53.- 6. LA LENGUA COMÚN QUE NO SE ESCRIBE
6. LA LENGUA COMÚN QUE NO SE ESCRIBE. I. EL REINO TOLOSANO Y EL TOLEDANO
La extrema escasez de la producción escrita, el analfabetismo dominante y la falta de comunicación entre las diversas regiones permite a la lengua común diversificarse sin que la mayoría de sus usuarios tenga inicialmente conciencia de su novedad; cada cual cree buenamente continuar hablando el latín de siempre. Cuando una pequeña minoría de hablantes llega a darse cuenta de que se anda muy lejos del latín, ya la lengua común regional se halla arraigada. Surge entonces entre esos pocos una reacción purista frente al neologismo vulgar y la contienda entre las varias formas es tenaz; suele durar varios siglos. A veces la tendencia neológica es vencida; pero las más de las veces es vencedora. Como la lengua común no se escribe por nadie (la escritura sólo se aprende para el latín), se gestan múltiples formas convivientes, en competición con la forma vieja latina; la nueva lengua abunda así en sincretismos. Y esa situación, en que varias normas luchan entre sí con muy equiparadas fuerzas, no se limita a un período limitado de tiempo, sino que se prolonga durante seis o siete siglos 75. La evolución de la pronunciación (y no digamos de otras normas lingüísticas) no es, pues, ni seriable ni irreversible; las varias formas viven largo tiempo en concurrencia, tanto con la forma purista latina como con otras neológicas, anteriores, posteriores o aun de desarrollo divergente.
Sólo teniendo siempre presentes estas precisiones podemos sumariar los cambios fonéticos que transformaron la lengua hablada, la cual derivó en numerosas variedades locales dando nacimiento a dialectos romances diferentes.
En los tiempos del reino visigodo el paso de las vocales breves del latín a vocales de timbre abierto 76 está haciéndose camino, en lucha con la pronunciación antigua de timbre cerrado: sĭti, ĭpsu, spĭssu convivían aún con sẹde ’sed’, ẹsso ’eso’, espẹsso; lŭtu, fŭrnus, cŭrtus con lọdo, fọrno, cọrto. Así las voces germánicas entraron a formar parte del vocabulario románico en este período de evolución y la ĭ ŭ germánicas se hicieron ẹ ọ: germ, frĭsk > fresco77; gót. spĭtus > espeto78; gót. *trĭggwa > tregua79; gót. brŭts > brote 80.
La Ĕ y la Ŏ tienen por toda España (como en toda la Romania) la pronunciación nueva ę ǫ (al lado de la antigua ẹ̆ ọ̣̆); el portugués y el catalán conservan, como en época visigoda conservarían otras muchas regiones, sobre todo en la Bética (lazo de unión de los extremos oriental y occidental), este conjunto de vocales románico primitivo: a ę ẹ i ǫ u, pero en el centro de la Península la ę y la ǫ llegan a una tercera forma diptongada ie, uo 81: f eru > fęru, fiero (port. fẹro, cat fęr), pĕtra > piedra, fĕsta > fiesta, cĕntu > ciento, bọ̆nu > bǫnu, bueno (port, bǫm, cat. bǫ), scŏla > escuela, grŏssu > grueso, lŏngu > luengo. Las voces germánicas se incorporan al romance cuando los diptongos pugnaban por abrirse camino y así hoy tenemos formas diptongadas: germ. *fĕltir > fieltro 82 franco helm > yelmo (al lado del anticuado elmo < gót. hĭlms); germ, hŏsa > esp. ant. uesa83; gót. *spaura *spǫra > espuela. El romance peninsular hacía larga la vocal acentuada, lo mismo en sílaba libre que en sílaba trabada. Esto debió de ser así en toda la Romania 84. Pero hoy en el Norte de Italia y en el Norte de Galia la vocal tónica en sílaba trabada es tratada de modo distinto que en sílaba libre, y así el italiano y el francés no diptongan la ĕ ni la ŏ en posición: sette set < sĕptem; nostro, nostre nôtre < nŏstru; diferentemente de miele, miel < mĕl; nuovo, nuef, neuf, < nŏvu; muy probablemente este diferente trato de la vocal libre respecto a la trabada se debe a influjo del superestrato franco y longobardo que según la fonética germánica abrevian la vocal ante dos consonantes 85. El español diptonga lo mismo miel, nuevo que siete, nuestro, e igualmente, diptongan en sílaba trabada todos los otros romances que practican la diptongación: walón, rético, friulano; centro y sur de Italia, dálmata y rumano 86.
