperado».

28 Versión citada por J. M. Vergara y Vergara, Historia de la literatura en Nueva Granada, Bogotá, 1867, pp. 518-522 (reproducida por M. Menéndez Pelayo, Antología, X, 1900, p. 231). El mismo texto figura en R. Aristides Rojas, Obras escogidas, París, 1907, pp. 402-411 (cito a través de I. J. Pardo «Viejos romances españoles en la tradición popular venezolana», Rev. Nacional de Cultura, V. 36, feb. 1943, p. 55). También coincide con ella (salvo en las lecciones: mataran y tobardillo) la publicada en El cancionero venezolano. Cantos populares de Venezuela recojidos por el Dr. A. Ernst (Caracas), ed. por primera vez en la Republica Argentina por el Dr. R. Lehmann-Nitsche (La Plata), Buenos Aires-Montevideo, 1904, p. 31. Otra versión procedente del Dept. de Antioquia (Colombia), fue remitida por Emiliano Izaza a R. Menéndez Pidal, como muestra de los «relatos de criadas y niñeras»; ofrece las siguientes variantes: 1a Pido que cuando me muera; 1b en poblao; -2a me entierren en una loma; 2b pise; -3a y con una mano a.; -4a mujeres; 4b desgraciao; 6a de amor; 6b muy desdichao.

29 Versión de La Roda (Albacete), dicha por Francisco Bermejo (16 a.). Recogida por Alvaro Galmés y por mí en octubre de 1947. No mucho más desarrolladas son otras versiones: una recogida, en 1910, por Tomás Navarro Tomás en Bermillo de Sayago (Zamora), que comienza «Ay madre, si yo me muero,    no me entierren en sagrado» y acaba «que murió de mal de amores     que una chica le ha engañado», otra recogida por Alfonso Hervella en Viana do Bolo (Ourense), de boca de Milagritos Courel, que comienza «María, cuando yo muera,     no me entierres en sagrá(do)» y acaba «que murió de puñalada    en la plaza del Sagrá(rio)» y otra de los Yébenes (Toledo), recogida por A. Galmés y por mí en octubre de 1947, de boca de Elisa (38 a.), que comienza «María, si yo me muero,    no me entierres en sagrado» y acaba «que murió de mal de amores      que es un mal muy desgraciado».

30 Versión de Arteijo. Colección Alejo Hernández (1924-25).

31 C. Michaelis de Vasconcellos, artículo cit. en la n. 2, pp. 420-421; H. R. Lang, «Tradições populares açorianas (da ilha do Fayal)», ZfRPh XVI (1892), p. 423 a, cita asimismo la copla:

Quem morre do mal de amores     não se enterra em sagrado
enterra-se em campo verde        aonde se apastora o gado.

32 Aunque a la erudición de Carolina Michaelis de Vasconcellos (1892) no se le escapó la existencia de «Si se está mi coraçón» (que Agustín Durán había reeditado tomándolo de la Flor de enamorados), Marcelino Menéndez Pelayo ignoraba su existencia cuando en 1900 explicó la fórmula / motivo presente en la tradición oral moderna, diciendo: «Tales conceptos, por mucho que llegaran a popularizarse, son evidentemente de origen trovadoresco» (Antología, X, p. 134). Su intuición confirma la génesis que aquí defendemos: motivo de un romance trovadoresco > fórmula/motivo del romancero oral > copla suelta.

33 No desarrollo aquí la argumentación que sustenta este stemma por haberlo hecho ya en el trabajo «El romancero medieval» (1983), pp. 455-457 y nn. 11-22, que puede leerse en el cap. IX, 41, del presente libro.

CAPÍTULOS ANTERIORES:

ADVERTENCIA Y PRÓLOGO

*  1.- ADVERTENCIA

2.- A MODO DE PRÓLOGO. EL ROMANCERO TRADICIONAL MODERNO COMO GÉNERO CON AUTONOMÍA LITERARIA

I. EL MOTIVO Y LA VARIACIÓN EXPRESIVA EN LA TRANSMISIÓN TRADICIONAL DEL ROMANCERO (1959)

3.- I. EL MOTIVO Y LA VARIACIÓN EXPRESIVA EN LA TRANSMISIÓN TRADICIONAL DEL ROMANCERO (1959)

