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Obras de Diego Catalán

118.- 4. EL POEMA DE «MIO CID»

118.- 4. EL POEMA DE «MIO CID»

 

4. EL POEMA DE «MIO CID». X. ESPLENDOR DE LA LITERATURA DIALECTAL (1140-1180)

      Dentro de la tradición juglaresca y épica que suponemos, el poema de Mio Cid parece ser el primero que muestra la ambición literaria de un gran desarrollo tratando en 4.000 versos su asunto; los poemas anteriores, a juzgar por los resúmenes que de ellos hacen las crónicas de esta época y las del siglo XIII, no pasaban de unos centenares de ver­sos. Al dar este impulso ascendente, el Mio Cid señala una cumbre alcanzada. El lenguaje épico ha adquirido en el poema una dignidad y elevación constantes, aun en el tono burlesco o en el despectivo. El pavor de los infantes de Carrión (que pasados los siglos Quevedo trató con el des­enfado escatológico a que tanto se presta el tema) está expuesto en el poema con la más correcta comicidad. Pues­to en boca de un caballero burgalés, el refuerzo de la negación «no lo precio un figo» nos parece hoy una expresión baja, poco literaria; pero igual frase repite el Auto de los Magos en el grave discurso de un rey, y sigue usual en va­rias obras literarias de los siglos XIII o XIV, así como en la literatura francesa e inglesa; era pues, según la estimación social de toda la Edad Media, una expresión admitida en la conversación culta, un término escogido entre otros más bajos y hasta groseros que estuvieron en uso para refuerzo de la negación 75. Lejos de propender nunca a rebajar el tono, el Mio Cid valora con cuidado la estética de la elocución en sus personajes: «sonrisos’ el rey, tan vellido fabló» (’tan hermosamente habló’), «Minaya... fabló tan apuesto», «fabló mio Cid, bien e tan mesurado». La mesura preocupa al autor sobre todo 76; hasta el vocablo épico por excelen­cia, el verbo vengar humaniza su significado, perdiendo ferocidad para convertirse en una satisfacción jurídica, sin muerte del ofensor 77.

      Y este poema de la mesura encierra toda su gravedad y nobleza en un estilo de notable sobriedad, comparado con el Roland francés. Su vocabulario es más reducido: emplea unas 1.330 palabras, contra 1.690 que usa el Roland, cuan­do éste tiene sólo 360 versos más que el Mio Cid. La no­menclatura de las armas, de los trajes, de las joyas, de los colores, es más pobre; todo el pormenor narrativo es más monótono y uniforme. Por el contrario, son más variadas las imágenes fundamentales presentadas con ese vocabula­rio menos abundante. La pintura de la guerra en el Mio Cid es reflejo más rico y exacto de los accidentes de la milicia que en el Roland, con hallarse éste consagrado ex­clusivamente a la vida militar. Después, en el Mio Cid los aspectos de la sociedad poetizada son más: la vida familiar, la de corte, la monástica, la de la judería, los viajes... am­plia serie de dibujos que reciben interés del pálido colori­do verbal con que están animados. Es una elocuencia taci­turna la del poeta, como la que él estima en boca del portaenseña del Cid, el «Pedro Mudo, varón que tanto ca­lla» 78. El esfuerzo del poeta se ejercita sobre todo en la unidad de plan, en la estructura arquitectónica del conjunto y de cada episodio perfectamente calculada, en el arte de las gradaciones, tan poco desarrollado durante la Edad Media 79, en el gusto por el pormenor exótico, en especial de los gestos (la sacudida de hombros y de cabeza para re­chazar un agüero adverso 80, «meció mio Cid los ombros e engrameó la tiesta» 81; la simbólica inclinación vasallal, hasta morder las yerbas de la tierra, «las yerbas del campo a dien­tes las tomó» 82; el beso en el hombro notado como uso morisco, «en el ombro lo saluda, ca tal es su usaje» 83). No se hallará en el Roland tan diversas matizaciones del len­guaje como las que se observan en el Mio Cid en la con­versación familiar, que acierta a llenarse de emoción y de grandeza, en los coloquios cortesanos y solemnes, en el alegato jurídico de reprimida violencia, en el reto y el in­sulto, en el diálogo amistoso impregnado de elevación o de fugaz ironía y comicidad 84.