Diversa de esta diptongación general y con una distribución geográfica distinta existe otra diptongación condicionada, ante yod. La diptongación general es una matización expresivista o enfática 87; la diptongación ante yod es un fenómeno de fonética mecánica: la yod se refleja en la vocal precedente y la cierra en su primer momento articulatorio, produciendo el diptongo en algún dialecto que no tiene diptongación general, a saber, provenzal y catalán, así como en el francés del Norte, en el aragonés y en el leonés 88. En castellano la yod cierra toda la vocal e impide la diptongación (comp. port, nọite, họje, gẹmio 89). Ejemplos: vĕnio, pĕctu, nŏcte, fŏlia, leonés viengo, nueche, fueya; aragonés viengo, nueite, fuella; prov. pieitz, nueit, fuelha; catalán (reduce el diptongo primitivo) vine, pit, nit, fulla; portugués venho, peito, nọite, folha 90.
En suma tenemos: 1º, países que sólo conocen la diptongación ante yod: Francia del Sur con Cataluña; 2º, países que conocen las dos diptongaciones: Francia del Norte, León, Aragón, Rumania (ésta sólo respecto de Ĕ; no de Ŏ); 3º, países que sólo conocen la diptongación general: Castilla, Italia; 4º, país que no usa ninguna de las dos diptongaciones: Portugal.
El latín hablado no utilizaba más diptongo antiguo que el decreciente AU 91. Ese diptongo au no sólo se conservaba por la victoria de la reacción purista 92, sino que se aumentaba con formaciones nuevas por vocalización de L cons: talpa se pronunció taupa, taupo ’topo’; falce, fauce ’hoz’ y entonces se decía igualmente saltu, sauto ’soto, bosque’ que saltu, sauto ’salto, brinco’; altu, auto junto a alto; albu, aubo junto a albo. Además, el romance primitivo crea otros diptongos decrecientes análogos, ai, ei, oi, por la propensión a atraer junto a la vocal más abierta, como semivocal i̯, la semiconsonante i̯ de la sílaba siguiente (ceirola, vairola) sobre todo cuando la a e o son acentuadas; sapiam, saipa ’sepa’; materia, mateira ’madera’; cĭcōnia, cicoina ’cigüeña’; coriu, coiro, ’cuero’; Duriu, Doiro, ’Duero’. El diptongo ai pasa a ei tarde, cuando ya la k ante e, i no se asibilaba: caseu, caiso, queiso, ’queso’. Este diptongo decreciente de la época visigótica fue muy poco acepto en la Cantabria y en la Tarraconense, donde el catalán y el castellano lo redujeron muy pronto (en é o en ué) como veremos adelante. Los vascos que, como diremos luego, debieron empezar ahora su abortada romanización, recibieron y conservan alguna de estas formas románicas primitivas.