4.- II. EL «MOTIVO» Y LA «VARIACIÓN EXPRESIVA» SON OBRA COLECTIVA

5.- 3. LOS «MOTIVOS» Y LAS VARIACIONES DISCURSIVAS SE PROPAGAN DE VERSIÓN EN VERSIÓN

6.- 4. CADA MOTIVO Y CADA VARIACIÓN EXPRESIVA TIENEN UN ÁREA DE EXPANSIÓN PARTICULAR

7.- 5. CONCLUSIÓN

II. MEMORIA E INVENCIÓN EN EL ROMANCERO DE TRADICIÓN ORAL.  RESEÑA CRÍTICA DE PUBLICACIONES DE LOS AÑOS 60 (1970-1971)

8.- 1. INTRODUCCIÓN. RENOVADA ACTIVIDAD EN EL CAMPO DE INVESTIGACIÓN DEL ROMANCERO TRADICIONAL

*   9.- 2. MEMORIA Y CREACIÓN EN EL ROMANCERO SEFARDÍ

10.- 3. NUEVOS ESTUDIOS ACERCA DE LA CREACIÓN POÉTICA TRADICIONAL

* 11.- 4. EL ROMANCE COMO TRADICIÓN ESTRUCTURADA Y CΟΜO ESTRUCTURA TRADICIONAL

12.- 5. EL EJEMPLO DE EL MORO QUE RETA A VALENCIA

13.- 6. LA OBRA POÉTICA DEL AUTOR-LEGΙÓΝ 

* 14.- 7. CAPACIDAD RETENTIVA, SELECTIVA E INVENTIVA DE LA TRADICIÓN ORAL MODERNA

15.- 8. LOS ESTUDIOS CUANTITATIVOS Y LA CREACIÓN COLECTIVA

* 16.- 9. ÉPICA O ROMANCERO. CONTINUIDAD TEMÁTICA Y DISCONTINUIDAD TIPOLÓGICA

*  17.- 10. EL ROMANCE TRADICIONAL Y LA REELABORACIÓN ORAL COLECTIVA

III. EL ROMANCE TRADICIONAL, UN SISTEMA ABIERTO (1971)

18.- III. EL ROMANCE TRADICIONAL, UN SISTEMA ABIERTO

19.- 1. EL ESTUDIO SINCRÓNICO

20.- 2. EL ESTUDIO DIACRÓNICO

21.- 3. CONCLUSIÓN 

22.- 4. NUEVAS CONSIDERACIONES ANTE EL CRECIMIENTO DEL CORPUS (1996)

IV POÉTICA Y MECANISMO REPRODUCTIVO DE UN ROMANCE.  ANÁLISIS ELECTRÓNICO (1971-1973)

* 23.- IV POÉTICA Y MECANISMO REPRODUCTIVO DE UN ROMANCE. ANÁLISIS ELECTRÓNICO (1971-1973)

24.- 1. DEFINICIÓN DEL MODELO DE LENGUAJE OBJETO DE ESTUDIO

25.- 2. EL PROYECTO. ANÁLISIS ELECTRÓNICO DEL MODELO DINÁMICO CONSTITUIDO POR UN ROMANCE EN SUS MÚLTIPLES VERSIONES

26.- 3. EL CORPUS: LAS VERSIONES DEL ROMANCE DE LA CONDESITA

27.- 4. LA CODIFICACIÓN DE LOS DATOS PRIMARIOS

28.- 5. DATOS INDUCIDOS: LA VARIACIÓN VERBAL EN CADA HEMISTIQUIO INVARIANT

*   29.- 6. ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LOS CAMBIOS LÉXICOS

30.- 7. OBSERVACIONES RESPECTO A LA CONSTRUCCIÓN VARIABLE DE LOS HEMISTIQUIOS ARQUETIPO

*   31.- 8. DATOS INDUCIDOS: OBSERVACIÓN DE LA VARIACION EN LA SINTAGMÁTICA NARRATIVA

* 32.- 9. DATOS INDUCIDOS: CAMBIOS EN LA FUNCIÓN NARRATIVA DE UN HEMISTIQUIO ARQUETIPO

*   33.- 10. RIQUEZA DE LOS DATOS INDUCIBLES

V. ANÁLISIS SEMIÓTICO DE ESTRUCTURAS ABIERTAS: EL MODELO «ROMANCERO» (1977)

* 34.- V. ANÁLISIS SEMIÓTICO DE ESTRUCTURAS ABIERTAS: EL MODELO «ROMANCERO» (1977)