      La narración épica está concebida juglarescamente, como un espectáculo público 85. El poeta se encara a menudo con sus oyentes: «señores... Dirévos... Quiero vos dezir... Aquí veríedes... A fé dos cavalleros entraron por la cort». De ahí que el estilo se acerque mucho al del lenguaje hablado, con la consiguiente intimidad e inmediatez entre el autor y su auditorio. El poeta pone interés emotivo en lo que cuenta, como si presenciase el suceso, y expresa su anhelo o su te­mor como si ignorase lo que va a ocurrir después. Usa des­cripciones puramente exclamativas («Exie el sol ¡Dios, qué fermoso apuntava!)86. Emplea mucho oraciones sin verbo, sobre todo para obtener las descripciones rápidas, necesarias en un estilo esencialmente narrativo, en que hasta la plegaria se compone de una serie de sucesos milagrosos evocados; usa mucho el presente histórico 87; usa el discurso indirecto actualizado: «Demandó por Alfonsso... Fuera el rey a San Fagunt... ý lo podrié fallar» 88; maneja, en fin, varios proce­dimientos expresivistas que coinciden en parte con los del estilo moderno del simbolismo o del impresionismo. Tam­bién debe recordarse, como índice de la espontaneidad agramatical del lenguaje, el zeugma pronominal, tan grato a Cervantes y a Lope de Vega, en que un pronombre alude a una palabra inexistente pero que se considera entrañada en otra anterior 89: «sos quiñoneros que gelos diesen por car­ta» 90 (los quiñones), «tienes’ por desondrado, mas la vuestra es mayor», esto es, ’la deshonra vuestra’ 91.

      Muchos de los rasgos estilísticos del poema vienen, sin duda, heredados de la escuela juglaresca española, y otros proceden de la juglaría francesa 92; otros parecen invención del poeta, entre ellos la repetida frase con que se distin­gue al héroe en la batalla: «espada tajador, sangriento trae el braço por el cobdo ayuso la sangre destellando» 93. Y den­tro del estilo llano que practica el poeta, no escasean los atrevimientos verbales, logrados con hábil utilización de fra­ses muy corrientes: para pintar la satisfacción del Cid al recobrar sus espadas que los yernos habían tenido inacti­vas (o «fambrientas», como dice la refundición del poema hecha en el siglo XIII), escribe: «allegro s’ le todo el cuer­po, sonrisos’ de coraçón» 94, donde la alegría, afecto de la mente, es transferida al cuerpo en su totalidad (escalofrío) y la sonrisa, gesto muscular, es referida al cordial impulso interno.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

NOTAS

75  Respecto a la estimación social de estas frases, que E. R. Curtius cree dan al estilo cierta afectación de rudeza, pero que, en realidad, no estaban excluidas del lenguaje elevado, véase lo que digo en «La épica esp. y la Lit. des Mittelalt. de Curtius», Zeit. f. rom. Phil., LIX, 1939, p. 7.

76  Cfr. Menéndez Pidal, Poes. jugl. y orígenes, 1957, pp. 262-263.

77  Ya en Poema de Mio Cid, 1913, pp. 70-71, observé el carác­ter de simple reparación jurídica que la venganza, pasión emi­nentemente épica, tiene en el Mio Cid, apartándose del tratamien­to tradicional del tema.

78  Mio Cid, v. 3302: «—Fabla, Pero Mudo, varón que tanto ca­llas!».

79  Menéndez Pidal, Poema de Mio Cid,  1913, pp. 74 y 80-81.

80  Sobre los agüeros que dan las aves y la creencia de Rodrigo Díaz en ellos, véase Menéndez Pidal, Cantar de Mio Cid, s.v. «aue».

81  Mio Cid, v. 13.

82  Mio Cid, v. 2022.

83  Mio Cid, v. 1519.

84  Cfr. D. Alonso, Ensayos sobre poes. esp., 1944, pp. 90-91. Menéndez Pidal, En torno al P.M.C,  1963, pp. 207-209.

85  Sobre el Mio Cid como espectáculo juglaresco, véase Menéndez Pidal, Poes. jugl. y orígenes,  1957, pp. 258-261.

86  Mio Cid, v. 457.

87  Menéndez Pidal, Cantar de Mio Cid, I, 1908, p. 354.

88  Mio Cid, vv.  1311-1312.

89  Menéndez Pidal, Cantar de Mio Cid, I, 1908, p. 319.

90  Mio Cid, v. 511.

91  Mio Cid, v. 2950.

92  Sobre la imitación francesa en el poema traté en Menéndez Pidal, Poema de Mio Cid,  1913, pp. 38-48.

93  Véase en Mio Cid, vv. 501, 781, 1724, 2453, y cfr. Menéndez Pidal, En torno al P.M.C., 1963, p. 202, y Cantar de Mio Cid, I, 1908, p. 361.