Respecto a las consonantes, la sonorización de la sorda se halla en estado de gran vacilación 93; en los siglos X y XI las formas sonorizadas aún pugnan activamente con las sordas. Por esto parece chocante que mientras en francés la consonante oclusiva germánica se sonoriza y pierde como la latina, no se sonoricen en español: gótico brŭtōn > brotar, gót. *spĭtus > espeto, germ, rapōn > rapar 94. Sin duda la consonante oclusiva germánica con su explosión completamente sorda o cuasi aspirada hacía efecto de consonante doble para los oídos hispánicos habituados a su oclusiva pura, o sea, con explosión sonora 95. La sonorización aparece en algunos nombres propios. Si en la terminación -reik ’rico’, que ocurre en multitud de antroponímicos (Alarico, Amalarico, Eurico, Sigerico) se llega a sonorizar (Rodrigo, y en manuscritos de la Estoria de España de Alfonso X, Alarigo, Sigerigo, Theoderigo, junto a formas con c) ello obedece a que de antiguo los oídos romances familiarizados con esa terminación la identificaron con terminaciones latinas como amīcus, lectīca, aprīcus 96. Por lo demás, debían existir en España, como en Italia, regiones que rechazaban la sonorización, opuestas al influjo céltico 97. Una de ellas era sin duda el Alto Aragón. La literatura aragonesa medieval ofrece casos aislados: llopo ’lobo’, paretes, retes ’redes’, ropar ’robar’, etc.; pero en la región pirenaica, más retirada, más refractaria a la romanización, encontramos todavía hoy una extensa zona en que la resistencia a la sonorización ha sido mucho más clara, según adelante veremos.
La palatalización de ce, ci, iniciada en época imperial 98, no ha terminado su expansión en la época visigoda. Las formas puristas dominan la lengua escrita; no obstante, una inscripción de Tucci (Martos) en la Bética del siglo VI o VII pone «istud iudigsium ... sancto martiri Scipriano»99. Los nombres góticos aún acompañan a los latinos en esta palatalización: Kintila > topón. Centiae; Rikimond > topón. Rezmondo Burgos, Rezamondo Coimbra; pero hay vacilaciones debidas a cultismo gótico: *Rekisind 100 es Rececende en Lugo (seis veces) y en Coruña (dos veces) y Recesinde en Coruña, y a la vez Requesende Coruña, Requezende Braga y Porto, Requesens Gerona, Recasens Tarragona 101; ya entre los obispos y condes visigodos que figuran en los Concilios Toledanos se halla vacilación en ese tema: Requesindus, Reccesundus, Recimirus 102. El vasco, según luego veremos 103, recibe sus préstamos latinos en forma culta sin palatalizar.
Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)
NOTAS
75 Menéndez Pidal, Orígenes del esp., p. 555 (ed. 1950, p. 526)
76 Véase atrás, cap. II, § 13.
77 REW, 3521.
78 Gamillscheg, en RFE, XIX, 1932, p. 242.
79 Gamillscheg, en RFE, XIX, 1932, p. 237.
80 REW, 1347.
81 Véase atrás, cap. II, § 13.
82 Meyer-Lübke, Introducción, 1926, pp. 85-86.
83 Menéndez Pidal, Cantar de Mio Cid, p. 896. Véase atrás, cap. I, § 3 (p. 217).
84 Meyer-Lübke, Introducción, p. 220, sospecha lo contrario, que acaso hubo un tiempo en que toda la Romania diferenció la cantidad de sīte y de scrĭptus, a lo cual no busca explicación.
85 Es opinión muy verosímil de W. von Wartburg, en Zeit. f. rom. Phil, LVI, 1936, pp. 29, 33 y 44. El francés y el italiano (éste menos) tratan de modo distinto la voca tónica según esté en sílaba trabada o libre. El provenzal, catalán, español, portugués y rumano no hacen esta diferencia entre las dos posiciones.
86 Sobre el rumano respecto de la Ĕ (la Ŏ no la diptonga) véase atrás, Parte Segunda, cap. II, § 13, n. 85. Para el walón véase Meyer-Lübke, Gram., I, pp. 156 y 194. Para el neoprovenzal, respecto de la Ŏ, Meyer-Lübke, Gram., p. 183. En el neoprovenzal hay algún punto (Vallerange, Gard) que diptonga (wo) sólo en sílaba trabada, Meyer-Lübke, «Die Diphthonge im Provenzalischen», Sitzungsber. Press. Akad. d. Wissensch., Berlín, 1916, p. 369. Para rético y friulano, Meyer-Lübke, Gram., I, pp. 153-154 y 180-181. Sobre Italia central, Meyer-Lübke, Gram., p. 183 y ejemplos en AIS, I, 87, 90, 186; II, 246; III, 501; VI, 1046, 1228, etc.