35.- 1. LA ESTRUCTURA VERBAL

36.- 2. EL DISCURSO

37.- 3. LA INTRIGA Y LA FÁBULA

38.- 4. LA FÁBULA Y LA ESTRUCTURA FUNCIONAL

39.- 5. LA «LECTURA» SINTAGMÁTICA ES INSUFICIENTE

VI. LOS MODOS DE PRODUCCIÓN Y «REPRODUCCIÓN» DEL TEXTO LITERARIO Y LA NOCIÓN DE APERTURA (1978)

40.- VI. LOS MODOS DE PRODUCCIÓN Y «REPRODUCCIÓN» DEL TEXTO LITERARIO Y LA NOCIÓN DE APERTURA

* 41.- 1. LA «APERTURA» DEL SIGNIFICANTE Y DEL SIGNIFICADO EN LAS OBRAS MEDIEVALES

* 42.- 2. LA «APERTURA» DE LOS POEMAS DEL ROMANCERO ORAL EN LOS VARIOS «NIVELES» DE ARTICULACIÓN DEL RELATO

*   43.- 3. LA «APERTURA» DE LA ESTRUCTURA VERBAL

*   44.- 4. LA «APERTURA» DEL DISCURSO POÉTICO

*   45.- 5. LA «APERTURA» DE LA ΙΝTRIGΑ

*   46.- 6. LA «ΑPERTURA» DE LA FÁBULA

*   47.- 7. LA «APERTURA» DEL MODELO FUNCIONAL

48.- 8. LA «APERTURA» DE LOS SIGNIFICADOS EN LOS VARIOS «NIVELES» DE ARTICULACIÓN DEL RELATO

*   49.- 9. EL MODELO DINÁMICO DEL ROMANCERO TRADICIONAL Y EL ESTUDIO DE LA LITERATURA MEDIEVAL

* VII. LA DESCRIPCIÓN DE MODELOS POÉTICOS DINÁMICOS EN EL CATÁLOGO GENERAL DEL ROMANCERO PAN-HISPÁNICO (1981)

*   50.- 1. INTRODUCCIÓN

*   51.- 2. CADA ROMANCE, DESCRIΤΟ EΝ UNA «ENTRADA» DEL CGR

*   52.- 3.«CAMPOS» DESCRIPTIVOS EN CADA «ENTRADA» DEL CGR

*   53.- 4. LA NARRACIÓN, SUBDIVIDIDA EN SECUENCIAS

*   54.- 5. VARIANTES DE INTRIGA

*   54.- 5. VARIANTES DE INTRIGA

*   55.- 6. VARIANTES EN LΑ FÁBULA

*   56.- 7. VARIANTES EN EL DISCURSO POÉTICO

57.- 8. EL CGR Y EL ESTUDIO DE LAS ESTRUCTURAS ABIERTAS DEL «LENGUAJE» DEL ROMANCERO

58.- 9. EL ESTUDIO SINCRÓNICO DE MODELOS DINÁMICOS

VIII. LA EXPERIENCIA DEL ACTO RECOLECTOR Y LA COΜΡΑRACΙÓΝ INTERTEXTUAL EN LOS ESTUDIOS DEL ROMANCERO (1983)

* 59.- VIII. LA EXPERIENCIA DEL ACTO RECOLECTOR Y LA COΜΡΑRACΙÓΝ INTERTEXTUAL EN LOS ESTUDIOS DEL ROMANCERO (1983)

*    60.- 1. EL ROMANCERO, EΝ LA MEMORIA COLECTIVA. LOS TEXTOS DE TRANSMISIÓN ORAL COΜO OBJEΤO DE ESTUDIO

*    61.- 2. LA EXPERIENCIA DEL ACTO RECOLECTOR

*    62.- 3. LA COMPARACIÓN INTERTEXTUAL

*    63.- 4. EΝ FΙΝ

IX EL ROMANCERO MEDIEVAL (1983)

