195.- 4. NEOLOGISMOS MORFOLÓGICOS

08 de julio de 2012 - 23:40 - I.- HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

4. NEOLOGISMOS MORFOLÓGICOS. IX. ESTADO DE LA LENGUA COMÚN (1370-1470) Y RELACIONES EXTERIORES DEL CASTELLANO

Esta época de rebuscadas innovaciones en la lengua literaria las ofrece, abundantes también, en la lengua corriente. Don Alonso de Cartagena, escribiendo al marqués de Santillana en 1444, se fija en la rápida renovación del idioma: «tanta es ya la mudança de las palabras que en muchas cosas fallaredes que se muda el traje del fablar, como el de las ropas» _²¹. Aparte de las novedades cultistas que ya indicamos, no hay época en que tantos neologismos morfológicos hayan sido acogidos y sancionados como este siglo XV, crisis liquidadora de la Edad Media y del español antiguo.

El sufijo -iello, aún bastante usado en la segunda mitad del siglo XIV, es ya siempre -illo en los autores del XV; así, en el Corbacho del Arcipreste de Talavera: dolorcillo, toquilla, fembrezilla, Alonsillo... En la cancillería de Juan I y de Enrique III es aún preferida para el título regio la forma antigua Castiella, pero desde 1406, desde que empieza a reinar el niño Juan II, se usa siempre Castilla. En León y en Aragón continúa dominando -iello.

Los adjetivos en -or se hacen de dos terminaciones. Hasta fines del siglo XIV es raro hallar -ora: mosca mordedor, alma pecador, etc. en el Arcipreste de Hita. Francisco Imperial aún rima la noble señor con «flor», las sus señores con «valores». Pero Santillana y Mena dicen siempre señora, succesora, competidora, robadora...

En la persona Vos(otros) de los verbos la pérdida de la -d- se inicia en la Danza de la Muerte: soes en vez de 'sodes' ('sois'), abrés ('habréis'), podés; y se propaga en la primera mitad del siglo XV, adquiriendo carácter literario, al lado de las formas con -d-. Este sincretismo proporciona al gusto refinado de la época un curso versificatorio, ora dentro de un mismo verso, juntando las dos formas en eufónica alternancia («non penssés que me tenedes» _²², «devedes, pues veis señales de plaga» _²³), ora dentro de una misma estrofa para obtener consonantes variados, como hace Santillana en el Decir de un Enamorado en dos estrofas, de las cuales he aquí la primera:

Si non, deçit, sí goçedes,
¿quál señora fiço Dios
tan perfetta como vos,
e quantas obras façedes?
e si deçides verdat,
segunt que vos conosçés,
non tan solo de beldat,
mas en toda honestat
monarcha vos llamarés _²⁴.

En la segunda mitad del siglo ya predominan las formas contractas modernas buscáis, perdéis (raro perdés), decís.

El participio de los tiempos verbales compuestos con el auxiliar «haber», desde la edad primitiva vacilaba entre la forma concertada con el régimen y la no concertada (en el Poema del Cid: «la lança á quebrada» 746, «riqueza que el Criador nos á dado» 811) _²⁵. Don Pero López de Ayala en el Rimado de Palacio prefiere, con mucho, la forma sin concertar; Santillana la usa ya siempre, como hoy.

El enfático, nosotros, vosotros (ya en Juan Ruiz: «si pesa a vos otros, bien tanto pesa a mí», donde otros indica énfasis de contraste con mí)_²⁶, en vez del simple nos, vos, se generaliza en la segunda mitad del siglo XV, a la vez que con nosotros, con vosotros, en vez de con nos o conusco, con vos o convusco. El Arcipreste de Talavera en el Corbacho usa aún convusco.

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