87 Véase atrás, Parte IIª, cap. II, § 13, n. 87.
88 Véase adelante, § 8.
89 Meyer-Lübke, Gram., I, p. 185 y 159; pero en Italia fǫglio, spǫglia, Meyer-Lübke, Gram., II, p. 179.
90 Ejemplos antiguos en Menéndez Pidal, Orígenes del esp., pp. 145, 157, 175 (ed. 1950, pp. 130, 141, 158).
91 Bourciez, Élements de Linguistique Romane, § 160.
92 Véase atrás, Parte IIª, cap. II, § 16.
93 En inscripciones se halla eglesia año 691, Bailén; pontivicatus 665, Guadix, ambas de la Cartaginense lindando con la Bética; lebra, s. VII, Mérida (Hübner, IHC, 175°, 401° y 336°).
94 Gamillscheg, RFE, XIX, 1932, pp. 229, 242 y 259.
95 Con otra nomenclatura, ésta es la opinión de Gamillscheg (RFE, XIX, 1932, p. 257). Yo adopto la terminología de Navarro (Manual de pronunciación, § 73): «oclusivas puras», las españolas y «oclusivas aspiradas», las alemanas e inglesas.
96 Gasmillscheg, en RFE XIX (1932), pp. 259-260, cita sólo como analógico amīcus; ve otros -īcu en latín.
97 Véase § 10.
98 Hay que corregir el inexacto concepto sobre la cronología de los cambios fonéticos que encierran afirmaciones como «la palatalización de ke, ki se ha producido en ibero-románico en tiempos de la dominación gótica ...; a comienzos del siglo VI ... el grado palatalizado tj no se había alcanzado aún» (Gamillscheg, RFE, XIX, 1932, p. 255); hacía mucho que ese grado se había alcanzado, pero se hallaba en contienda con k. No desconozcamos la gran duración de períodos de sincretismo.
99 Hübner, Inscr. Hisp. Christ., CVIII y Suppl., p. 54.
100 Gamillscheg, en RFE, XIX, 1932, p. 255.
101 También, de Rikila, Requián (Pontevedra, Coruña), Requião, Requiães (Portugal), junto a Recião (Portugal); Requena (Valencia, Cuenca, Palencia).
102 Véanse estos nombres en las actas de los Concilios Toledanos de 693, 684, 646.
103 Adelante, § 10.
CAPÍTULOS ANTERIORES:
PARTE PRIMERA: DE IBERIA A HISPANIA
A. EL SOLAR Y SUS PRIMITIVOS POBLADORES
CAPÍTULO I. LA VOZ LEJANA DE LOS PUEBLOS SIN NOMBRE.
* 1.- 1. LOS PRIMITIVOS POBLADORES Y SUS LENGUAS
* 2.- 2. INDICIOS DE UNA CIERTA UNIDAD LINGÜÍSTICA MEDITERRÁNEA
* 3.- 3. PUEBLOS HISPÁNICOS SIN NOMBRE; PIRENAICOS Y CAMÍTICOS
CAPÍTULO II. PUEBLOS PRERROMANOS, PREINDOEUROPEOS E INDOEUROPEOS
* 4.- 1. FUERZA EXPANSIVA DE LOS PUEBLOS DE CULTURA IBÉRICA
* 5.- 2. NAVEGACIÓN DE FENICIOS Y DE GRIEGOS EN ESPAÑA