94  Mio Cid, v. 3184.

CAPÍTULOS ANTERIORES:

PARTE PRIMERA: DE IBERIA A HISPANIA
A. EL SOLAR Y SUS PRIMITIVOS POBLADORES

CAPÍTULO I. LA VOZ LEJANA DE LOS PUEBLOS SIN NOMBRE.

1.- 1.  LOS PRIMITIVOS POBLADORES Y SUS LENGUAS

2.- 2. INDICIOS DE UNA CIERTA UNIDAD LINGÜÍSTICA MEDITERRÁNEA

3.- 3. PUEBLOS HISPÁNICOS SIN NOMBRE; PIRENAICOS Y CAMÍTICOS

CAPÍTULO II. PUEBLOS PRERROMANOS, PREINDOEUROPEOS E INDOEUROPEOS

4.- 1. FUERZA EXPANSIVA DE LOS PUEBLOS DE CULTURA IBÉRICA

5.- 2. NAVEGACIÓN DE FENICIOS Y DE GRIEGOS EN ESPAÑA

6.- 3. LOS ÍBEROS Y LA IBERIZACIÓN DE ESPAÑA, PROVENZA Y AQUITANIA

7.- 4. FRATERNIDAD ÍBERO-LÍBICA

*   8.- 5. LOS LÍGURES O AMBRONES

*   9.- 6. LOS ILIRIOS

*   10.- 7. LOS CELTAS

*   11.- 8. «NOS CELTIS GENITOS ET EX IBERIS» (MARCIAL)

12.- 9. PERSISTENCIA DE LAS LENGUAS IN­DÍGENAS EN LA PROVINCIA ROMANA DE HISPANIA

B. LAS HUELLAS DE LAS LENGUAS PRERROMANAS EN LA LENGUA ROMANCE

CAPÍTULO III. RESTOS DE LAS LENGUAS PRIMITIVAS EN EL ESPAÑOL

13.- 1. VOCABLOS DE LAS LENGUAS PRERRO­MANAS

14.- 2. SUFIJOS PRERROMANOS EN EL ESPAÑOL

15.- 3. LAS LENGUAS DE SUBSTRATO EN LA FONÉTICA ESPAÑOLA

16.- 4. RESUMEN DE LOS INFLUJOS DEL SUBSTRATO

PARTE SEGUNDA: LA HISPANIA  LATINA
A. LA COLONIZACIÓN ROMANA Y LA ROMANIZACIÓN

CAPÍTULO I. HISPANIA PROVINCIA ROMANA

* 17.- 1. CARTAGO Y ROMA. LA PROVINCIA ROMANA DE HISPANIA Y SU EXPANSIÓN DESDE EL ESTE AL OESTE

18.- 2. LA ROMANIZACIÓN

19.- 3. ESPAÑA Y LA PROVINCIALIZACIÓN DEL IMPERIO

20.- 4. PREDOMINIO DEL ORIENTE. EL CRISTIANISMO

CAPÍTULO II. EL NUEVO LATÍN

21.- 1. ¿LATÍN VULGAR?