*    64.- 1. SOBRE LA DOCUMENTACIÓN DE TEXTOS ORALES ANTIGUOS

*   65.- 2. LOS ROMANCES CANTADOS EN LA EDAD MEDIA Y SU INTEGRACIÓN EN LA LITERATURA ESCRITA

*   66.- 3. ESPINELO. LA VERSIÓN DE LA FLOR DE ENAMORADOS Y DE LA ROSA DE AMORES

*    67.- 4. «MENSAJE» Y «FÁBULA» DE ESPINELO EN LA VERSIÓN DEL SIGLO XVΙ

*    68.- 5. «FÁBULA» E «INTRIGA» DE ESPINELO EN LA VERSIÓN DEL SIGLO XVI

*   69.- 6. EL «MODELO NARRATIVO» DE ESPINELO EN LA VERSIÓN DEL SIGLO XVI. DESEQUILIBRIO ESTRUCTURAL

*   70.- 7. EL «DISCURSO» DE ESPINELO EN LA VERSIÓN DEL SIGLO XVI. ANOMALÍAS PROSÓDICAS

71.- 8. EL «DISCURSO» DE ESPINELO EN LA VERSIÓN DEL SIGLO XVI. LENGUAJE FIGURATIVO

*    72.- 9. LA TRANSMISIÓN DEL ROMANCE POR VÍA ESCRITA Y POR VÍA ORAL

*    73.- 10. EL ROMANCE ORAL MODERNO. SU PROSODIA

*    74.- 11. LA «FÁBULA» ANTE EL ANÁLISIS COMPARATISTA

*    75.- 12. LA «FÁBULA» ORAL

*    76.- 13. LA «INTRIGA» EN EL ROMANCE ORAL

*     77.- 14. LA APERTURA DE LA «FÁBULA»

*     78.- 15. A MODO DE CONCLUSIÓN

X. LA DESCODIFICACIÓN DE LAS FÁBULAS ROMANCÍSTICAS (1983)

*    79.- 1. LOS ROMANCES, «EJEMPLOS» DE VIDA

*    80.- 2. SOLUCIONES VARIABLES ANTE UN INCESTO ENTRE HERMANOS

*    81.- 3. LA DONCELLA QUE DEFIENDE SU VIRGINIDAD: ¿VIRTUD EJEMPLAR O FATAL OCASIÓN?

*   82.- 4. EL POBRE PESCADOR Y EL DUQUE ASESINADO: ¿VÍCTIMA DE LA CORRUPCIÓN DE LA JUSTICIA O ASESINO POR CODICIA?

*     83.- 5. LA IDEOLOGÍA DEL ROMANCERO TRADICIONAL NO ES CONFORMISTA

*     84.- 6. SUBVERSIÓN DE VALORES EN EL CURSO DE LA TRANSMISIÓN DE UN TEMA

*   85.- 7. COMPLEJIDAD PSICOLÓGICA DE LOS PERSONAJES Y PROTAGONISMO FEMENINO EN EL ROMANCERO TRADICIONAL

*    86.- 8. EL ROMANCERO DE TRANSMISIÓN ORAL PERTENECE A LA LITERATURA MODERNA

XI. EL ROMANCERO ESPIRITUAL EN LA TRADICIÓN ORAL (1985)

*     87.- XI. EL ROMANCERO ESPIRITUAL EN LA TRADICIÓN ORAL (1985)

*     88.- 1. LOS ROMANCES «ESPIRITUALES» DE ÚBEDA

*     89.- 2. CONTRAFACTA «ESPIRITUALES» DE ROMANCES VIEJOS NO IMPRESOS

*     90.- 3. CONTRAFACTA «ESPIRITUALES» DE ROMANCES DE GERMANÍA

*     91.- 4. COΝTRAFΑCTΑ «ESPIRITUALES» DE ROMANCES NUEVOS

*     92.- 5. TRADICIONALIZACIÓN DE LOS CONTRAFACTA «ESPIRITUALES»

*     93.- 6. ANTIGÜEDAD DE LOS ROMANCES «A LO DIVINO» DE LA TRADICIÓN ORAL

*     94.- 7. LOS CONTRAFACTA «A LO DIVINO» UTILIZARON EL ROMANCERO PROFANO ORAL

*     95.- 8. EL LENGUAJE POÉTICO DE LOS ROMANCES «A LO DIVINO»

*    96.- 9. LOS ROMANCES SACROS Y EL FORMULISMO DISCURSIVO DEL ROMANCERO

*    97.- 10. LA DESINTEGRACIÓN DE LAS FÁBULAS «SACRAS». DE ROMANCE A «REZADO»

*      98.- 11. EN CONCLUSIÓN

XII. ROMANCES TROVADORESCOS INCORPORADOS AL ROMANCERO TRADICIONAL MODERNO

*     99.- XII. ROMANCES TROVADORESCOS INCORPORADOS AL ROMANCERO TRADICIONAL MODERNO

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