258.- 9. SUERTE DE LA F Y DE LA H

25 de julio de 2012 - 20:24 - I.- HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

9. SUERTE DE LA F Y DE LA H. VIII. GRAN RENOVACIÓN EN LA LENGUA COMÚN (1480-1550)

Respecto a la f latina, la lengua hablada usaba en la primera mitad del siglo XVI tres variedades: la f, la h y la pérdida de la aspiración. En la mitad norte de la Península conviven las tres: la f, en el Oeste de Asturias y León, como en el Norte y Este de Aragón; la h aspirada, en el Este de Asturias, Norte de Castilla y en Salamanca; la pérdida de la aspiración en casi toda Castilla la Vieja, y en el habla culta de parte de Aragón: Fernando el Católico pronunciaba azer, ablar _⁷⁰, lo mismo que naturalmente hacía un vasco como san Ignacio, que en su Diario ponía allando, y en la fecha de sus cartas «echa en Roma 1541»_⁷¹. En la mitad meridional (Extremadura, Castilla la Nueva, Andalucía) dominaba la h.

En la lengua literaria la f pasa rápidamente, en el primer cuarto del siglo XVI, de ser exclusiva o preponderante, a ser excluida; y, por tanto, la h pasa de ser tolerada, a ser preponderante, no al lado de la f, que se excluye, sino al lado de la pérdida de toda aspiración. He aquí alguna muestra de los muy vacilantes pasos que siguió esta evolución, a pesar de haber sido muy acelerada. Nebrija, con decisión humanística o erudita, asimila la lengua escrita a la hablada en su Andalucía, y de un golpe, prescindiendo de la f tradicional, incluye en su Diccionario (1495) todas las palabras con h _⁷². Su decisión debió de pesar enormemente en la ruina de la f, aunque no de un modo inmediato. La edición de la Celestina hecha en Burgos, 1499, aún tiene la f en estado preponderante, pero la de Sevilla 1501 ya pone h en la mayoría de los casos _⁷³. Más tarde, el burgalés Pedro Fernández de Villegas publica su Dante, Burgos, 1515, usando exclusivamente la f; verdad es que el autor era hombre viejísimo, más viejo que todos los que entonces publicaban, y muy enemigo del habla cortesana_⁷⁴. Sin semejante exclusivismo, el Amadís (1508) se inclina mucho a la f, y aún en su edición de Venecia 1533, el corrector, al ofrecer la obra a los italianos como modelo de lengua, «verdadero arte de la Gramática Española», declara válidas las dos pronunciaciones: «hijo es más elegante por ser toledano, y fijo está bien por ser sacado del latín que dize filius»_⁷⁵; esto realmente era admitido en la corte, cuando el doctor Busto, en su Cartilla de 1532 para los pajes de la emperatriz y para el príncipe Felipe II, de 5 años, declara que la h se aspira en palabras do estuvo o puede estar f, que unos dicen hijo, otros fijo, unos herida, otros ferida»_⁷⁶. Pero ya entonces lo únicamente literario es la h-, hasta el punto de que aun en territorio dialectal de f- se extrema el uso de h en perjuicio de f, como hace el caballero valenciano Luis Escrivá en su Tribunal de Venus (Venecia, 1537), en el latinismo satishazer, satishecho, cuando Nebrija escribe satisfacer. Boscán, a pesar de su catalanismo, tampoco usa nunca f-. Sólo en el lenguaje curialesco se usaba todavía la f, como aquellos de la Cancellería de Valladolid censurados en 1535 por Valdės: «que no siendo muy latinos van trabajando de parecerlo»_⁷⁷. Veinte años más tarde, la f era aún posible para el licenciado Cristóbal de Villalón (salmantino?), quien en su Gramática impresa en Amberes, 1558, declara equivalente el uso de la h o de la f: «también fazer, como hazer, fablar como hablar, filo como hylo». Verdad es que Villalón sin duda se refiere a regiones dialectales leonesas _⁷⁸, pero, de todos modos, el hecho es que considera admisible la equivalencia.