22.- 2. EL LATÍN NUEVO

23.- 3. INFLUJO DEL CRISTIANISMO

24.- 4. NEOLOGISMOS DEL VOCABULARIO DOCTO

25.- 5. NEOLOGISMOS DE ESTILÍSTICA COLEC­TIVA

26.- 6. ACEPCIONES NUEVAS

27.- 7. FRASEOLOGÍA

28.- 8. MÓVILES DEL NEOLOGISMO GRAMA­TICAL

29.- 9. CAMBIOS EN LA FLEXIÓN Y SINTAXIS DEL NOMBRE

30.- 10. CAMBIOS EN LA FLEXIÓN Y SIN­TAXIS DEL VERBO

31.- 11. PREPOSICIONES Y ADVERBIOS

32.- 12. COLOCACIÓN DE LAS PALABRAS

*   33.- 13. EVOLUCIÓN DEL SISTEMA VOCÁLICO

34.- 14. EVOLUCIÓN DEL SISTEMA CONSO­NÁNTICO

*   35.- 15. OTRAS SIMPLIFICACIONES FONÉTICAS

*   36.- 16. LARGA LUCHA ENTRE INNOVACIÓN Y PURISMO

*   37.- 17. LAS INSCRIPCIONES

B. EL LATÍN DE HISPANIA

CAPÍTULO III. ESPAÑA EN LA ROMANIA

*   38.- 1. LA ROMANIA

*   39.- 2. CAUSAS DEL DIALECTALISMO RO­MÁNICO

*   40.- 3. ROMANIA OCCIDENTAL, ROMANIA MERIDIONAL

*   41.- 4. TRES ZONAS DE COLONIZACIÓN DE ESPAÑA

*   42.- 5. ESPAÑA Y LA ITALIA MERIDIONAL

*   43.- 6. ARCAÍSMO PURISTA DEL LATÍN DE ESPAÑA

*   44.- 7. RELACIONES ENTRE EL LATÍN HISPA­NO Y EL DE LA ROMANIA MERIDIONAL: VOCABULARIO Y FORMACIÓN DE PALABRAS

45.- 8. FONÉTICA DIALECTAL EN EL LATÍN DEL SUR DE ITALIA Y DE LA HISPANIA CITERIOR

*   46.- 9. UNIDAD Y DIVERSIDAD EN EL LA­TÍN DE HISPANIA

*   47.- 10. TOPONIMIA CRISTIANA

PARTE TERCERA: HACIA LA NACIONALIZACIÓN LINGÜÍSTICA DE HISPANIA
A. DESMEMBRACIÓN DE LA ROMANIA. ÉPOCAS VISIGÓTICA Y ARÁBIGA

CAPÍTULO I. EL REINO TOLOSANO Y EL TOLEDANO

*   48.- 1. DISOLUCIÓN Y RUINA DEL IMPERIO DE OCCIDENTE. CRISIS DE ROMANIDAD

*   49.- 2. NACIONALIZACIÓN DEL REINO VISI­GODO

*   50.- 3. REINO VISIGODO TOLEDANO

*   51.- 4. ONOMÁSTICA GERMÁNICA

*   52.- 5. CAUSAS DE LA FRAGMENTACIÓN ROMÁNICA

*   53.- 6. LA LENGUA COMÚN QUE NO SE ESCRIBE

*   54.- 7. CENTROS DIRECTIVOS DE LA HISPANIA VISIGÓTICA

*   55.- 8. LENGUA CORTESANA VISIGODA

*   56.- 9. EL MAPA LINGÜÍSTICO DEL REINO GODO

*   57.- 10. ORÓSPEDA, CANTABRIA Y VASCONIA

*   58.- 11. NACIONALIZACIÓN LITERARIA. SAN ISIDORO

*   59.- 12. LA ESCUELA ISIDORIANA

CAPÍTULO II.  AL-ANDALUS. EL ÁRABE Y LA ALJAMÍA

*   60.- 1. LA ARABIZACIÓN DE HISPANIA

*   61.- 2. LOS MOZÁRABES EN SU ÉPOCA HE­ROICA

*   62.- 3. MUSULMANES DE HABLA ROMANCE

*   63.- 4. LA ALJAMÍA O LENGUA ROMANCE HABLADA EN AL-ANDALUS

*   64.- 5. TOPONIMIA ÁRABE

*   65.- 6. TOPONIMIA MOZÁRABE

*   66.- 7. TOPONIMIA LATINA EN BOCA ÁRABE

CAPÍTULO III. LOS PUEBLOS INDOCTOS DEL NORTE

*   67.- 1. UNA NUEVA BASE PARA LA NUE­VA ROMANIDAD HISPANA

*   68.- 2. GRANDES TRASIEGOS DE POBLACIÓN

*   69.- 3. TOLEDANISMO OVETENSE. EL DIALEC­TO ASTURIANO Y LEONÉS

*   70.- 4. ONOMÁSTICA NUEVA

*   71.- 5. EL PATRONÍMICO EN -Z

CAPÍTULO IV. EL IMPERIO LEONÉS Y SU FRONTERA VÁRDULO-VASCONA

*   72.- 1. ORÍGENES DEL REINO DE NAVARRA Y DEL «IMPERIO» LEONÉS

*   73.- 2. FORMACIÓN DEL GRAN CONDADO DE CASTILLA

*   74.- 3. LA RIOJA

*   75.- 4. REPOBLACIÓN AL SUR DEL DUERO

*   76.- 5. PREPONDERANTE INFLUJO ÁRABE Y MOZÁRABE

B. PRIMEROS BALBUCEOS DEL IDIOMA960-1065—
GLOSAS Y CANTARES ÉPICOS

CAPITULO V.  LA LENGUA ESCRITA

*   77.- 1. LATÍN DOCTO Y LATÍN ARROMANZADO

*   78.- 2. LAS GLOSAS EMILIANENSES

*   79.- 3. LAS GLOSAS SILENSES

*   80.- 4. DIFICULTAD DE LA ESCRITURA

*   81.- 5. LOS DIPTONGOS

*   82.- 6. LA Ñ Y LA LL

*   83.- 7. REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE OTROS SONIDOS ROMÁNICOS

