187.- 12. NUEVA VIDA CORTESANA. OSTENTACIÓN Y LUJO

07 de julio de 2012 - 14:52 - I.- HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

12. NUEVA VIDA CORTESANA. OSTENTACIÓN Y LUJO. VIII. ALEGORÍA, OSCURIDAD. RETÓRICA ELOCUENCIA (1400-1450)

Aparte de la nueva orientación de ideas y lecturas eruditas, habría que considerar también el correlativo cambio sufrido por la sociedad en general. Una concepción puramente humana del mundo, que socava cada vez más el antiguo concepto ascético y escolástico, valoriza el disfrute de todos los bienes terrenos con desbordante exuberancia, e imprime nuevo aspecto a las costumbres. Especialmente la vida señorial, principal asunto de la literatura, toma en el siglo XV manifestaciones artísticas de una ufanía y orgullo antes inauditos. Las fiestas y los torneos aumentan su magnificencia caballeresca y su levadura erótica. Por vez primera las crónicas, la de Pedro Niño, la de Álvaro de Luna, la de Juan II, la del Condestable Miguel Lucas de Iranzo, se preocupan de relatar esas diversiones, solemnidades y justas; el Paso Honroso, de Suero de Quiñones, es tema de una crónica particular. Todo este fastuoso y barroco despliegue de vitalidad coincide cronológicamente con la «retórica elocuencia», y cesa después; por eso al comienzo de la edad inmediata, Jorge Manrique, en su melancólico «vanitas vanitatum», añora como época dorada del lujo, de la cortesanía y de la alegría vital, la época de Juan II y de los Infantes de Aragón, aquellos hermanos de Alfonso V de Nápoles que, durante los 25 años que agitaron las banderías políticas de Castilla (1420-1425), deslumbraron a la corte con su ostentación principesca:

¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención
como truxeron?,

pregunta Jorge Manrique, en estrofas donde lucen las que en tiempo de los Infantes de Aragón habían sido novedades léxicas: galán, galicismo, del francés galant; invención, latinismo que hacia 1400 aparece entre los escritores sevillanos, significando la creación poética, y enseguida, con el sentido especial de 'emblema que el caballero toma, alusivo a sus amores o empresas', se hizo vocablo favorito de una época de rebuscada ingeniosidad; la Crónica de don Álvaro de Luna nos dice que éste «fue muy inventivo e mucho dado a fallar invenciones... en las quales muy agudamente significaba lo que quería» _¹⁰⁰. Así dicha crónica, e igualmente las otras de hacia mediados del siglo XV, menudean esos típicos vocablos recogidos en las coplas manriqueñas, como en comento de éstas; y no sólo cuando describen las recepciones y justas de Tordesillas o de Valladolid tienen ocasión de mencionar las ingeniosas invenciones («otras bordaduras muy ricas, quales antes non avían parescido en la corte» _¹⁰¹, «los caballos cubiertos de paramentos de oro y seda»), sino al contar la batalla de Olmedo en que don Álvaro aniquila el poder de los Infantes de Aragón, a la cual asisten los caballeros como a un regocijo, adornados con divisas y joyas de sus amigas, ostentando vestiduras chapadas «sembradas de perlas e de piedras de mucha valía» _¹⁰². Eran, pues, una realidad (y aun en la guerra misma) esos ropajes deslumbrantes de pedrería, que en las tablas de la época nos parecen ensueños de un arte barroco, y que son fiel expresión de aquel siglo de retórica elocuencia _¹⁰³.

Otra voz nueva de ahora es el galicismo dama, usado por Santillana y poetas posteriores. Álvaro de Luna emplea además madama. Esta voz dama, debida a la extranjerización de la cortesanía, arrincona rápidamente al término castizo dueña, único usual antes, desde el Poema del Cid hasta el Cancionero de Baena, y conservado también por Santillana en los decires de tono heroico. El neologismo domina primero en la poesía amorosa, reflejo del habla palaciana. Por eso Jorge Manrique continúa evocando la corte de Juan II:

¿Qué se fizieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se fizieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?

Tanto hervor de pasión, pompa y ornato, séquito de la palabra nueva, aunque marchitado en devaneos, efímeros como «verdura de las eras», dejaba tras de sí un singular refinamiento de las costumbres que, asimilando los elementos exóticos, sintetizaba las cualidades cortesanas en un hispanismo llamado a gran boga internacional, la palabra desenvoltura, usada por Juan de Mena y declarada por el Comendador Griego como «ligereza del cuerpo, afabilidad y graciosidad del ánima»; todo el ascendiente personal de don Álvaro de Luna lo resume su cronista diciendo que era «tan vivo e tan desenvuelto e tan cuerdo e tan bien criado» _¹⁰⁴.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

NOTAS

100 Ed. J. M. de Flores, 1784, p. 182.

101 Crónica de don Álvaro de Luna, ed. 1784, p. 58₁₂.

102 Cr. Álvaro de Luna, ed. 1784, p. 146.

103 J. M. Carriazo nota afición de la Crónica al lujo (Crónica de don Álvaro de Luna, 1940, p. LX).

104 Juan de Mena, Laberinto, 225^a; Cr. Álvaro de Luna, cap. VII. Otras citas en R. J. Cuervo, Diccionario, II, 1893, p. 1063b. Enríquez del Castillo, Cr. de Enrique IV, cap. XXIII, dice de la reina doña Juana por los años de 1460 que tenía entre sus damas «singulares mugeres desenvueltas e palancianas».

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