Muy al contrario de esos extemporáneos arcaísmos, comenzaba a prevalecer en la pronunciación de la gente culta del Norte la pérdida de la aspiración. Boscán, aunque nacido en 1497, hace (contrariamente al uso de su amigo Garcilaso) muda la h en muchos versos («Adonde hay competencias de_hermosuras; y_herido de la flecha de su hijo»)_⁷⁹; prueba de que en Cataluña el tipo de lengua literaria propagado era más el de Castilla la Vieja que el de Toledo.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

NOTAS

70 Cap. II, § 2.

71 Enc. Ital, p. 816.

72 Sólo se escapan a la uniformación dos que incluye en la f: feno y foraña cosa 'huraña, huraño'.

73 En la Celestina de Burgos 1499, el auto 1º tiene f en el 75 % de los casos y h en el 25 %; en los autos 2º y 3º, la f representa el 69%. En la edición de Sevilla 1501, el auto 1º tiene f en un 32 % de los casos, y los autos 2º y 3º en un 9 % solamente. La edición de Toledo 1502 tiene en el auto 3º un able por hable.

74 Véase arriba, cap. II, § 4 ( y n. 35).

75 El corrector es «Francisco Delicado natural de la Peña de Martos»: el autor de la Lozana andaluza (1528).

76 Arte para aprender a leer y escrevir, sin lugar, ni año, licencia de Segovia, 1532 (en Viñaza, Bibl. Filol. Cast, 1893, col. 827). El maestro Juan Martínez Siliceo (de Villagarcía, Badajoz) fue nombrado por el emperador en julio de 1534 maestro de Felipe «para que lo enseñase a leer y escribir» (J. L. March, Niñez y juventud de Felipe II, 1941, p. 56).

77 Diálogo de la lengua, ed. Montesinos, pp. 70-71.

78 Transcribo el confuso pasaje de Villalón: «La F en el Castellano el mesmo sonido y pronunçiaçión tiene que la aspiración h, y ansí donde quiera que el Castellano puede poner la h pone la f: también fazer como hazer, fablar como hablar, filo como hylo, fijos como hijos..., y ansí comúnmente, si se usasse, se podría poner en todo lugar la una letra en lugar de la otra. Pero porque en muchas provincias y tierras de Castilla no usan en muchos vocablos, pareçen algunos feos que en otros suenan bien, como estos vocablos que emos dicho; y no suena tan bien decir hortuna como fortuna, ni hatiga como fatiga. Y en unas partes dizen ahorro, y a lo mesmo dizen en otras aforro, y en unas dizen hormas de çapatos, y en otras formas. Y ansí concluimos en este propósito que, pues el sonido y pronunciación es la mesma en ambas letras, cualquiera manera se sufrirá que queramos dezir»; continúa recomendando atenerse a «los más cuerdos y más avisados en el hablar en aquella provincia» (en Viñaza, Bibl. Filol. Cast., 1893, cols. 114-115). En otro pasaje, nota palabras «antiguas o groseras», como las de «algunas montañas» (leonesas sin duda, por decir piñera y masera), que piensan hablar muy polido, «como un hidalgo de aquella tierra, me dixo un día junto a la Pascua de Resurrección: señor, con la hortuna del tiempo y la hatiga de la vestia no pudimos llegar a la villa por comprar cosas para la hiesta» (Viñaza, Bibl. Filol. Cast., 1893, col. 499) ¿Son ultracorrecciones de un leonés? Pero el otro pasaje arriba transcrito declara aceptable, aunque más «feo», hortuna y hatiga. Se ve el gran desconcierto que aún existía en la lucha de la h castellana y la f leonesa, desconcierto que parece más propio del Villalón salmantino que del Villalón vallisoletano.

258.- 9. SUERTE DE LA F Y DE LA H

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