* 6.- 3. LOS ÍBEROS Y LA IBERIZACIÓN DE ESPAÑA, PROVENZA Y AQUITANIA
* 7.- 4. FRATERNIDAD ÍBERO-LÍBICA
* 8.- 5. LOS LÍGURES O AMBRONES
* 11.- 8. «NOS CELTIS GENITOS ET EX IBERIS» (MARCIAL)
* 12.- 9. PERSISTENCIA DE LAS LENGUAS INDÍGENAS EN LA PROVINCIA ROMANA DE HISPANIA
B. LAS HUELLAS DE LAS LENGUAS PRERROMANAS EN LA LENGUA ROMANCE
CAPÍTULO III. RESTOS DE LAS LENGUAS PRIMITIVAS EN EL ESPAÑOL
* 13.- 1. VOCABLOS DE LAS LENGUAS PRERROMANAS
* 14.- 2. SUFIJOS PRERROMANOS EN EL ESPAÑOL
* 15.- 3. LAS LENGUAS DE SUBSTRATO EN LA FONÉTICA ESPAÑOLA
* 16.- 4. RESUMEN DE LOS INFLUJOS DEL SUBSTRATO
PARTE SEGUNDA: LA HISPANIA LATINA
A. LA COLONIZACIÓN ROMANA Y LA ROMANIZACIÓN
CAPÍTULO I. HISPANIA PROVINCIA ROMANA
* 17.- 1. CARTAGO Y ROMA. LA PROVINCIA ROMANA DE HISPANIA Y SU EXPANSIÓN DESDE EL ESTE AL OESTE
* 19.- 3. ESPAÑA Y LA PROVINCIALIZACIÓN DEL IMPERIO
* 20.- 4. PREDOMINIO DEL ORIENTE. EL CRISTIANISMO
CAPÍTULO II. EL NUEVO LATÍN
* 23.- 3. INFLUJO DEL CRISTIANISMO
* 24.- 4. NEOLOGISMOS DEL VOCABULARIO DOCTO
* 25.- 5. NEOLOGISMOS DE ESTILÍSTICA COLECTIVA
* 28.- 8. MÓVILES DEL NEOLOGISMO GRAMATICAL
* 29.- 9. CAMBIOS EN LA FLEXIÓN Y SINTAXIS DEL NOMBRE
* 30.- 10. CAMBIOS EN LA FLEXIÓN Y SINTAXIS DEL VERBO
* 31.- 11. PREPOSICIONES Y ADVERBIOS
* 32.- 12. COLOCACIÓN DE LAS PALABRAS
* 33.- 13. EVOLUCIÓN DEL SISTEMA VOCÁLICO
* 34.- 14. EVOLUCIÓN DEL SISTEMA CONSONÁNTICO
* 35.- 15. OTRAS SIMPLIFICACIONES FONÉTICAS
* 36.- 16. LARGA LUCHA ENTRE INNOVACIÓN Y PURISMO
B. EL LATÍN DE HISPANIA
CAPÍTULO III. ESPAÑA EN LA ROMANIA
* 39.- 2. CAUSAS DEL DIALECTALISMO ROMÁNICO
* 40.- 3. ROMANIA OCCIDENTAL, ROMANIA MERIDIONAL
* 41.- 4. TRES ZONAS DE COLONIZACIÓN DE ESPAÑA
* 42.- 5. ESPAÑA Y LA ITALIA MERIDIONAL
* 43.- 6. ARCAÍSMO PURISTA DEL LATÍN DE ESPAÑA
* 45.- 8. FONÉTICA DIALECTAL EN EL LATÍN DEL SUR DE ITALIA Y DE LA HISPANIA CITERIOR
* 46.- 9. UNIDAD Y DIVERSIDAD EN EL LATÍN DE HISPANIA
* 47.- 10. TOPONIMIA CRISTIANA
PARTE TERCERA: HACIA LA NACIONALIZACIÓN LINGÜÍSTICA DE HISPANIA
A. DESMEMBRACIÓN DE LA ROMANIA. ÉPOCAS VISIGÓTICA Y ARÁBIGA
CAPÍTULO I. EL REINO TOLOSANO Y EL TOLEDANO
* 48.- 1. DISOLUCIÓN Y RUINA DEL IMPERIO DE OCCIDENTE. CRISIS DE ROMANIDAD
* 49.- 2. NACIONALIZACIÓN DEL REINO VISIGODO
* 50.- 3. REINO VISIGODO TOLEDANO
* 51.- 4. ONOMÁSTICA GERMÁNICA
* 52.- 5. CAUSAS DE LA FRAGMENTACIÓN ROMÁNICA
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