290.- 10. EL DIÁLOGO DRAMÁTICO

05 de agosto de 2012 - 18:30 - I.- HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA DE RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL

10. EL DIÁLOGO DRAMÁTICO. XI. PERÍODO DE CERVANTES Y LOPE DE VEGA, (1585-1617)

Su producción teatral la da Lope como casi improvisada; pero la rapidez febril, de que tanto se jactaba Lope aunque aparentando menospreciarla, no es algo peculiarmente español insólito en las otras literaturas occidentales. Alejandro Hardy en Francia, o Tomás Heywood en Inglaterra, se jactaban ingualmente en los últimos años de Lope, repitiendo como éste que la multitud de sus comedias era literatura manuscrita, casi oral, no destinada a perpetuarse por medio de la imprenta. Sin embargo, lo especial de la literatura española en esta actividad creadora del teatro moderno europeo es que el rápido productor de comedias sea, no un autor subalterno, sino el más grande de todos, y cuyo ejemplo formó escuela de larga duración. Pero claro es que la improvisación, tan pregonada, es siempre muy relativa. Lope solía preparar sus comedias escribiéndolas antes en prosa como una pequeña novela, y corregía mucho sus versos _⁵⁸; quiere aludir a sí mismo, y sobre todo a sus poemas doctos, cuando dice en La Dorotea, Vº 1ª: «Yo conocí un poeta de maravilloso natural, y borrava tanto que sólo él entendía sus escritos;... y ríete de poeta que no borra.» En fin, él dice también que las comedias deben escribirse «con erudición» y no por «legos ignorantes»_⁵⁹, con todo lo cual la distancia entre las dos clases de poesía se hace menor, aunque siempre sea grande.

Por esa espontaneidad de sus producciones y por su enorme abundancia, que refleja el habla de todas las clases sociales, el teatro posee excepcional valor en cuanto documento de estilística común. Su diálogo, «imitado» del cotidiano, trae a la literatura toda el habla conversacional, y, como dispone del actor, la trae con todos sus elementos auxiliares, y lo mismo que si fuese realmente hablada, no escrita, encomendando a la entonación y al gesto parte de la significación. En El galán Castrucho dice la celestina:

ayer la miré en los baños,
con una pierna tan gruessa
y unos pezitos tamaños _⁶⁰.

donde sólo accionando los dedos de la mano se puede aclarar que el tan (o tam- latino) sea ponderación aumentativa en el primer caso y diminutiva en el segundo.

Además, el diálogo se matiza según los varios círculos sociales en que se produce. Al romper Lope el molde de la comedia antigua renacentista, desempeñada por personajes bajos, y crear o desarrollar la alta comedia, la comedia heroica, la de capa y espada, el drama histórico y otros tipos, al reproducir en la inmensidad oceánica de su teatro toda la vida circundante, da calidad poética no sólo a la conversación vulgar, sino a la de las clases más altas y educadas, cuya cotidianidad se retrata en mil facetas, sobre todo en las relaciones amorosas.

A este respecto es de notar el desarrollo que en la sociedad elegante de capa y espada toma la divinización del amor, si bien descartando ahora aquellos dejos paganos con que la había iniciado el prerrenacimiento del siglo XV _⁶¹. Los adjetivos divino y celestial, con el verbo adorar, se hacen familiares en extremo _⁶², la amada ahora es una porción de cosas como gloria, cielo, un cielo de belleza, serafín, ángel sacro, ángel celestial, etc.; el italiano ciertamente hace traslaciones en sentidos semejantes, pero menos, y menos aún el francés. Es copiosísimo el repertorio de expresiones amorosas de otros orígenes que caracteriza el habla de la época: dar y pedir celos, hacer tiros a uno con alguien 'darle celos con alguien', hacer afectos, hacer extremos, estar rendido o amartelado, inclinar, picar 'despertar interés', etc., etc. _⁶³.

Se ha dicho que el diálogo de las comedias de Lope es ya conceptista. No lo es aún; por más que guste de conceptos y demás figuras de pensamiento, no las prodiga en densidad suficiente. Basta que lo llamemos diálogo en estilo discreto o de estrado, nombres de que luego hemos de hablar. Pero entiéndase además que tal estilo es sólo propio de gente hidalga y letrada en los momentos de expresión distinguida o elevada, mientras en general el diálogo es llano y simple, de modo que el estilo de naturalidad es el predominante y característico en la comedia lopeveguesca, y él es el que nos da las voces predilectas del escritor, que no son ciertamente las de la conceptuosidad, sino las de la cotidianidad familiar. Cuando se haga el vocabulario de Lope aparecerán entre las palabras primeras en frecuencia lindo, que ocurre en La Dorotea más de dos docenas de veces, brío, que ofrece en La Moza del cántaro más de diez ejemplos y en Por la puente, Juana casi otros tantos, bizarro, bizarría, gallardo, divertir, picar, despicarse y otras de este tipo. No hay en el diálogo la menor inclinación hacia los términos abstractos, ni hacia el latinismo, aun en los párrafos ornados. Julio, el ayo erudito y discreto de La Dorotea (IIIº, 7ª), es interrumpido por Fernando: —(JUL.) «Se arrojó al mar, y entre esferas de espuma se çabulló en sus ondas. —(FERN.) Mejor se dice sumergirse. —JUL.) También dize el castellano somurgujóse, y aunque es significativo, es áspero». Se prefiere, pues, el término común al latino, pero lo mismo que Cervantes _⁶⁴, se rechaza, si es muy vulgar, el término llano, aunque sea significativo o dotado de gran expresividad. Así el principio quinientista de la sencillez, ennoblecida con la selección, queda a salvo todavía en el diálogo dramático, a pesar de los embates de la conceptuosidad, de la retórica y de la ciencia.

Diego Catalán: Historia de la Lengua Española de Ramón Menéndez Pidal (2005)

NOTAS

58 Véase Morel-Fatio en su comentario al Arte Nuevo (BHi, III, 1901, pp. 392-393). En la misma Dorotea IV^o, 3^a) un elogio del borrar y el escoger que acaba «en lo borrado se conoce lo que se piensa, que quien no piensa no borra».

59 Prólogo a la parte XIII de sus Comedias, 1620; véase en «BAE», LII, p. XXIIb.

60 Cuarta parte de las Comedias de Lope de Vega, Pamplona, 1614, fol. 203d (ed. RAE, Obras, VI, p. 50a-b). Quevedo, en su Premática deste año 1600, pone entre las grandes vulgaridades «tiéneme hasta aquí (señalando la boca); no le debo ni aun esto (tocando un diente con la uña)» (ed. «BAE», XXIII, 431a). Polo de Medina en la Fábula de Pan y Siringa (1636): «Sin chistar y sin mistar, con las orejas tan largas y con el dedo en la boca, muchos dioses la escuchaban» («BAE», XLII, p. 211a).

61 Arriba, p. 11 y Esp. Ant. C. 69.

62 Voz celestial en La Dotorea, IIº, 5ª; boca celestial en El perro del hortelano (ed. «BAE», XXIV, p. 347c). En este segundo caso, Diana se sorprende del adjetivo porque, celosa, le molesta verlo aplicando a la boca de Marcela; no porque sea un neologismo, como cree L. Salembien en el Bull. Hisp., XXXIV, 1932, p. 106; poco después, Diana se sorprende también de la expresión con azucenas y nieve.

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