*   84.- 8. GRAFÍAS PARA SONIDOS ESPECIAL­MENTE CASTELLANOS

*   85.- 9. RESUMEN ORTOGRÁFICO

CAPÍTULO VI.  EL HABLA ROMANCE

*   86.- 1. FALTA DE FIJACIÓN DEL SISTEMA VOCÁLICO

*   87.- 2. SONORIZACIÓN DE LA CONSONANTE SORDA

*   88.- 3. VACILACIÓN EN LA PÉRDIDA DE LA VOCAL INTERTÓNICA

*   89.- 4. FECHA RELATIVA DE LA SONORIZA­CIÓN Y DE LA SÍNCOPA VOCÁLICA

*   90.- 5. UNA ÉPOCA DE MÚLTIPLES SINCRE­TISMOS

*   91.- 6. CONTIENDA ENTRE LLANOS Y CULTOS

*   92.- 7. ARCAIZANTES Y NEOLOGISTAS

*   93.- 8. AFECTACIÓN ULTRACORRECTA

CAPITULO VII. EL CASTELLANO ENTRE LOS DEMÁS DIALECTOS ROMANCES HISPÁNICOS

*   94.- 1. CARÁCTER DIFERENCIAL DE CASTILLA

*   95.- 2. RASGOS PRIMITIVOS DEL CASTELLANO FRENTE AL LEONÉS, AL ARAGONÉS Y A LA ALJAMÍA

*   96.- 3. CASTILLA SE ADELANTA A LOS OTROS DIALECTOS AFINES

*   97.- 4. EL CASTELLANO CON EL LEONÉS Y EL GALLEGO-PORTUGUÉS

98.- 5. EL CASTELLANO CON EL ARAGONÉS Y EL CATALÁN

CAPÍTULO VIII. LA LITERATURA DEL MILENIO

*   99.- 1. CLÉRIGOS Y JUGLARES

*   100.- 2. CANCIONES ANDALUSÍES. EL LEN­GUAJE DE ESTOS CANTARCILLOS ROMÁNICOS

*   101.- 3. ESTADO LATENTE DE UNA POESÍA ÉPICA

*   102.- 4. ¿HUBO UNA ÉPICA MOZÁRABE?

*   103.- 5. CANTARES DE GESTA BREVES EN CASTILLA

*   104.- 6. EL ASONANTE EN LA POESÍA JUGLA­RESCA

C. LA LENGUA Y LA LITERATURA CASTELLANA
SE ABREN PASO EN UNA ESPAÑA NUEVA

CAPITULO IX. EL INFLUJO FRANCO Y LA EMANCIPACIÓN DEL ROMANCE

*   105.- 1. LA DINASTÍA NAVARRA. CASTILLA HECHA REINO

*   106.- 2. ALFONSO VI; RUPTURA CON LA TRA­DICIÓN MOZÁRABE

*   107.- 3. RECONQUISTA DE TOLEDO. DECA­DENCIA MOZÁRABE

*   108.- 4. LA EXTREMADURA AL SUR DEL DUERO. DESAPARICIÓN DE LOS DIALECTOS ROMANCES PRIMITIVOS

*   109.- 5. EL CID Y LOS ALMORÁVIDES

*   110.- 6. LA CUÑA CASTELLANA

*   111.- 7. ARROLLADOR AVANCE DE LA APÓCOPE

*   112.- 8. FIJACIÓN DEL RITMO ACENTUAL DE LA PALABRA

*   113.- 9. EL CATALÁN

*   114.- 10. EL PORTUGUÉS

CAPITULO X. ESPLENDOR DE LA LITERATURA DIALECTAL (1140-1180)

*   115.- 1. RESURGIMIENTO DE TOLEDO. LA HERENCIA CULTURAL ÁRABE

*   116.- 2. LA POESÍA BILINGÜE CONTINÚA TRIUNFANDO EN AL-ANDALUS

*   117.- 3. LA TOLEDO ROMÁNICA FRONTERIZA; SU MEZCLA DIALECTAL

Diseño gráfico:
 
La Garduña Ilustrada

Imagen: letra minúscula f, siglo XII. British Museum

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