196.- 5. EXTINCIÓN DE LA APÓCOPE POTESTATIVA DE -E

09 de julio de 2012 - 01:12 - I.- HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

5. EXTINCIÓN DE LA APÓCOPE POTESTATIVA DE -E. IX. ESTADO DE LA LENGUA COMÚN (1370-1470) Y RELACIONES EXTERIORES DEL CASTELLANO

En el siglo XV la apócope de -e continúa practicándose con las grandes diferencias de siempre en su uso, pero cada vez se hace más rara, hasta que se extingue en la segunda mitad de esa centuria.

La adusta lengua notarial nos da los resultados más simples de ese proceso. En 18 documentos de 1390 a 1455 no hallamos ya ejemplos de apócope tras -nt, ni de apócope de le; sólo aparece subsistente la apócope verbal (fiz, fuer, quisier, resçibier) en un 20 % de los casos _²⁷.

La lengua poética nos revela mayor complicación existente en la realidad. El canciller Ayala en su Rimado de Palacio (1387-1404) usa la apócope pronominal, aunque poco y restringida a le (díxol, presentél, quel), y admite con frecuencia la apócope verbal, hasta en lugar tan ostensible como la rima, y aun al final del poema, de fecha más tardía («se pon : perdiçión» 1527; «mal : acorre e le val» 1366, 1431, 1590; «asaz : yaz : plaz : paz» 1533; yaze en el interior del verso 1544; formas plenas en rima: «rogase : penase» 1486). Y un poeta más joven que Ayala, pero más arcaizante, Villasandino, aunque usa mucho menos la apócope pronominal, la usa para se también: «quel fizo» en octavas de arte mayor del año 1412, «del mi coraçon nos ('no se') parte tristura», «el caçador menbrós de su gerifalte», en un decir de 1403 _²⁸. Para Juan de Mena en las Trescientas, año 1444, puede decirse que ya la apócope, muy poco empleada, viene a serlo como nueva licencia poética; así en el pronombre le: «usando de nombre que nol pertenece» (25ª), «quel diera» (191ª) _²⁹; en el verbo, una sola vez aparece: «tardança me fiz» para servir de consonante al latinismo «la nuctriz» (159ª), mientras muchas veces se encuentran en rima las formas plenas «sostiene : tiene; compone : perdone»; «feroce : reconoce, nace : Canace», etc._³⁰.

Al final del siglo XV la restauración de la -e era general. Nebrija en sus paradigmas verbales no admite más apócopes que las del imperativo hoy subsistentes: pon, ten, ven, haz, di, sal, val. Así se agotó la tendencia a la apócope «excesiva» que vimos aparecer en el siglo XI y crecer entre el XII y el XIII.

En época enteramente histórica, nace y se desarrolla ante nuestros ojos uno de los procesos más importantes y decisivos del idioma, en busca de su definitiva constitución rítmica. Durante cuatro siglos el dialecto central castellano vacila entre el leonés y el aragonés respecto a la conservación o pérdida de la -e final, cediendo por fin a la tendencia leonesa, como era de esperar, dada la antigua unidad política de los dos reinos de Castilla y de León. Pero, tanto como el influjo leonés, obró en la exclusión de las formas apocopadas el natural impulso íntimo de todo idioma hacia su fijeza estructural. Siempre las formas apocopadas estuvieron en minoría respecto de las plenas _³¹, pues hasta en el caso de l(e), que se señala como más usado que le, esto se dice del caso en que el pronombre iba precedido de la palabra acabada en vocal, y no se tienen en cuenta para esa proporción de mayoría los muchísimos casos en que al pronombre precede palabra terminada en consonante, en los cuales la forma le era obligada. Por tanto, es enteramente natural que, buscando el idioma estabilidad en la forma de sus palabras, tendiese a fijar las sílabas en la forma plena de la voz, y no en la forma breve. Para la desaparición de la apócope verbal no puede pensarse en ningún particular influjo leonés, pues en todas las tierras de León ella estaba ya tan arraigada o más que en Castilla, por lo cual en las regiones de habla leonesa más arcaizantes aún hoy día es practicada; bastaba sólo el natural progreso del habla, lo mismo en León que en Castilla, hacia la uniformación analógica de las diversas conjugaciones verbales.

En resumen: Castilla en el siglo XII tendía a las terminaciones agudas, iba a ser una lengua oxítona cercana al francés, del cual recibía entonces un fuerte influjo. Pero tras cuatro siglos de pugna entre las variantes potestativas aguda o llana, el español excluyó la aguda y vino a quedar en la Romania como lengua en que abundan más las terminaciones llanas, una lengua predominantemente paroxítona, ocupando una situación intermedia entre el francés, oxítono, y el italiano, paroxítono y proparoxítono.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

NOTAS

27 Los 18 documentos son los últimos que figuran en Menéndez Pidal, Documentos lingüísticos, 1919, p. 503. El esquilmo de las formas apocopadas no está hecho por mí mismo.

28 Canc. Baena, 4^a, 44^a (mal la ed. de 1851; bien la ed. de F. Michel, 1860), 75^a (mal la de Michel).

29 Díez, Gram., II, 1874, p. 84, cita de la Coronación, 43^a: quel despoje, y tan rara era la apócope que la edición de 1536 estropea el pasaje imprimiendo que despoje (y lo mismo el Cancionero de Foulché-Delbosc).

30 En el Decir de un enamorado de Santillana (Obras, 1852, p. 442) se lee: «me miredes con tals ojos que seré el más constant que podré aunque la muerte me dedes». No sé qué autoridad tienen esas formas en los manuscritos; tals no es castellano, y constant disuena.

196.- 5. EXTINCIÓN DE LA APÓCOPE POTES­TATIVA DE -E

Otros artículos en este blog:

0 comentarios

196.- 5. EXTINCIÓN DE LA APÓCOPE POTESTATIVA DE -E